[Estequiometría] Sección 7.
[Aplicaciones de sales hidratadas]
Por análisis de composición denominaremos a los problemas estequiométricos cuyo objetivo es determinar la fórmula empírica y/o la fórmula molecular de una sustancia a partir del conocimiento de la cantidad de elementos almacenados en distintos reservorios. Estos reservorios pueden ser reales, como los productos obtenidos en una combustión, o abstractos, como los porcentajes en masa de cada elemento en la sustancia.
Dentro de esta categoría se incluye también el análisis de hidratación, que constituye una versión más sencilla de este tipo de problemas, en la cual se busca determinar la fórmula molecular de un hidrato a partir de la relación entre el compuesto anhidro y el agua asociada. En todos los casos, el objetivo final es el mismo: calcular los subíndices estequiométricos que definen la composición química de la sustancia.
Fórmulas empíricas y moleculares
En la lección [La
ley de Proust y su controversia] vimos que la “una fórmula
molecular indica la cantidad de átomos de cada elemento
químico que constituye una molécula”. Sin
embargo, existen otros tipos de fórmulas químicas en las que los subíndices
no representan la cantidad real de átomos, sino únicamente la proporción
entre ellos con respecto al elemento menos frecuente. A este tipo de
representación la llamamos fórmula empírica.
En este sentido, es importante distinguir claramente entre
ambos conceptos: la fórmula molecular indica el número exacto de
átomos de cada elemento presentes en la molécula, mientras que la fórmula
empírica expresa solo la relación más simple entre dichos átomos,
normalizada con respecto al elemento de menor abundancia.
Por ejemplo, C₄H₄O (furano), C₈H₈O₂ (etanoato
de fenilo) y C₁₂H₁₂O₃ (1,3,5-triacetilbenceno) son sustancias
químicas distintas, con estructuras y propiedades completamente diferentes.
Sin embargo, al expresar su composición en términos de la proporción con
respecto al elemento menos frecuente, todas ellas se reducen a la misma fórmula
empírica: C₄H₄O.
Este resultado puede dar la falsa impresión de que se
trata de la misma sustancia, cuando en realidad solo comparten una relación
estequiométrica mínima entre sus elementos. El ejemplo ilustra con claridad
que la fórmula empírica no identifica de manera única a un compuesto,
sino que describe únicamente una proporción elemental, mientras que la fórmula
molecular es la que permite distinguir sustancias químicas diferentes.
Factor común de los subíndices
Definiremos el factor común de subíndices como el número
entero mayor que permite convertir una serie de subíndices moleculares
en la serie de enteros más pequeña posible. Aunque a primera vista esta
reducción puede parecer trivial, su importancia es histórica y conceptual: los análisis
de composición clásicos no proporcionaban fórmulas moleculares, sino proporciones
empíricas. De ahí el término empíricas: eran literalmente lo que los
instrumentos podían medir.
Cuando se dispone de una fórmula molecular, extraer
el factor común de subíndices es un procedimiento intuitivo y puramente
aritmético. Basta identificar el máximo divisor común de los
subíndices y simplificarlos. En este caso no se requiere ninguna formulación
química adicional, ya que el proceso equivale a una reducción numérica directa.
Figura
1. El factor común de subíndices es el número entero que relaciona la fórmula
empírica con la fórmula molecular, al multiplicar o dividir los
subíndices. Funciona como un factor de conversión entre la masa molar
empírica y la masa molar real, permitiendo pasar de proporciones
mínimas a cantidades atómicas reales.
La situación cambia en la ruta inversa. A partir de
una fórmula empírica, el factor común ya no es evidente, pues existen
múltiples fórmulas moleculares compatibles con la misma proporción mínima.
Determinar el factor correcto exige información adicional, normalmente
la masa molar real de la sustancia. Solo entonces es posible identificar
el múltiplo entero que transforma la fórmula empírica en la molecular. Por
ello, el factor común de subíndices no es solo una herramienta algebraica, sino
un puente conceptual entre la medición experimental y la identificación
completa de una sustancia química.
[1]
Factor común de conversión de subíndices empíricos a moleculares como función
del ratio de masa molar molecular sobre la masa molar empírica. Para ver la
descripción detallada y los factores equivalentes [pulse
aquí].
¿Por qué de la existencia de la fórmula empírica?
En los primeros años de la química, la información sobre la composición
de los compuestos provenía principalmente del análisis elemental, el
cual permite conocer las cantidades relativas de los elementos presentes
en una sustancia. Estas cantidades podían expresarse como porcentajes en
masa o como proporciones molares, pero no permitían determinar el número
exacto de átomos de cada elemento. Por esta razón, los químicos solo podían
establecer relaciones proporcionales entre los elementos, de donde surge el
término fórmula empírica.
En el caso de los compuestos iónicos, esta limitación
no representa un problema conceptual, ya que dichos compuestos están formados
por redes extendidas de aniones y cationes y no por moléculas discretas;
en consecuencia, todas las fórmulas de compuestos iónicos son necesariamente empíricas.
En cambio, para las sustancias moleculares, la situación es más
compleja, pues pueden existir compuestos distintos cuyas composiciones atómicas
sean múltiplos entre sí y que, por tanto, se reduzcan a una misma
fórmula empírica. Esto implica que la fórmula empírica no describe de manera
única ni la estructura ni la cantidad real de átomos en una molécula, lo
que resalta la importancia de la fórmula molecular para una descripción
más precisa de las sustancias moleculares.
Del análisis de la combustión a la composición general
Para evitar la construcción de un sistema extenso de
ecuaciones, procederemos primero a modelar el análisis de combustión y, a
partir de él, mostraremos cómo se obtiene el análisis porcentual.
Definiremos el análisis de combustión como una forma
particular de análisis de composición, cuyo objetivo es determinar la fórmula
empírica y/o molecular de una sustancia a partir de los productos
generados en una combustión, ya sean medidos de manera directa o inferidos
de forma indirecta.
Este enfoque se fundamenta en la idea de que ciertos elementos
clave se concentran en un único compuesto reservorio tras la
combustión. Así, todo el carbono termina como CO₂, todo el hidrógeno
como H₂O, y todo el nitrógeno como NO₂, estos elementos se
resuelven usando el teorema [2a]
[2]
Teoremas del análisis de composición. [2a] Subíndice de un elemento x en el
reactivo clave como función de las masas experimentales de producto y reactivo;
[2b] Subíndice de un elemento y en el reactivo clave como función de las masas
molares y los subíndices de otros elementos. Para ver la descripción detallada
y los factores equivalentes [pulse
aquí].
En contraste, otros elementos pueden distribuirse en múltiples
reservorios, siendo el caso más habitual el oxígeno, aunque no el
único. El procedimiento consiste en transformar las masas de estos productos
reservorio en cantidades molares, y a partir de ellas deducir los subíndices
estequiométricos correspondientes a cada elemento en la sustancia original.
Este tipo de elementos se resuelven usando el teorema [2b]
Los teoremas deducidos a partir del análisis de
combustión son igualmente válidos para el análisis de composición
porcentual. La diferencia es que, en este caso, las sustancias
reservorio son elementos monoatómicos, y los porcentajes se
interpretan directamente como masas relativas, lo que permite aplicar el
mismo marco teórico sin modificaciones sustanciales.
Análisis de formula empírica
Tenga en cuenta que la familia de teoremas [2]
depende de conocer la masa molar real de la sustancia. Cuando esta
información está disponible, la fórmula molecular se obtiene de manera
directa y, a partir de ella, la fórmula empírica se deduce por simple
inspección, sin necesidad de aplicar fórmulas adicionales. En el caso
contrario, cuando la masa molar real no se conoce, estas expresiones parecen
volverse inoperantes a primera vista.
Para resolver esta situación, se adopta una suposición
auxiliar: se asume a priori que la masa molar empírica es de 100
g/mol. Al procesar los datos bajo esta hipótesis, se obtienen subíndices
empíricos no enteros. Cuando esto ocurre, se divide toda la serie de
subíndices entre el subíndice empírico más pequeño, lo que normalmente
conduce a una serie de enteros, ya sea completa o incompleta. En una
serie incompleta, algunos valores resultan enteros y otros no; en ese caso, es
necesario aplicar una corrección por inspección, identificando un factor
común que permita convertir toda la serie en el conjunto de enteros más
pequeño posible. De este modo se obtiene finalmente la fórmula empírica.
Resulta evidente, entonces, que los escenarios en los que
solo se solicita la fórmula empírica suelen ser más complejos,
debido a las correcciones manuales que deben realizarse. Esta dificultad
desaparece cuando se conoce la masa molar real, ya que en ese caso el
procedimiento se vuelve directo y conceptualmente más simple.
Es razonable preguntarse cómo puede conocerse la masa
molar real si la fórmula molecular aún no se ha determinado. La
clave está en recordar que el teorema de la masa molar teórica es solo
uno entre varios teoremas que incluyen la masa molar como parámetro.
Existen muchas otras leyes químicas en las que la masa molar aparece
como una magnitud accesible a partir de propiedades medibles, sin
necesidad de conocer previamente la fórmula de la sustancia.
Figura
2. François Marie Raoult (1830–1901) fue un químico y físico francés, pionero
en el estudio de las soluciones químicas. Formuló las leyes de Raoult,
fundamentales para comprender las propiedades coligativas y los
equilibrios líquido-vapor. Sus trabajos permitieron determinar masas
moleculares y contribuyeron decisivamente al desarrollo de la fisicoquímica
moderna.
Entre las más importantes se encuentran las propiedades
coligativas, que dependen únicamente del número de partículas presentes
en la disolución y no de su identidad química. A través de fenómenos como el descenso
del punto de congelación, el aumento del punto de ebullición o la disminución
de la presión de vapor, es posible calcular la masa molar real de un
soluto de manera independiente de su fórmula molecular. De este modo, la masa
molar puede obtenerse primero por vías experimentales y utilizarse después como
dato de entrada para reconstruir la fórmula molecular y empírica de la
sustancia.
Compuestos hidratados
Durante la preparación de sales, es común que parte
del agua quede retenida en la estructura cristalina durante el
proceso de cristalización, lo que puede afectar tanto la forma como el color
del cristal. Las sales que incorporan moléculas de agua en su estructura se
denominan sales hidratadas, mientras que aquellas que no contienen agua
se conocen como sales anhidras.
Un ejemplo clásico es el sulfato de cobre(II). Este
compuesto cristaliza normalmente como sulfato de cobre(II) hidratado, de
color azul. Al calentarlo, el agua incorporada en su estructura se
elimina, dando lugar al sulfato de cobre(II) anhidro, que es de color blanco.
En este proceso, la sal hidratada se deshidrata para formar la sal
anhidra. La reacción es reversible, ya que al agregar agua al sulfato de
cobre(II) anhidro, el compuesto vuelve a hidratarse y recupera su color azul
característico.
Figura
3. Comparación de tres formas del sulfato de cobre según su hidratación:
el pentahidratado, azul intenso y el más estable; el monohidratado,
de color más pálido y menos frecuente; y el anhidro, blanco y altamente
higroscópico. Muestra cómo el contenido de agua modifica el color, la
estabilidad y los usos del compuesto.
Las moléculas de agua que quedan incorporadas en la estructura
cristalina de algunas sales durante el proceso de cristalización se conocen
como agua de cristalización. Un compuesto que contiene este tipo de agua
se denomina compuesto hidratado. Al escribir la fórmula química
de una sal hidratada, el agua de cristalización se separa de la fórmula
principal mediante un punto, que indica una asociación estequiométrica y
no un enlace químico directo. Por ejemplo, el sulfato de cobre(II) hidratado
se representa como CuSO₄·5H₂O, y el cloruro de cobalto(II) hidratado
como CoCl₂·6H₂O.
La fórmula de un compuesto hidratado indica el número de
moles de agua presentes por cada mol de sal. Así, un mol de CuSO₄·5H₂O
contiene cinco moles de agua de cristalización. En contraste, un compuesto que
no contiene agua en su estructura se denomina compuesto anhidro, como el
sulfato de cobre(II) anhidro (CuSO₄) o el cloruro de cobalto(II)
anhidro (CoCl₂).
La conversión entre formas hidratadas y anhidras es, en
muchos casos, reversible. Al calentar una sal hidratada, el agua
de cristalización se elimina y se obtiene la sal anhidra; mientras que la
adición de agua permite regenerar la forma hidratada:
Sal anhidra → sal hidratada: CuSO₄ + 5H₂O → CuSO₄·5H₂O
Sal hidratada → sal anhidra (por calentamiento): CuSO₄·5H₂O → CuSO₄ + 5H₂O
[3]
Nivel de hidratación de una sal como función de las masas de agua y sal
deshidratada. Para ver la descripción detallada y los factores equivalentes [pulse
aquí].
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