La figura muestra tres formas sólidas del sulfato de
cobre, que se distinguen por la cantidad de agua incorporada en su
estructura cristalina y por sus características visuales. A la
izquierda se observa el sulfato de cobre pentahidratado (CuSO₄·5H₂O),
que presenta un color azul intenso y brillante, característico de esta
forma. Este color se debe a la presencia de cinco moléculas de agua coordinadas
al ion cobre(II), las cuales influyen directamente en la disposición
electrónica del metal y, por tanto, en la absorción de la luz visible. Esta es
la forma más estable y la más comúnmente encontrada en la práctica química.
En el centro se muestra el sulfato de cobre monohidratado
(CuSO₄·H₂O), que contiene solo una molécula de agua por unidad fórmula. Su
color es azul pálido o verdoso, notablemente menos intenso que el del
pentahidratado. Esta forma intermedia es menos estable y menos frecuente, ya
que tiende a transformarse fácilmente en la forma pentahidratada en presencia
de humedad o en la forma anhidra al calentarse. Por esta razón, su uso
comercial y didáctico es limitado, y suele aparecer solo como etapa transitoria
en procesos de hidratación o deshidratación.
A la derecha se encuentra el sulfato de cobre anhidro
(CuSO₄), que no contiene agua en su estructura y se presenta como un polvo
blanco o grisáceo. Esta forma es altamente higroscópica, lo que
significa que absorbe rápidamente la humedad del aire, transformándose de nuevo
en formas hidratadas y recuperando el color azul. Esta propiedad hace que el
sulfato de cobre anhidro sea especialmente útil como agente desecante en
el laboratorio y como indicador de humedad. En conjunto, la figura
ilustra de manera clara cómo la hidratación afecta tanto las propiedades
físicas como los usos prácticos de una misma sustancia química.
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