Figura 31.1
Cráneo de un anfibio primitivo, se caracteriza por ser semejante al de los tetrápodos, siendo complejo y pesado.
Figura 31.2
Las cecilias muestran el cráneo con caracteres más ancestrales de entre todos los anfibios, siendo un cráneo sólido y complejo, aunque no tan aplanado.
Figura 31.3
En el modelo podemos apreciar detalles del cráneo de la salamandra "Nectururs spp" a la izquierda se encuentra el dermatocráneo "rosa", el esplancnocráneo "amarillo" y el dondrocráneo "azul", a la derecha solo se observa el esplancnocráneo y el dondrocráneo.
Figura 31.4
En la imagen anterior tenemos el movimiento de la cintura escapular y del aparato hioides a la hora de abrir la boca en un anfibio. A pesar de que ambas estructuras ya no conectan a la mandíbula inferior por músculos o ligamentos, la presión que hacen contra los músculos y la piel ayudan a incrementar el volumen interno de la garganta, lo cual crea la presión negativa para succionar a la presa.
Figura 31.5
En la imagen anterior tenemos el movimiento de la cintura escapular y del aparato hioides a la hora de abrir la boca en un anfibio. A pesar de que ambas estructuras ya no conectan a la mandíbula inferior por músculos o ligamentos, la presión que hacen contra los músculos y la piel ayudan a incrementar el volumen interno de la garganta, lo cual crea la presión negativa para succionar a la presa.
Figura 32.1
El cráneo de Paleothyris, un amniota primitivo, se resalta su carencia de fenestras “huecos craneales que poseen los reptiles modernos”, lo cual lo convierte en un típico anápsido, y lo diferencia de los reptiles modernos como las lagartijas que presentan un orificio secundario detrás de las cuencas oculares en la posición del hueso escamoso "Sq".
Figura 32.2
La falta de fenestración puede ser ancestral o derivada de ancestros fenestrados: los mamíferos y las aves han fusionado sus fenestras con otros orificios o con los bordes del cráneo haciendo que sean anapsidos secundarios, mientras que las tortugas no se sabe si son anápsidas por ancestría directa o por modificación secundaria, aunque parece ser que la segunda hipótesis es la más probable.
Figura 32.3
Cráneo de tortuga.
Figura 32.4
En los reptiles del linaje de las lagartijas se aprecian dos fenestras craneales postoculares claras.
Figura 32.5
En dinopollos como Archaeopteryx se puede apreciar un cráneo de dinosaurio-reptil. Los cráneos de los dinosaurios tenían muchas más fenestras que los lagartos, pero las aves modernas las han perdido casi todas.
Figura 32.6
En los mamíferos las fenestras postorbitales se fusionaron con las cuencas oculares, aunque en los carnívoros, estas hendiduras aún se mantienen como surcos donde se anclan músculos poderosos, en los primates como el humano solo nos sirven para tener mejillas adorables.
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