Figura. Era del Petróleo

Desde finales del siglo XIX, con la invención del motor de combustión interna y el desarrollo de la industria petrolera, comenzó una etapa que muchos historiadores y pensadores contemporáneos consideran una era con identidad propia. Autores como Daniel Yergin o Andreas Malm han descrito este período como la “Era del Petróleo” o la “Era del Motor de Combustión”, marcando un quiebre en la evolución histórica más allá de la clasificación tradicional de “Edad Moderna” o “Contemporánea”. Esta etapa se caracterizó por el uso intensivo de combustibles fósiles, que impulsaron el transporte, la industria y la expansión del capitalismo global.

Durante más de un siglo, estos motores se convirtieron en el centro neurálgico de la vida económica y social. Redefinieron la urbanización, el trabajo, la alimentación y la guerra. El petróleo no solo fue un recurso energético, sino también una fuerza geopolítica, creando nuevas dependencias y conflictos internacionales. El automóvil privado, el avión y la maquinaria pesada marcaron la experiencia cotidiana y la infraestructura del mundo moderno, consolidando un modelo civilizatorio basado en la extracción y combustión de hidrocarburos.

En retrospectiva futurista, esta etapa podría entenderse como una era transitoria, con un legado doble: progreso técnico sin precedentes y desequilibrio ecológico global. Así, la llamada “Era del Motor de Combustión” podría sustituir conceptualmente a términos amplios como “era contemporánea”, reconociendo que la energía motriz fue el verdadero hilo conductor del desarrollo material y simbólico de los siglos XX y XXI.