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sábado, 21 de junio de 2025

Figura. La anécdota de Vespasiano y el motor

La anécdota de que un inventor presentó una máquina de vapor al emperador Vespasiano, quien la habría rechazado por temor a que dejara sin trabajo a los esclavos, ha circulado durante siglos como ejemplo del conservadurismo tecnológico del Imperio romano. Aunque ampliamente citada, no existe evidencia directa en fuentes contemporáneas al emperador que confirme este episodio. La historia aparece en formas variadas en textos posteriores, especialmente en obras de autores renacentistas y modernos que reflexionaban sobre el retraso del desarrollo industrial en la Antigüedad. Uno de los primeros en aludir a este relato fue el teólogo alemán Johann Beckmann en el siglo XVIII, quien citó antecedentes de invenciones antiguas desestimadas por motivos sociales o económicos.

En otras versiones, la historia se atribuye no a Vespasiano, sino a emperadores sin nombre, o incluso se relaciona con la figura de Herón de Alejandría, quien diseñó la eolípila, una proto-máquina de vapor giratoria. Estas variantes recalcan una misma idea: que el conocimiento técnico existía, pero fue deliberadamente ignorado por falta de incentivo económico o por temor a alterar el orden social. Aunque probablemente apócrifa, la anécdota se ha vuelto una metáfora poderosa sobre cómo las condiciones sociales pueden frenar el progreso tecnológico incluso cuando los fundamentos científicos ya están presentes.

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