Figura. Ballena orca

Orcinus orca, también conocida como la orca o ballena asesina, es un depredador marino altamente especializado con un conjunto de habilidades sensoriales avanzadas para detectar y cazar presas. Una de sus tácticas clave involucra la capacidad de identificar la grasa corporal de sus presas, un componente crucial para evaluar su valor nutritivo. Las orcas tienen un agudo sentido de la ecolocalización que les permite crear mapas acústicos detallados del entorno submarino, incluidos los animales que lo habitan. Al emitir sonidos de alta frecuencia y analizar los ecos que regresan, las orcas pueden obtener información sobre la forma, tamaño y características de las presas, incluyendo la distribución de la grasa.

La grasa subcutánea, o blubber, es una capa rica en lípidos que no solo es crucial para la termorregulación y flotabilidad, sino que también constituye una fuente densa de energía. A través de su ecolocalización, las orcas pueden percibir variaciones en la densidad acústica de las presas, que son indicativas de su contenido de grasa corporal. Las presas con una capa más gruesa de grasa, como las focas y ballenas, reflejan las ondas sonoras de manera diferente que los animales con menos grasa, permitiendo a las orcas localizar y evaluar rápidamente el valor energético de sus objetivos.

Además de la ecolocalización, las orcas también emplean un olfato altamente sensible que les ayuda a detectar rastros químicos en el agua, incluyendo las sustancias emitidas por los lípidos de las presas. Al identificar la presencia de ciertas moléculas químicas asociadas con los lípidos en el agua, las orcas pueden estimar no solo la ubicación de su presa, sino también su nivel de nutritividad. Esto es especialmente útil durante la caza en grupos, donde la colaboración y la comunicación entre individuos permite que las orcas optimicen la captura de presas ricas en nutrientes, como aquellas con una capa gruesa de grasa.