La figura demuestra claramente que la identidad del gas
sí importa cuando analizamos el comportamiento cinético real, y que el
modelo del gas ideal, aunque útil, no puede capturar todas las
diferencias entre sustancias. Aquí, tres gases —Cl₂, N₂ y He— están a la misma
temperatura (300 K), de modo que todos poseen la misma energía cinética
promedio por molécula según la teoría cinética. Sin embargo, sus velocidades
moleculares son muy distintas debido a su masa molar.
Aunque la diferencia de masa entre moléculas pueda parecer
pequeña en términos absolutos, tiene un efecto claro y medible en el
comportamiento del conjunto. El helio, con una masa molar muy baja, presenta
una distribución amplia y desplazada hacia altas velocidades: muchas de
sus moléculas alcanzan velocidades muy elevadas y la dispersión es grande. El
nitrógeno, de masa intermedia, muestra un comportamiento moderado: velocidades
más bajas que el helio, pero mayor rango que el cloro. Finalmente, el cloro,
con masa molar alta, exhibe una distribución estrecha y concentrada en
velocidades bajas, donde la velocidad promedio representa muy bien al
conjunto porque hay menos desviación entre moléculas.
Esto significa que, aun en condiciones ideales, las moléculas no se comportan de forma idéntica: los gases ligeros se mueven más rápido, se dispersan más y generan distribuciones menos representativas mediante sus promedios; los gases pesados, en cambio, se agrupan más alrededor de un valor. Por lo tanto, la masa molar introduce diferencias cuantitativas que el modelo ideal no contempla explícitamente, pero que son fundamentales para describir fenómenos reales como difusión, efusión, velocidad de reacción y transporte de materia. Así, la figura muestra que la identidad química del gas no puede ignorarse cuando pasamos de un modelo idealizado a una descripción experimental del comportamiento molecular.
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