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miércoles, 10 de diciembre de 2025

Figura. Átomos de IBM

 Ibm Atom Manipulation by Science Photo Library

La figura muestra una de las imágenes más emblemáticas de la nanotecnología: los átomos de xenón manipulados uno por uno mediante un microscopio de efecto túnel (STM) para formar las letras “IBM”. Aunque parecen montículos brillantes sobre una superficie rugosa, no estamos viendo átomos “fotografiados” como objetos sólidos, sino una representación tridimensional de la densidad electrónica registrada por el instrumento. Cada pico azul corresponde a la probabilidad elevada de encontrar un electrón alrededor del átomo colocado en esa posición. El STM mide la intensidad de la corriente túnel cuántica entre la punta y la superficie, y un ordenador traduce esa información en una imagen que los humanos podemos interpretar.

Esta demostración se relaciona directamente con el ensayo anterior porque muestra cómo el concepto de “ver” átomos es inseparable de la teoría cuántica. Sin las ecuaciones que describen el efecto túnel, sin modelos que relacionen corrientes eléctricas con densidades electrónicas, esta imagen sería imposible. No existe un “ojo” capaz de ver átomos directamente; lo que observamos es la traducción visual de señales físicas interpretadas mediante un marco teórico. Aquí se hace evidente que la existencia del átomo, aunque hoy indiscutida, sigue siendo accesible únicamente a través de modelos matemáticos y dispositivos que se apoyan en esa teoría. La imagen es, en ese sentido, la victoria de la teoría sobre la intuición sensorial.

Finalmente, esta figura también anticipa lo que podríamos imaginar como una futura impresora atómica. El STM utilizado por IBM no solo detectó los átomos: los movió físicamente sobre la superficie, colocándolos con precisión subnanométrica. Estamos ante un ejemplo primitivo de manipulación atómica, donde la materia deja de obedecer únicamente sus procesos espontáneos y pasa a ser organizada intencionalmente por el ser humano. Aunque esta capacidad todavía es lenta y limitada, representa el primer paso hacia un mundo donde las moléculas y materiales puedan diseñarse y ensamblarse átomo por átomo, cumpliendo —al menos en parte— los sueños que los antiatomistas del siglo XIX consideraban inconcebibles.

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