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domingo, 18 de mayo de 2025

Figura. Café Colombiano

El café colombiano es reconocido mundialmente por su calidad y sabor característico, considerado un producto nutritivo que aporta antioxidantes, vitaminas del grupo B, minerales como magnesio y potasio, y cafeína, que estimula el sistema nervioso central. Su famosa suavidad se refiere a la baja acidez y un cuerpo equilibrado, resultado del clima, altitud y suelo volcánico donde se cultiva, lo que genera un perfil sensorial menos agresivo y más agradable al paladar.

Sin embargo, el café colombiano también tiene luces y sombras vinculadas a la economía global y a los intereses corporativos internacionales, principalmente de Estados Unidos. Colombia ha estado históricamente subordinada a los vaivenes de la demanda mundial y las políticas de grandes compradores y procesadores extranjeros, que influyen en las fluctuaciones del precio del café, muchas veces a la baja, afectando la estabilidad y bienestar de los productores.

Además, la tendencia de muchas grandes marcas a mezclar cafés de distintos orígenes en blends estandarizados diluye la experiencia auténtica del café colombiano. Esto genera un producto homogéneo que sacrifica la riqueza y diversidad de perfiles de sabor para lograr consistencia en masa, convirtiendo un patrimonio cultural en una mercancía industrializada.

Frente a esto, muchas marcas de café de origen único y productores independientes buscan preservar la pureza, autenticidad y la trazabilidad, promoviendo la calidad y las características únicas de cada región cafetera. Estos esfuerzos apuntan a fortalecer la identidad del café como una experiencia sensorial auténtica y a generar un mercado más justo para los cultivadores.

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