Figura. Materiales integrados

Durante la segunda mitad del siglo XX, la ciencia y la industria experimentaron una transformación profunda gracias al desarrollo y la incorporación de materiales innovadores. Entre estos, los semiconductores, como el silicio, germanio y los arseniuros de galio (GaAs), fueron fundamentales para la revolución de la electrónica. Estos materiales permitieron la creación de dispositivos como transistores y circuitos integrados, base para la informática moderna y las telecomunicaciones. La capacidad única de controlar la conductividad eléctrica de los semiconductores abrió nuevas posibilidades tecnológicas, impulsando el avance exponencial en miniaturización y eficiencia energética.

Por otro lado, los polímeros de ingeniería como el Teflón, nylon, Dacron y Kevlar causaron un impacto significativo en sectores tan diversos como el textil, aeroespacial y militar. Estos materiales aportaron propiedades como resistencia química, durabilidad, ligereza y gran resistencia mecánica, características esenciales para fabricar ropa técnica, componentes aeronáuticos y equipos de protección personal. Paralelamente, las aleaciones avanzadas, especialmente las de titanio y las superaleaciones de níquel, fueron cruciales para optimizar turbinas y reactores en la industria energética y aeroespacial, gracias a su alta resistencia a la corrosión y a temperaturas extremas.

Además, la aparición de materiales compuestos —como la fibra de carbono y la fibra de vidrio— mejoró notablemente la relación peso-resistencia en estructuras, favoreciendo el diseño de vehículos y aeronaves más ligeros y eficientes. Los superconductores como el NbTi y Nb₃Sn permitieron fabricar imanes de alta potencia usados en resonancia magnética y aceleradores de partículas. Las tierras raras, con elementos como el neodimio en imanes potentes y los lantánidos en catalizadores, dinamizaron tecnologías en electrónica y energía. Finalmente, los isótopos radioactivos como el uranio 235 y el plutonio 239 definieron el poder nuclear, mientras que el litio y sus compuestos sentaron las bases de las modernas baterías recargables, esenciales para la movilidad eléctrica y almacenamiento energético.