Entre los gases que forman parte del smog, destacan el dióxido de nitrógeno (NO₂), el monóxido de carbono (CO) y el dióxido de azufre (SO₂), todos producto de la combustión de motores, plantas industriales y otras fuentes. También se encuentran compuestos orgánicos volátiles (COV), que reaccionan en la atmósfera bajo la influencia de la luz solar para formar ozono troposférico, otro contaminante presente en el smog. Además, el smog contiene material particulado (PM10 y PM2.5), partículas microscópicas que pueden incluir polvo, hollín, metales pesados, sulfatos y nitratos.
El color oscuro o negro del smog, que se observa a menudo sobre ciudades industriales o con alto tráfico vehicular, se debe principalmente a la presencia de partículas de hollín y carbono negro. Estas partículas son subproductos de la combustión incompleta de combustibles fósiles, especialmente diésel y gasolina. El hollín está formado por finas partículas de carbono que absorben la luz visible, lo que les confiere ese característico color oscuro. Además, el hollín no solo afecta la apariencia visual del smog, sino que también es especialmente dañino para la salud, ya que puede penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo.
El smog es una mezcla heterogénea de gases tóxicos y partículas sólidas y líquidas, donde el color negro está provocado por las partículas de hollín y carbono negro, reflejando la contaminación causada por actividades humanas y la quema incompleta de combustibles fósiles. Este fenómeno no solo afecta la visibilidad y la estética urbana, sino que representa un grave riesgo para la salud pública y el medio ambiente.
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