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viernes, 2 de mayo de 2025

Historia y apliaciones de las leyes de los gases

[Química de gasesSección 3 

            [Leyes empíricas de los gases

            [Historia y aplicaciones de las leyes empíricas

            [El átomo filosófico

Las leyes empíricas de los gases, como la ley de Boyle, la ley de Charles, la ley de Gay-Lussac y la ley de Avogadro, describen el comportamiento macroscópico de los gases bajo distintas condiciones de temperatura, presión y volumen. Estas leyes, derivadas de la observación experimental, tienen numerosas aplicaciones prácticas tanto en la industria como en la investigación científica. 

Imagen que contiene persona, mujer, niña, edificio

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Figura 1.  Robert Boyle. (Waterford, 25 de enero de 1627-Londres, 31 de diciembre de 1691) fue un filósofo natural, químico, físico e inventor.  Es conocido principalmente por la formulación de la ley de Boyle.  además de que es generalmente considerado hoy como el primer químico moderno y el último alquimista y por lo tanto uno de los fundadores de la química moderna. Su obra The Sceptical Chymist (El químico escéptico) es considerada una obra fundamental en la historia de la química.

Desde el diseño de equipos de respiración y propulsión hasta la predicción de reacciones químicas en condiciones controladas, su utilidad es fundamental para entender y manipular sistemas gaseosos. Además, estas leyes sientan las bases para el desarrollo de modelos más complejos, como la ecuación de estado del gas ideal, y permiten relacionar directamente las variables físicas con la cantidad de sustancia involucrada. ¿Quieres que agregue ejemplos específicos de aplicación industrial o experimental?

Ley de Boyle

Históricamente, las leyes individuales de los gases como las de Boyle, Charles, Gay-Lussac y Avogadro fueron formuladas con base en observaciones empíricas antes de que se estableciera la ley de los gases ideales. Esta última unificó los modelos previos en una sola expresión matemática que permite resolver problemas prácticos con mayor facilidad. 

Texto, Carta

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Figura 2.  El químico escéptico: o las dudas y paradojas quimio-físicas (en inglés, The sceptical chymist: or chymico-physical doubts & paradoxes, touching the spagyrist's principles commonly call'd hypostatical; as they are wont to be propos'd and defended by the generality of alchymists) es el título de la principal obra científica de Robert Boyle, publicada en Londres en 1661, y por la que ha sido llamado «fundador de la química moderna».

En ejercicios de lápiz y papel, dicha ley es especialmente útil, ya que nos ayuda a identificar qué variables permanecen constantes, cuáles son cambiantes y cuáles son medibles, estableciendo un paralelismo con la forma en que la geometría se interpretó algebraicamente durante la Edad Media.

Robert Boyle, considerado uno de los fundadores de la química moderna, fue pionero en estudiar las propiedades físicas del aire. Con la ayuda de su asistente Robert Hooke, diseñó experimentos con tubos en forma de J y mercurio, demostrando que la presión y el volumen de un gas son inversamente proporcionales cuando la temperatura es constante. Esta observación, conocida como ley de Boyle, fue una de las primeras relaciones científicas expresadas matemáticamente en la historia moderna, sentando las bases para una comprensión más precisa del comportamiento de los gases.

Posteriormente, científicos como Edme Mariotte y Newton aportaron ideas complementarias, aunque incompletas, hasta que la teoría cinética de Maxwell y Boltzmann dio una explicación física más completa basada en la teoría atómica. Esta evolución desde lo empírico a lo teórico muestra cómo las leyes de los gases no solo explican fenómenos cotidianos como la compresión del aire o la expansión térmica, sino que también forman la base de modelos más amplios que aún se aplican en la ciencia y la tecnología actuales.

La Ley de Boyle se utiliza para explicar el funcionamiento del sistema respiratorio en el cuerpo humano, específicamente en la modificación del volumen pulmonar. Este proceso, guiado por la Ley de Boyle, conlleva cambios en la presión del aire dentro de los pulmones, generando una diferencia de presión entre el aire pulmonar y el entorno circundante. Esta variación de presión desencadena los procesos de inhalación y exhalación, ya que el aire fluye desde áreas de alta presión a bajas presiones.

Durante la inhalación, los pulmones se expanden, disminuyendo la presión interna y permitiendo que el aire fluya hacia ellos por difusión, llenándolos de aire. En la exhalación, los pulmones se contraen, aumentando la presión interna y expulsando el aire al entorno externo.

Diagrama

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Figura 3.  La ley de Boyle explica la ventilación pulmonar al mostrar que presión y volumen son inversamente proporcionales. En la inspiración, el diafragma aumenta el volumen torácico y reduce la presión, permitiendo la entrada de aire. En la espiración, ocurre lo contrario. Además, estas variaciones facilitan la difusión alveolar de oxígeno y dióxido de carbono, optimizando el intercambio gaseoso.

La Ley de Boyle no solo tiene relevancia en el sistema respiratorio, sino que también desempeña un papel fundamental en diversas aplicaciones médicas e industriales. En la ventilación mecánica, es esencial para controlar la presión y el volumen del aire en el tratamiento de pacientes con problemas respiratorios. En la anestesia, se aplica para el suministro controlado de gases anestésicos. La compresión y expansión de gases en la fabricación de medicamentos se basa en sus principios, al igual que en la industria química para controlar y monitorear gases en reactores químicos.

En la atmósfera, la Ley de Boyle se emplea en física y meteorología para comprender cambios en la presión atmosférica con la altitud. En la ingeniería de motores de combustión, es crucial para el funcionamiento de cilindros, donde la compresión del aire y su mezcla con combustible son esenciales. Los buceadores deben comprenderla, ya que la presión del aire varía con la profundidad y afecta la respiración desde tanques de aire comprimido.

Diagrama

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Figura 4. El pistón y la ley de Boyle. En este diagrama, un pistón se utiliza para ilustrar la ley de Boyle, que establece que, a temperatura constante, el volumen de un gas es inversamente proporcional a la presión aplicada. Al comprimir el gas dentro del pistón, el volumen disminuye y la presión aumenta. Inversamente, al liberar el gas y aumentar el volumen, la presión disminuye, demostrando la relación descrita por Boyle.

La calibración de instrumentos de medición de presión, la exploración espacial con sistemas de soporte vital, y la aplicación en la industria alimentaria para controlar gases en fermentación y conservación, son ejemplos adicionales. En sistemas de control de fluidos y gases, como válvulas y tuberías, se utilizan los principios de la Ley de Boyle para regular el flujo y la presión.

Ley de Charles

Paradójicamente, Jacques Charles nunca publicó el trabajo por el cual hoy se le recuerda, ni fue el primero ni el último en formular el descubrimiento que lleva su nombre. Entre el 2 y el 30 de octubre de 1801, John Dalton, en dos de una serie de cuatro ensayos, demostró experimentalmente que todos los gases y vapores que estudió se expandían en la misma proporción entre dos temperaturas fijas

La cara de un hombre con un traje de color gris

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Figura 5.  Jacques Charles (12 de noviembre de 1746 - 7 de abril de 1823), inventor, científico y matemático francés. Rompió el récord de globo aerostático, el 27 de agosto de 1783. El 1 de diciembre de ese año, junto con Ainé Roberts, logró elevarse hasta una altura de 1000 metros. Inventó varios dispositivos, entre ellos un densímetro (también llamado hidrómetro), aparato que mide la gravedad específica (densidad comparada al agua) de los líquidos.

Poco después, el 31 de enero de 1802, el científico francés Joseph Louis Gay-Lussac confirmó estos resultados ante el Instituto Nacional Francés, aunque atribuyó el mérito al trabajo inédito de Charles realizado en la década de 1780. Sin embargo, los fundamentos de este comportamiento ya habían sido esbozados un siglo antes por Guillaume Amontons y Francis Hauksbee.

Figura 6. Guillaume Amontons (1663–1705) fue un físico e inventor francés reconocido por sus trabajos sobre los gases y la temperatura. Desarrolló instrumentos para medir la presión y estudió cómo ésta se relaciona con la temperatura de un gas, anticipando lo que más tarde se conocería como la ley de Amontons, base de las leyes de los gases ideales.

Resulta notable que tantas sustancias diferentes se comporten de forma tan uniforme. La explicación más aceptada proviene de James Clerk Maxwell, quien alrededor de 1860 formuló una teoría cinética de los gases: el volumen de un gas depende exclusivamente del movimiento de sus moléculas. A temperaturas comunes, las moléculas se encuentran muy separadas unas de otras, y su volumen propio es despreciable. Al desplazarse a gran velocidad, estas moléculas rebotan constantemente contra las paredes del recipiente, ejerciendo presión. Por ejemplo, dentro de un globo de helio, se estima que unos 10²⁴ átomos golpean cada centímetro cuadrado por segundo a velocidades cercanas a los 2 km/s, lo que explica su expansión y flotabilidad.

La Ley de Charles tiene numerosas manifestaciones cotidianas. Al abrir una lata de bebida fría, se observan burbujas, pero si está caliente, la presión interna incrementada hace que el gas salga bruscamente, expulsando parte del contenido. En la panadería, la levadura genera dióxido de carbono, que al calentarse en el horno se expande y da esponjosidad al pan o al pastel. También es fundamental tener precaución: los aerosoles incluyen advertencias de no exponerlos a temperaturas mayores a 50°C, ya que el aumento de temperatura eleva la presión y el volumen de gas, con riesgo de explosión. Incluso se puede experimentar esta ley llenando un globo en un día cálido y llevándolo a un lugar frío: el globo se contrae al reducirse el volumen del gas y vuelve a expandirse con el calor. Este principio rige también el funcionamiento de los globos aerostáticos, cuyo gas caliente, menos denso, les permite elevarse.

Un grupo de personas en un parque de diversiones

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Figura 7.  El globo en tiempos de Charles. Durante el siglo XVIII, el globo aerostático simbolizó tanto el avance científico como el orgullo nacional, especialmente en Francia. Tras los vuelos pioneros de los hermanos Montgolfier, Jacques Charles perfeccionó la técnica usando hidrógeno, un gas más ligero que el aire. Estos logros despertaron el entusiasmo popular y reforzaron el prestigio científico francés. 

Finalmente, esta ley llevó a conclusiones profundas sobre la naturaleza del gas y su comportamiento en condiciones extremas. Como el volumen de un gas depende de la energía cinética (vibración) de sus moléculas, teóricamente es posible reducir su volumen a casi cero al eliminar por completo ese movimiento. Al extrapolar las curvas de expansión térmica de diversos gases, los científicos notaron que todas convergían hacia una misma temperatura límite: -273.15°C, conocida como el cero absoluto. Esta temperatura representa el punto en el que las partículas dejarían de moverse por completo, y es uno de los conceptos fundamentales en la termodinámica moderna.

Ley de Gay-Lussac

Joseph Louis Gay-Lussac (1778–1850) vivió en una época marcada por profundas transformaciones políticas y científicas: las revoluciones francesa y química. Su infancia transcurrió cómodamente como hijo de un abogado acomodado con educación privada, pero su entorno se vio abruptamente alterado por la agitación de la Revolución Francesa: su tutor huyó y su padre fue encarcelado. A pesar de ello, Gay-Lussac se benefició del nuevo orden al ser seleccionado para estudiar en la École Polytechnique, institución revolucionaria destinada a formar líderes científicos y técnicos, en especial para el ejército. Allí, tuvo como mentores a figuras como Pierre-Simon de Laplace y Claude-Louis Berthollet, discípulos del célebre Antoine-Laurent Lavoisier, pionero de la química del oxígeno. Su carrera académica como profesor de física y química comenzó precisamente en esa institución.

Compartiendo el interés de Lavoisier por el estudio cuantitativo de los gases, Gay-Lussac emprendió en 1801–1802 su primer gran programa de investigación. Concluyó que volúmenes iguales de todos los gases se expanden por igual con el mismo aumento de temperatura, hallazgo que hoy se conoce como la Ley de Charles, ya que Gay-Lussac atribuyó el descubrimiento a Charles, a pesar de que científicos como Amontons y Hauksbee ya lo habían anticipado un siglo antes. En 1804, protagonizó una serie de ascensiones en globo de más de 7 000 metros de altitud —una hazaña no igualada en 50 años— que le permitió estudiar el comportamiento de los gases a grandes alturas. En estos vuelos, midió presión, temperatura, humedad y magnetismo, y recogió muestras de aire que luego analizó químicamente.

Un hombre vestido formal posa de frente

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Figura 8.  Joseph-Louis Gay-Lussac. (Saint-Léonard-de-Noblat, 6 de diciembre de 1778-París, 9 de mayo de 1850) fue un químico y físico francés. Es conocido en la actualidad por su contribución a las leyes de los gases. En 1802, Gay-Lussac fue el primero en formular la ley según la cual un gas se expande proporcionalmente a su temperatura (absoluta) si se mantiene constante la presión (Ley de Charles) y que aumenta proporcionalmente su presión si el volumen se mantiene constante (Ley de Gay-Lussac).

Su segunda gran contribución fue la ley que relaciona la presión con la temperatura de un gas a volumen constante, formulada también entre 1800 y 1802. No obstante, su descubrimiento más influyente sería la ley de los volúmenes de combinación, que muestra cómo los gases reaccionan en proporciones volumétricas simples. Además, junto a Louis Jacques Thénard, colaboró en las primeras investigaciones electroquímicas, incluyendo la descomposición del ácido bórico con potasio fundido, lo que condujo al descubrimiento del boro. También participaron en debates sobre la redefinición de los ácidos, y desarrollaron un enfoque sistemático para analizar compuestos orgánicos a través de su contenido de oxígeno e hidrógeno.

La ley de Gay-Lussac encuentra aplicación en múltiples situaciones cotidianas. Por ejemplo, en climas cálidos, el aire dentro de los neumáticos puede expandirse tanto que la presión interna supera su límite de tolerancia, provocando su explosión. De manera similar, la olla a presión funciona porque, al elevarse la temperatura interna, la presión del vapor supera la atmosférica, lo que permite cocer los alimentos más rápidamente sin que el agua hierva a 100°C. En la industria de los aerosoles, esta ley es fundamental: el aumento de temperatura eleva la presión interna del envase, lo que puede afectar el funcionamiento del producto o causar accidentes si no se diseña adecuadamente. Finalmente, en la aviación, esta relación entre presión y temperatura es clave. A medida que una aeronave asciende, la temperatura ambiental disminuye, alterando la presión del aire. Por eso, los aviones están equipados con sistemas de regulación de presión y temperatura, asegurando un entorno seguro y confortable para pasajeros y tripulación. Todo esto evidencia cómo la ley de Gay-Lussac no solo transformó la ciencia, sino que también continúa rigiendo aspectos esenciales de nuestra vida moderna.

Ley de Avogadro

El Conde Lorenzo Romano Amedeo Carlo Avogadro, Señor de Quaregna y Cerreto, nació en 1776 en el seno de una distinguida familia italiana de abogados. Siguiendo inicialmente la tradición familiar, estudió derecho canónico y ejerció brevemente la abogacía antes de volcarse a su verdadera pasión: las ciencias naturales. En el año 1800, comenzó sus estudios en física y matemáticas, y realizó sus primeros experimentos junto a su hermano, centrados en fenómenos eléctricos.

En 1809, Avogadro comenzó a enseñar ciencias naturales en un liceo (escuela secundaria) en Vercelli. Fue allí, mientras estudiaba la densidad de los gases, donde observó un fenómeno sorprendente: la combinación de dos volúmenes de hidrógeno con uno de oxígeno producía dos volúmenes de vapor de agua, tal como había sido reportado previamente por Gay-Lussac en su ley de los volúmenes de combinación. Según la teoría atómica de John Dalton, que sostenía que el agua era HO, Avogadro esperaba que se formara solo un volumen de vapor. Esta discrepancia lo llevó a proponer que las partículas elementales del oxígeno y del hidrógeno estaban compuestas por entidades dobles: lo que hoy llamamos moléculas diatómicas.

Una caricatura de una persona

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Figura 9.  Lorenzo Romano Amedeo Carlo Avogadro, Conde de Quaregna y Cerreto (Turín, 9 de agosto de 1776 -  9 de julio de 1856), fue Avogadro, docente, físico y químico italiano, profesor de física de la Universidad de Turín desde 1820 hasta su muerte. Formuló la llamada ley de Avogadro, que dice que «volúmenes iguales de gases distintos bajo las mismas condiciones de presión y temperatura, contienen el mismo número de moléculas». Avanzó en el estudio y desarrollo de la teoría atómica, y en su honor se le dio el nombre al número de Avogadro.

En sus escritos, Avogadro usó el término "molécula" en tres sentidos distintos: moléculas integrales (similares al concepto moderno de molécula), moléculas constituyentes (partes de una sustancia compuesta) y moléculas elementales (lo que hoy se entiende por átomos). Además de proponer la existencia de gases diatómicos, formuló lo que hoy se conoce como la hipótesis de Avogadro: a igual temperatura y presiónvolúmenes iguales de gases contienen el mismo número de moléculas. Esta idea fue fundamental para establecer la relación entre el volumen de un gas y la cantidad de partículas presentes.

La hipótesis de Avogadro se formuló en la misma línea que otras leyes empíricas de los gases, como la ley de Boyle (1662), la ley de Charles (1787) y la ley de Gay-Lussac (1808). Publicada en 1811, la propuesta de Avogadro permitió conciliar la teoría atómica de Dalton con las proporciones volumétricas observadas por Gay-Lussac. En 1814, André-Marie Ampère llegó de forma independiente a conclusiones similares. Por su mayor notoriedad en Francia, la hipótesis fue conocida en ese país como hipótesis de Ampère, y más adelante como hipótesis de Avogadro-Ampère o incluso Ampère-Avogadro.

Décadas después, los trabajos experimentales de Charles Frédéric Gerhardt y Auguste Laurent validaron la ley de Avogadro en su forma molar, explicando por qué cantidades iguales de moléculas gaseosas ocupan el mismo volumen bajo condiciones idénticas. Sin embargo, algunos resultados con sustancias inorgánicas parecían contradecir la ley. Esta aparente inconsistencia fue finalmente resuelta por Stanislao Cannizzaro, quien, en el Congreso de Karlsruhe (1860), argumentó que tales excepciones se debían a disociaciones moleculares a altas temperaturas, reafirmando así la validez de la ley de Avogadro para determinar no solo masas moleculares, sino también masas atómicas.

Referencias

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Zumdahl, S. S., Zumdahl, S. A., DeCoste, D. J., & Adams, G. (2018). Chemistry (10th ed.). Cengage Learning.

jueves, 1 de mayo de 2025

Ley de los volúmenes de combinación

 

En 1808, Gay-Lussac formuló su segunda ley, la ley de los volúmenes de combinación, al observar que los gases, bajo condiciones constantes de temperatura y presión, reaccionan en proporciones numéricas simples de volumen, y que los productos gaseosos también mantienen estas proporciones respecto a los reactivos. Esta ley, inicialmente subestimada, demostró que dichas proporciones coinciden con los coeficientes estequiométricos actuales. En colaboración con Alexander von Humboldt, Gay-Lussac verificó con gran precisión que el hidrógeno y el oxígeno reaccionan en una proporción de 2:1:2 para formar agua, lo que respaldó experimentalmente su descubrimiento.

Figura 1. La figura muestra la ley de los volúmenes de combinación de Gay-Lussac: dos volúmenes de hidrógeno reaccionan con un volumen de oxígeno para formar dos volúmenes de agua. Esta proporción 2:1:2 se mantiene en cualquier unidad de volumen, ilustrando la linealidad estequiométrica y facilitando cálculos en reacciones gaseosas, además de sustentar la naturaleza discreta de la materia propuesta por Avogadro.

Cuando todos los volúmenes involucrados se miden bajo condiciones constantes de temperatura y presión, se observa que los volúmenes de los reactivos gaseosos y de los productos gaseosos guardan entre sí relaciones que corresponden a números enteros pequeños o a fracciones simples de estos. Esto se cumple siempre que se elija adecuadamente el reactivo limitante, es decir, asegurando que no haya exceso ni deficiencia de ninguno de los gases involucrados en la reacción.

El químico Joseph Louis Gay-Lussac amplió sus investigaciones en esta dirección, estudiando las proporciones volumétricas de diversas sustancias gaseosas y reconociendo patrones consistentes en sus comportamientos. A partir de estos estudios, formuló la Ley de los Volúmenes de Combinación, que establece que los gases reaccionan en proporciones volumétricas definidas y constantes, siempre que se mantengan constantes la presión y la temperatura.

Un ejemplo representativo es la síntesis del amoníaco, donde un volumen de nitrógeno reacciona con tres volúmenes de hidrógeno para formar dos volúmenes de amoníaco. Otro caso ilustrativo es la reacción entre hidrógeno y cloro, en la que un volumen de cada uno se combina para formar un volumen de cloruro de hidrógeno.

Figura 2. La figura ilustra la ley de los volúmenes de combinación de Gay-Lussac aplicada a la síntesis del amoníaco. Un volumen de nitrógeno reacciona con tres volúmenes de hidrógeno para producir dos volúmenes de NH₃, en proporción 1:3:2. Esta relación se conserva en cualquier unidad de volumen, mostrando la linealidad estequiométrica de los gases bajo condiciones constantes de presión y temperatura.

Figura 3.  El texto aborda la ley cero de la termodinámica, estableciendo que si dos sistemas están en equilibrio térmico con un tercero, también lo estarán entre sí. Esto fundamenta la noción de temperatura como propiedad compartida y medible. Así, la temperatura se convierte en el criterio universal para determinar el equilibrio térmico y posibilita la construcción de escalas termométricas confiables.

Del volumen a la cantidad de entidades

Cuando analizamos la interpretación de la [Ley de Avogadro], observamos que existe una relación directa entre el volumen y la cantidad de sustancia. Si establecemos un cociente entre dos cantidades de sustancias distintas, el cociente de volúmenes de combinación resulta equivalente al cociente del número de entidades, de manera adimensional. Si esta proporción corresponde a un número entero sencillo, podemos interpretar que dichos valores representan el número de moléculas unitarias que participan en un único evento de la reacción química.

La ecuación anterior expresa la relación estequiométrica general de la ley de los volúmenes de combinación. En ella, el cociente de volúmenes de un par de sustancias i y j involucradas en una misma reacción es equivalente al cociente de sus cantidades de sustancia, lo que explica la observación de Gay-Lussac sobre la constancia de dichos volúmenes.

Sin embargo, aunque la proporción se mantiene constante, las cantidades de sustancia involucradas pueden asumir cualquier valor, correspondiente a un número arbitrario de eventos de reacción. Por ello se introduce un valor de referencia: la cantidad unitaria de reacción, definida tanto para un solo evento como para un mol de eventos de reacción. En este caso, las cantidades de sustancia toman valores fijos que corresponden a los números enteros más pequeños posibles en la proporción. Estos números, al ser constantes fundamentales y carecer de dimensiones, reciben el nombre de números estequiométricos.

El número estequiométrico

El número estequiométrico indica la cantidad exacta de moléculas que participan entre reactivos y productos, de manera que el número de átomos de cada elemento se conserva al inicio y al final de la reacción, garantizando una suma neta igual a cero. Según el Libro de Oro de la IUPAC, su símbolo es la letra griega \(\nu\) (nu). En escritura manuscrita suele representarse como una “uve” cuyos trazos, en lugar de rectos, se dibujan curvados, semejando una “c” invertida. Incluso al probarlo en las ecuaciones de Word escritas a lápiz, el sistema lo reconoce correctamente.

Figura 4. La imagen muestra cómo la letra griega \(\nu\) puede confundirse con la \(v\) latina, generando errores de interpretación en fórmulas químicas y cinéticas, como en Atkins. El número estequiométrico, siempre entero, indica la mínima cantidad de moléculas en una reacción. Valores no enteros solo representan fracciones arbitrarias de sustancia y no verdaderos números estequiométricos.

Así, por ejemplo, en la síntesis del agua la proporción estequiométrica 1:2:2 puede formalizarse como magnitudes fisicoquímicas:

De esta manera, cada número estequiométrico expresa con precisión la cantidad mínima e indivisible de moléculas que intervienen en el evento de reacción.

Una vez que reconocemos que los volúmenes de combinación conducen a valores adimensionales representados por la serie de enteros más pequeños, podemos identificar un segundo efecto: el balance de materia en una reacción química. Este balance no es más que la manifestación de la ley de conservación de la materia unitaria, la cual establece que el número de átomos de cada elemento permanece constante. En consecuencia, si contamos todos los átomos de un elemento en los reactivos y restamos los que aparecen en los productos, el resultado debe ser igual a cero.

Cantidad de reacción

Podemos definir la cantidad de reacción como el número total de veces que una reacción química se repite de manera unitaria a nivel molecular. Al igual que la cantidad de sustancia, esta magnitud se mide en números de eventos discretos, aunque puede contabilizarse en pares, cientos, miles o nuevamente en moles, lo que le otorga unidades análogas a las de la cantidad de sustancia. El símbolo que la representa es la letra griega ξ (xi).

Imagen que contiene Diagrama

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Figura 5. El símbolo ξ (xi minúscula) representa la cantidad de reacción, introducida por Théophile de Donder. No es una entidad física, sino un parámetro que cuenta cuántas veces ocurre unitariamente una reacción química. Dado que en sistemas macroscópicos los sucesos son enormes, se expresa en moles, conectando la descripción molecular con la macroscópica y constituyendo un concepto esencial en química.

Dado que los números estequiométricos son adimensionales y representan la cantidad mínima por evento de reacción, la cantidad de reacción para un solo suceso también resulta adimensional. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando se consideran dos o más eventos de reacción? En tal caso, el número de moléculas crece de forma lineal, como un producto simple. Esto conduce al enunciado del axioma fundamental de la estequiometría: la cantidad de moléculas es igual al producto entre el número estequiométrico y la cantidad de reacción.

[1] Axioma de la cantidad de reacción. Para ver la descripción de los términos y su equivalente por factor de conversión, pulse en este enlace.

Volúmenes de combinación y reacción balanceada

Con esto, podemos plantear la ley de los volúmenes de combinación desde los números estequiométricos.

[2] Nombre del teorema. Para ver la descripción de los términos y su equivalente por factor de conversión, pulse en este enlace.

Balance de una ecuación química

Como podemos observar en los teoremas de los volúmenes de combinación, aparecen los números estequiométricos, que son los coeficientes ubicados a la izquierda de una ecuación química. Estos pueden clasificarse en dos grupos: correctos e incorrectos. Un número estequiométrico correcto es aquel que garantiza que, para cada elemento, la diferencia entre el número de átomos en los reactivos y en los productos sea igual a cero. En cambio, los incorrectos son los que impiden cumplir esta condición. Para distinguirlos, debemos habituarnos a evaluar y ajustar el balance de una reacción química.

Existen cuatro métodos principales de balance: tanteo, algebraico, semirreacciones y redox. Los dos últimos los dejaremos de lado, ya que su relevancia práctica se manifiesta principalmente en el capítulo de electroquímica. Los dos primeros, en realidad, constituyen variantes de un mismo enfoque: el tanteo es un método algebraico de carácter más intuitivo, mientras que el algebraico explícito formaliza todos los pasos de manera sistemática. Desde la experiencia práctica, lo más conveniente es combinarlos: algunas partes de la reacción se ajustan con facilidad por tanteo, mientras que en relaciones más complejas conviene aplicar el método algebraico para unas pocas ecuaciones clave.

Antes de abordar los procedimientos específicos, presentaremos el teorema general del balance algebraico.

[3] Balance de una ecuación química algebraica. Para ver la descripción de los términos y su equivalente por factor de conversión, pulse en este enlace.

En el teorema anterior, el número estequiométrico adquiere una notación vectorial \(\overset{\rightharpoonup }{\nu}_i\), por lo que lo denominaremos vector estequiométrico. Conviene recordar que la definición de un vector no se restringe a un sistema físico cinético, sino que se trata de un objeto matemático caracterizado por dos propiedades fundamentales: magnitud (tamaño) y dirección. En el caso de un sistema químico, la dirección solo puede asumir dos sentidos posibles: síntesis (positiva) o descomposición (negativa). Así, dado que los reactantes son las especies que se consumen o desaparecen en la reacción, a ellos les corresponde un vector estequiométrico negativo, mientras que los productos, al generarse o acumularse, poseen por definición un vector estequiométrico positivo.

El teorema de balance aplicará para cualquier reacción química sin importarse involucre gases.

[Ejercicios resueltos de balance de ecuaciones químicas]

[Ejercicios resueltos de la ley de los volúmenes de combinación]

Referencias

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