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miércoles, 30 de abril de 2025

Leyes empíricas de los gases





Las leyes empíricas clásicas de los gases constituyen uno de los pilares fundamentales de la química física, ya que permiten describir el comportamiento de los gases ideales a partir de observaciones experimentales directas.

Representación de las leyes

Como se puede ver en las figuras siguientes, hemos expresado dos formas de calcular con las leyes empíricas de los gases: mediante teoremas y mediante factores de conversión. Esto lo hacemos como parte de nuestra investigación en algoritmos de química, orientada a explorar distintas rutas de razonamiento que conduzcan a un mismo resultado, pero con estructuras lógicas distintas.

Por tradición, el capítulo de gases ha sido el principal bastión de teoremas en un libro de química general dominado casi por completo por el lenguaje de los factores de conversión, lo que consideramos una gran hipocresía pedagógica. Si el factor de conversión es tan flexible y poderoso como se afirma en otros contextos del libro, ¿por qué no lo aplicamos también al análisis de gases? Después de todo, las unidades de presión, volumen, temperatura y cantidad de sustancia son perfectamente convertibles, y el uso de factores permite integrar el tratamiento de los gases ideales dentro del enfoque unificado de la estequiometría y otras áreas cuantitativas de la química.

Como bien se puede ver en los ejemplos propuestos, ambos métodos son viables, coherentes y rigurosos, y permiten al estudiante una comprensión más amplia del contenido. Como siempre, será el estudiante quien elija qué tipo de algoritmo emplear: uno basado en relaciones teóricas explícitas, o uno apoyado en la manipulación sistemática de unidades físicas mediante factores de conversión. Ambos caminos son válidos en el dominio de la química, y conocerlos en paralelo permite desarrollar una flexibilidad cognitiva clave para el pensamiento científico.

Estados de un algoritmo

Un algoritmo, procedimiento para resolver un escenario “diseño experimental y/o ejercicio de lápiz y papel”, ya sea en forma de teorema o de factor de conversión, puede representarse en uno de tres modos fundamentales: estado estático, cambio de estado discontinuo o estado dinámico continuo.

La forma de estado estático es la más común, ya que es la más sencilla. Describe un sistema que no experimenta cambios, es decir, permanece en reposo. En este tipo de situaciones, se puede observar la relación entre una variable dependiente y una función simple que generalmente incluye una constante multiplicando una variable independiente. Este tipo de modelo es útil para describir sistemas en equilibrio, como ocurre frecuentemente en las formas básicas de las leyes de los gases.

Por otro lado, la forma de cambio de estado discontinuo analiza una transición entre dos estados definidos del sistema. Estos estados están marcados por dos momentos relativos en el tiempo: el estado inicial, cuyas variables se denotan con un subíndice cero (por ejemplo, Po, Vo, no, To ), y el estado final, cuyos valores no llevan subíndice. Esta forma permite estudiar cómo una propiedad del sistema cambia entre un instante de referencia y uno final, sin considerar lo que ocurre entre ambos.

Finalmente, el estado dinámico continuo incorpora el tiempo como una variable independiente explícita. En este caso, se describe cómo evolucionan las propiedades del sistema en cada instante infinitesimal t. Este tipo de representación requiere el uso de herramientas del cálculo diferencial, ya que se trata de funciones que describen tasas de cambio y comportamientos continuos en el tiempo.

Cabe destacar que los factores de conversión no son muy adecuados para representar modelos de tipo dinámico continuo, ya que su lenguaje está basado en relaciones estáticas o discretas. El análisis dinámico continuo está pensado para desarrollarse mediante teoremas formulados en el marco del cálculo, que permiten representar de forma precisa la evolución del sistema a lo largo del tiempo.

Variaciones

Los algoritmos presentados en las definiciones, ya sea en forma de teoremas o de factores de conversión, pueden ser aplicados a más de un diseño experimental o ejercicio de lápiz y papel. Sin embargo, por motivos didácticos, suelen definirse inicialmente para un solo caso específico. Es tarea del lector o usuario modificar estos algoritmos, siguiendo las reglas del álgebra, para adaptarlos a escenarios distintos pero conceptualmente relacionados.

Es fundamental comprender que los factores de conversión, al igual que los teoremas, pueden transformarse teóricamente mediante operaciones algebraicas. No obstante, mientras que en un teorema manipulamos términos algebraicos simbólicos (como P, V, T), en el caso de los factores de conversión, debemos actuar sobre una tríada compuesta por el valor numérico, la unidad física y la identidad de la química. Esta tríada debe moverse y reorganizarse con cuidado, respetando tanto la lógica dimensional como el significado físico de cada componente, de manera que el resultado final conserve coherencia y validez.

Ecuación de estado

La ecuación de estado del gas ideal, también conocida como ecuación de Clapeyron o ecuación de Clausius-Clapeyron, representa uno de los grandes logros de la fisicoquímica del siglo XIX. Esta formulación permitió unificar las diversas leyes empíricas de los gases en una sola expresión coherente. La historia de esta ecuación es el resultado del trabajo progresivo de varios científicos europeos que investigaron el comportamiento de los gases bajo distintas condiciones.

El primero en dar un paso hacia una ecuación general fue el ingeniero y físico francés Émile Clapeyron, quien en 1834 reformuló los descubrimientos previos de Boyle (1662), Charles (publicados por Gay-Lussac en 1802) y Avogadro (1811) en términos de trabajo mecánico, usando las herramientas del cálculo diferencial. Clapeyron presentó una forma primitiva de la ecuación de estado combinada al estudiar el ciclo de Carnot. Más adelante, en las décadas de 1840 y 1850, el físico alemán Rudolf Clausius perfeccionó esta formulación en el contexto de su desarrollo de la termodinámica, estableciendo un vínculo más riguroso entre la presión, el volumen, la temperatura y la cantidad de sustancia de un gas. También fueron fundamentales los trabajos experimentales de Henri Victor Regnault, quien en ese mismo período realizó cuidadosas mediciones sobre gases reales y proporcionó una base empírica más precisa para validar los modelos ideales. La formulación moderna de la ecuación de estado de los gases ideales se expresa como:

Figura 1.  Ecuación de estado en su estado estático. (Pulse en la imagen para verla más grande) La demostración de este teorema es básicamente multiplicar la ley de Boyle por la ley de Avogadro como se ve en: Demostración.Como obtener la ecuación de estado a partir de las leyes empíricas.

Esta ecuación permitió, por primera vez, una representación unificada de lo que antes eran leyes empíricas disgregadas, como la ley de Boyle, la ley de Charles, la ley de Gay-Lussac y la ley de Avogadro. Desde el punto de vista didáctico, resulta más económico aprender primero esta forma general, y luego derivar de ella los casos particulares, ya que cada ley empírica no es más que una simplificación de la ecuación general en la que se mantienen constantes dos de los parámetros.

Leyes

Estas leyes son 1- la ley de Boyle (1662), que establece una relación inversa entre la presión y el volumen cuando la temperatura se mantiene constante;

Figura 2.  Ley de Boyle (Pulse en la imagen para verla más grande). La demostración de este teorema se da con base en la ecuación de estado a temperatura y cantidad de gas constantes como se ve en la demostración.

2- la ley de Charles (1787), que muestra cómo el volumen de un gas aumenta proporcionalmente con la temperatura absoluta si la presión permanece constante;

Figura 3.  Ley de Charles (Pulse en la imagen para verla más grande). La demostración de este teorema se da con base en la ecuación de estado a presión y cantidad de gas constantes como se ve en la demostración.

3- la ley de Gay-Lussac (1802), que afirma que la presión de un gas es directamente proporcional a su temperatura absoluta cuando el volumen es constante; y

Figura 4.  Ley de Gay-Lussac (Pulse en la imagen para verla más grande). La demostración de este teorema se da con base en la ecuación de estado a volumen y cantidad de gas constantes como se ve en este enlace.

4- la ley de Avogadro (1811), que indica que volúmenes iguales de gases distintos, a la misma temperatura y presión, contienen el mismo número de moléculas, es decir, la misma cantidad de moles.

Estas leyes, aunque fueron formuladas con base en observaciones experimentales aisladas, forman en conjunto un cuerpo coherente que más tarde se integró en una formulación matemática más general: la ecuación de estado de los gases ideales.

Figura 5. Ley de Avogadro (Pulse en la imagen para verla más grande). La demostración de este teorema se da con base en la ecuación de estado a volumen y cantidad de gas constantes como se ve en este enlace.

Esta ecuación, resume el comportamiento de los gases en una sola expresión que relaciona la presión (P), el volumen (V), la cantidad de sustancia en moles (n), la constante de los gases (R) y la temperatura absoluta (T). Aunque las leyes empíricas son históricamente anteriores a la ecuación de estado y reflejan el avance gradual del conocimiento científico, desde un punto de vista didáctico resulta más económico memorizar primero la ecuación de estado y luego derivar de ella los casos particulares que corresponden a cada ley empírica.

Figura 6. Las formas estáticas de las cuatro leyes empíricas de los gases permiten representarlas gráficamente en un plano cartesiano, lo que facilita su interpretación visual. En estos gráficos, es evidente que todas las relaciones —exceptuando una— siguen un patrón lineal que parte desde el origen, gracias al uso de la escala Kelvin, sin la cual estos comportamientos serían más difíciles de identificar debido al desplazamiento del cero absoluto en otras escalas de temperatura. La única excepción es la ley de Boyle, cuya representación gráfica no es una línea recta, sino una curva hiperbólica. Esta curva es asintótica y se asemeja a la gráfica de la función matemática 1/x, ya que describe una relación inversa entre la presión y el volumen, manteniéndose constante el producto de ambos cuando el sistema no cambia de temperatura ni cantidad de sustancia.

De este modo, se comprende que las leyes empíricas no son sino simplificaciones de la ecuación general cuando se mantiene constante uno o mas de los parámetros clave, lo que permite ver la unidad conceptual detrás de los distintos comportamientos observables de los gases.

Referencias

Brown, T. L., LeMay, H. E. J., Bursten, B. E., Murphy, C. J., Woodward, P., & Stoltzfus, M. W. (2015). Chemistry the Central Science.

Brown, T. L., LeMay, H. E. J., Bursten, B. E., Murphy, C. J., Woodward, P., Stoltzfus, M. W., & Lufaso, M. W. (2022). Chemistry, the central science (15th ed.). Pearson.

Chang, R. (2010). Chemistry (10th ed.). McGraw-Hill New York.

Chang, R., & Overby, J. (2021). Chemistry (14th ed.). McGraw-Hill.

Matamala, M., & González Tejerina, P. (1975). Química (1ª ed.). Bogotá: Ediciones Cultural.

Seager, S. L., Slabaugh, M. M., & Hansen, M. M. (2022). Chemistry for Today (10th ed.). Cengage Learning.

Zumdahl, S. S., Zumdahl, S. A., DeCoste, D. J., & Adams, G. (2018). Chemistry (10th ed.). Cengage Learning.

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