Aunque en los textos de química el primer modelo del átomo que se presenta es la esfera de Dalton y las ideas griegas se mencionan de pasada, es importante destacar que los filósofos griegos reflexionaron profundamente sobre la naturaleza de la materia.
Figura 1. Leucipo (en griego, Λεύκιππος, "Leúkippos") fue un filósofo griego (Mileto, Jonia) del siglo V a.C. a quien se atribuye la fundación del atomismo, al parecer fue "el primero en poner en tela de juicio la suposición aparentemente natural que afirma que cualquier trozo de materia, por muy pequeño que sea, siempre puede dividirse en otros trozos aún más pequeños". Él afirmaba que llegaba un momento en que dicha división llegaba a un fin.
Figura 2. Demócrito (en griego: Δημόκριτος; Abdera, Tracia, c. 460 a. C.-c. 370 a. C.) conocido también como El filósofo risueño, fue un filósofo y matemático griego que vivió entre los siglos V-IV a. C.12 Discípulo de Leucipo, se le llama también «el filósofo que ríe». Pensador con un amplio campo de intereses, es especialmente recordado por su concepción atomista de la materia.
Uno de los autores más olvidados en este contexto es Platón, quien, a pesar de que su modelo del átomo parece anacrónico, fue pionero en intentar vincular la estructura de la materia con las sustancias que la componen. Este intento, aunque rudimentario, puede ser visto como un precursor de la tabla periódica moderna, ya que intenta explicar las propiedades de las sustancias a través de la estructura de los átomos.
Figura 3. Los átomos de Platón o stoicheias.
El filósofo griego Leucipo, junto con su discípulo Demócrito, propuso que toda la materia está compuesta por partículas pequeñas e indivisibles, llamadas átomos. Este modelo atómico fue diseñado para reconciliar dos visiones filosóficas opuestas: la de Heráclito, que sostenía el cambio constante, y la de Parménides, que defendía la permanencia y la esencia eterna. Para Demócrito, los átomos eran esa "esencia eterna" que no cambia, que no se crea ni se destruye. Sin embargo, a diferencia de Parménides, Demócrito y su maestro aceptaban la existencia del vacío, un espacio en el cual los átomos se mueven y se reorganizan, explicando así el cambio constante en la materia, como lo afirmaba Heráclito.
Platón, por su parte, desarrolló un modelo mecanicista-materialista del átomo en su obra Timeo. Según Platón, los cuatro elementos fundamentales (tierra, agua, fuego y aire) estaban formados por átomos de formas geométricas específicas: el cubo representaba la tierra, el tetraedro el fuego, el octaedro el agua y el icosaedro el aire. Cada uno de estos átomos estaba compuesto por partículas subatómicas, específicamente triángulos, que representaban la verdadera esencia de la materia. En su sistema, los átomos podían descomponerse, lo que explicaba fenómenos como la transmutación y las reacciones químicas.
Figura 4. Platón En griego antiguo: Πλάτων, Plátōn; Atenas o Egina, c. 427-347 a. C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. En 387 fundó la Academia, institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro
A pesar de las ideas innovadoras de Platón, estas no fueron ampliamente aceptadas en su tiempo. Aristóteles, su discípulo, rechazó el concepto de átomos. Para él, la materia era continua y no estaba compuesta por partículas discretas. Según Aristóteles, todo lo que se veía en el mundo estaba compuesto de materia continua, sin divisiones visibles, lo que se conoce como la teoría del hilomorfismo. Aristóteles sostenía que las transformaciones de la materia podían explicarse mediante el cambio en los potenciales de la materia, no por la reorganización de átomos. Esta visión fue dominante durante muchos siglos y dio lugar al desarrollo de la alquimia, particularmente en las culturas del Cristianismo y el Islam, donde la idea de transmutación de metales fue central.
Durante el Renacimiento, la noción del átomo fue retomada, a pesar de las restricciones impuestas por la doctrina aristotélica. Galileo Galilei y René Descartes fueron dos pensadores importantes que, cada uno a su manera, promovieron ideas relacionadas con el atomismo. Sin embargo, el atomismo seguía siendo un concepto problemático para la Iglesia debido a su implicación en la transubstanciación de la Eucaristía, un concepto que contradice la idea de que los átomos son eternos e inmutables. Esta tensión teológica pudo haber sido uno de los motivos por los que figuras como Galileo fueron perseguidas por la Inquisición.
Figura 5. Aristóteles. (En griego antiguo: Ἀριστοτέλης Aristotélēs; Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) fue un filósofo, polímata y científico nacido en la ciudad de Estagira, al norte de Antigua Grecia aunque manteniendo fuertes lazos con Macedonia. Es considerado junto a Platón, el padre de la filosofía occidental. Sus ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.
Descartes, influenciado por el mecanicismo, propuso que toda la materia estaba formada por pequeñas partículas o vórtices de materia, lo que se acerca al concepto de los átomos. Sin embargo, Descartes rechazó la existencia del vacío, una diferencia importante con los primeros atomistas. En su filosofía, Descartes también dejó espacio para conceptos idealistas, como el alma y Dios.
Por otro lado, el sacerdote francés Pierre Gassendi retomó el atomismo clásico, adaptándolo a una visión compatible con la doctrina cristiana. Gassendi propuso que la materia estaba compuesta por partículas indivisibles, pero con la flexibilidad de ajustarse a una visión más religiosa, lo que lo separaba de los atomistas originales como Demócrito y Leucipo.
Figura 6. René Descartes También llamado Renatus Cartesius (en escritura latina) (La Haye en Touraine, 31 de marzo de 1596-Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650), fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los epígonos con luz propia en el umbral de la revolución científica.
El concepto del átomo experimentó una nueva evolución con el corpuscularismo de Isaac Newton. En esta teoría, los corpúsculos eran partículas divisibles, lo que permitía la posibilidad de explicar fenómenos como la transmutación de metales, ya que, según esta teoría, los corpúsculos de un material podrían transformarse en los de otro. Sin embargo, el modelo de Newton y los primeros atomistas compartían limitaciones importantes. La principal era su incapacidad para explicar las complejas reacciones químicas de manera efectiva, ya que la teoría de los corpúsculos reducían las propiedades de la materia a formas geométricas simples, lo cual no era adecuado para modelar fenómenos químicos que son altamente selectivos.
Por último, el modelo newtoniano del átomo, a pesar de sus avances, también sufrió la influencia de la alquimia y las ideas filosóficas de la época. Esto permitió que el atomismo continuara siendo un concepto activo en la ciencia, aunque sin alcanzar aún la complejidad y precisión que se lograría con el desarrollo posterior de la química moderna.
Figura 7. Isaac Newton (Woolsthorpe, Lincolnshire; 25 de diciembre de 1642jul./ 4 de enero de 1643greg.-Kensington, Londres; 20 de marzojul./ 31 de marzo de 1727greg.) fue un físico, teólogo, inventor, alquimista y matemático inglés. Es autor de los Philosophiæ naturalis principia mathematica, más conocidos como los Principia, donde describe la ley de la gravitación universal y estableció las bases de la mecánica clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Entre sus otros descubrimientos científicos destacan los trabajos sobre la naturaleza de la luz y la óptica (que se presentan principalmente en su obra Opticks), y en matemáticas, el desarrollo del cálculo infinitesimal.
Referencias.
Philosophy of
Chemistry, 16(2), 80–103.
Boyle, R. (1911). The
Sceptical Chymist: The Classic 1661 Text. Courier Dover Publications.
Clericuzio, A.
(2000). Elements, principles and corpuscles: A study of atomism and chemistry
in the seventeenth century (Vol. 171). Springer.
Cornford, F. M.
(2000). Plato’s cosmology: the Timaeus of Plato (Vol. 4). Psychology Press.
Dijksterhuis, E. J.,
& Dikshoorn, C. (1969). The mechanization of the world picture. Oxford
University Press Oxford.
Eliade, M., &
Ledesma, M. P. (1974). Herreros y alquimistas. Alianza Madrid.
Ferguson, L. (2015).
Control Systems as Used by the Ancient World.
Garber, D. (1987).
How God causes motion: Descartes, divine sustenance, and occasionalism. JSTOR.
Glausser, W. (1991).
Atomistic Simulacra in the Enlightenment and in Blake’s Post-Enlightenment. The
Eighteenth Century, 73–88.
Hesse, J. J., &
Anderson, C. W. (1992). Students’ conceptions of chemical change. Journal of
Research in Science Teaching, 29(3), 277–299.
Lennon, T. M. (1993).
The battle of the gods and giants: the legacies of Descartes and Gassendi,
1655-1715. Princeton University Press Princeton.
Lennon, T. M. (2014).
The battle of the gods and giants: the legacies of Descartes and Gassendi,
1655-1715. Princeton University Press.
Levere, T. H. (2001).
Transforming matter: a history of chemistry from alchemy to the buckyball. JHU
Press.
Lloyd, G. E. R.
(2012). Early greek science: Thales to Aristotle. Random House.
Lloyd, G. E. R.,
& Lloyd, G. E. (1968). Aristotle: the growth and structure of his thought.
Cambridge University Press Cambridge.
Malone, A., Sagan,
C., Druyan, A., & Soter, S. (1980). Cosmos: A Personal Voyage: The Lives of
the Stars. United States: PBS.
Meinel, C. (1988).
Early Seventeenth-Century Atomism: Theory, Epistemology, and the Insufficiency
of Experiment. Isis, 68–103.
Newton, I. (1718). Opticks
(2003rd ed.). Prometheus Books.
Pohle, W. (1971). The
mathematical Foundations of Plato’s atomic Physics. Isis, 36–46.
Sabra, A. I. (1981). Theories
of light, from Descartes to Newton. CUP Archive.
Van Melsen, A. G.
(2004). From atomos to atom: The history of the concept atom. Courier Dover
Publications.
Verdejo, M. E.
(2012). La realidad última: átomos y vínculos sustanciales. Eikasia: Revista de
Filosofía, (43), 47–60.
Zepeda, J. R. (2009). Descartes and His Critics on Space and Vacuum. University of Notre Dame..
No hay comentarios:
Publicar un comentario