[Carga y lenguaje químico] Sección 3. Conceptos clave [Teoría de los iones] [Tabla de determinación de estados de oxidación] Otros conceptos [Electricidad y teoría atómica]
La teoría de los iones establece que ciertos átomos o moléculas pueden poseer una carga eléctrica neta, es decir, no ser eléctricamente neutros. Esta carga, ya sea positiva o negativa, corresponde a un múltiplo de la carga elemental. La razón de este desequilibrio eléctrico se debe a la pérdida o ganancia de electrones, partículas subatómicas descubiertas por J. J. Thomson en 1897 mediante su famoso experimento con tubos de rayos catódicos. Cuando un átomo pierde uno o más electrones, se convierte en un catión (ion positivo), y cuando los gana, en un anión (ion negativo). Esta teoría es fundamental para comprender fenómenos químicos, físicos y biológicos en los que intervienen interacciones electrostáticas.
Carga eléctrica
La carga eléctrica es una propiedad física
fundamental de la materia que determina cómo las partículas interactúan
mediante fuerzas electromagnéticas. Se mide en coulombs (C), y un
coulomb se define como la cantidad de carga transportada por una corriente de 1
amperio durante 1 segundo (1 C
= 1 A x 1 s). La carga elemental, representada por e, es
la unidad mínima indivisible de carga, correspondiente a la carga de un
protón (+) o un electrón (−), y su valor exacto es e = 1.602 176 634 × 10⁻¹⁹ C. Esta constante permite
cuantificar la carga de cualquier partícula como múltiplo entero de e y
es la base de la definición de la constante de Faraday, que relaciona
carga con cantidad de sustancia.
Toda la materia existente contiene protones y electrones
en igual cantidad, lo que nos lleva a la ley de conservación de la carga:
la suma neta de cargas en el universo es cero. Esta conservación también
se aplica a las transferencias de carga dentro de un sistema: la carga
ganada por un punto debe ser igual a la cargada perdida en otro.
Sin embargo, la movilidad química de las partículas
no es uniforme. Los protones se encuentran fuertemente ligados en la
materia, mientras que en la práctica los electrones son los que se mueven.
Por ello, hablar de transferencia de carga eléctrica equivale, en
esencia, a hablar de transferencia de electrones o de sus cargas
equivalentes.
Es importante notar que, aunque los electrones individuales
no se desplazan rápidamente a lo largo de un conductor, pueden propulsar su
equivalente de carga eléctrica a velocidades muy altas en un circuito, lo
que da la impresión de un transporte casi instantáneo de carga entre dos
puntos. Sin embargo, esto no significa que los electrones viajen
instantáneamente; de hecho, la velocidad real de los electrones es relativamente
baja.
Si inicialmente la carga neta de un sistema o del
universo es cero, al generar un desequilibrio, como ocurre durante
la oxidación de un metal —por ejemplo, el calcio— se produce un flujo
de cargas eléctricas. En este proceso, los electrones se transfieren de los
átomos de calcio hacia otra especie química, creando un desequilibrio local
de cargas mientras se conserva la carga total del sistema.
La cantidad de carga que fluye se relaciona directamente con
la cantidad de sustancia que reacciona. Por ejemplo, la oxidación de 1
mol de calcio (Ca → Ca²⁺ + 2 e⁻)
produce 2 moles de electrones, lo que equivale a el doble de la
constante de Faraday, es decir, aproximadamente 2 × 96 485 C ≈ 192 970 C. Esto demuestra que,
aunque los coulombs miden la carga absoluta, existe una cantidad
estándar de carga asociada a cada sustancia química, proporcional a la
cantidad de electrones transferidos por mol.
En otras palabras, cada reacción química tiene su “carga
equivalente” predeterminada, lo que permite calcular la corriente y la
energía eléctrica que puede producir un proceso de oxidación o reducción. Esto
es la base de la electroquímica cuantitativa, donde los culombios por
mol se convierten en una medida fundamental para relacionar reactividad
química con flujo de electrones.
Símbolos de los parámetros
En esta propuesta adoptaremos una notación de símbolos
por analogía con la masa. La masa absoluta se denota como m, mientras que la masa molar
o relativa se denota como M.
De manera análoga, utilizaremos q
para la carga absoluta en coulombs, y Q para la carga relativa, es decir, la carga
por mol de partículas en C/mol.
Cabe destacar que el coulomb no es la única unidad de
carga, así como el gramo no es la única unidad de masa. Al igual que la unidad
de masa química se define como la doceava parte del carbono‑12, en este
curso asumiremos que la unidad de carga química será el equivalente.
Su valor corresponde exactamente al valor absoluto de la constante de
Faraday, es decir: 1 eq = 1 F = 96 485
C
De esta manera, cada sustancia química tendrá asociada una cantidad
estándar de carga por mol de electrones transferidos, permitiendo calcular
de forma directa la carga relativa en los procesos electroquímicos,
igual que usamos la masa relativa para comparar cantidades de materia.
Ahora, el problema es que la carga tiene una propiedad
adicional a la masa: la direccionalidad. Para representarla, usaremos, por
analogía con los vectores en física, la notación . Aunque no es el estándar
químico, nos ayuda a distinguir la dirección de la carga. Cuando el
parámetro de carga, absoluto o relativo lleva la flecha de dirección, asumiremos
que su valor incluye un signo asociado. Por el contrario, cuando no se use
la flecha, estaremos tratando con el valor absoluto de la carga, sin
importar su orientación o signo.
De esta manera definiremos el valor absoluto de la carga
absoluta \(q =|\overset{⇀}{q}|\) medida en culombios, y el valor
absoluto de la carga relativa como \(Q =|\overset{⇀}{Q}|\) medida ya sea en culombios sobre mol o en equivalentes sobre mol, usando a la
constante de Faraday como factor de conversión.
[1]
Ley de la conservación de la carga. Para
ver la descripción de los términos de esta fórmula pulse en este enlace.
[2]
Axioma de carga molar. Para
ver la descripción de los términos de esta fórmula pulse en este enlace.
[3]
Axioma de carga molar. Para
ver la descripción de los términos de esta fórmula pulse en este enlace.
De aquí en adelante, las cargas en la teoría química y en la
teoría de los iones se referirán a las cargas molares. Estas
pueden expresarse en equivalentes por mol (eq/mol) o en términos de la carga
elemental (e), aunque a menudo se presentan en notación
adimensional. Esto es similar a cómo los pesos atómicos en las tablas
periódicas se muestran sin unidades; el lector debe reconocer
implícitamente que se refieren a unidades de masa atómica. De la misma
manera, las cargas se refieren a la carga elemental o a sus derivados.
Como veremos en los ejercicios, al aplicar el teorema de
la carga molar a moléculas neutras se obtienen valores de carga
total iguales a cero. No obstante, existe un parámetro que no resulta nulo
y que es de gran importancia en electroquímica: el equivalente.
Este debe entenderse como la cantidad de carga eléctrica a la que
equivale una molécula neutra capaz de ionizarse. Por ello, resulta
esencial distinguir entre el equivalente como unidad de carga, que
corresponde a un número de Faraday (9.649 x 104) expresado en
culombios, y el equivalente asociado a un ion específico, cuyo
valor depende de su número de oxidación y de su capacidad para
participar en una reacción redox o ácido-base.
[4]
Carga equivalente para una reacción de ionización. Los
parámetros de la fórmula se describen en este enlace.
Carga virtual vs carga
real
La teoría de los iones distingue entre dos
tipos de carga: la real y la virtual. En el caso
de la carga real, los iones están constituidos físicamente,
es decir, presentan un desequilibrio de electrones que los
hace susceptibles a la acción de campos eléctricos y magnéticos.
Para representarlos, se indica la carga a la derecha del símbolo químico en el
orden valor seguido de polaridad. Por ejemplo, el ion calcio se
escribe Ca²⁺ y el ion sulfato, SO₄²⁻.
Figura
1. El ion
hidróxido (OH⁻) posee una carga neta negativa
distribuida en todo el sistema, no solo en un átomo. Su comportamiento
cohesionado explica su papel en disoluciones y en las reacciones ácido-base,
donde actúa como base al aceptar protones. Además, interviene en procesos de hidrólisis,
catálisis y regulación del pH, siendo esencial en química y biología.
En cambio, las cargas virtuales surgen
cuando varios átomos se agrupan de manera que sus cargas internas se
neutralizan mutuamente, dando lugar a una molécula eléctricamente
neutra, como el agua. Aunque estas moléculas no responden a campos
externos, mantienen interacciones electrostáticas internas que
explican su estructura y polaridad. En estos casos, las cargas se
indican con el orden polaridad seguida del valor, como en el
hidrógeno (+1) y el oxígeno (−2) del H₂O.
Iones monoatómicos.
Los iones monoatómicos son aquellos que
están formados por un solo átomo con carga neta, ya sea positiva o
negativa. En estos casos, el estado de oxidación (o carga
virtual) coincide exactamente con la carga real del ion, lo que
los convierte en los más sencillos de entender y analizar dentro
de la teoría iónica. Sin embargo, esta regla no debe aplicarse a iones
poliatómicos o moléculas cargadas, donde los estados de oxidación se
distribuyen entre varios átomos y la carga neta se reparte de forma más
compleja. Ejemplos de iones monoatómicos son el Na⁺,
común en sales y soluciones fisiológicas, o el Cl⁻,
utilizado en reacciones ácido-base y en procesos de
electrólisis industrial.
Iones poliatómicos monoelementales
Los iones poliatómicos monoelementales se
definen como agregados de dos o más átomos del mismo elemento químico que
en conjunto poseen una carga neta, positiva o negativa. Aunque
están compuestos por un solo tipo de átomo, su estructura interna permite
una distribución desigual de electrones, lo que da lugar a
una carga total. Los más comunes son los iones diatómicos,
como el ion dimercurio (Hg₂²⁺), utilizado en química
inorgánica, y el ion peróxido (O₂²⁻), común en productos de
limpieza y procesos biológicos. En estos casos, la carga de cada átomo
no coincide individualmente con la carga del ion completo, ya que se distribuye
parcialmente entre los átomos. Estos iones son esenciales en redox,
catálisis y síntesis industrial.
Iones poliatómicos polielementales
Los iones poliatómicos polielementales están
formados por dos o más átomos de distintos elementos químicos que
actúan como una unidad cargada. A diferencia de los monoatómicos o
monoelementales, estos iones presentan una estructura interna compleja,
en la que la distribución de la carga eléctrica se relaciona
con los estados de oxidación individuales de cada elemento. Un
ejemplo clásico es el ion sulfato (SO₄²⁻), donde
el azufre tiene un estado de oxidación de +6 y cada
oxígeno −2, resultando en una carga neta de −2. Otro
ejemplo es el ion nitrato (NO₃⁻), ampliamente utilizado en
fertilizantes y explosivos. Estos iones son fundamentales en reacciones
ácido-base, equilibrio químico, biología molecular y en la industria
química moderna.
Calculando las cargas de elementos variables
Como se vio en la sección anterior, la carga neta de
una entidad poliatómica, ya sea molecular (neutra) o iónica
(cargada), depende directamente de los números de carga
individuales de cada elemento que la componen. El problema surge
porque la mayoría de los elementos pueden presentar más de un número de
carga, dependiendo del compuesto o sustancia específica en
la que se encuentren, mientras que unos pocos elementos poseen números
de carga más constantes y predecibles. Estos valores posibles están sistematizados
en la tabla periódica bajo la propiedad conocida como estado
de oxidación o también llamado número de oxidación,
que resume la variedad de comportamientos electrónicos que un
elemento puede exhibir en distintas combinaciones químicas.
Figura
2. El nitrógeno presenta múltiples estados de oxidación: −3, 0,
+2, +3, +4 y +5. Esta versatilidad le permite formar compuestos como NH₃,
N₂, NO, HNO₂, NO₂ y HNO₃. Leer correctamente
estos valores es fundamental para aplicar la ley de conservación de la carga
y comprender su papel en procesos biológicos, industriales y ambientales.
Los estados de oxidación que aparecen en la
tabla periódica presentan dos problemas principales. El primero es que no
se incluye el estado cero de oxidación, aunque todos los elementos tienen
un estado cero en alguna sustancia. Este estado cero es considerado irrelevante
en la tabla, pero su ausencia puede llevar a malentendidos, ya
que muchos metales puros, como el hierro (Fe) o
el oro (Au), tienen un estado cero de oxidación en su forma
elemental, aunque no se refleje explícitamente en la tabla. El segundo problema
es que algunos elementos no presentan todos sus posibles estados de
oxidación. Por ejemplo, el oxígeno tiene el estado de
oxidación −1 en los peróxidos, 0 en
el dioxígeno (O₂) y +2 en compuestos
con flúor, pero estos estados no siempre son evidentes en la tabla
periódica.
La estructura de los estados de oxidación en
la tabla periódica es un resumen codificado diseñado para
simplificar la interpretación de los comportamientos electrónicos de los
elementos. Por ejemplo, la expresión ± se utiliza para indicar
que el número de carga puede ser positivo o negativo, pero solo
afecta al número inmediatamente a la derecha. En ausencia de esa
indicación, se asume que el número de carga es positivo a priori.
Además, todos los elementos tienen un estado de
oxidación cero en su forma elemental. Por ejemplo, para el cloro
(Cl), que tiene los estados de oxidación ±1, 3, 5, 7, los
estados que debemos leer son −1, 0, +1, +3, +5, +7. Es importante
recordar que existen estados de oxidación menos comunes, como
el +4 en el dióxido de cloro (ClO₂), que no
aparece como habitual en la tabla periódica. Por lo tanto, es necesario
tener flexibilidad al interpretar los estados de oxidación, ya que
pueden presentarse sorpresas según el contexto o el compuesto
específico.
[4]
Teorema de la carga o estado de oxidación de un elemento x en una serie de
elementos k de cargas reconocidas. Para
ver la descripción de los términos de esta fórmula pulse en este enlace.
Esta flexibilidad es fundamental para un entendimiento
completo de la química de los elementos, ya que algunos
estados de oxidación que no son comunes en la tabla periódica pueden
surgir en condiciones específicas, como en compuestos menos frecuentes o en
reacciones que implican elementos con estados de oxidación inusuales. Por
ejemplo, el oxígeno puede presentar un estado de oxidación
de +2 en compuestos con flúor, aunque su estado más frecuente
es −2. Además, ciertos elementos de transición y actínidos pueden
exhibir múltiples estados de oxidación, lo que aumenta la complejidad de las
interacciones y reacciones químicas en las que están involucrados.
[Ejercicios resueltos de estados de oxidación y conservación de la carga]
Referencias.
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Zumdahl, S.
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