En 1808, Gay-Lussac formuló su segunda ley, la ley
de los volúmenes de combinación, al observar que los gases, bajo
condiciones constantes de temperatura y presión, reaccionan
en proporciones numéricas simples de volumen, y que los productos
gaseosos también mantienen estas proporciones respecto a los reactivos. Esta
ley, inicialmente subestimada, demostró que dichas proporciones coinciden con
los coeficientes estequiométricos actuales. En colaboración
con Alexander von Humboldt, Gay-Lussac verificó con gran precisión que el hidrógeno
y el oxígeno reaccionan en una proporción de 2:1:2 para formar agua,
lo que respaldó experimentalmente su descubrimiento.
Figura
1. La figura muestra la ley de los volúmenes de combinación de Gay-Lussac:
dos volúmenes de hidrógeno reaccionan con un volumen de oxígeno
para formar dos volúmenes de agua. Esta proporción 2:1:2 se
mantiene en cualquier unidad de volumen, ilustrando la linealidad
estequiométrica y facilitando cálculos en reacciones gaseosas, además de
sustentar la naturaleza discreta de la materia propuesta por Avogadro.
Cuando todos los volúmenes involucrados se miden bajo
condiciones constantes de temperatura y presión,
se observa que los volúmenes de los reactivos gaseosos y de
los productos gaseosos guardan entre sí relaciones que
corresponden a números enteros pequeños o a fracciones simples de estos. Esto
se cumple siempre que se elija adecuadamente el reactivo limitante,
es decir, asegurando que no haya exceso ni deficiencia de ninguno de los gases
involucrados en la reacción.
El químico Joseph Louis Gay-Lussac amplió
sus investigaciones en esta dirección, estudiando las proporciones volumétricas
de diversas sustancias gaseosas y reconociendo patrones consistentes en sus
comportamientos. A partir de estos estudios, formuló la Ley de los
Volúmenes de Combinación, que establece que los gases reaccionan en
proporciones volumétricas definidas y constantes, siempre que se mantengan
constantes la presión y la temperatura.
Un ejemplo representativo es la síntesis del amoníaco,
donde un volumen de nitrógeno reacciona
con tres volúmenes de hidrógeno para
formar dos volúmenes de amoníaco. Otro caso
ilustrativo es la reacción entre hidrógeno y cloro,
en la que un volumen de cada uno se combina para formar un
volumen de cloruro de hidrógeno.
Figura
2. La figura ilustra la ley de los volúmenes de combinación de Gay-Lussac
aplicada a la síntesis del amoníaco. Un volumen de nitrógeno
reacciona con tres volúmenes de hidrógeno para producir dos volúmenes de
NH₃, en proporción 1:3:2. Esta relación se conserva en cualquier
unidad de volumen, mostrando la linealidad estequiométrica de los gases
bajo condiciones constantes de presión y temperatura.
Figura
3. El texto aborda la ley cero de la termodinámica,
estableciendo que si dos sistemas están en equilibrio térmico con un tercero,
también lo estarán entre sí. Esto fundamenta la noción de temperatura
como propiedad compartida y medible. Así, la temperatura se convierte en el
criterio universal para determinar el equilibrio térmico y posibilita la
construcción de escalas termométricas confiables.
Del volumen a la cantidad de entidades
Cuando analizamos la interpretación de la [Ley
de Avogadro], observamos que existe una relación directa entre el volumen
y la cantidad de sustancia. Si establecemos un cociente entre dos
cantidades de sustancias distintas, el cociente de volúmenes de
combinación resulta equivalente al cociente del número de entidades,
de manera adimensional. Si esta proporción corresponde a un número
entero sencillo, podemos interpretar que dichos valores representan el número
de moléculas unitarias que participan en un único evento de la reacción
química.
La ecuación anterior expresa la relación estequiométrica
general de la ley de los volúmenes de combinación. En ella, el
cociente de volúmenes de un par de sustancias i y j involucradas
en una misma reacción es equivalente al cociente de sus cantidades de
sustancia, lo que explica la observación de Gay-Lussac sobre la
constancia de dichos volúmenes.
Sin embargo, aunque la proporción se mantiene
constante, las cantidades de sustancia involucradas pueden asumir
cualquier valor, correspondiente a un número arbitrario de eventos de
reacción. Por ello se introduce un valor de referencia: la cantidad
unitaria de reacción, definida tanto para un solo evento como para un mol
de eventos de reacción. En este caso, las cantidades de sustancia
toman valores fijos que corresponden a los números enteros más
pequeños posibles en la proporción. Estos números, al ser constantes
fundamentales y carecer de dimensiones, reciben el nombre de números
estequiométricos.
El número estequiométrico
El número estequiométrico indica la cantidad
exacta de moléculas que participan entre reactivos y productos,
de manera que el número de átomos de cada elemento se conserva al
inicio y al final de la reacción, garantizando una suma neta igual a
cero. Según el Libro de Oro de la IUPAC, su símbolo es la letra
griega \(\nu\) (nu). En escritura manuscrita suele
representarse como una “uve” cuyos trazos, en lugar de rectos, se dibujan
curvados, semejando una “c” invertida. Incluso al probarlo en las ecuaciones
de Word escritas a lápiz, el sistema lo reconoce correctamente.
Figura
4. La imagen muestra cómo la letra griega \(\nu\) puede confundirse con la \(v\)
latina, generando errores de interpretación en fórmulas químicas y
cinéticas, como en Atkins. El número estequiométrico, siempre entero,
indica la mínima cantidad de moléculas en una reacción. Valores no enteros solo
representan fracciones arbitrarias de sustancia y no verdaderos números
estequiométricos.
Así, por ejemplo, en la síntesis del agua la
proporción estequiométrica 1:2:2 puede formalizarse como magnitudes
fisicoquímicas:
De esta manera, cada número estequiométrico expresa con
precisión la cantidad mínima e indivisible de moléculas que intervienen en el
evento de reacción.
Una vez que reconocemos que los volúmenes de combinación
conducen a valores adimensionales representados por la serie de enteros
más pequeños, podemos identificar un segundo efecto: el balance de
materia en una reacción química. Este balance no es más que
la manifestación de la ley de conservación de la materia unitaria, la
cual establece que el número de átomos de cada elemento permanece constante.
En consecuencia, si contamos todos los átomos de un elemento en los reactivos
y restamos los que aparecen en los productos, el resultado debe ser
igual a cero.
Cantidad de reacción
Podemos definir la cantidad de reacción como el
número total de veces que una reacción química se repite de manera unitaria a
nivel molecular. Al igual que la cantidad de sustancia, esta magnitud se
mide en números de eventos discretos, aunque puede contabilizarse en pares,
cientos, miles o nuevamente en moles, lo que le otorga unidades análogas
a las de la cantidad de sustancia. El símbolo que la representa es la letra
griega ξ (xi).
Figura
5. El símbolo ξ (xi minúscula) representa la cantidad de reacción,
introducida por Théophile de Donder. No es una entidad física, sino un
parámetro que cuenta cuántas veces ocurre unitariamente una reacción química.
Dado que en sistemas macroscópicos los sucesos son enormes, se expresa en moles,
conectando la descripción molecular con la macroscópica y constituyendo un
concepto esencial en química.
Dado que los números estequiométricos son adimensionales
y representan la cantidad mínima por evento de reacción, la cantidad
de reacción para un solo suceso también resulta adimensional. Ahora
bien, ¿qué ocurre cuando se consideran dos o más eventos de reacción? En
tal caso, el número de moléculas crece de forma lineal, como un producto
simple. Esto conduce al enunciado del axioma fundamental de la
estequiometría: la cantidad de moléculas es igual al producto entre
el número estequiométrico y la cantidad de reacción.
[1]
Axioma de la cantidad de reacción. Para ver la descripción de los términos y su
equivalente por factor de conversión, pulse
en este enlace.
Volúmenes de combinación y reacción balanceada
Con esto, podemos plantear la ley de los volúmenes de
combinación desde los números estequiométricos.
[2]
Nombre del teorema. Para ver la descripción de los términos y su equivalente
por factor de conversión, pulse
en este enlace.
Balance de una ecuación química
Como podemos observar en los teoremas de los volúmenes de
combinación, aparecen los números estequiométricos, que son los
coeficientes ubicados a la izquierda de una ecuación química. Estos
pueden clasificarse en dos grupos: correctos e incorrectos. Un número
estequiométrico correcto es aquel que garantiza que, para cada elemento, la
diferencia entre el número de átomos en los reactivos y en los productos sea
igual a cero. En cambio, los incorrectos son los que impiden cumplir
esta condición. Para distinguirlos, debemos habituarnos a evaluar y ajustar
el balance de una reacción química.
Existen cuatro métodos principales de balance: tanteo,
algebraico, semirreacciones y redox. Los dos últimos los
dejaremos de lado, ya que su relevancia práctica se manifiesta principalmente
en el capítulo de electroquímica. Los dos primeros, en realidad,
constituyen variantes de un mismo enfoque: el tanteo es un método algebraico de
carácter más intuitivo, mientras que el algebraico explícito formaliza
todos los pasos de manera sistemática. Desde la experiencia práctica, lo más
conveniente es combinarlos: algunas partes de la reacción se ajustan con
facilidad por tanteo, mientras que en relaciones más complejas conviene aplicar
el método algebraico para unas pocas ecuaciones clave.
Antes de abordar los procedimientos específicos,
presentaremos el teorema general del balance algebraico.
[3]
Balance de una ecuación química algebraica. Para ver la descripción de los
términos y su equivalente por factor de conversión, pulse
en este enlace.
En el teorema anterior, el número estequiométrico
adquiere una notación vectorial \(\overset{\rightharpoonup }{\nu}_i\),
por lo que lo denominaremos vector estequiométrico. Conviene recordar
que la definición de un vector no se restringe a un sistema físico cinético,
sino que se trata de un objeto matemático caracterizado por dos propiedades
fundamentales: magnitud (tamaño) y dirección. En el caso de un
sistema químico, la dirección solo puede asumir dos sentidos posibles: síntesis
(positiva) o descomposición (negativa). Así, dado que los reactantes
son las especies que se consumen o desaparecen en la reacción, a ellos les
corresponde un vector estequiométrico negativo, mientras que los productos,
al generarse o acumularse, poseen por definición un vector estequiométrico
positivo.
El teorema de balance aplicará para cualquier reacción
química sin importarse involucre gases.
[Ejercicios resueltos de balance de ecuaciones químicas]
[Ejercicios resueltos de la ley de los volúmenes de
combinación]
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