Deduzca una fórmula general para calcular la masa molar
de una sustancia a partir de su composición atómica, utilizando su fórmula
molecular y basándose en la ley de la conservación de la masa.
La ley de la conservación de la masa puede formularse
de dos maneras: una forma de estado y una forma para procesos. La
forma aplicada a procesos, también conocida como forma cero, establece
que la masa total de un sistema permanece constante durante cualquier
transformación interna; es decir, la diferencia entre las masas inicial y final
debe ser igual a cero. En contraste, la forma de estado se refiere a sistemas
estáticos, en los que la masa no se anula, sino que representa un valor
absoluto distinto de cero para cualquier cantidad de materia mayor a un
solo átomo.
De esta forma, definimos la masa de una sustancia, ya
sea simple o compuesta (i), como la suma total de las masas de
todos sus componentes individuales (k), considerados uno por uno
sin distinción inicial.
No obstante, dado que muchos de estos componentes
corresponden al mismo tipo de elemento (x), podemos
reorganizar o agrupar la suma de las masas de los (k) componentes según
los distintos elementos (x) que los constituyen. Esta agrupación nos
permite simplificar el análisis y vincularlo directamente con la composición
atómica y la masa molar de cada elemento presente en la sustancia,
sin perder la generalidad ni violar el principio de conservación de la masa.
En la ecuación anterior [2], los numerales indican el
número de repeticiones de cada componente, mientras que los términos de
la suma representan la masa de ese componente individual. Sin embargo,
cuando se trata de sustancias químicas, podemos aplicar la ley
asociativa de la suma, especialmente útil en el caso de un solo elemento.
En tal situación, todas las masas involucradas son idénticas, es decir,
corresponden a la masa de ese único elemento (x), y lo que varía
es el número de veces que dicha masa se repite.
En consecuencia, podemos recurrir a la definición
fundamental del producto, que establece que multiplicar una cantidad por un
número natural equivale a sumar repetidamente esa cantidad. Esto nos
permite reducir la suma extensa a un producto lineal simple, en el cual
la masa total se obtiene multiplicando la masa del componente por el
número de repeticiones. Esta transformación no solo simplifica el cálculo,
sino que preserva el fundamento físico del sistema: la conservación de la
masa.
Esta transformación nos permite establecer que la masa
neta de un componente (k-ésimo) es igual al producto entre el
número de repeticiones —representado por el subíndice del elemento (x)
en la fórmula— y la masa constante de ese elemento (x). En otras
palabras, la masa total de cada componente químico se calcula
multiplicando cuántas veces aparece el elemento en la sustancia por su masa
atómica relativa. Esta forma simplificada respeta tanto la ley de la
conservación de la masa como la estructura algebraica de las
sustancias definidas mediante fórmulas químicas.
Al combinar las ecuaciones [1] y [3], obtenemos que la masa
del compuesto (i) es la suma de productos entre el subíndice
y la masa de cada elemento (x). Sin embargo, en este punto
seguimos trabajando con masas simples. En el siguiente paso, dividimos
ambos lados de la ecuación entre 1 mol, lo que transforma la masa total en masa
molar, de acuerdo con el [axioma
de masa molar] aplicado a sus unidades.
Aunque esta operación puede parecer arbitraria, en realidad
sigue una regla fundamental del álgebra: dividir ambos lados de una
ecuación por el mismo valor conserva la igualdad matemática. Otra
forma de justificar la obtención del teorema [6] es mediante una analogía.
Tanto la masa como la masa molar son formas de magnitudes de
masa, y aunque la masa molar esté ponderada, sigue siendo una
masa susceptible a la ley de conservación de la masa. Por lo tanto,
podemos aplicar la regla de analogía matemática, que permite sustituir
variables equivalentes en estructuras formales, para reemplazar
directamente las masas arbitrarias (m) por masas molares (M),
sin alterar la validez del razonamiento