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sábado, 31 de mayo de 2025

Teorema. Trabajo de una reacción química de gases

Nuestro objetivo es encontrar una función que permita calcular el trabajo realizado por una reacción química que involucra gases.

Invocaremos el axioma de cantidad de reacción.

ni=ξνi

Para este análisis, asumiremos que todas las sustancias relevantes, tanto reactivos como productos, son gaseosas. Cualquier reactivo o producto en estado no gaseoso será considerado irrelevante para el cálculo del trabajo de expansión/compresión. Con esto en mente, nuestro primer paso es determinar la diferencia neta en la cantidad de sustancia gaseosa que se produce durante la reacción. Para lograrlo, primero calcularemos la cantidad total de moles de reactivos gaseosos que participan en la reacción.

Del lado de los reactivos, que serían los gases iniciales

no=ξΣνr

Del lado de los productos, que serían los finales.

n=ξΣνp

La diferencia de cantidad de sustancia estaría dada por:

Δn=ξΣνpξΣνr

Sacamos factor común.

Δn=ξ(ΣνpΣνr)

La diferencia entre la suma de los números estequiométricos de los productos y la suma de los números estequiométricos de los reactantes puede simplificarse considerablemente. Esto se logra si asumimos que el número estequiométrico de cada sustancia es un cuasivector con una "dirección química": negativa para los reactantes (ya que se consumen) y positiva para los productos (ya que se forman). Esta convención nos permite comprimir la expresión y, además, indicar explícitamente que los números en cuestión corresponden únicamente a las sustancias en estado gaseoso.

Δn=ξΣνgas

Ahora que ya hemos determinado la cantidad neta de gas que cambia durante la reacción, el siguiente paso es sencillo: simplemente necesitamos invocar la ley de los gases ideales definida para el sistema.

PV=nRT

Despejamos el volumen y expresamos la ecuación de forma elegante. Adicionalmente, dado que ahora tenemos el cambio de volumen como función del cambio en la cantidad de sustancia gaseosa, podemos modificar la ecuación de estado para modelar esta relación. Esto lo logramos simplemente agregando los "deltas" (∆) a esos dos parámetros clave, asumiendo que la presión y la temperatura permanecen constantes durante el proceso.

ΔV=RTPΔn

Reemplazamos (6) en (8)

ΔV=RTPξΣνgas

El teorema anterior nos ha permitido representar al reactor como un sistema capaz de intercambiar energía mediante trabajo. Ahora invocamos el teorema del trabajo del pistón móvil para modelar la conexión entre el reactor y el manómetro, en la que el pistón actúa como mecanismo de medición, transformando la presión interna del sistema en un desplazamiento mecánico observable.

W=PΔV

Y combinamos esto asumiendo el estado de equilibrio, es decir, el momento en que el sistema se detiene.

W=PRTPξΣνgas

Esto significa que la presión interna del sistema se iguala a la presión externa, cesando todo movimiento o cambio de volumen, lo cual nos permite cancelar presiones.

W=RTξΣνgas

Finalmente, lo único que queda por determinar es la cantidad de reacción que se lleva a cabo. Para esto, utilizaremos precisamente el modelo de la figura dada, que representa una situación con un metal sólido reaccionando. Por lo tanto, invocaremos la cantidad de reacción como una función de la masa del reactivo sólido consumido.

ξ=miνiMi

Y combinamos para obtener el teorema final.

W=RTνimiMiΣνgas

Este es el teorema del trabajo de una reacción química de gases, que puede verse desplegada en su versión didáctica junto con su factor de conversión homólogo en el siguiente enlace.

Demostración. Trabajo hecho por un cilindro de émbolo móbil

El teorema del trabajo mecánico en términos de fuerza y desplazamiento se expresa así:

W=FΔr

Asumiendo que nos enfocamos en el desplazamiento neto y la fuerza neta, que son los resultados de la suma de todas las fuerzas y desplazamientos involucrados, podemos aplicar directamente la propiedad del producto punto de dos vectores. Esto nos permite calcular el trabajo total de manera eficiente, ya que el producto punto considera solo la componente de la fuerza que actúa en la dirección del desplazamiento

W=|F||Δr|cosθ

Asumiendo que estamos tratando con la fuerza neta y el desplazamiento neto, estos se encuentran alineados en un plano imaginario y lineal. Su dirección estará definida por signos que, en este contexto, podemos eliminar al usar el valor absoluto. El resultado es que los símbolos de valor absoluto y la indicación de vector se suprimen, lo que nos permite trabajar con la magnitud de la fuerza y la magnitud del desplazamiento en una dimensión específica.

W=FΔrcosθ

El ángulo en el producto punto es el ángulo que se forma entre dos vectores cuando sus orígenes coinciden; es decir, se cuenta desde un vector hacia el otro. Esto significa que la orientación general del plano en el que se encuentran los vectores es irrelevante para el cálculo del producto punto, ya que solo nos interesa su relación angular mutua.

Ahora, realicemos un experimento mental con el cilindro de émbolo móvil (o Gedankenexperiment) para aplicar esto al contexto del trabajo termodinámico. Imaginemos que la dirección positiva del desplazamiento en un sistema de émbolo es la expansión del gas. Si aplicamos una fuerza que se opone a esta expansión, es decir, que provoca una compresión, esto implica que la fuerza y el desplazamiento tienen direcciones opuestas. En este escenario, el ángulo entre la fuerza y el desplazamiento siempre será de 180°, sin importar las características específicas del émbolo. Esta visualización es clave para asignar correctamente el signo al trabajo en procesos de compresión o expansión.

W=FΔrcos(180°)



W=FΔr

Dado que en el axioma de la presión, la fuerza se refiere a su magnitud (a diferencia de otros conceptos donde magnitud y vector tienen nombres distintos, como rapidez y velocidad), podemos igualar el axioma de la presión con el teorema de la presión hidrostática en ciertas condiciones.

P=FA

Esto implica que la fuerza ejercida sobre un área, que define la presión, puede ser equiparada con el peso de una columna de fluido que ejerce esa misma presión.

F=PA

W=PAΔr

Para comprender mejor el teorema resultante, debemos regresar a nuestro sistema físico del experimento mental: el cilindro con émbolo. Aquí, el área se refiere a la superficie del émbolo. Es crucial notar que las dimensiones de esta área r no cambian y, por sí mismas, no contribuyen al desplazamiento. Sin embargo, el desplazamiento r al que nos referimos es la altura a lo largo del eje vertical (eje y) que recorre el émbolo. Esto implica una conclusión fundamental: el producto del área del émbolo por el desplazamiento del mismo en realidad corresponde a un cambio de volumen del gas dentro del cilindro.

V=Ar

Este concepto es vital para vincular la fuerza y el desplazamiento con la variación de volumen en los cálculos termodinámicos.

W=PΔV

Con lo anterior, obtenemos el teorema del trabajo como función de una expansión o contracción del cilindro móvil. En este contexto, se asume a priori que el sentido positivo del trabajo se produce durante la expansión del sistema contra una fuerza externa. Esto significa que cuando el gas dentro del cilindro empuja el pistón hacia afuera, realizando trabajo sobre los alrededores, ese trabajo se considera positivo. Por el contrario, si los alrededores comprimen el gas, realizando trabajo sobre el sistema, este se considera negativo. Esta convención es fundamental para mantener la coherencia en los cálculos termodinámicos.

El teorema junto con su factor de conversión homólogo puede verse en este enlace.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Demostración. Teoremas de la presión osmótica

Como vimos en la parte teórica, el teorema más importante para calcular la presión osmótica es el del lado de referencia. Este es un punto de vista arbitrario que se elige como el origen de la presión positiva, por ejemplo, el interior de una célula o la dirección hacia la derecha en un modelo esquemático.

Sea cual sea la situación, modelaremos dicho lado como si se tratara de un gas ideal, donde las partículas de soluto generan una presión. Estas partículas dependen tanto de la cantidad de la sustancia (sus moles) como de su ionización (es decir, cuántas entidades efectivas genera en la disolución). Por lo tanto, podemos afirmar que la presión osmótica de una disolución ideal es equivalente a la presión que ejercería el soluto si fuera un gas ideal, multiplicada por su factor de Van't Hoff (i). Este factor corrige por la disociación del soluto, asegurando que se contabilicen todas las partículas disueltas que contribuyen a la presión osmótica

Πi=iiPi

Al igual que en otros escenarios de propiedades coligativas y su relación con la Ley de Henry, es fundamental emplear el modelo del gas ideal,

PiVi=niRT

Pero con una suposición clave: que la concentración del gas en la fase gaseosa es igual a la concentración de la sustancia en la fase líquida (la disolución).

Pi=niViRT

Pi=niVRT

Pi=ciRT

Este presupuesto, o asunción fundamental, se basa en la idea de que estamos trabajando con disoluciones ideales. En una disolución ideal, las interacciones entre las moléculas del soluto y el solvente son similares a las interacciones entre las moléculas del solvente puro, lo que permite simplificar el comportamiento del sistema y aplicar estas leyes de forma efectiva

Ahora al reemplazar en 1 obtenemos.

Πi=RTiici

Si desplegáramos el teorema anterior para la definición de molaridad como función de la masa obtendremos el teorema para calcular la presión osmótica desde la masa.

Πi=RTiiVmiMi

Ahora bien. Observemos que el cociente masa sobre masa molar (conclusión que se desprende de su axioma) es cantidad de sustancia:

Πi=RTiiVni

Y el producto del factor de vant´t Hoff y la cantidad de sustancia es la cantidad de sustancia efectiva.

Πi=RTnef,iV

Por ende, podemos definir el parámetro concentración molar efectiva de un soluto.

cef,i=nef,iV=iiniV

Πi=RTcef,i

Esto nos permite en teoría generalizar el teorema anterior a una situación en la cual nuestro lado de referencia tenga más de un soluto.

cef=Σcef,i=Σnef,iV=Σ(iini)V==1V(iimiMi)

Π=RTcef

Con lo que obtenemos un teorema que si representa la idea fundamental de las propiedades coligativas, su indiferencia a la identidad del soluto, sino que dependen de la cantidad neta de entidades en la mezcla, de allí que la molaridad total efectiva sería la cantidad total de partículas en el equilibrio sobre el volumen de equilibrio.

Los teoremas obtenidos aquí se resumen en:

1- La concentración efectiva (Enlace).

2- Presión osmótica neta (Enlace).

3- Presión osmótica de un solo soluto (Enlace).

4- Presión osmótica de un soluto como función de su masa (Enlace).

Demostración. Masas molares con las propiedades coligativas

Depresión de la presión de vapor

Iniciaremos con el teorema para masas de la ley de Raoult.

mi/j=Mi/jii(Pjo/j1)

Despejamos el ratio de masas molares.

iimi/j(Pjo/j1)1=Mi/j

Desplegamos mas dos masas molares y despejamos la masa molar del soluto.

MiMj=iimi/j(Pjo/j1)1

Mi=iiMjmi/j(Pjo/j1)1

Cambio en la temperatura crítica

Iniciamos con el teorema de cambio de temperatura crítica definida para un par de masas.

|ΔT|=kiiMimi/j

Y despejamos su masa molar

Mi=kii|ΔT|mi/j

Presión osmótica.

Iniciamos con la presión osmótica de una sustancia en términos de su masa.

Πi=RTiiVmiMi

Y despejamos su masa molar.

Mi=RTiiVmiΠi

Resumen

Con lo cual obtenemos las masas molares con:

1- Depresión de presión de vapor (Enlace).

2- Cambio en la temperatura crítica de fusión o ebullición (Enlace).

3- Presión osmótica (Enlace).

domingo, 25 de mayo de 2025

Demostración. Fracción molar como función de presiones de vapor y total

Podemos obtener una fórmula para calcular la fracción molar del solvente utilizando únicamente las presiones estándar de dos componentes volátiles y la presión total de la solución. Para lograrlo, partiremos paso (10) en la demostración de la Ley de Raoult para sistemas con dos componentes volátiles.

P=χi(PoiPoj)+Poj

Este teorema ya contiene todos los términos que necesitamos: la fracción molar del soluto y las tres presiones relevantes, sin necesidad de incluir ninguna cantidad de sustancia. Por lo tanto, solo resta despejar la fracción molar para obtener el resultado deseado.

PPoj=χi(PoiPoj)

χi=PPojPoiPoj

Con lo cual obtenemos el teorema buscado que podrá ver en su forma didáctica en este enlace junto con su factor de conversión homólogo.

Demostración. Factor de Enriquecimiento

Demuestre un teorema para calcular el factor de enriquecimiento como función de las presiones de vapor estándar. Para hacer esto iniciaremos con la relación molar en fase gaseosa.

Pi/j=PiPj

Expresaremos cada presión parcial como función de su propia ley de Raoult.

Pi/j=χiχjPoiPoj

Desplegamos las fracciones molares asumiendo que la cantidad total de sustancia es la misma en el denominador para ambos componentes, lo que nos permite cancelarla de inmediato. De este modo, la ratio de fracciones molares se vuelve directamente igual a la ratio de cantidades de sustancia.

Pi/j=ninjPoiPoj

Contraemos el ratio de cantidades de sustancia y de presiones parciales.

Pi/j=ni/jPoi/j

Despejamos el ratio de presiones en equilibrio sobre cantidad de sustancia liquida en equilibrio

Pi/jni/j=Poi/j

Invocamos el axioma del factor de enriquecimiento.

fe=Pi/jni/j

Y reemplazamos en (5).

fe=Poi/j

Por lo que el factor de enriquecimiento se puede calcular de forma teórica y cómoda con las presiones de vapor estándar (Enlace).

Demostración. Ley de Raoult para mas de un componente volatil.

En este caso, se nos solicita modelar la Ley de Raoult para situaciones donde más de un componente de la disolución es volátil. Para abordar este desafío, comenzaremos invocando las formas base de la Ley de Raoult y la Ley de Dalton de las presiones parciales, que serán los pilares de nuestro análisis.

Pj=χjPoj

P=ΣPk

Igualamos la presión parcial de cada componente individualmente. Esto significa que asumiremos que todos los componentes en la mezcla poseen su propia fracción molar y su propia presión estándar (o presión de vapor como sustancia pura).

P=Σ(χkPok)

Este teorema, de una simplicidad notable, representa la forma más directa de abordar el escenario en el que conocemos las fracciones molares y las presiones estándar de cada componente volátil. Al ser las presiones estándar valores fijos, fácilmente accesibles en tablas de referencia, el cálculo se reduce a una aplicación directa.

Pero, ¿qué sucede si lo que se nos proporciona son las masas individuales de cada componente? Aquí es donde la situación se vuelve más compleja, ya que las masas, aunque son datos de laboratorio comunes, no se integran directamente en las ecuaciones de la Ley de Raoult en su forma clásica. La necesidad de convertir estas masas a moles y luego calcular las fracciones molares introduce pasos adicionales y la posibilidad de errores, transformando un problema simple en uno que exige una mayor atención a la manipulación de unidades.

Estos casos, dada su inherente complejidad, se examinan generalmente solo para el escenario más básico de dos componentes volátiles. Aquí, podemos aprovechar una propiedad fundamental de las fracciones molares: la suma de todas las fracciones molares en una mezcla es igual a 1. Esta identidad matemática es crucial porque nos permite expresar la fracción molar de ambos componentes en términos de uno solo. Por ejemplo, si conocemos la fracción molar del componente A, la fracción molar del componente B se puede obtener simplemente restando la fracción molar de A de 1. Esta simplificación reduce el número de incógnitas en el problema, haciéndolo manejable incluso con las complejidades adicionales de la Ley de Raoult aplicada a más de un componente volátil.

1=χi+χj

χj=1χi

Reemplazamos en la ecuación (2)

P=χiPoi+χjPoj

P=χiPoi+(1χi)Poj

P=χiPoi+PojχiPoj

P=χiPoiχiPoj+Poj

P=χi(PoiPoj)+Poj

Desplegamos la fracción molar.

P=nef,in(PoiPoj)+Poj

P=nef,inef,i+nef,j(PoiPoj)+Poj

Por razones prácticas, y como suele ser el caso en los ejercicios básicos de lápiz y papel, asumiremos que las sustancias volátiles no son ionizables. Esto implica que sus cantidades efectivas en solución son iguales a sus cantidades básicas (moles), lo que nos permite cancelar todos los factores de Van't Hoff en los cálculos.

P=nini+nj(PoiPoj)+Poj

P=11+nj/i(PoiPoj)+Poj

P=(PoiPoj1+nj/i)+Poj

Como hemos analizado previamente en otros contextos, la ratio de cantidad de sustancia se obtiene directamente como el producto de la ratio de masas por el inverso de la ratio de masas molares

P=(PoiPoj1+mj/iMi/j)+Poj

Con lo cual obtenemos los dos teoremas clave que estamos buscando.

1- Presión total en términos de las presiones de vapor estándar y las fracciones molares (Enlace).

2- Presión total en términos de las presiones de vapor estándar y las masas (Enlace).

Demostración. Ley de Raoult y sus variantes.

Para demostrar la Ley de Raoult a partir de la Ley de Henry, y para indicar los presupuestos necesarios para obtener este modelo, iniciaremos invocando el teorema de la Ley de Henry.

ci=kHPi

Y la definimos para la sustancia solvente volátil j en oposición al soluto no volátil i.

cj=kHPj

Una característica destacada de la Ley de Henry es su flexibilidad en las unidades de concentración. Aunque el símbolo, la identidad y el funcionamiento de su constante permanecen inalterados, sus unidades sí deben ajustarse para reflejar la concentración utilizada. Esta adaptabilidad es particularmente útil en problemas donde se emplean diferentes unidades, como la concentración molar o la concentración masa-volumen. Previamente, por simple conveniencia, era común mantener los mismos parámetros simbólicos del teorema en estos escenarios variables, lo cual, rigurosamente, era incorrecto. Sin embargo, en este contexto, es crucial realizar este cambio de unidades explícitamente. Esto nos permite reformular la Ley de Henry para la fracción molar, ajustándola precisamente a la unidad de concentración correspondiente sin alterar su relación lineal con la presión ni la constancia de la constante de Henry.

χj=kHPj

Ahora, definiremos la constante de Henry como una función de dos valores estándar: la concentración estándar (en este caso, la fracción molar) dividida por la presión estándar del solvente

χj=χojPojPj

La fracción molar es una unidad de concentración muy conveniente porque, por definición, la fracción molar de una sustancia pura es 1. Por lo tanto, si argumentamos que los estados estándar para el solvente corresponden a su estado de pureza, podemos establecer que la fracción molar estándar del solvente es 1. Esto nos permite cancelar este término en las ecuaciones, simplificando los cálculos de manera significativa.

χj=1PojPj

Ahora, simplemente necesitamos despejar la presión final en función de la fracción molar y la presión estándar. Al hacer esto, obtenemos la forma clásica de la Ley de Raoult.

Pj=χjPoj

El problema con esta forma de la Ley de Raoult es que, si bien es teóricamente correcta, no es funcional en el laboratorio, es decir, no constituye un teorema directamente aplicable para resolver problemas prácticos. Por lo tanto, lo que haremos es desplegarla para los casos en que se trabaja con cantidad de sustancia, masa de sustancia y volumen líquido de sustancia.

Cantidad de sustancia

Iniciaremos con la cantidad de sustancia, desplegando el axioma de la fracción molar.

Pj=njnPoj

Aquí, n sin subíndices representa la cantidad de sustancia en equilibrio total, es decir, la suma de la cantidad de soluto más la cantidad del solvente. Si asumimos que el solvente no ioniza o que su ionización es despreciable, el problema recae en el soluto, pues este debe definirse en su cantidad de sustancia efectiva.

Pj=njnefi+njPoj

Aquí invocamos el teorema de la cantidad de sustancia efectiva como función del factor de Van't Hoff y la cantidad de sustancia no ionizada o molecular del soluto "i"

nefi=iini

Y reemplazamos.

Pj=njiini+njPoj

La ecuación anterior, aunque ya es funcional, carece de elegancia estética. Por lo tanto, para simplificarla, procederemos a dividir tanto el numerador como el denominador entre la cantidad de sustancia del solvente

Pj=nj/nj(iini+nj)/njPoj

Pj=1(iini/nj+1)Poj

Y contraemos el ratio de cantidades de sustancia.

Pj=1(iini/j+1)Poj

Usamos la notación de potencia negativa.

Pj=(iini/j+1)1Poj

De este modo, obtenemos un teorema muy sencillo que se puede expresar en un solo renglón. Esta es la Ley de Raoult definida en función del ratio de la cantidad de sustancia de soluto sobre la cantidad de sustancia del solvente, el factor de Van't Hoff y la presión estándar.

Masa

La conversión a masas se realiza recordando que la cantidad de sustancia es el cociente entre la masa y la masa molar, tal como se desprende del axioma de masa molar. En este caso, al tener un ratio, obtendremos directamente un ratio de masas sobre el ratio inverso de masas molares

Pj=(iimi/jMj/i+1)1Poj

Para este caso en específico, también es útil obtener su forma en la cual despejamos su ratio de masas.

PjPoj=(iimi/jMj/i+1)1

PojPj=iimi/jMj/i+1

PojPj1=iimi/jMj/i

Mi/j(PojPj1)=iimi/j

mi/j=Mi/jii(PojPj1)

Volumen líquido

Para obtener la forma de volúmenes líquidos de la Ley de Raoult, podemos emplear las ecuaciones 15 y 20, pero sustituyendo las masas por el producto de la densidad por el volumen, según lo indica el axioma de densidades.

Pj=(iiVi/jρi/jMj/i+1)1Poj

Vi/j=ρj/iMi/jii(PojPj1)

Aunque existen otras variantes, los teoremas demostrados aquí, junto con sus respectivos factores de conversión homólogos y presentados a continuación en sus formas didácticas, deberían ser suficientes para resolver cualquier problema de la Ley de Raoult planteado en los libros de texto.

1- Ley de Raoult base (Enlace).

2- Ley de Raoult para la cantidad (Enlace).

3- Ley de Raoult para la masa (Enlace).

4- Masa con la ley de Raoult (Enlace).

5- Ley de Raoult con el volumen líquido (Enlace).

sábado, 24 de mayo de 2025

Demostración. Teorema de la cantidad de sustancia efectiva.

En este caso, nuestro objetivo es formular un teorema que permita calcular la cantidad de sustancia efectiva en función del factor de Van't Hoff y la cantidad inicial de entidades. Para ello, comenzaremos estableciendo el axioma del factor de Van't Hoff.

ii=nno(1)

Para ello, consideraremos que la cantidad total inicial corresponde en realidad a la cantidad de sustancia inicial, que generalmente representa el soluto en su forma pura o sólida; por lo tanto:

no=ni(2)

Donde ni representa la cantidad molecular inicial de la sustancia i antes de ionizarse. La cantidad en equilibrio corresponde en realidad a la suma de todos los iones presentes más la cantidad molecular que permanece sin disociar. Estos valores individuales no nos interesan por separado, ya que nuestro objetivo es conocer el total de entidades presentes. Para ello, utilizamos el factor de Van’t Hoff, que tiene dos acepciones: puede obtenerse directamente del enunciado o consultarse en tablas estándar, siendo entonces un valor real o experimental; si no se dispone de este dato, se asume su valor teórico, que equivale a la suma de los coeficientes estequiométricos de los iones formados.

De esta manera, la cantidad final de sustancia corresponde a la cantidad efectiva de sustancia, y es esta cantidad efectiva la que determina el comportamiento de las propiedades coligativas.

n=n(i)ef(3)

Por lo que solo debemos sustituir en la Ecuación 1.

ii=n(i)efni(4)

Y finalmente, despejar la cantidad de sustancia efectiva.

n(i)ef=iini(5)

Este teorema presenta una variante importante: calcular la cantidad de sustancia efectiva a partir de la masa del sólido. Para ello, utilizamos el axioma de la masa molar, que nos permite sustituir la cantidad de sustancia por el cociente entre la masa y la masa molar.

n(i)ef=iimiMi(6)

Estos dos últimos teoremas son universales para las cuatro propiedades coligativas, lo que significa que están implícitos en ellas. Nos permiten evaluarlas de manera semicuantitativa en problemas relativos, es decir, para comparar qué soluto afecta más una propiedad coligativa que otro, sin necesidad de utilizar las fórmulas específicas de cada una. Esto simplifica los cálculos y reduce las probabilidades de errores o bloqueos conceptuales.

Las versiones didácticas, junto con los factores de conversión correspondientes, se pueden encontrar en el siguiente enlace.

1- Cantidad de sustancia efectiva como función de la cantidad de sustancia del soluto (Enlace).

2- Cantidad de sustancia efectiva como función de la masa del soluto (Enlace).

miércoles, 21 de mayo de 2025

Demostración. Ley de Henry

Nuestro objetivo es demostrar que la ley de Henry puede considerarse un caso particular de la ecuación de estado del gas ideal. Para ello, partiremos del supuesto de una disolución ideal, en la que la concentración molar del soluto en fase líquida se comporta de forma análoga a la de un gas ideal, con ciertas correcciones propias del medio líquido. En este contexto, las entidades disueltas mantienen un comportamiento similar al de las partículas gaseosas ideales, aunque influenciadas por las interacciones intermoleculares del solvente.

El primer paso en esta demostración será recurrir a la ecuación de estado del gas ideal, que establece la relación entre presión, volumen, temperatura y cantidad de sustancia, y a partir de allí, analizar cómo se puede vincular este comportamiento con la proporcionalidad entre la presión parcial de un gas y su concentración en el líquido establecida por la ley de Henry.

PiVigas=niRT(1)

Luego recurriremos a la definición de concentración molar de un gas.

cigas=niVigas(2)

Despejamos el ratio cantidad de sustancia sobre volumen gaseoso en la ecuación (1).

PigasRT=niVigas(3)

Sustituimos el ratio cantidad de sustancia sobre volumen gaseoso por la concentración molar de gas dada en la ecuación (2), y expresamos de forma elegante.

cigas=PiRT(4)

Aquí viene el paso más importante de la demostración: bajo el supuesto de estar trabajando con disoluciones ideales, podemos asumir de manera directa que la concentración molar del gas en la fase gaseosa es igual a la concentración molar del gas disuelto en la fase líquida.

ci=cigas(5)

Esta equivalencia es válida porque, en un sistema ideal, las interacciones entre las partículas del soluto y del solvente son mínimas, lo que permite tratar a las moléculas disueltas casi como si se comportaran con la misma libertad que en la fase gaseosa, aunque adaptadas al entorno líquido. Esta suposición simplifica el análisis y permite vincular la ley de Henry directamente con la ecuación de estado de los gases ideales. Combinamos las ecuaciones 4 y 5.

ci=PiRT(6)

El inverso del producto RT se interpreta como la constante ideal de Henry de un gas perfecto; es decir, representa la constante de Henry en el caso particular de un gas ideal, donde las partículas no interactúan entre sí y siguen estrictamente la relación proporcional entre presión y concentración establecida por esta ley.

kH1RT=10.08206 atmLmolK×(25+273.15) K= 0.0409 molatmL=0.0409 Matm(7)

Por lo que el inverso del producto RT será igual a la constante de Henry kH, por lo que podemos modificar la ecuación (6) en su forma estándar estática.

ci=kHPi(8)

A diferencia del gas ideal, donde todas las sustancias gaseosas se comportan de forma similar bajo la misma constante universal R, en las disoluciones líquidas las constantes de proporcionalidad varían significativamente entre diferentes gases. Esto significa que la constante de Henry no es una constante universal, sino un valor específico para cada sustancia y altamente dependiente de factores como la temperatura y el tipo de solvente. Por esta razón, no se puede calcular directamente de un principio teórico como en el caso del gas ideal, sino que debe determinarse mediante un experimento de estandarización, o bien consultarse en tablas estandarizadas de solubilidad. En un experimento de este tipo, la constante de Henry puede determinarse fácilmente despejándola directamente de la ecuación base de la ley, utilizando datos experimentales sobre la presión parcial del gas y su correspondiente concentración en el líquido. Esta diferencia subraya el carácter empírico de la ley en sistemas reales y la necesidad de considerar interacciones específicas entre el gas y el solvente, que no existen en un modelo ideal.

kH=coiPoi(9)

Con lo cual obtenemos dos fórmulas clave para la ley de Henry.

1- La ley de Henry estática (enlace).

2- La constante de Henry a partir de datos estándar o iniciales (enlace).


martes, 20 de mayo de 2025

Demostración. Mezcla de gases en contenedores aislados

Derivaremos una ecuación que permita calcular la presión total y la cantidad de sustancia total al mezclar dos o más gases contenidos en recipientes de distinto volumen y presión. Para ello, emplearemos una extensión de la ley de Dalton de presiones parciales, aplicada directamente a la ecuación de estado de los gases ideales. Como primer paso, supondremos que los gases mezclados se comportan colectivamente como un único gas ideal, lo cual implica que propiedades macroscópicas como la presión o el volumen son independientes de la identidad individual de cada componente. Bajo esta premisa, asumimos que la cantidad de sustancia total, denotada por n, es simplemente la suma de las cantidades de sustancia parciales ni correspondientes a cada gas componente. Esta suposición es válida siempre que las interacciones entre las moléculas sean despreciables, lo que justifica el modelo ideal y simplifica el tratamiento matemático del sistema.

n=Σni(1)

A continuación, aclararemos que las cantidades de sustancia parciales corresponden al estado inicial del sistema, es decir, antes de que ocurra la mezcla. En cambio, la cantidad de sustancia total hace referencia al estado final, una vez que los gases han sido combinados. Por ello, todas las cantidades incluidas en la suma deben llevar el subíndice cero o inicial, para indicar que se trata de valores previos a la mezcla.

n=Σnoi(2)

El teorema anterior, aunque de formulación sencilla, representa en realidad la interpretación de un diseño experimental concreto. Al inicio, cada gas con identidad propia —identificado por un subíndice i-ésimo— se encuentra aislado en su respectivo contenedor, caracterizado por sus propiedades individuales como presión, volumen y temperatura. Sin embargo, al abrir las válvulas que los separan, estos gases se mezclan libremente, dando lugar a un sistema único cuyas propiedades deben describirse de manera colectiva, bajo el modelo de un gas ideal total o mezcla.

Una vez comprendida esta transición del estado aislado al estado mezclado, el siguiente paso es aplicar la ecuación de estado del gas ideal para el sistema completo. Al hacerlo, se procede a despejar la cantidad de sustancia total, la cual resulta ser la suma de las cantidades parciales iniciales. Esta formulación permite vincular directamente los parámetros experimentales con las propiedades macroscópicas del gas mezcla.

n=PVRT(3)

Combinamos las ecuaciones 2 y 3 bajo el presupuesto de que tanto la temperatura parcial inicial como la temperatura de equilibrio son constantes e iguales a la temperatura ambiente. Esta suposición simplifica el análisis, permitiendo que las variables de presión y volumen sean las únicas que varían, facilitando así la integración de ambas ecuaciones en un modelo coherente para describir la mezcla de gases.

PVRT=(PoiVoiRT)(4)

Extraemos los factores comunes constantes de la ecuación anterior, que son la constante de Regnault y la temperatura ambiente.

PVRT=Σ(PoiVoi)RT(5)

Al hacerlo, notamos que estos factores también aparecen del otro lado de la igualdad realizando la misma operación, por lo que pueden ser cancelados directamente. Lo que queda es una expresión que recuerda a la ley de Boyle, pero en lugar de aplicarse a un solo estado inicial de presión y volumen, se aplica a la suma de los estados parciales de presión y volumen

PV=Σ(PoiVoi)(5)

En este caso, conocemos los volúmenes parciales de cada contenedor inicial y, al sumarlos, obtenemos aproximadamente el volumen de equilibrio o final, despreciando los volúmenes de las mangueras o conductos de conexión.

PΣVoi=Σ(PoiVoi)(6)

Por lo tanto, podemos expresar la presión final del gas ideal en función de las presiones y volúmenes iniciales de cada gas

P=Σ(PoiVoi)ΣVoi(7)

La fórmula resultante puede verse de forma mas didáctica en el siguiente enlace junto con su factor de conversión homólogo.

Demostración. Concentración de equilibrio para una mezcla de disoluciones

Nuestro objetivo será calcular la concentración de equilibrio resultante al mezclar dos o más disoluciones, que pueden contener el mismo soluto o distintos solutos compatibles. Como caso particular, también derivaremos una expresión para determinar el volumen que debe agregarse a una disolución con el fin de llevarla desde una concentración inicial a una concentración final deseada.

Asumiendo que los volúmenes de dos disoluciones que contienen el mismo soluto —o solutos cuyas propiedades sean equivalentes— se comportan de manera aditiva, podemos formular un teorema que calcule la concentración final de la mezcla en función de las concentraciones y los volúmenes individuales. Partiremos del axioma de la molaridad:

ci=niV(1)

Como mínimo intervienen tres volúmenes distintos: el volumen de la disolución 1, el volumen de la disolución 2 y el volumen total resultante de la mezcla. En un caso más general, donde se mezclan más de dos disoluciones, los subíndices numéricos fijos deben reemplazarse por una notación más general, como un subíndice k-ésimo, con el fin de representar cualquier número de mezclas sin perder claridad.

ci=ΣnkiV(2)

Por otro lado, la concentración de equilibrio no puede obtenerse simplemente promediando las concentraciones individuales y dividiendo entre el número de mezclas. En lugar de eso, debe tratarse como una ponderación, es decir, una relación entre la suma de las cantidades de sustancia y el volumen total de equilibrio. Esta corrección es fundamental para evitar errores al calcular concentraciones finales en mezclas, especialmente cuando los volúmenes involucrados son distintos o las concentraciones iniciales difieren significativamente

Por comodidad, asumiremos que el volumen de equilibrio es igual a la suma de los volúmenes parciales de las disoluciones mezcladas. Sin embargo, el lector debe tener presente que este es el supuesto más débil de toda la formulación. En muchos casos prácticos, esta aproximación es válida solo cuando se trabaja con disoluciones ideales y a bajas concentraciones, donde los efectos coligativos y las interacciones moleculares son despreciables.

ci=ΣnkiΣVk(3)

No obstante, si el enunciado del problema proporciona datos como la densidad de equilibrio o el volumen de equilibrio medido, el cálculo debe ajustarse a esos valores experimentales. En tales situaciones, es obligatorio reevaluar la idealidad del sistema y modificar los cálculos correspondientes, ya que podrían presentarse contracciones o expansiones de volumen al mezclar disoluciones, fenómeno común cuando se combinan solutos con diferentes características físico-químicas

Las cantidades de sustancia parciales pueden expresarse en función del axioma de la molaridad, utilizando las molaridades parciales y los correspondientes volúmenes parciales de cada disolución. En este contexto, cada término representa una contribución individual al sistema total, lo que permite calcular la cantidad total de soluto a partir de la suma ponderada de estas magnitudes.

ci=Σ(ckiVk)ΣVk(4)

Obsérvese que esta situación incluye un caso particular de gran relevancia: ¿qué ocurre si la segunda disolución no contiene soluto alguno? En ese caso, el problema se convierte en determinar cuánto volumen de esta disolución pura—es decir, solvente sin soluto—debe añadirse para alcanzar una concentración de equilibrio deseada. Esta variante representa un escenario común en procesos de dilución controlada, donde se ajusta la concentración final sin modificar la cantidad de sustancia del soluto original.

ci=coiVo+0V2ΣVk(5)

Asumimos que conocemos el volumen final de equilibrio.

ci=coiVoiV(6)

Asumimos que el volumen agregado corresponde al de la disolución 2, la cual no contiene el soluto i; por ello, lo denominaremos diferencia de volumen, definido como la diferencia entre el volumen de equilibrio y el volumen de la disolución inicial. Nuevamente, se asume una aditividad simple de volúmenes.

ΔV=VVo(7)

Despejamos el volumen de equilibrio en la ecuación (6) y luego restamos el volumen inicial a ambos lados, lo que nos permitirá usar la ecuación (7)

V=coiVoci(8)

VVo=coiVoiciVoi(9)

ΔV=coiVociVo(10)

Sacamos factor común.

ΔV=Vo(coici1)(11)

ΔV=Vo(coi/i1)(12)

Los teoremas clave resultantes junto con sus factores de conversión homólogos pueden verse en los siguientes enlaces:

1. Concentración de equilibrio para una mezcla de disoluciones. (Enlace).

2. Volumen de solvente a agregar para diluir una disolución a una concentración deseada. (Enlace).

Ambas fórmulas funcionan solo si se asumen volúmenes aditivos..

lunes, 19 de mayo de 2025

Demostración. Disolución en serie y factor de dilución

Asumiendo que los volúmenes son aditivos al mezclar dos disoluciones del mismo soluto —o de solutos lo suficientemente similares—, es posible desarrollar un teorema que permita calcular la concentración final total en función de las disoluciones que se mezclan. Para ello, partiremos del teorema de dilución previamente introducido, que establece que la concentración final puede obtenerse multiplicando la concentración inicial por la fracción de volumen (es decir, el volumen inicial dividido por el volumen final).

ci=coiVoV(1)

A partir de este teorema, aislaremos el factor de dilución simple, que denominaremos f₁, correspondiente a la relación entre el volumen de una disolución individual y el volumen total de la mezcla. Este factor representa la proporción en la que una disolución contribuye al volumen total y, por tanto, determina su influencia sobre la concentración final. Aplicando este mismo razonamiento a cada disolución involucrada en la mezcla, podremos construir una expresión general que combine sus contribuciones ponderadas.

f1=VoV(2)

Dado que el factor de dilución es un número menor que uno, una segunda dilución implica simplemente tomar la concentración final de la primera etapa como nueva concentración inicial, y volver a multiplicarla por un nuevo factor de dilución. Si omitimos el desarrollo algebraico redundante, podemos observar que, en la práctica, las diluciones sucesivas se resuelven multiplicando los factores de dilución en serie.

Este razonamiento puede extenderse naturalmente a cualquier número de pasos. Cada etapa introduce una nueva alícuota, que se transfiere a un nuevo volumen de disolución, generando un nuevo factor de dilución. Así, cuando realizamos una dilución seriada, lo que realmente hacemos es encadenar multiplicaciones de fracciones del tipo alícuota sobre volumen parcial final.

Si generalizamos esta lógica a una secuencia de k pasos, el factor de dilución total en la etapa k-ésima puede expresarse como el producto de todas las alícuotas previas dividido entre el producto de todos los volúmenes parciales, multiplicado por el volumen final del último recipiente. Esto equivale a afirmar que:

fk=ΠVoΠV(3)

El factor de dilución acumulado en una serie es el cociente entre el producto de las alícuotas transferidas y el producto de los volúmenes totales en cada etapa.

Este enfoque evita la repetición de pasos algebraicos y permite predecir, sin necesidad de desarrollar fórmulas individuales, cuál será la concentración final tras una cadena de diluciones. Además, facilita la comprensión del porqué es posible alcanzar concentraciones tan pequeñas como partes por millón o por billón utilizando solo equipo de laboratorio básico y una metodología sistemática.

ci=coiΠVoΠV(4)

En los siguientes enlaces podremos ver en limpio y con su factor de conversión equivalente:

El teorema del factor de dilución (enlace).

Concentración final en una disolución seriada (enlace).

Demostración. Teorema concentración y volumen inicial a final

El teorema de concentraciones y volúmenes es uno de los principios fundamentales y más utilizados en la química general. Su importancia radica en que, a diferencia de otros cálculos que requieren factores de conversión, este teorema se aplica de manera directa y repetida en procesos de dilución y mezcla. Pero, ¿qué garantiza la validez de este principio? Y, ¿es posible extender su uso a otras unidades de concentración?

Este teorema se fundamenta en el principio de conservación de la cantidad de soluto, es decir, que la cantidad total de soluto permanece constante sin importar la forma en que se exprese. En el caso de la molaridad, esta cantidad corresponde al número de moles de sustancia presentes. A continuación, presentamos las fórmulas despejadas para distintas unidades de concentración (enlace) (enlace) (enlace), aplicando este principio a cada una de ellas.

mi=wim(1)

mi=mi/jmj(2)

Vi=ϕiV(3)

ni=χin(4)

ni=ciV(5)

ni=bimj(6)

Dado que el parámetro despejado en cada uno de los teoremas anteriores representa una magnitud constante, es posible igualarlo a su respectiva expresión inicial. Esto permite formular los teoremas de igualdad entre estados iniciales y finales, los cuales no solo son aplicables a la molaridad, sino también a otras unidades de concentración. Así, se establece un marco común para el análisis de procesos de dilución y mezcla, independientemente de la unidad empleada.

woimo=wim(7)

moi/jmoj=mi/jmj(8)

ϕoiVo=ϕiV(9)

χoino=χin(10)

coiVo=ciV(11)

boimoj=bimj(12)

Entre las distintas opciones posibles, la más común es la concentración molar, ampliamente utilizada para calcular la concentración final a partir de la concentración inicial durante el proceso de dilución de una solución concentrada. Esta fórmula puede interpretarse, además, como un metateorema, en el que la variable ccc no solo representa la molaridad, sino que puede sustituirse por cualquier unidad de concentración pertinente, mientras que la variable V debe ser reemplazada por el parámetro de dispersión correspondiente (como volumen, masa del disolvente o masa total de la disolución). Esta generalización permite fusionar múltiples teoremas —al menos seis, sin contar aún la concentración equivalente— en una única expresión conceptual. En este contexto, los valores de concentración y volumen inicial se renombran como concentración de la alícuota y volumen de la alícuota, respectivamente

ci=coiVoV(13)

El teorema se mostrará en limpio en el siguiente enlace junto con su factor de conversión homólogo.

domingo, 18 de mayo de 2025

Demostración. Teoremas de efecto de temperatura en la solubilidad

Podemos visualizar el fenómeno de la solubilidad como un caso particular del problema de reactivo limitante. Para ello, podemos reciclar la ecuación (2) del siguiente enlace, reformulándola en términos de un avance de reacción Δξ, que representa la diferencia entre dos procesos opuestos.

Δmis=MiνiΔξ(1)

En este caso, tenemos una reacción de cristalización que avanza en sentido positivo, dado que la síntesis del sólido ha sido definida como tal en nuestro eje de movimiento químico. Por el contrario, la reacción de disolución (o solubilización) avanza en sentido negativo, ya que implica la descomposición del sólido en su forma acuosa.

Si el avance neto es positivo, domina la formación de sólido; si es negativo, predomina la disolución. De este modo, la dirección del avance nos indica si el sistema está moviéndose hacia una situación de sobresaturación (síntesis de sólido) o de insaturación (descomposición del sólido). Esta formulación nos permite modelar la solubilidad como un equilibrio dinámico entre dos procesos antagónicos, donde el soluto y el disolvente compiten según sus cantidades relativas y las condiciones termodinámicas del sistema.

Δξ=ξcrξaq(2)

Ahora utilizaremos el teorema (2) del siguiente enlace para expresar la cantidad de reacción de cristalización como una función de la masa inicial del sólido, y la cantidad de reacción de disolución como una función de la masa de soluto efectivamente disuelta, dadas ciertas condiciones de masa de disolvente y temperatura. Esta formulación nos permitirá comparar ambos procesos —cristalización y solubilización— dentro del marco del avance de reacción, evaluando cuál de ellos domina y, por tanto, en qué dirección evoluciona el sistema.

ξcr=moiMiνi(3)

ξaq=maqMiνi(4)

Al combinar las ecuaciones (2), (3) y (4), es posible extraer un factor común compuesto por la masa molar del soluto y su número estequiométrico. En esencia, estos dos parámetros representan la misma magnitud en este contexto, ya que estamos operando directamente con masas y no con cantidades de sustancia. Este tratamiento nos permite simplificar las expresiones y, además, eliminar la ambigüedad de los signos.

Δξ=1Miνimoimaq(5)

Al reemplazar en la ecuación (1), podemos cancelar tanto la masa molar como el número estequiométrico, lo que nos permite formular un teorema de cálculo para determinar la masa del sólido como función de la masa inicial y de la masa que se transfiere al estado acuoso.

Δmis=Miνi1Miνimoimaq(6)

La diferencia fundamental es que este modelo deja claro que la variable dependiente no es simplemente una masa, sino una diferencia de masas: una magnitud con dirección. Al igual que los parámetros vectoriales, esta diferencia puede adoptar signo positivo o negativo dependiendo de la dirección del proceso. Para una dirección fija (por convención, la cristalización), un valor positivo (+) indica síntesis de sólido, mientras que un valor negativo (–) refleja la descomposición del sólido. Así, un resultado negativo indica la masa que aún puede disolverse, y uno positivo, la masa que se precipitará como exceso.

Δmis=moimaq(7)

Con ello, el problema se reduce a calcular la masa máxima del soluto en estado acuoso que puede disolverse en una cantidad dada de solvente, siendo este último el reactivo limitante. Esta masa acuosa experimental puede determinarse a partir de la masa experimental del solvente y de la proporción teórica máxima entre soluto y solvente, obtenida de una tabla estándar de solubilidad. Así, se combinan datos empíricos con valores de referencia para estimar el límite de solubilidad bajo condiciones específicas.

miaqmj=miaqmj(8)

Los valores teóricos de solubilidad se obtienen de tablas estándar, donde se expresa cuántos gramos de un soluto se pueden disolver en 100 gramos de agua a una temperatura dada. Esta proporción, aunque suele escribirse como una relación de masas, es en realidad una fracción adimensional que se puede interpretar como un simple número decimal si se desea operar con ella en cálculos. la solubilidad del cloruro de amonio (NH₄Cl) a 50°C es de 40 g por cada 100 g de agua. Esto puede expresarse como una fracción adimensional de 0.40 o 40/100. Es decir, por cada 100 g de agua, pueden disolverse hasta 40 g de esta sal.

miaqmj=moi/j(9)

Y despejamos la masa acuosa experimental.

miaq=moi/jmj(10)

Como normalmente a la masa acuosa experimental la llaman la masa máxima de soluto en una cantidad de solvente, la denominaremos así; por ende, reorganizando obtendremos.

Δmis=moimmax(11)

mmax=moi/jmj(12)

Estas ecuaciones podrán verse en el siguiente enlace con sus alternativas que usan lenguaje de factores marcados “factores de conversión”.

Nivel de saturación (enlace).

Masa máxima solubilizable (enlace).

sábado, 17 de mayo de 2025

Demostración. Teoremas clave de la molaridad

La molaridad, al igual que la molalidad, cuenta con una serie de teoremas clave que permiten su cálculo desde distintas condiciones experimentales. Aunque su definición fundamental se basa en la cantidad de sustancia de soluto por volumen de disolución en litros, en la práctica de laboratorio es común que se parta de masas o volúmenes relativos, por lo que es necesario derivar fórmulas operativas más accesibles para lápiz y papel.

En primer lugar, cuando se conoce la masa del soluto y se desea calcular la molaridad, se parte del axioma fundamental y se sustituye la cantidad de sustancia usando la masa molar, despejando y combinando para obtener una expresión donde la molaridad se calcula directamente desde la masa del soluto y el volumen total de la disolución. Este enfoque es útil cuando se disuelve un sólido en un volumen fijo, como una sal en agua, y se desea conocer la concentración resultante en mol/L.

Otro caso importante es el cálculo de molaridad cuando tanto el soluto como el solvente son líquidos. Aquí se puede partir de una fracción de volúmenes, es decir, un cociente entre el volumen del soluto y el volumen total de la disolución. Usando las densidades respectivas y la masa molar del soluto, se llega a una fórmula que permite calcular la molaridad de manera compacta y sin necesidad de conversiones sofisticadas, especialmente útil en mezclas de líquidos miscibles como etanol en agua.

Finalmente, es posible establecer una conversión formal entre molalidad y molaridad, utilizando densidad de la disolución y masa molar, considerando que una se refiere al kilogramo de solvente y la otra al litro de disolución. Este puente es fundamental para análisis comparativos y para pasar entre unidades en informes científicos.

Iniciaremos con el axioma de la molaridad.

ci=niV(1)

El volumen indicado en la ecuación 1 no lleva subíndices por una razón práctica común en el desarrollo de demostraciones químicas: es un atajo notacional que permite aligerar la escritura cuando no hay riesgo de ambigüedad. En este caso específico, dicho volumen representa el volumen total de la disolución, ya que estamos trabajando con una sola mezcla homogénea. Al no haber múltiples disoluciones involucradas ni comparación entre volúmenes parciales, la omisión del subíndice no afecta la comprensión del teorema.

Molaridad de un soluto sólido

Iniciamos el desarrollo a partir del axioma de la masa molar, que relaciona la masa de una sustancia con su cantidad de sustancia.

n=mM(2)

Al despejar la cantidad de sustancia desde esta relación (ecuación 2), obtenemos una expresión que nos permite conectar directamente una masa conocida de soluto sólido con los cálculos posteriores de concentración. Luego, sustituimos esta expresión en el axioma fundamental de la molaridad (ecuación 1), el cual define la molaridad como el cociente entre la cantidad de sustancia de soluto y el volumen de la disolución. Al insertar el despeje obtenido en el paso anterior, derivamos la ecuación (3), que representa un teorema operativo para calcular la molaridad a partir de la masa del soluto sólido y el volumen total de la disolución.

ci=miVMi(3)

Molaridad a partir del volumen del soluto líquido

En el caso de que el soluto sea un líquido, recurrimos al teorema de la densidad, el cual nos permite relacionar masa, volumen y densidad de dicho componente.

mi=Viρi(4)

Despejando la masa del soluto a partir de esta relación, obtenemos una expresión que sustituimos directamente en el teorema (3), previamente obtenido para un soluto sólido, con el fin de construir una nueva expresión válida para solutos líquidos.

ci=ViρiVMi(5)

Al realizar esta sustitución, surge naturalmente un ratio entre volúmenes de magnitudes físicas semejantes, específicamente el volumen del soluto respecto al volumen de la disolución. Este cociente, al ser adimensional, puede adquirir un símbolo propio y una interpretación concreta: lo definimos como el axioma de la fracción de volumen, el cual se convierte en una herramienta conceptual poderosa y versátil en este tipo de sistemas. Esta fracción, al ser una forma de razón relativa, es especialmente útil cuando las cantidades absolutas de los volúmenes no se conocen, pero sí se conoce su proporción.

ci=ϕiρiMi(6)

Conversión formal molaridad molalidad

Ambos teoremas tienen en común que expresan la cantidad de sustancia del soluto, por lo que podemos igualarlos a través de esta magnitud. Para ello, primero despejamos la cantidad de sustancia en función de la molaridad y luego a partir de la molalidad.

ni=ciV(7)

ni=bimj(8)

Al igualar estas dos expresiones, obtenemos una ecuación que nos permite transformar una concentración en la otra, según las variables disponibles.

ciV=bimj(9)

A partir de allí, podemos despejar la molaridad o la molalidad, dependiendo de cuál sea el objetivo del problema.

ci=bimjV(10)

Este teorema nos permite llegar a una conclusión elegante: en disoluciones ideales, donde la mayor parte de la masa corresponde al solvente, y si este solvente es agua, el cociente entre la masa del solvente y el volumen de la disolución tiende a ser prácticamente uno. Esta relación simplificada justifica por qué, en muchos contextos educativos y prácticos, se realiza directamente la conversión entre molalidad y molaridad sin cálculos adicionales. Sin embargo, es fundamental entender que esta equivalencia solo se sostiene bajo ciertas condiciones: que el soluto esté presente en muy baja concentración y que el solvente sea agua, cuyas propiedades físicas permiten esta aproximación. Fuera de ese contexto, aplicar esta conversión directa puede llevar a errores, especialmente en disoluciones concentradas o con solventes diferentes al agua

Los teoremas clave extraídos de estas demostraciones, junto con sus factores de conversión homólogos son, son:

Molaridad de un soluto sólido (enlace).

Molaridad de un soluto líquido (enlace).

Molaridad como función de la molalidad (enlace).