[Unidades y medidas] Sección 1. Conceptos clave [Que es una unidad y una medida] [Medidas físicas vs medidas químicas] [Tablas del SI] Otros conceptos [La medición y el método científico] [Historia de la medición 1. Primeras civilizaciones]
Medir es el acto de comparar una propiedad de un objeto con otra que usamos como patrón. Esta comparación puede hacerse de dos formas: cualitativa o cuantitativa.
Cuando comparamos una propiedad simplemente diciendo que es “más que”, “menos que” o “igual a” nuestro patrón —por ejemplo, al observar si un tono de rojo es más intenso que una tira de color estándar— estamos realizando una medición cualitativa. En este caso, el patrón sirve como referencia visual o conceptual, pero no asignamos un número a la comparación.
En cambio, si el patrón tiene una escala que nos permite convertir esa comparación en un número —como sucede al medir temperatura con un termómetro o peso con una balanza— hablamos de una medición cuantitativa. Aquí, el resultado no solo indica una relación, sino una cantidad precisa.
Aunque muchos textos tradicionales distinguen entre propiedades cualitativas (como color u olor) y propiedades cuantitativas (como masa o temperatura), en realidad, casi cualquier propiedad físico-química puede medirse de una u otra manera, dependiendo de la existencia de un patrón adecuado y una escala definida. Por ejemplo, el color puede describirse de forma cualitativa (“rojo intenso”) o cuantitativa (medido en longitudes de onda en \color{Purple}\textbf{nm}).
El objeto patrón que se elige para medir puede, en principio, ser cualquier cosa: una piedra, una vara, un grano de cereal, el paso de una persona. Esta libertad inicial causó, durante siglos, un caos considerable en el comercio, la construcción, la navegación y otras actividades esenciales. Cada región tenía sus propias unidades, a menudo basadas en objetos locales o referencias humanas (como el “pie del rey” o la “vara de Castilla”), lo que dificultaba enormemente la cooperación entre pueblos y la acumulación precisa de conocimientos.
Con el paso del tiempo, y a medida que los gobiernos se centralizaron y la actividad científica internacional se integró, surgió la necesidad de crear sistemas de medición unificados, basados en patrones comunes aceptados por múltiples países. Así nacieron los sistemas métricos modernos, con unidades definidas mediante realizaciones físicas: objetos cuidadosamente diseñados que representaban una unidad específica de forma estable y reproducible.
Un ejemplo clásico de esto fue la realización física del kilogramo: el IPK (International Prototype of the Kilogram), un cilindro metálico único, fabricado con una aleación de \cePt (platino) e \ceIr (iridio), almacenado en condiciones especiales en Sèvres, Francia. Este cilindro fue durante más de un siglo la referencia oficial del \color{Purple}\textbf{kg}. Se hicieron copias exactas que fueron distribuidas a las oficinas nacionales de metrología de los países firmantes del Tratado del Metro (1875), permitiendo así que todos compartieran una base común para las mediciones de masa.
Sin embargo, a partir de 2019, la ciencia dio un paso adelante: las realizaciones físicas dejaron de ser objetos únicos y pasaron a basarse en fenómenos físicos universales, constantes de la naturaleza que son idénticas en cualquier lugar del universo y que pueden medirse con suficiente precisión. El kilogramo, por ejemplo, ahora se define mediante la constante de Planck, medida con un aparato llamado balanza de Kibble. Esto permite una medición más justa, precisa y abierta, libre de la necesidad de proteger un objeto físico especial.
Este cambio no es solo técnico: está profundamente ligado a los ideales fundacionales del sistema métrico, que nacieron en la Revolución Francesa. Inspirados por los principios de libertad, igualdad y fraternidad, los nuevos sistemas de medida querían permitir:
• La libertad de crear tus propios instrumentos de medición basados en leyes naturales accesibles a todos,
• La igualdad entre naciones y personas en el intercambio comercial y científico,
• Y la fraternidad de compartir el conocimiento mediante ideas y patrones comunes.
En la actualidad, existen dos sistemas de medición relevantes en el ámbito científico y tecnológico: el Sistema Internacional de Unidades (SI) y el sistema imperial. Aunque el sistema imperial todavía se utiliza en algunos países —como Estados Unidos y, en menor medida, Reino Unido— para ciertas aplicaciones cotidianas y comerciales, la ciencia física y química moderna trabaja casi exclusivamente con el SI, incluso en los países donde el sistema imperial es común.
El Sistema Internacional de Unidades (SI) está diseñado para ser coherente, preciso y universal. Este sistema se organiza en dos grandes categorías:
• Unidades fundamentales: son las bases del sistema. Cada una mide una propiedad física que no se puede descomponer en otras más simples. Por ejemplo, el \color{Purple}\textbf{m} (metro) para la longitud, el \color{Purple}\textbf{s} (segundo) para el tiempo, el \color{Purple}\textbf{K} (kelvin) para la temperatura, el \color{Purple}\textbf{mol} para la cantidad de sustancia, entre otras. A partir de estas unidades, se pueden construir todas las demás.
• Unidades derivadas: se obtienen mediante combinaciones matemáticas de las unidades fundamentales, de acuerdo con las leyes físicas. Por ejemplo, la fuerza se define como masa por aceleración (\color{Purple}\textbf{kg} × \color{Purple}\textbf{m}/\color{Purple}\textbf{s²}). Aunque esta unidad podría escribirse como \color{Purple}\textbf{kg·m/s²}, por razones de comodidad y estandarización se le da un nombre especial: el newton (N).
Así, muchas unidades derivadas reciben nombres propios en honor a científicos (como el pascal, el joule o el hertz), pero siempre pueden descomponerse en sus componentes fundamentales si es necesario.
Este sistema permite que los cálculos sean más simples y que las relaciones físicas se expresen de manera clara, sin ambigüedades, lo que es clave para una ciencia precisa, reproducible y global.
Referencias:
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