lunes, 20 de marzo de 2023

Esqueleto-vertebrados-2

37. El esqueleto axial de los vertebrados

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Dos estructuras pueden presentarse de forma alterna o combinada para definir el eje del cuerpo de los vertebrados, ofreciendo puntos de anclaje para el sistema muscular, soportando mucho del peso y manteniendo todo en su lugar.

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Figura 37.1. El notocordio de las lampreas sirve para ilustrar la relación entre los elementos óseos de la columna que crecen segmentalmente por encima del notocordio, con la médula espinal que corre sobre el notocordio y al interior de los segmentos de la columna.

Una es el notocordio y la otra es la columna vertebral. Formalmente el cráneo también hace parte del esqueleto axial, pero debido a su complejidad recibió ya nuestra atención de forma independiente. El notocordio es una placa larga y continua de tejido conectivo fibroso que envuelve un núcleo líquido o a células llenas de fluidos. El notocordio es un rasgo ancestral que puede encontrarse tanto en los cefalocordados como en los tunicados, sin embargo, en numerosos linajes ancestrales de peces aún mantiene la función de eje corporal. La columna vertebral por otra parte consiste en regiones discretas pero articuladas de elementos óseos o cartilaginosos. A medida que analizamos linajes más recientes, el notocordio ha cedido su puesto a la columna vertebral, hasta el punto en que no es más que una estructura embrionaria de vida transitoria. La columna vertebral debuta muy temprano en el registro fósil, con la evidencia de bloques segmentados a lo largo del notocordio en fósiles de Haikouella spp y Haikouichthys spp, (Chen, Huang, & Li, 1999; Northcutt, 2002; D. G. Shu et al., 1999; D.-G. Shu et al., 2003) pero con ausencia de cráneo. Los agnatos modernos como los mixinos poseen un notocordio, pero carecen de vertebras, aunque si poseen cráneo; mientras que las lampreas poseen cráneo también presentan algunos elementos cartilaginosos y espinas alrededor de del notocordio, pero carecen del cuerpo principal de las vértebras. En los ostracodermos la mayoría carece de una columna vertebral, y los que poseen, al igual que los agnatos modernos solo cuentan con algunos detalles esporádicos.

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Figura 37.2. Haikouella lanceolata.

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Figura 37.3. Haikouichthys ercaicunensis.

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Figura 37.4. En la imagen anterior de Haikouichthys sp se pueden notar más fácilmente los elementos de la columna, específicamente en la imagen (e) y en la imagen (g). Aun así, la morfología general de estos organismos es muy semejante a la de los cefalocordados como amfioxus.

Aunque los resultados anteriores pueden implicar que el cráneo es el rasgo ancestral y las vértebras el derivado, hay que tomar en cuenta que las vértebras pueden ser un rasgo que no se fosiliza fácilmente ya que es cartilaginoso, mientras que los cráneos preservados provienen principalmente de las armaduras dérmicas alrededor de la cabeza llamados dermatocráneo. Aun así, otros autores afirman que las vértebras pudieron perderse evolutivamente con facilidad haciéndolo un rasgo poco común. Tal vez la evidencia más grande proviene del desarrollo embrionario. Cuando el embrión empieza a generar su esqueleto axial lo primero es generarse es la columna, y de hecho solo la región occipital del cráneo se forma junto con la columna “Figura 37.5”.

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Figura 37.5. Primordios precartilaginosos del embrión humano.

Dado lo anterior, es la información embrionaria la que nos permite afirmar con mayor seguridad que la columna es el rasgo ancestral, y el cráneo es el derivado, pero los fósiles nos indican que la columna simplemente no osifica tan bien como el dermatocráneo, ya sea porque se pierde en muchos peces sin mandíbula o a que no se fosiliza de forma eficiente. La evolución subsecuente de la columna vertebral en los acantodios, condrictios y osteoictios es complicada, especialmente en los peces óseos de aleta lobulada que están relacionados con los tetrápodos terrestres debido a que algunos componentes pueden perderse, fusionarse, atrofiarse, hipertrofiarse o evolucionar convergentemente. A este respecto incluso en análisis embrionario puede llegar a ser poco concluyente, lo cual demuestra que el proceso evolutivo de la columna en los tetrápodos no fue lineal. En esta serie de artículos analizaremos en primera instancia la anatomía y nomenclatura asociada a los elementos del sistema esquelético axial en los vertebrados. Posteriormente realizaremos un análisis filogenético de los grupos notables de vertebrados para hacernos algunas ideas sobre los procesos evolutivos del esqueleto axial, así como su expansión funcional a labores de suspensión y locomoción fuera del agua.

Tendemos a pensar en las vértebras de todos los animales vertebrados basándonos en nuestro propio sistema esquelético, lo cual no es malo, casi nadie tiene contacto con otras versiones del esqueleto axial. El problema es asumir que nuestro sistema esquelético es la norma y no existen otras posibilidades.

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Figura 37.6. En el modelo anterior podemos apreciar con mayor claridad el esqueleto axial de un vertebrado con mandíbula primitivo generalizado, se representan los segmentos dorsales, ventrales, los centros, el notocordio y el canal sanguíneo. Las líneas punteadas representan los puntos de anclaje de los miotomos/mioceptos, los cuales son segmentos musculares.

Las vértebras no son estructuras tan simples como lo parecen a simple vista, poseen una estructura relativamente compleja que involucra al menos un órgano vestigial. Las diferentes variaciones entre los componentes óseos de las vértebras y el tamaño de los vestigios del notocordio es lo que genera la diversidad de las vértebras. Existen tres elementos principales de una vértebra. Los arcos dorsales que se relacionan con la protección neural; los arcos y centros ventrales que protegen vasos sanguíneos importantes; y el tejido conectivo que puede ser un notocordio completo o vestigios de este en forma de los discos intercalares. Cada segmento vertebral es verdaderamente complejo, consistiendo en varios arcos y centros acoplados. Pueden existir dos arcos dorsales, dos arcos ventrales, y dos centros ventrales.

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Figura 37.7. Esqueleto axial de un cocodrilo.

La evolución de estos elementos se caracteriza porque: el crecimiento de unos elementos y la disminución en el tamaño de otros; los elementos óseos desplazan al notocordio como el principal componente definitorio del eje corporal; los elementos óseos de la columna se hacen regionalmente diferenciados y especializados en algunas funciones secundarias concretas. Los componentes del esqueleto axial no solo involucran a las vértebras como tal, sino a sus derivados como las costillas y un derivado del dermatoesqueleto llamado gastralias “Figura 37.7”.

Adicionalmente, las vértebras clásicamente se clasifican en bloques dependiendo de su lugar y funciones relativas. Por ejemplo, en los peces las vértebras se clasifican como troncales o caudales. En los tetrápodos la columna vertebral se hace más especializada apareciendo regiones como: cervical, torácica, lumbar, sacra y caudal. Cada una de las regiones puede experimentar modificaciones secundarias de atrofia, hipertrofia.

  37.1 Estructura de las vértebras

Una vértebra es una estructura ósea segmentada que forma la base del esqueleto axial, puede estar compuesta por muchos huesos y tejidos blandos asociados; o tratarse de una sola estructura fusionada más los tejidos blandos asociados. Las vértebras poseen tres componentes básicos, el arco dorsal que rodea a la medula espinal, los centros laterales o internos que forman el cuerpo de las vértebras, y el arco hemático que rodea a vasos sanguíneos. Dentro de los vertebrados existe una gran variabilidad en la estructura de los centros, especialmente con respecto al pleurocentro, que puede ser mucho más grande que el intercentro.

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Figura 37.8. La vértebra de un salmón nos muestra la estructura básica de una vértebra. Esta crece alrededor del notocordio para rodear dorsalmente a la médula y ventralmente a vasos sanguíneos importantes. Esta vértebra básica puede experimentar diversificaciones, por ejemplo, la pérdida de arcos o la pérdida de partes del notocordio.

Adicionalmente, cada vértebra está unida a la siguiente por un colchón de tejido fibroso o cartilaginoso denominado disco o cuerpo, dependiendo del ser vivo al cual se esté haciendo referencia. Los discos tienen la función de articular el movimiento de las vértebras. A pesar de que los centros son la parte más visible de una columna vertebral, pareciera que también son la parte que tiende a perderse con mayor facilidad, por ejemplo, la columna vertebral de las lampreas no presenta los centros, solo algunas espinas dispersas en la región dorsal. Esta condición en la que la columna no presenta los centros se denomina aspondilia. Cada centro constituye el cuerpo de la vértebra, y en algunos linajes puede convertirse en el cilindro central, pero ese concepto de cilindro central solo es cierto para algunos vertebrados, y nuestro objeto de estudio son la mayoría de los vertebrados, donde la variación es grande. En primera instancia, la cantidad de centros puede varían entre una “monospondilios”, dos “diplospondilios”, cinco o más “polispondilios”.

Muchos amniotas presentan vertebras mixtas en donde las vértebras caudales son diplospondilias, mientras que las vértebras del tronco son monospondilias “como en el ser humano”. De todos los centros, en los amniotas el que más se desarroolla, convirtiéndose en el cilindro de la vértebra es el pleurocentro. Los remanentes del intercentro contribuyen a las vértebras cervicales, y en menor medida a otros elementos de las vértebras. El intercentro también se ve involucrado en la formación del cartílago intervertebral o disco junto con los remanentes del notocordio. En los tetrápodos una nomenclatura compleja fue desarrollada para describir las características anatómicas que en un momento llegaron a considerarse sinapomorfias, es decir, rasgos que permiten identificar a un linaje, el problema fue que cuando empezaron a describirse los fósiles transicionales de los pasos del agua hacia la tierra, así como reversiones tempranas se dieron cuenta que las estructuras de las vértebras obedecen más a adaptaciones, es decir se trata de analogías evolutivas en la que rasgos semejantes se forman varias veces debido a la Selección Natural en ambientes semejantes. A pesar de lo anterior, parte de la nomenclatura se ha mantenido, más por motivos descriptivos que por sus capacidades explicativas en términos evolutivos.

  37.2 Tipos de vértebras

👉          Vértebras aspindospondilias: Todos los elementos de un segmento vertebral se encuentran separados. Las vértebras de los peces ripidistios son un ejemplo extremo de vértebra aspidospondilia, y recibe el nombre de espina cortada o vértebra raquitomosa. En la imagen siguiente tenemos una vértebra aspindospondilia típica de los peces ripidistios como eustenopteron.

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Figura 37.9. El intercentro es grande y el pleurocentro es pequeño, ambos se encuentran por duplicado, mientras que un arco neural separado se encuentra asociado a la médula.

👉          Vértebras holospondilias: Todos los elementos se encuentran fusionados en un único segmento a través del cual atraviesan: la médula en la región dorsal, el cilindro del pleurocentro en el centro y vasos sanguíneos en la región ventral. En otras vértebras holospondilias el notocordio no está segmentalizado, en su lugar el pleurocentro posee una cavidad a través de la cual el notocordio atraviesa denominado canal del notocordio. Estas vértebras con tres canales se denominan vértebras lepospondilias. Enj la siguiente imagen tenemos una vértebra holospondilia, como la de los mamíferos.

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Figura 37.10. En la imagen anterior tenemos una vértebra holospondilia con tres canales (Figura 37.8).

La terminología de la columna vertebral o esqueleto axial depende del modo en que el notocordio se encuentra, ya sea continuo o en segmentos, así como la forma que poseen las vértebras al encajar cada segmento o disco intervertebral. Como se mencionó anteriormente, la forma del esqueleto axial está relacionado con las necesidades adaptativas y no como una homología evolutiva. En otras palabras, la estructura general de las vértebras ha evolucionado de forma independiente varias veces.

👉          Vértebras anfiplatias/acélicas: Son vértebras cuyos centros poseen terminaciones planas, y son especialmente útiles para soportar y distribuir fuertes fuerzas de compresión. Este tipo de vertebra es segmentalizado, y la estructura que conecta a las vértebras son los remanentes del notocordio, por lo que son tejidos de naturaleza conectiva y fibrosa.

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Figura 37.11. Vértebras anficélicas típicas de los mamíferos.

👉          Vértebras anficélicas: Las terminaciones de los centros son cóncavas, adicionalmente pueden presentar un canal para el notocordio, el cual en este caso sigue siendo el núcleo del esqueleto axial. Este diseño aparentemente permite una cantidad de movimiento limitada.

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Figura 37.12. Las vértebras anficélicas son típicas de los peces óseos y de los ictiosaurios.

👉          Vértebras procélicas: Cuando en su punta posterior (hacia la cola) la vértebra es convexa y en la punta anterior (hacia la cabeza) es cóncava. Las vértebras procélicas son típicas de los diápsidos como los reptiles.

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Figura 37.13. Vértebras procélicas.

👉          Vértebras opistocélicas: Cuando en su punta posterior (hacia la cola) la vértebra es cóncava y en la punta anterior (hacia la cabeza) es convexa. Las vértebras opistocélicas también son típicas de los diápsidos.

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Figura 37.14. Vértebras opistocélicas

👉          Vértebras heterocélicas: Son aquellas cuyos centros tienen forma de silla de montar, con superficies articuladas en ambos extremos, de forma tal que los discos intervertebrales no pueden verse fácilmente cuando la columna está ensamblada.

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Figura 37.15. Les vertebras anficélicas y acélicas son rígidas, mientras que las demás son articuladas y permiten libertad de movimientos.

Las vértebras heterocélicas son típicas de las aves y algunos anápsidos modernos "algunas tortugas".

De los centros se proyectan dos arcos, el arco neural y el arco hemal. Por lo general el arco neural permanece intacto ya que porta la función basal de proteger al sistema nervioso, pero el arco hemal puede abrirse liberando la arteria que protege. En su lugar los dos brazos del arco se expanden a través de una articulación con el centro denominada apófisis. Los brazos expandidos rodean el vientre y los costados del animal y pasan a denominarse vértebras. Por lo general, solo vas vértebras de toras tienen su arco hemal abierto, mientras que las vértebras causales aún conservan el arco hemal.

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Figura 37.16. Vista frontal de una vértebra anficélica con tres canales. Uno de los canales, el que se forma por el arco hemal puede separarse para formar las costillas ventrales.

  37.3 Los discos intervertebrales y el notocordio

La clasificación anatómica de las vértebras generalmente solo se basa en la forma de los centros osificados, pero los tejidos blandos asociados usualmente son de extrema importancia en la función del esqueleto axial. El notocordio es el templado básico a partir del cual los tejidos blandos de la columna se forman, tanto a nivel evolutivo como a nivel embrionario.  Muchos peces poseen un notocordio continuo que atraviesa las vértebras como el hilo que une un rosario “Figura 37.12”. En la mayoría de los vertebrados el notocordio se corta en segmentos, los cuales quedan entre los centros formando colchones de tejido conectivo fibroso-cartilaginoso “Figura 37.11”.

👉          Discos intervertebrales: Es un término genérico empleado para designar cualquier estuche de tejido blando entre las superficies articulares de los centros de las vértebras. Sin embargo, su definición estricta es: un estuche de fibrocartílago que rodea un núcleo que contiene un gel líquido denominado núcleo pulposo.  El notocordio también posee una estructura fibrosa como estuche y un núcleo líquido en su interior.

👉          Cartílago intervertebral o cuerpo: Cuando el disco intervertebral pierde su núcleo líquido y se satura con tejido cartilaginoso ya no se lo designa como tal, su nueva denominación es la de cartílago intervertebral o cuerpo. Al no ser de hueso, los discos tienen la mala tendencia a deformarse o alterar sus posiciones, lo cual puede desencadenar problemas. A medida que un animal envejece, los discos se deterioran, en los humanos, por ejemplo, la presión sobre los discos hace que nuestra estatura disminuya y que la columna se doble. Por otra parte, un impacto fuerte puede sacar un disco de su lugar dañando severamente a la médula nerviosa en su interior e impidiendo varios tipos de movimiento.

  37.4 Esternón

El esternón es una estructura que se encuentra en la región ventral media, al igual que las costillas, su origen está relacionado con los mioceptos musculares que definen la segmentalización del cuerpo de los vertebrados. El esternón tiene múltiples funciones, pero la mayoría de ellas está relacionada con las vértebras reales, con quienes forma una sola entidad funcional denominada caja torácica. El esternón, al igual que las vértebras experimenta una enorme plasticidad, por lo que no resulta muy útil como un rasgo para realizar definiciones filogenéticas. Los peces por ejemplo no lo presentan, al igual que los primeros tetrápodos como acantostega. Los anfibios modernos poseen esternón, pero muchos diápsidos no lo presentan como las tortugas, las serpientes, los lagartos sin extremidades, aunque los demás diápsidos si tienen uno.

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Figura 37.17. Esternón de una salamadra (a), una rana (b) y un lagarto (c).

Tal vez uno de los detalles importantes es que el esternón siempre está asociado a la cintura pectoral y a los apéndices superiores, todos los diápsidos con esternón tienen brazos, y en ellos, este hueso soporta mucho del peso del animal. En las aves, donde el esternón no soporta el peso, este presenta una hipertrofia ventral denominada quilla o carina, nosotros en Colombia lo llamaríamos el hueso de la pechuga. La carina provee el sitio de anclaje para los poderosos músculos del pecho de las aves, que sustentan el aleteo de elevación del vuelo autónomo.

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Figura 37.18. La forma del esternón está fuertemente influenciada por las necesidades de movimiento de la cintura pectoral y las extremidades superiores. En azul se muestra la carina o quilla que aloja a los músculos del vuelo autónomo.

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Figura 37.19. El esternón de los gatos nos muestra que esta estructura puede variar mucho, aun al interior de los mamíferos. En los humanos se muestra que el esternón consta de dos o tres huesos, pero en los gatos el esternón posee más segmentos, los cuales amplifican su capacidad de movimiento.

En este sentido podríamos considerar al esternón como una parte de la cintura pectoral/escapular y como consecuencia, una parte del esqueleto apendicular. En la mayoría de los mamíferos el esternón consiste en una cadena de elementos osificados en serie denominadas estérnebras. La ausencia del esternón en los linajes más probable de ser los ancestros comunes de los anfibios y de los amniotas hace pensar que la estructura es análoga y evolucionó de forma independiente varias veces en diferentes grupos.

  37.5 Gastralia

Más allá del esternón y las costillas algunos vertebrados generan una estructuras osificadas derivadas del tejido dérmico denominadas gastralias, las cuales operan como costillas abdominales. Al ser de origen dérmico, son semejantes en historia al dermatocráneo, es decir, su origen último está relacionado a las escamas corporales de tetrápodos primitivos. Al igual que las gastralias, las escamas abdominales permitían soportar las vísceras, y su organización es muy semejante a la de las gastralias.

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Figura 37.20. Gastralias de dinosaurio.

Las gastralias nos hacen clara una cosa, puede que el sistema esquelético de los vertebrados sea juzgado desde nuestro punto de vista por nuestro propio esqueleto, siendo este un endoesqueleto, pero eso no significa que todos los vertebrados posean un esqueleto óseo siempre interno. El esqueleto es un sistema diverso, que puede originarse de tejidos ubicados en la dermis o en los músculos, y por lo tanto sometido a cambios dinámicos en los diferentes linajes de vertebrados. Esto también explica la existencia de ciertas enfermedades en la que el músculo se osifica.

38. Forma y función del esqueleto axial

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La mayoría de los cambios filogenéticos en la estructura de la columna vertebral que le conllevan a nuevas funciones dependen significativamente del cambio en la matriz en la cual el organismo se sostiene y se desplaza, es decir, si el animal se encuentra en el agua o en un ambiente seco. En un ambiente acuoso el organismo vertebrado no depende del esqueleto como sistema de soporte, la misma boyancia o flotabilidad del agua hace que todo su cuerpo se mantenga estable sin colapsar. Dado que el soporte no es un problema para los peces, el verdadero lio es el movimiento, el agua ejerce mucha resistencia al movimiento, por lo que los peces requiere casi inevitablemente formas hidrodinámicas “con forma de torpedo” para facilitar su desplazamiento.

El segundo problema para un organismo acuático es la orientación tridimensional de su espacio. Cualquier cuerpo con forma de torpedo tiene la tendencia a girar como una bala sin control alguno, lo cual dificulta seguir una ruta preestablecida. Para estabilizarse, los peces emplean las aletas rígidas.

La tierra tiene sus propios problemas. El primero es que el cuerpo ya no puede emplear el rozamiento con la matriz externa para desplazarse, por lo que la región caudal se hace menos importante a la hora de desplazarse, las aletas ya no deben estar rígidas, sino que deben poder ejercer fuerzas variables contra el suelo. Por otra parte la gravedad en el suelo no es contrarrestada por la flotabilidad como en el interior del agua. La columna debió simplificarse y hacerse más sólida con el fin de evitar el colapso del dorso del animal. El proceso fue tan efectivo que la columna puede soportar cantidades importantes de peso como en los pelicosaurios o en los bisontes.

La regionalización del sistema esquelético sirve como un mecanismo simplificador del proceso evolutivo del sistema esquelético axial en los vertebrados terrestres, lo cual en cierta medida es peligroso, ya que hace ver al proceso evolutivo de una forma falsamente lineal. La regionalización nos habla de grandes procesos evolutivos, de generalidades innegables construidas por las diferentes hipótesis concretas.

  38.1 La regionalización del esqueleto de los peces.

En los peces la columna vertebral se encuentra diferenciada en dos regiones la región del tronco y la región caudal. En el siguiente modelo tenemos el sistema esquelético de un pez con énfasis en las regiones de la columna vertebral. Las vértebras no presentan puntos de giro denominados zigapófisis, estas permiten de las vértebras giren como una bisagra. En este sentido, la columna de un pez es rígida pero flexible, esto se debe a que es atravesada por un notocordio como si se tratara del hilo que une un rosario de vértebras. Los centros no están especializados a menos que estén asociados a las costillas y los arcos neurales y ventrales.

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Figura 38.1. Regiones del esqueleto axial de los peces.

El esqueleto de los peces no sirve como estructura de soporte corporal, de hecho, se puede decir que es más como en los invertebrados, dependiente de la dureza de los tejidos y de la tención hidrostática de los órganos. La función del esqueleto en los peces es ofrecer un punto de apoyo firme a los músculos que les permiten nadar con gran actividad. El endurecimiento del notocordio a medida que es reemplazado por las vértebras impide el cuerpo en forma de torpedo de la mayoría de los peces se doble, aunque permite una gran cantidad de flexibilidad, en especial para el movimiento de la región caudal que les da su movimiento en el agua. El tórax es bastante largo y no existe una región lumbar.

  38.2 La regionalización del esqueleto de los tetrápodos

En los tetrápodos aparecen dos estructuras, la región cervical dotada se zigapófisis, la cual conforma el cuello móvil y la segunda es la presencia del hueso sacro. En el siguiente modelo tenemos una r econstrucción de un tetrápodo primitivo, perobablemente Ichthyostega. Se observa que la región del tórax es larga con una región lumbar tan pequeña que ni siquiera se señala. Cabe resaltar que algunas reconstrucciones de Ichthyostega son representadas con una región lumbar, y se dice que su desplazamiento en el agua sería semejante al de una foca, aunque tal acción sería poco probable debido a sus vertebras.

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Figura 38.2. Regiones del esqueleto axial de los tetrápodos primitivos.

El cuello se observa inicialmente en Tiktaalik roseae (Hohn-Schulte, Preuschoft, Witzel, & Distler-Hoffmann, 2013; Shubin et al., 2014) un tetrápodo muy primitivo semejante a un pez, pero con la habilidad de asomar su cabeza por encima del agua sin que su cuerpo tenga que hacerlo, probablemente su estilo de vida fuera semejante al de los cocodrilos actuales, ya que se trataba de un pez pulmonado de cabeza chata. La región lumbar de la columna aparece gracias a que la cintura escapular se separa del condrocráneo y dermatocráneo. En el curso de la evolución de los tetrápodos puede verse que el tamaño de los huesos pectorales aumenta, lo cual implica una mayor importancia del desplazamiento en tierra, pero esto trae un problema, la gravedad. Para la región pectoral, la cintura pectoral se contrapone a la gravedad, pero en la región caudal se hizo necesario el reforzamiento de la pelvis y su fusión con la columna. Las vértebras de la columna que recibieron a la pelvis debieron reforzarse para no desviarse con el peso del animal, y para esto, la solución generalmente es la fusión. Las vértebras fusionadas en la región de la pelvis reciben el nombre de hueso sagrado o sacro. Su origen se remonta a la antigua Grecia, ya que el sacro era el hueso que solía sacrificarse a los dioses.

  38.3 Regionalización del esqueleto en los amniotas primitivos

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Figura 38.3. Los pelicosaurios "amniotas más semejantes a los mamíferos que a los reptiles diápsidos" mostraban un esqueleto semejante al de los peces sin una región lumbar.

Los amniotas primitivos se asemejan a los peces de los cuales descienden en el sentido de que carecen de la región lumbar, es decir, de un segmento entre la pelvis y la escápula que carezca de vertebras "con algunos excepcionas como en las reinterpretaciones de Ichthyostega". De hecho, la aparición de la región lumbar fue realizada de forma independiente por los sinápsidos y los diápsidos, prueba de esto es que los sinápsidos más primitivos como los pelicosaurios aún tenían un tórax de pez que carecía de una región lumbar.

  38.4 Regionalización del esqueleto de los mamíferos

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Figura 38.4. Regiones del esqueleto axial de un mamífero primitivo.

Los mamíferos se caracterizan por la región lumbar. La región lumbar es una sección sin costillas, aunque cabe preguntarse ¿Cuál es la ventaja de perder la armadura protectora alrededor de órganos vitales como el estómago? La razón es la velocidad, los estudios han demostrado que la perdida de las costillas abdominales se relaciona con el desarrollo de miembros más largos y gráciles, lo cual implica que las costillas abdominales impedían un movimiento rápido. Cuando un guepardo corre, por ejemplo, su región abdominal se contraste mucho, para cumular poder y transmitirlo a las patas posteriores. Si existen costillas en este punto, correrían el riesgo de romperse, note que la región del tórax no se mueve durante la carrera de un guepardo.

  38.5 Regionalización del esqueleto de las aves

Las aves son un ejemplo interesante en los cambios que puede sufrir la columna. De hecho, de todos los rasgos que asociamos con las aves, las modificaciones en la columna fueron de los más tardíos. La columna vertebral de las aves es rígida, rígida y compacta en extremo debido a que la mayoría de sus vertebras se encuentran fusionadas en una estructura llamada sinsacro. La rigidez de la espalda se acompaña con una rigidez en el vientre debido a que el esternón se encuentra vinculado a la rodilla, lo cual hace que todo el tronco de un ave sea una unidad estructural sólida, lo cual permite desviar todo su poder y espacio muscular a los grandes músculos de las alas.

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Figura 38.5. La principal característica de las aves modernas es que las regiones del tórax, lumbar, sacro y caudal se han fusionado e inmovilizado, permitiendo desviar puntos de anclaje muscular a las alas.

De hecho, la evolución del sinsacro aviar muestra un ejemplo particularmente ilustrativo de lo gradual que puede llegar a ser el proceso evolutivo, una vez que se tienen los condenados fósiles transicionales suficientes. Comenzando con Archaeopteryx que posee cinco sacros no fusionados “no posee sinsacro”, ascendemos del siguiente modo: Jeholornis con el primer sinsacro conocido compuesto por seis sacros, Sapeornis, Confuciusornis y Protopteryx tienen un sinsacro compuesto por siete sacros, Cathayornis posee ocho sacros y Yanornis posee nueve sacros (Pu et al., 2013). En las aves modernas los sacros varían entre 10 a 20 sacros.

39. Filogenia del esqueleto axial

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  39.1 Peces sin mandíbula

Los peces sin mandibular más importantes obedecen a dos grupos, los ostracodermos y los ciclóstomos. De los dos, solo los ciclóstomos presentan linajes vivos como los mixinos y las lampreas.  En los ostracodermos el notocordio es grande y prominente, siendo la principal estructura del esqueleto axial.

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Figura 39.1. En el modelo anterior tenemos el esqueleto axial y el cráneo de la lamprea, en verde todos los elementos cartilaginosos del esqueleto axial, incluyendo el condrocráneo, en azul el esplancnocráneo y en amarillo los elementos de las vértebras en una lamprea.

Los ostracodermos poseían no solo placas de hueso en la cabeza, sus escamas también eran muy duras, como las escamas fulcrales que cumplirían la función de proteger la médula espinal por debajo. Los elementos vertebrados que abrazan al notocordio son difíciles de documentar, debido a que el esqueleto interno no tiende a preservarse de forma clara, posiblemente debido a que al igual que el condrocráneo, el esqueleto axial era cartilaginoso. En algunos grupos como los heterostrocanios, los osteostracanios y los galaeaspidios se observan rastris de elementos de las vértebras. Los ciclóstomos presentan una situación similar. Los mixinos por ejemplo posen un notocordio prominente sin ninguna evidencia de generar vertebras, aunque posiblemente esto se debe a una pérdida secundaria de las vértebras ancestrales. Las lampreas poseen elementos de las vértebras solo en la región dorsal alrededor de la medula espinal, pero son solo anillos dispersos de naturaleza cartilaginosa.

  39.2 Placodermos y acantodios

En la mayoría de los peces primitivos, el esqueleto axial es una columna que consiste en un notocordio prominente alrededor del cual se engarzan pequeños elementos óseos o cartilaginosos. No existe evidencia de la existencia de los centros, aun cuando los arcos ventrales y dorsales usualmente hacen presencia. Algunos placodermos preservan evidencia de un notocordio prominente, así como de arcos neurales y hemales prominentes.

En los acantodios exhiben un patrón similar, el notocordio es prominente, mientras que las vértebras se hacen presentes solo como arcos neurales en el dorso y como arcos hemales en la cara ventral del notocordio. Las impresiones fósiles de la mayoría de los acantodios muestran evidencia de que sus arcos neurales y ventrales ya se encontraban osificados de forma clara. En cualquiera de estos casos, no hay evidencia de la formación de los centros vertebrales.

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Figura 39.2. Esqueleto axial del placodermo Coccosteus.

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Figura 39.3. Esqueleto axial del acantodio Acanthodes.

  39.3 Tipos de aletas axiales

En la mayoría de los peces el esqueleto axial continua hasta la región caudal, lo que llamamos cola. En esta región posterior, puede tomar diversas formas especializadas. En la aleta heterocerca la punta posterior forma una aleta con dos lóbulos diferenciados, uno ubicado dorsalmente y otro ventralmente. El esqueleto axial en este tipo de aletas trascurre por todo el lóbulo dorsal, mientras que lo que constituye al resto de la aleta son radios.

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Figura 39.4. Tipos de aletas caudales.

Las aletas con un solo lóbulo parecen homólogas, pero la disposición del esqueleto axial revela otra cosa. En las aletas dificercas el esqueleto axial queda en una posición central y toda la aleta está formada por radios que emergen de los radios neurales y dorsales. En las aletas homocercas el esqueleto axial se proyecta dorsalmente en la cola, y el resto del lóbulo está compuesto por radios que emergen de los arcos hemáles. Los radios de las aletas caudales reciben el nombre formal de huesos hipurales.

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Figura 39.5. En el modelo anterior se representa la columna vertebral de un tiburón, el notocordio aun presente atraviesa las vértebras como el hilo conductor que evita que los discos vertebrales se salgan de su lugar. Adicionalmente a tener que nadar todo el tiempo, las colas asimétricas de los tiburones generan fuerzas de empuje hacia arriba, que mantienen a flote la región posterior del animal.

Las aletas caudales tienen su forma relacionada con la capacidad de formar boyancia neutral. Los peces que no poseen vejigas natatorias o pulmones se hundirían como un ladrillo si no permanecen nadando todo el tiempo, en este tipo de animales las aletas heterocercas asimétricas son comunes. En los peces con vejigas o pulmones, el aire en su interior los ahce flotar con mayor facilidad, a su vez sus aletas tienden a tener una condición monolobular ya sea homocerca o dificerca.

  39.4 Peces cartilaginosos

A diferencia de los acantodios, donde en notocordio es prominente y continuo, en los tiburones y demás condrictios los elementos de las vértebras se hacen más grandes hasta convertirse en la estructura prominente del esqueleto axial. A pesar de esto, el notocordio aun es continuo y opera como el hilo que une a un rosario.

  39.5 Peces óseos de aleta radiada

Los peces óseos modernos pueden presentar, para sorpresa de algunos, un esqueleto mixto, en donde las vértebras son cartilaginosas, ejemplos de esta situación la presentan los esturiones. La mayoría de los peces por otro lado presentan una columna vertebral más típica hecha de hueso y no de cartílago, con presencia de los centros que pueden rodear al notocordio o reemplazarlo de forma segmentalizada. Las espinas neurales y las dos series de costillas se hacen más grandes, así como otros elementos accesorios del esqueleto que ayudan a estabilizar al animal.

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Figura 39.6. En la imagen anterior podemos ver un modelo de la estructura de las vértebras de los peces óseos, se destaca su juego doble de costillas (rib), siendo las más dorsales llamadas “dorsal rib” y las más ventrales “ventral rib”, así como la punta expandida del arco neural o espina.

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Figura 39.7. Posición en reposo de la columna (a, c), posición en movimiento activo de la columna (b, e). En (d) se muestran las consecuencias de una columna sin tejido fibroso que sea resiliente, es decir, que no sea capaz de recuperar su forma original al estirarse o contraerse. Notocordio continuo evita que los discos se salgan, como si ocurre en otros vertebrados donde hay una segmentación más marcada.

El esqueleto axial se encarga de actuar como una banda elástica que se estira y se contrae con el fin de proveer el eje sobre el cual los poderosos músculos laterales y caudales ejercen su fuerza. Estos movimientos son los que le dan a los peces su movimiento. El notocordio no se perdió del todo por el hueso, debido a que su naturaleza fibrosa el ayuda a recuperar su forma al ser estirado o comprimido, lo cual evita que las vértebras se salgan de su lugar durante la actividad del pez durante el nado.

  39.6 Peces óseos de aleta lobulada

En los sarcopterigios el notocordio continúa siendo el principal componente del esqueleto axial, y eso incluye a los ripidistios, los ancestros de los tetrápodos modernos. En los sarcopterigios la columna vertebral puede llegar a ser incluso rudimentariamente cartilaginosa.

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Figura 39.8. Esqueleto axial de un pez tetrápodo primitivo elpistostegalio.

Los ripidistios primitivos presentan las vértebras bien osificadas, pero presentan una estructura altamente diferenciada entre sus centros y sus arcos, denominada vértebra aspidospondilias. Sin embargo, esta división en los elementos de las vértebras no duró mucho, ya que los ripidistios más recientes y grandes presentan nuevamente vértebras fusionadas con un único centro muy grande en forma de tambor que crea un anillo alrededor de la médula espinal.

  39.7 Esqueleto axial de los tetrápodos

A medida que las formas transicionales aparecen en el registro fósil, se observa un paulatino cambio en las estructuras de la columna vertebral, la cual se caracteriza por:

👉          Reducción del notocordio, el cual se segmentaliza, convirtiéndose únicamente en los ojos que permiten el movimiento de la columna.

👉          Fusión de los elementos de la columna, para formar vertebras únicas, más duras.

👉          Crecimiento de uno de los centros, estos crean un tambor central, el cual reemplaza al notocordio como principal eje axial del cuerpo del vertebrado. Sin embargo, cuál de los dos centros crece depende del linaje, en algunos es el intercentro, y en otros es el pleurocentro el que crece.

Uno de los rasgos que mantuvieron los tetrápodos primitivos ya más adaptados a la tierra, así como algunos de sus descendientes anfibios es el movimiento de balanceo lateral del cuerpo. En los peces este balanceo lateral transmite la potencia del cuerpo hacia la aleta caudal, lo cual impulsa al pez en el agua. Los tetrápodos primitivos, mantenían el mismo movimiento de la columna para el desplazamiento en tierra aun cuando era ineficiente, transmitir energía a la región caudal no favorece el movimiento. Esto se debía a que el notocordio aún era continuo, e impedía que cada vértebra se moviera de forma independiente como en Acanthostega e Ichthyostega. Otro rasgo general de la columna vertebral de los tetrápodos primitivos es su alta dependencia de los estilos de vida, las formas terrestres tendían a tener una columna vertebral más simple y rígida, con menos centros. Mientras que las formas acuáticas o semiacuáticas dependían más de vértebras con muchas partes móviles. En cualquier caso, la evolución de la columna en los tetrápodos primitivos es muy compleja, debido a las salidas y regresiones de los modos de vida acuáticos, terrestres y semiacuáticos.

Los amniotas evolucionaron de aquellos tetrápodos que desarrollaron su pleurocentro como el mayor componente de la vértebra, algunos presentan un intercentro más pequeño, mientras que otros como los mamíferos “incluyendo al ser humano” lo han perdido por completo. La mayoría de los libros de texto de anatomía humana no se molestan en poner el nombre completo del centro/cuerpo de la vértebra, que es el pleurocentro, por tal razón llega a ser un poco complicado realizar el análisis evolutivo de esta estructura en términos de la anatomía comparada. Existe una amplia gama de especializaciones de la columna vertebral entre los amniotas. Las tortugas por ejemplo presentan una modificación extrema en la que partes de la columna se fusionan con las costillas y otros huesos dérmicos para formar la caparazón externa. Este tórax con forma de caja, a diferencia de los demás tórax de los vertebrados, es capaz de rodea a la cintura escapular y la cintura pelviana, protegiendo los apéndices de los depredadores cuando el animal se retrae en el interior de su armadura “Figura 39.9”.

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Figura 39.9. La fusión de los huesos axiales en las tortugas da lugar a su concha.

En otras ocasiones, la cantidad de vértebras especializadas aumenta, en la mayoría de los vertebrados existen dos vértebras en el cuello llamadas atlas y la segunda llamada eje permite el movimiento del cuello. En las serpientes se adicionan más ejes a lo largo de su columna, lo cual provee de puntos de torsión adicionales. Las aves tienen a poseer vertebras extremadamente móviles en el cuello.

En el otro extremo del cuerpo, la columna se encuentra altamente simplificada las vértebras de la región torácica posterior, así como las lumbares sacras y ocasionalmente las caudales forman y una sola unidad el sinsacro “Figura 39.10”.

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Figura 39.10. Vértebras del cuello de una jirafa.

En el extremo del sinsacro se encuentra la región caudal reducida en las aves denominada pigóstilo, encargada de maniobrar las plumas de la cola. En los mamíferos, el movimiento del cuello también es muy importante, siendo constituido por siete vertebras, incluyendo a las jirafas, aunque existen algunas excepciones, por ejemplo, las ballenas que aunque no mueven sus cuellos, si poseen vértebras cervicales “seis” o los perezosos que poseen una variación de entre seis y nueve vértebras cervicales. Las vértebras de tórax son entre 15 y 20, mientras que las vértebras que se fusionan para generar el sacro van de dos a tres, aunque en los homínidos son generalmente cinco.

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Figura 39.11. Región sacra y caudal de un pollo.

40. Las aletas en los vertebrados

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A partir de los componentes del esqueleto apendicular, la evolución ha desarrollado algunos de los sistemas locomotores más elegantemente especializados, desde las aletas de los vertebrados acuáticos hasta las alas de las aves. Al igual que el resto del sistema esquelético, el sistema apendicular se encuentra bien representado en el registro fósil.  Esto nos pondrá en contacto con algunos detalles estructurales de linajes extintos, y nos dará ejemplos de cómo proceden los procesos evolutivos guiados por las fuerzas ciegas de la selección natural y la variabilidad aleatoria. Con el esqueleto apendicular se puede delinear una relación directa entre la forma estructural, la función y la filogenia. No se necesita ser un ingeniero aerodinámico para entender que, las alas de las aves le dan acceso al aire, pero al mismo tiempo existen especies especializadas en estilos de vida no voladores. Las transiciones y los retornos del aire a la tierra, al agua y viceversa poseen un impacto en el diseño y rediseño del sistema apendicular con una serie de limitaciones correspondientes.

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Figura 40.1. En la imagen anterior tenemos la extremidad anterior de un ave voladora "arriba" y de un pingüino "abajo".  A pesar de que ambos son claramente homólogos, su función es completamente diferente, ya que el apéndice en el ave funciona como ala, mientras que en el pingüino funciona de aleta.

Dichas limitaciones son las que nos permiten determinar los diferentes cursos evolutivos de muchos linajes de vertebrados. Varias transiciones evolutivas de importancia están relacionadas con cambios en el sistema esquelético apendicular, como la transición de los tetrápodos acuáticos a formas terrestres, la aparición de las aves a partir de los dinosaurios, el desarrollo de los primates adaptados a la vida arbórea, el retorno de algunos carnívoros a la vida acuática “focas y familiares cercanos, ballenas y familiares cercanos”, y la misma evolución del hombre.

Las extremidades son tal vez de los rasgos que podemos asociar más directamente con el modo de vida de los animales vertebrados. Por lo general tenemos ter tipos, aletas, extremidades terrestres “patas, brazos etc” y alas. Aunque idealmente asociamos estas extremidades con grupos de animales específicos, estas estructuras son muy flexibles, y pueden cambiar de una a otra. Por poner un ejemplo, si bien la mayoría de las aves utiliza sus extremidades como alas, los pingüinos los usan como aletas.

Otro ejemplo sería el de los murciélagos que usan sus extremidades como alas, y en los mamíferos marinos que usan sus extremidades como aletas. En términos evolutivos, las extremidades de nutrias, focas y leones marinos son bellamente transicionales en el sentido de que se usan tanto en un ambiente terrestre y un ambiente marino. El esqueleto también muestra una tendencia a no realizar regresiones marcadas, por ejemplo, en las ballenas las extremidades anteriores aún conservan dígitos aun cuando no los necesitarían formalmente, esta irreversibilidad a una estructura radial más coherente con la función se la denomina como la ley de Dollo (Gould, 1970).

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Figura 40.2. Manus adaptadas en aletas de (A) ballena; (B) manatí; (C) león marino; y (D) foca.

El sistema esquelético apendicular de los vertebrados se compone por las aletas pareadas o extremidades, las cinturas y las estructuras que soportan la cintura al esqueleto endocondral. La cintura anterior recibe varios nombres: cintura pectoral, cintura escapular o simplemente hombros. Esta cintura hace parte del dermatocráneo en los peces más primitivos, por lo que no es de extrañar que sus huesos sean de origen dérmico, aunque algunos segmentos del endoesqueleto endocondral contribuyen a soportarla. La cintura posterior se denomina cintura pelviana o caderas, a diferencia de la cintura pectoral que surge de la mezcla de huesos dérmicos y axiales, la cintura pelviana surge a partir de elementos en endoesqueleto endocondral.

  40.1 Aletas

Las aletas son estructuras que sirven para estabilizar a un organismo con un cuerpo altamente hidrodinámico “con forma de torpedo” en el agua, sin ellas, el pez giraría sin ningún control de dirección, impidiendo un desplazamiento óptimo en el agua. Los vertebrados terrestres han desarrollado una amplia gama de aletas, desde las que poseen procesos esqueléticos, pasando por las aletas de queratina, tejido conectivo y tejido adiposo.

Dentro de las aletas generadas por procesos esqueléticos podemos enlistar: las aletas pectorales, las aletas pélvicas, las aletas dorsales, las aletas anales, y las aletas caudales. Los peces pueden poseer todos estos tipos de aletas, mientras que los vertebrados que han regresado de forma secundaria al mar se caracterizan por poseer solo las aletas pectorales, dorsal y caudal. Adicionalmente las aletas pueden clasificarse entre aquellas que poseen simetría bilateral y aquellas que son únicas. Las aletas con simetría bilateral vienen en parejas, una a cada lado del cuerpo, y esas son las que más nos interesa a nivel evolutivo para el esqueleto apendicular.

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Figura 40.3. En el modelo anterior podemos ver la nomenclatura básica de las aletas.

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Figura 40.4. En el modelo anterior podemos observar un corte transversal de una aleta radiada de tiburón en una vista a 3/4 (izquierda) y en una vista frontal (derecha). Los ceratotrichios forman barras que proyectan la membrana de la aleta por fuera del tronco corporal.

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Figura 40.5. En el modelo anterior podemos apreciar un corte transversal de la aleta radiada de un pez óseo en una vista a 3/4 (izquierda) y en una vista frontal "derecha". En esta aleta se observa la presencia de huesos en el interior del tronco del cuerpo denominados basales, los cuales son de origen dermis. Los basales de la región pectoral se unen a una parte del condrocráneo llamado cintura escapular.

Estamos tan acostumbrados a pensar que las aletas son un componente obligatorio de un pez, que el solo hecho de mencionar la existencia de peces sin aletas puede resultar raro, pero los hay y principalmente, los hubo. Particularmente hablando, los peces de los linajes ancestrales se caracterizan por la carencia de todas las aletas menos las caudales, en su lugar pueden estar presentes espinas, lóbulos o procesos adiposos, pero no aletas en sentido estricto. A diferencia de estas proyecciones, las aletas son una estructura membranosa organizada internamente por una serie de estructuras en red llamadas radios, los cuales extienden la membrana de la aleta. Los radios son estructuras esqueléticas, que al igual que mucho del esqueleto que aparece después de los ostracodermos, es de origen dérmico.

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Figura 40.6. En el modelo anterior podemos apreciar la estructura de una aleta radiada: cintura, pterigioforo basal, pterigioforo radial y radios dérmicos.

En los peces condrictios elasmobranquios como los tiburones los radios de las aletas son designados por el nombre formal de ceratotriquia, se trata de fibras delgadas de queratina, en otras palabras, las aletas en los peces cartilaginosos no están hechas de ningún tipo de esqueleto, ya sea este cartilaginoso y óseo. Los radios de las aletas en los peces óseos reciben el nombre formal de lepidotriquias, las cuales se encuentran osificadas, algunas con cartílago y otras con hueso. Algunos peces de aleta ósea, la punta de la aleta puede estar reforzada en la punta por otras barras queratinizadas denominadas actinotriquias.

  40.2 Aletas radiadas

En los peces más antiguos, así como en la gran mayoría de peces óseos actuales, las aletas son aletas de radios. Generalmente la estructura de las aletas radiadas es la de un hueso o espina principal que se conecta a la cintura y que es bastante largo llamado pterigioforo basal. De este hueso principal se desprenden lateralmente una serie de huesecillos más delgados que comienzan a generar radios llamados pterigioforos secundarios o radios esqueléticos. De la punta de estos huesecillos, se proyectan los radios dérmicos más finos. Debemos también diferenciar entre las aletas y las espinas, por lo general las espinas (o aletas de espinas) son estructuras que no vienen en parejas, como las de la aleta postanal o de la espalda del pez. Las aletas que en verdad nos interesan son las que vienen en parejas, de las cuales solo hay dos parejas, una pareja cerca a la cabeza ancadas a la cintura escapular "aletas pectorales" y el otro par cerca al ano ancladas a la cintura pelviana "aletas pelvianas".

El esqueleto de Forcipiger longirostris nos ayuda a diferenciar entre las falsas aletas y las aletas reales,  las falsas aletas vienen en singular, mientras que las aletas reales vienen en parejas a cada lado. Adicionalmente la cintura pectoral o escapular está conectada al cráneo y no a la columna, mientras que la mayoría de las cinturas pelvianas, si es que están presentes, se encuentran desconectadas de la columna flotando.

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Figura 40.7. (Arriba) Fotografía de  Forcipiger longirostris y (Abajo) su esqueleto.

  40.3 Aletas lobuladas

Las aletas lobuladas actuales tienen una estructura relativamente similar entre sí.

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Figura 40.8. En el modelo anterior tenemos las aletas lobuladas de un pez pulmonado moderno, el Neoceratodus. Estas aletas son extremadamente delgadas.

Todas son más o menos una estructura alargada y segmentada, como si fueran un eje del cual a ambos lados se proyectan radios. En los peces pulmonados modernos, los radios se proyectan casi en toda la longitud del eje segmentado. Mientras que, en el celacanto moderno, los radios se proyectan desde los últimos segmentos, dejando a los demás segmentos como meras anclas para las fibras musculares, de allí el nombre de aleta lobular.

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Figura 40.9. Todas son aletas lobuladas poseen un sistema rígidamente óseo como eje central y rodeado por un sistema muscular, el tamaño, disposición de los huesos y cantidad de huesos es muy diferente entre unos y otros, en otras palabras, las aletas lobuladas son y fueron muy diversas.

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Figura 40.10. En los modelos anteriores podemos ver las aletas lobuladas de peces modernos "los primeros tres de izquierda a derecha" y de dos peces fósiles transicionales "los dos a la derecha".

Esta amplia diversidad de aletas lobuladas contrasta con la absurda estandarización de las extremidades de los vertebrados terrestres, la cual se explica por descender de un ancestro común con un único tipo de aleta, a la cual denominamos en general como el quiridio. De hecho, ningún pez moderno exhibe un quiridio típico, y si no fuera por los peces ripidistios fósiles, sería problemático justificar la evolución de los animales terrestres desde los peces.


41. El quiridio de los vertebrados

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Como habíamos dicho, el quiridio es la extremidad básica de los tetrápodos terrestres, pero ¿qué es exactamente? Observemos las siguientes figuras.

El quiridio es un tema recurrente en las extremidades de los vertebrados terrestres, sin importar que las extremidades se empleen como patas, brazos, aletas, alas, palas, puñales etc, la estructura fundamental se mantiene como una constante. Sin embargo, esta imagen de las homologías no nos definen que es exactamente un quiridio (Figura 41.1). El quiridio tal como se lo puede ver evolutivamente es un tipo de aleta lobulada que se caracteriza por un eje central del cual se van desprendido cada vez una mayor cantidad de elementos, típicamente la primera sección solo tiene un hueso, la segunda posee dos huesos y la última posee huesos múltiples organizados radialmente. Cada una de esas secciones recibe un nombre formal.

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Figura 41.1. El quiridio es el nombre que le damos a la configuración conservada de los huesos de las extremidades de los vertebrados.

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Figura 41.2. En el modelo anterior tenemos los nombres de las tres partes básicas de un quiridio, la primera es el estilopodio, la segunza es el zeugopodio y la tercera es el autopodio. Adicionalmente en inglés se emplea la palabra forelimb para referirse a las extremidades anteriores/superiores y hindlimb para referirse a las extremidades posteriores/inferiores.

  41.1 Autopodio

Compuesto por el manus (manos) y el pes (pies) dependiendo de si estamos hablando del quiridio pectoral o del quiridio pelviano. El autopodio es una estructura compleja, compuesta por una gran cantidad de elementos que reciben los nombres de carpianos en el manus y de tarsianos en el pes; metacarpianos en el manus, y metatarsianos en el pes y por las falanges (dedos o dígitos) en cualquiera de los dos. Se emplea la expresión latina manus y pes, debido a que no todas las extremidades superiores o manus funcionan como manos/hands, por ejemplo, en los dinsaurios aviares el manus se adaptó a una vida arbórea y de vuelo, mientras que en los mamíferos marinos el manus se adaptó a ser una aleta. Manus y pes en este contexto hace referencia a la posición sin tomar en cuenta la especialidad de la estructura.

  41.2 Estilopodio

Está constituido por un elemento único, el humero para la extremidad pectoral y el fémur para la extremidad pelviana, esta estructura es la que se conecta a la cintura respectiva y por lo tanto es homologa al pterigioforos de las aletas radiadas.

  41.3 Relaciones evolutivas

Ningún pez moderno sarcopterigio (de aletas lobuladas) posee sus huesos en la disposición de un quiridio típico, por lo que para probar una relación entre los peces y los tetrápodos terrestres se debe encontrar a un pez sarcopterigio que tenga sus huesos en la disposición de un quiridio. Y allí es precisamente donde entran los fósiles transicionales que deberían probar tal relación, en otras palabras un quiridio que funcione como aleta en un PEZ, cosa que actualmente no se ve, ya que todos los quiridios que funcionan como aletas lo son de manera secundaria, como las aletas de los pingüinos, las focas y las ballenas “Figura 41.3”.

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Figura 41.3. En el diagrama filogenético de aletas anteriores, se representa las relaciones evolutivas posibles entre diversos grupos, solo dos son radiadas (Acanthodes y Mimia) en el extremo izquierdo, los demás son aletas lobuladas, de los cuales solo Latimeria, Glyptolepis y Neoceratodus están vivos. Las demás son aletas lobuladas que muestran la variedad de formas que tuvieron este tipo de aletas. Destaca Tiktaalik y especialmente Acanthostega ya que este último ya muestra la estructura de un quiridio típico aunque con dígitos extra (Raff, 2007).


42. Origen de las aletas pareadas

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Las aletas pareadas son aquellas que poseen una naturaleza especular, es decir, las que se encuentran una a cada lado siendo su imagen reflejada en un espejo. Los peces y los tetrápodos terrestres generalmente poseen dos parejas de aletas o de sus modificaciones evolutivas denominadas quiridios. Originalmente las aletas pareadas no eran empleadas para generar propulsión al interior del agua, de hecho, su funcionamiento es más semejante al de las alas de los aviones de geometría variable como el f-14, permite maniobrar al animal a gran velocidad o en ambientes cerrados mediante una geometría variable. Las aletas pareadas al igual que las alas impiden que un pez con forma de torpedo se desvíe de su rumbo en aguas abiertas. Los peces sin mandíbulas se caracterizan por una marcada ausencia de aletas verdaderas, optando por espinas en su lugar.

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Figura 42.1. La geometría variable de un F-14 le permitía maniobrar mejor dependiendo de si avanzaba a baja velocidad “alas extendidas” o a alta velocidad “alas plegadas”.

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Figura 42.2. Los peces sin mandíbula solo poseen una aleta caudal-dorsal.

En los peces con mandíbulas se desarrollaron dos tipos básicos de aletas, la aleta metapterigial y la aleta arquipterigial. Ambas aletas presentan un eje de huesos basales, alrededor de los cuales se proyectan los huesos radiales y finalmente los radios dérmicos. En la Figura 42.3 tenemos dos arquitecturas de las aletas, tal como las describieron los anatomistas en el siglo XIX los cuales no poseían los fósiles que mostraban la transición entre una y otra. Aunque los fisiólogos del siglo XIX opinaron que la arquipterigial era más ancestral, en la actualidad se opina que las formas ancestrales son semejantes a la aleta metapterigial.

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Figura 42.3. Las dos aletas de los peces tal cual eran vistas por los anatomistas del siglo XIX que carecían de los fósiles vistos en la Figura 41.3

En la aleta metapterigial los radios dérmicos se proyectan solo en uno de los lados del eje principal, de forma que la aleta es asimétrica.

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Figura 42.4. Un arco branquial con branquias asociadas

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Figura 42.5. fotografía del pez pulmonado Neoceratordus forsteri.

En la aleta arquipterigial los radios óseos se proyectan especularmente en dos de los lados de la aleta, mientras que los radios dérmicos continúan la proyección, haciendo de esta una aleta más larga y simétrica. Rastrear el origen evolutivo de las aletas no ha sido fácil, aunque se puede afirmar que las aletas evolucionaron después del ancestro común de todos los vertebrados, pero antes del ancestro común de los peces condrictios y osteoictios, señalar cual era la estructura ancestral no es tan sencillo.

La razón es simple, esta región del esqueleto no se osifica en los peces muy primitivos, a diferencia del cráneo dérmico que su era de hueso. Dado lo anterior a partir del siglo XIX se empezaron a proponer hipótesis sobre la evolución de las aletas, pero solo dos de ellas han recibido reconocimiento notable por parte de la comunidad científica.

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Figura 42.6. aleta anterior de N.forsteri.

  42.1 Hipótesis de los arcos branquiales

Después de que El Origen de las Especies impactara en la comunidad de anatomistas comparativos, estos empezaron a teorizar sobre los vínculos estructurales de los diferentes seres vivos. Uno de las condiciones principales era que ninguna estructura evolutiva salía de la nada, siempre debe poder rastrearse un tejido o estructura que al desarrollarse, al hacerse más grande o especializada da origen a las así llamadas Novedades Evolutivas.

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Figura 42.7. En el modelo anterior podemos apreciar el resumen de la hipótesis de los arcos branquiales. De abajo hacia arriba se propone que los radios branquiales se endurecen y agrandan para formar una estructura en forma de espina.

Durante la segunda mitad del siglo XIX C. Gengenbaur propuso que las aletas pareadas, así como las cinturas a las cuales van engarzadas se originaron a partir de los arcos branquiales, al igual que las mandíbulas (Michael I Coates, 1994, 2003; N. Shubin, 1995). Un arco branquial compuesto por el arco dorsal y ventral no solo está adornado por los filamentos branquiales, sino por proyecciones llamadas radios o rastrillos “Figura 42.7”.

Inicialmente Gengenbaur basó sus conclusiones en el estudio de la anatomía de los tiburones, pero con el descubrimiento de Neoceratordus forsteri en 1872 Gengenbaur se convenció de que las aletas ancestrales eran de tipo arquipterigial. En la hipótesis de los arcos branquiales, uno de los arcos branquiales primitivos se transforma en la cintura escapular, mientras que los rastrillos o filamentos crecen para formar los huesos basales y los radios. En resumen, se nos dice que los arcos branquiales debieron haber producido no solo el esplancnocráneo “mandíbula original de los peces” sino también la cintura escapular y las extremidades anteriores. Sin embargo, dicha hipótesis no lograba explicar el origen de la cintura pelviana y las aletas posteriores.  Por otro lado, existían anomalías en la explicación de la cintura escapular, por ejemplo, su fusión con el resto del dermatocráneo, la presencia de huesos dérmicos o las diferencias biológicas para la formación de las dos cinturas.

  42.2 Hipótesis del pliegue muscular y dérmico

Al mismo tiempo que la hipótesis del arco branquial se propuso los fisiólogos F. M. Balfour y J, K. Thacher propusieron de forma independiente una visión alternativa pata el desarrollo de las aletas, la cual ha sido expandida por biólogos posteriores en bases a evidencia fósil, embriológico y genética.

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Figura 42.8. En el modelo anterior podemos apreciar el resumen de la hipótesis de los pliegues musculares y dérmicos, (A) la forma hipotética de la aleta pareada ancestral, que surge al igual que en dermatocráneo y de las costillas de estructuras dérmicas. (B) posteriormente parte de esta membrana original se pierde en el vientre quedando de forma independiente las cuatro aletas pareadas y la aleta anal. (C) Hipótesis para el desarrollo de la cintura pelviana, los huesos dérmicos crecen y se fusionan en la línea media (C, D y E).

En esta postura las aletas no surgieron de forma independiente, lo que surgió originalmente fue una membrana de radios dérmicos pareada que discurría a lo largo del cuerpo y que se fusionaba en la región anal. Posteriormente los huesos del eje de cada aleta se formaron para reforzar el funcionamiento de las membranas en la región pectoral y pelviana, mientras que la membrana se perdió poco a poco en la región ventral. La estabilidad adicional provino de la fusión de los huesos basales con la región posterior del dermatocráneo para formar la cintura escapular.

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Figura 42.9. (Arriba) fósil de Myllokunmingia sp y (Abajo) reconstrucción de sus aletas ventrales que concuerdan con la hipótesis (Figura 42.8A).

La evidencia fósil de esta teoría descansa en los agnastostomos como Myllokunmingia sp. “imagen anterior” que poseían una membrana lateral pareada que discurría a lo largo del cuerpo y de acantodios como Gyracanthu ssp. “imagen siguiente” en los que existen múltiples membranas pareadas que discurren por el cuerpo y se encuentran reforzadas por espinas de hueso. Otros Acantodios revelan la presencia de las cuatro aletas pareadas con membranas y una serie de espinas ventrales sin membrana, las cuales representarían la posición de una membrana ancestral que se perdió en el curso de la evolución.

La perspectiva genética requiere del análisis de tres linajes de genes: enlarged-1 que podría estar relacionado con la membrana lateral pareada, tbx4/5 que podía estar relacionado con los huesos basales y Sonic hedgehog que está relacionado con el alargamiento de los basales para que la aleta se proyecte fuera del cuerpo. El dominio tbx4/5 no estaba orientado originalmente a la formación de estructuras óseas, evidencia de ello es que está presente en anfioxos que no posee membranas pareadas, pero el mismo dominio es capaz de estimular inicialmente el desarrollo de los apéndices en peces a nivel experimental. Lo anterior corrobora los estudios de secuenciación que relacionan a tbx4/5 como el ancestro de los genes tbx5 para las aletas anteriores y tbx4 para las aletas posteriores. El origen de las cuatro aletas pareadas estaría con la especialización de tbx4/5 para formar hueso y su subsecuente duplicación para formar apéndices en regiones independientes. La membrana lateral se reforzaría en estos cuatro puntos, mientras que la región ventral perdería su membrana. Finalmente se sabe que el gen Sonic hedgehog se encarga de alargar los huesos de las cuatro aletas para formar los cuatro apéndices de un tetrápodo.

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Figura 42.10. En la perspectiva embrionaria, los tiburones se desarrollan de un modo semejante, primero se genera una aleta larga y continua, pero posteriormente la región ventral se retrae, así como la caudal, dejando las cuatro aletas pareadas.

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Figura 42.11. En el modelo anterior podemos apreciar los  patrones de expresión de los genes reguladores del desarrollo de las aletas. En los peces con aletas el desarrollo inicia con la expresión de tbx5 y tbx4 (b), sin embargo el gen homólogo a estos dos se encuentra en peces sin aletas posiblemente con otra función (a). En los peces con aletas más largas y en los vertebrados terrestres un tercer gen llamado shh se encarga de estimular la hipertrofia de los huesos basales.

  42.3 Desarrollo embrionario del quiridio de los tetrápodos

Tanto los peces como los tetrápodos poseen además de una homología estructural, una homología genética. Los genes que regulan la expresión inicial de las extremidades pectorales se denominan Tbx5 y los de las extremidades pélvicas Tbx4. Existen razones para creer que, ambos genes se originaron de una duplicación de un gen primordial, debido a que cierto grupo de cordados poseen solo un gen relacionado con ambos llamado AmphiTbx4/5, la nomenclatura 4/5 se debe posiblemente a que este gen posee similaridades en función a Tbx4 y Tbx5 y que estos dos últimos son una subfuncionalización del original.

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Figura 42.12. En el modelo anterior podemos observar el desarrollo embrionario de un quiridio de un vertebrado terrestre. Primero se forma el estilopodio, luego el zeugopodio y finalmente el autopodio que gira como un gancho para proyectar adecuadamente los elementos del manus/pes y finalmente los dígitos.

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Figura 42.13. En el modelo anterior podemos ver como el quiridio de eustenopteron se caracteriza por un eje completamente recto en el cual los elementos menores quedan proyectados de lado, como si fueran media aleta radiada.

Dependiendo del linaje Tbx4 y Tbx5 tienen diferentes funciones, en los tetrápodos por ejemplo, controlan el desarrollo del eje principal de desarrollo de las extremidades. El orden generalmente es el siguiente, primero se forma el estilopodio, el cual va creciendo, y a partir de él y de manera parcialmente lateral se desarrollan los bulbos del zeugopodio, controlados por el gen Sonic hedgehog (shh).  Resulta interesante que, embriológicamente, el autopodio se forma de manera lateral a las partes del zeugopodio y que luego toda la estructura experimenta una curvatura como si fuera un gancho, de forma tal que, las partes más pequeñas (carpos, tarsos etc) quedan en la punta de la estructura y no hacia un lado. En la Figura 41.3 podemos ver que en general las partes del zeugopodio y el estilopodio forman un eje, en la mayoría de los peces con aletas lobuladas, las partes homologas al autopodio crecen de manera lateral, excepto en los peces pulmonados en los que los elementos del autopodio se desarrollan a ambos lados del eje de crecimiento (Raff, 2007).

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Figura 42.14. En contraste el quiridio de un tetrápodo moderno muestra como el eje de crecimiento gira al final para proyectar adecuadamente los elementos del manus o del pes. En otras palabras, el desarrollo embriológico nos permite conectar la apariencia de las aletas de los tetrápodos fósiles.

Si observamos detenidamente la estructura de las aletas lobuladas de peces fósiles como Tiktaalik, Gogonasus o Sauripterus "Figura 42.13" nos damos cuenta de que muy probablemente esta curvatura de los elementos del zeugopodio son una novedad de los tetrápodos terrestres probablemente desde el Acanthostega. Antes de ellos y como ocurre el Eusthenopteron, los elementos del autopodio se formarían a un lado del zeugopodio y no giran; y en algunos del estilopodio asemejándose parcialmente a una aleta radiada. En los peces pulmonados por otro lado, los elementos homólogos al autopodio se forman de lado y lado “simétricos con respecto al eje que es el zeugopodio”. Por el contrario, en los tetrápodos los elementos del autopodio tienden a formarse en la punta y a un lado del eje “zeugopodio” (Kardong 2012).

En contraste el quiridio de un tetrápodo moderno muestra como el eje de crecimiento gira al final para proyectar adecuadamente los elementos del manus o del pes. En otras palabras, el desarrollo embriológico nos permite conectar la apariencia de las aletas de los tetrápodos fósiles. Esta visión se refuerza por el hecho de que los genes que controlan la formación de los elementos del autopodio en los tetrápodos terrestres poseen homólogos en peces de aletas radiadas, lo que quiere decir que los genes de los dedos no aparecieron de la nada, estaban allí desde antes y fueron reclutados paralelamente en la modificación hacia la aparentemente nueva estructura. Más aun, en términos de complejidad absoluta, una aleta radiada es más complicada, por lo que la evolución del quiridio fue un proceso de especialización y simplificación estructural.


43. Las colas de los vertebrados

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La cola es una sección que se ubica en la parte trasera del cuerpo de los animales; en general el término refiere a un apéndice flexible. El término cola es empleado de manera polifilética para referirse no solo a los apéndices de los vertebrados, sino a una amplia variedad de apéndices en escorpiones, caracoles y babosas. Adicionalmente al interior de los vertebrados, como el ser humano se puede tener presencia de cola, ausencia de cola y presencia de una cola falsa. Para nuestro propósito definiéremos como cola vertebrada a una estructura flexible que se encuentra constituida por una continuación del esqueleto axial, conteniendo vertebras funcionales.

Las colas poseen una amplia variedad de usos y desusos. En los peces permite la extensión de aletas caudales que posibilitan la mayor parte de su movilidad, y de hecho la cola con aletas caudales ha evolucionado de forma paralela en linajes que la habían perdido mucho tiempo atrás como en los mamíferos marinos de linajes carnívoros “focas, leones mariones y similares” así como de los linajes de los ungulados “ballenas y cetáceos primitivos”. Muchos animales terrestres emplean las colas como abanicos para espantar artrópodos exoparasíticos como los mosquitos y las moscas, mientras que muchos animales emplean las colas como controles de balance. Algunos primates han logrado un grado de especialización tal, que la cola funciona de forma efectiva como un quinto miembro, por ejemplo, en los monos araña.

Existen funciones secundarias para linajes que aparentemente no las requieren, como en muchas especies de venados, en estos las colas son empleadas como un sistema de comunicaciones para otros individuos de su especie. En los cánidos la posición de la cola permite expresar su estado emocional. A diferencia de los artrópodos las colas de los vertebrados no poseen glándulas de veneno. Algunas especies de lagartos pueden amputar sus colas cuando son atacados, lo cual les permite dejar un bocado a un depredador y escapar. Estas colas amputables se regeneran posteriormente, una capacidad única al interior de los vertebrados, que ha inspirado a algunos villanos del comic como El Lagarto de El Hombre Araña.

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Figura 43.1. Las rutas evolutivas de las colas apéndice de los tetrápodos terrestres son complejas, pues en algunos seres vivos se perdieron como en los humanos y demás homínidos, mientras que en otros seres vivos recuperaron sus aletas caudales y su función como en el caso de los ictiosaurios, carnívoros marinos (focas y parientes) y cetáceos (ballenas).

Las aves fueron perdiendo paulatinamente sus colas a medida que las plumas que crecían de estas se hacían más grandes y fuertes, reemplazando su función como contrapeso, además las plumas traseras o rectrices eran más adaptables que una cola a una nueva función biológica, el vuelo (O’Connor et al., 2016; O’Connor, Sun, Xu, Wang, & Zhou, 2012; Wang et al., 2014). Evolutivamente sin embargo existe una controversia entre los biólogos, es la cola parte del esqueleto axial o por el contrario, se forma como un apéndice de manera similar a las extremidades. En este sentido nos encontraríamos con otra de estas aparentes paradojas evolutivas, pues evidente que en los peces la cola es extremadamente una continuación del esqueleto axial, pero en vertebrados terrestres como los mamíferos, la cola es más una extremidad algo más limitada. Si estas estructuras son diferentes, ¿en qué momento una dio paso a la otra? (Handrigan, 2003)

En primera instancia hay que destacar que la cola esqueleto axial y la cola apéndice ambas son colas verdaderas al poseer vértebras, sin embargo, el tipo de vertebras es diferente. En segunda instancia desde hace tiempo se sabe que algunos peces óseos poseen los dos tipos de cola al tiempo, una cola de pez axial y una cola de vertebrado terrestre que emerge justo de la parte más posterior, la cual es característicamente más delgada. De hecho, justo el año pasado se encontró un fósil de pez vinculado al linaje de los tetrápodos terrestres que manifestaba una estructura doble, la cola axial de los peces que se proyecta más allá de las aletas pelvianas, y justo en el ápice dorsal de la aleta caudal se encuentra la proyección de lo que parece ser la cola apéndice más característica de los vertebrados terrestres (Handrigan, 2003).

Dado que esta característica puede encontrarse en otros peces la hipótesis evolutiva que surge es simple, en algún punto de la historia un pez desarrollo una cola caudal asimétrica en la que la parte superior desarrolló vertebras, generando un estado de doble cola, siendo el apéndice como un crecimiento de la cola axial. Posteriormente a medida que este ancestro fue diversificándose algunos descendientes perdieron la cola apéndice regulando su desarrollo y quedando solo con la cola axial, como sucede en la mayoría de los peces óseos modernos, mientras que el otro linaje fue perdiendo su cola axial y quedando únicamente con la cola apéndice la cual se fue haciendo más grande o más pequeña, dependiendo de las necesidades ecológicas de cada linaje de seres vivos (Sallan, 2016). 

44. Esqueleto apendicular de los peces

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La filogenia del esqueleto apendicular puede llegar a ser un poco compleja, especialmente en las estructuras más antiguas. Al igual que sucede con la mandíbula las cosas pueden tornarse un poco oscuras en la transición de los peces sin mandíbula y los peces con mandíbula, pero los acantodios y los placodermos ayudan bastante a entender algunos cambios. Por otro lado, el esqueleto apendicular experimenta enormes variaciones una vez que alcanzamos el desarrollo de la aleta de tipo quiridio en los tetrápodos ripidistios como acantostega o tikaalik. El asunto de vital importancia que nunca debemos dejar de lado es que estas especies siempre representaran teóricamente ramificaciones de un tronco evolutivo que teóricamente siempre habrá de ser desconocido. La teoría nos obliga a asumir que nunca tenemos o tendremos un ejemplar perteneciente de forma directa a la especie ancestro común. Este detalle nos permite introducir con facilidad nuevas especies a los árboles filogenéticos sin mayores problemas. Sin embargo, si usted percibe a la evolución en base a la escala natural platónica, puede que algunos restos fósiles resulten paradójicos. En esta serie de artículos trabajaremos como es que se presentan los apéndices de las aletas pareadas en los diferentes grupos de vertebrados, y cómo podemos teorizar a cerca de sus relaciones evolutivas.

  44.1 Peces sin mandíbula

Los apéndices que nos interesan son las cuatro aletas pareadas junto con las cinturas que las conectan al esqueleto axial. Nuevamente hay grandes diferencias entre los ciclóstomos y los ostracodermos, que representan los peces sin mandíbula vivientes y extintos respectivamente.

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Figura 44.1. Reconstrucción de las aletas de  Myllokunmingia sp

En el caso de los ciclostomos, que representan formas mucho más generalistas y primitivas de peces sin mandíbula hay una marcada ausencia de aletas pareadas, su estructura recuerda más a la de los cefalocordados que poseen únicamente una aleta caudal para generar impulso. Para el caso de los ostracodermos hay dos tipos de estructura relevante. La primera es la membrana continua que se encuentra de forma lateral (Myllokunmingia sp) “Figura 44.1” y la otra es una espina pectoral pareada. La espina pectoral es una estructura articulada, pero recuerda más a un apéndice de artrópodo que a una verdadera aleta, lo cual tiene sentido, si se toma en cuenta que el cráneo de estos peces se encuentra POR FUERA de sus cuerpos. Algunos tienen cabezas achatadas y sus cráneos se proyectan en la región donde deberían ir las aletas como en el caso de Bothriolepis sp.

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Figura 44.2. Las aletas de los ostracodermos eran solo estabilizadores.

Por lo anterior y por el hecho de que los ostracodermos parecen ser una línea evolutiva más alejada del resto de los vertebrados que los propios ciclóstomos, es posible afirmar que las espinas articuladas de los ostracodermos son un rasgo evolutivo análogo y no homólogo a las aletas de los peces posteriores con mandíbulas. Esta falta de aletas está relacionada con su relación con el agua circundante, los ostracodermos eran peces acorazados, por lo que no podrían moverse con rapidez en el agua abierta por la sencilla razón de poseer la densidad de un ladrillo. Su modo de vida debía limitarse a reptar por la superficie, y en tal caso un cráneo aplanado era todo lo que necesitarían para no voltearse.

  44.2 Placodermos

Los placodermos aparecieron en el periodo silúrico y experimentaron un éxito evolutivo bastante evidente debido a su fuerte radiación adaptativa. En estos peces ya aparecen las aletas pareadas pectoral y pelviana.

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Figura 44.3. El esqueleto de un placodermo muestra la evidente falta de cuello.

La cintura pelviana emerge por duplicado de un solo elemento del endoesqueleto. La más interesante es la segunda pelvis la cual posee un hueso basal articulado muy largo que aparentemente tenía la misma función de la aleta pelviana de los tiburones, en los machos la punta se modifica para conducir la esperma, y a esta modificación de la llama clasper o pene. Aparentemente los placodermos al igual que los acantodios tenían dos penes, uno por cada aleta pelviana y practicaban el coito (Ahlberg, Trinajstic, Johanson, & Long, 2009; Long et al., 2015). Por otra parte, la cintura pectoral es más compleja, y consiste en una fusión de elementos provenientes del dermatocráneo y del endoesqueleto, lo cual tiene sentido ya que estos peces al igual que sus familiares acuáticos modernos poseen una cintura escapular literalmente fusionada al cráneo. Las aletas de los placodermos pueden clasificarse como radiadas, pero al igual que sucede con otros peces, posiblemente estaban hechas de tejido fibroso más que de cartílagos, por lo que sus huesos radiales no se fosilizan fácilmente. Otra es la historia de los basales que articulan a los radiales.

  44.3 Acantodios

Para el caso de los acantodios las cosas no son tan claras, las aletas radiadas se encuentran asociadas a grandes espinas que sirven como el marco real para la membrana de la aleta. Los acantodios son extremadamente interesantes ya que son al menos evidencia parcial de los aspectos: fósil y genéticos; de la hipótesis del pliegue muscular y dérmico para el origen de las aletas.

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Figura 44.4. Esqueleto con detalles de las aletas espinosas de un acantodio.

En primera instancia, en estos peces solo existe una cintura, la escapular, lo que coincide con la visión de que originalmente solo existía un gen relacionado con la formación de las aletas, y que posteriormente se duplicó para formar la aleta pelviana. En segunda instancia, las espinas ventrales corroboran la hipótesis de que los pliegues ventrales desaparecieron poco a poco de los peces. De hecho, los acantodios al tener solo una cintura, solo poseen un par de aletas pareadas con cintura, mientras que las apelas posteriores pareadas son un desarrollo del pliegue dérmico reforzado con espinas. A diferencia de la cintura escapular de los placodermos, en los acantodios la cintura escapular es muy simple y sirve como un estabilizador.

  44.4 Condrictios

Los condrictios tiburones y rayas se diferencian de los acantodios en que poseen dos cinturas, la escapular y la pelviana. Los tiburones más primitivos poseen solo un elemento pelviano para las aletas pelvianas, así como los modernos. En los tiburones, tanto a nivel fósil como embrionario, las aletas se forman desde el exterior hacia el interior, formando estructuras en forma de U. Sin embargo en la cintura escapular de los peces óseos esta tendencia puede estar modificada, ya que a diferencia de los tiburones, en los peces óseos la cintura escapular está vinculada al cráneo, mientras que en los condrictios la cintura es independiente al cráneo.

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Figura 44.5. Esqueleto de un tiburón primitivo y desarrollo de sus aletas desde el sistema muscular.

A medida que los tiburones fueron evolucionan, los componentes de los huesos basales de la cintura escapular y pelviana crecieron para fisionarse en la línea del vientre formando una estructura en forma de U, estos huesos nuevos son denominados el escapulocoracoides y el pubioisquiaco.

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Figura 44.6. Las aletas de los tiburones pueden considerarse de tipo metapterigial. En el siguiente modelo podemos apreciar las aletas radiadas de los tiburones, de izquierda a derecha: la aleta pectoral, la aleta pélvica de la hembra y la aleta pélvica del macho con el clasper.

Es muy probable que la cintura escapular de los condrictios no sea completamente homóloga a la que se forma en los peces óseos debido a una serie de diferencias anatómicas. En primera instancia, su formación se encuentra separada del cráneo, lo cual hace que estos peces tengan un cuello, aunque este no es móvil debido al tejido fibroso en la región cervical. En segunda instancia, y relacionado con la primera, al haberse desarrollado la cintura escapular lejos del cráneo, esta no posee huesos dermocraneales, cosa que si sucede en los peces óseos.

  44.5 Peces óseos de aleta radiada

La cintura pectoral/escapular de los peces óseos es muy diferente de la que presentan los peces cartilaginosos y recuerda más a la que presentan los placodermos. Esta cintura se desarrolla en torno a la región más posterior del dermatocráneo, por lo que a diferencia de la que presentan los condrictios donde los huesos provienen principalmente de los basales endodérmicos, en los peces óseos la cintura está formada principalmente por huesos derivados del dermatocráneo.  Las aletas de los peces óseos empiezan a poseer formas variables, la razón es simple, estos peces poseen una flotabilidad natural. Anteriormente habíamos hecho una analogía entre la función de las aletas de los peces y de las alas de los avianos en el sentido de que son estructuras que permiten mantener una dirección, sin embargo hay una función análoga más. En los aviones de ala fija las alas no sirven solo para mantener una dirección, sino también para generar elevación por medio del principio de los fluidos de Bernoulli. Las aletas de los peces primitivos son fijas y tienen una estructura semejante además los experimentos han corroborado que también son capaces de generar elevación por medio del principio de Bernoulli.

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Figura 44.7. En la imagen anterior podemos apreciar las aletas y cintura escapular de un pez óseo actinopterigio "aleta radiada". Como se observa, los huesos basales se encuentran en el eje de la aleta, y estarían al interior del tronco del animal, por lo que lo único que se proyecta fuera serían los radios.

Ahora, regresando a los peces óseos, ellos poseen una estructura derivada del esófago llamada vejiga natatoria, la cual tiene la habilidad de recuperar oxígeno desde la sangre para servir como un flotador interno, si el pez desea hundirse, la sangre recupera el oxígeno desde la bolsa, haciendo que esta se desinfle. Dado lo anterior, las aletas quedan liberadas de su función de generar elevación, ya que los peces óseos flotan por naturaleza. Por lo general las aletas de los peces óseos funcionan como pequeños remos para ajustar la posición en maniobras cerradas. La cintura pectoral se encuentra presente, aun en los peces óseos más primitivos, formando un collar con forma de U, el escapulocoracoides. El elemento más grande de la cintura pectoral de origen craneano es el cleitrum.

Ventralmente el cleitro se articula con la clavícula, la cual se curva hacia la clavícula opuesta para formar la base de la cintura, muy cerca de la primera cámara branquial. El punto de línea media donde ambas clavículas se encuentran se denomina sínfisis. Por el otro lado el cleitro se alarga girando hacia el dorso del animal, el punto de línea media donde los dos cleitros se encuentran se articula con un hueso que se encuentra posterior al hueso occipital o pared trasera del cráneo, de allí que se lo denomina hueso postoccipital. El hueso postoccipital se encuentra unido al hueso occipital, lo cual provoca que la cintura se encuentre logada al cráneo. De hecho, las clavículas se encuentran conectadas a la mandíbula por vía de fuertes ligamentos y músculos, sus movimientos hacen de la mandíbula de los peces más fuertes.

En algunos actinopterigios el hueso cleitro se encuentra dividido en tres regiones, el cleitro en la región lateral, el postcleirtum en la región dorsolateral y supracleitro en la región dorsal. Otros huesos dérmicos pueden perderse en algunos linajes, por ejemplo, las clavículas pueden estar ausentes en muchos linajes Hay que tener cuidado con el hueso postcleitro de los peces actinopterigios, ya que su homólogo en los peces sarcopterigios cambia de nombre a anocleitro.

45. Peces de aleta lobulada modernos

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  45.1 Dipnoos

Los peces de aleta lobulada o sarcopterigios se caracterizan por poseer huesos basales que se proyectan por fuera del eje del cuerpo, sirviendo como marco de anclaje para ligamentos y músculos. Al interior de los sarcopterigios, el subgrupo de los ripidistios es de particular interés debido a que sus aletas poseían características comunes con la extremidad típica de los vertebrados terrestres denominada quiridio. Sin embargo, ninguno de los sarcopterigios sobrevivientes que sean peces desciende directamente de estos ripidistios. Dos grupos de peces sarcopterigios sobreviven hoy, y se separaron del linaje de los ripidistios antes de la evolución del quiridio primitivo, estos son los dipnoos y los celacantos. Los peces pulmonados verdaderos o Dipnoi datan del devónico medio, los cuales muestran una especialización en su esqueleto que marcaría su evolución posterior. Al interior de los géneros sobrevivientes las aletas son particularmente pequeñas, y lo más paradójico es que el género que muestra aletas más fuertes es también el que permanece más tiempo al interior del agua (Neoceratodus forsteri). Esto implica que una aleta fuerte no necesariamente evoluciona para caminar en suelo seco. A pesar de su naturaleza endoesquelética, las aletas de los peces pulmonados no les permiten hacen incursiones en tierra firma “otras aletas sí, pero son de tipo radiado”. Las aletas de estos peses sirven como remos o extremidades para maniobrar entre las algas y plantas acuáticas, aunque hay que destacar que los primeros quiridios como en acantostega posiblemente solo servían para lo mismo al ser muy endebles para un movimiento activo en terreno seco.

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Figura 45.1. En el modelo anterior podemos apreciar la cintura escapular (derecha) y cintura pelviana (izquierda) del dipnoo Neoceratodus forsteri. La estructura de la cintura escapular incluye al hueso cleitro y la clavícula junto con el anocleitro. La cintura proveniente del endoesqueleto incluye al escapulocoracoides que soporta la proyección de elementos de la aleta en un patrón arquipterigial. Las aletas pareadas pelvianas también poseen un patrón arquipterigial, y descansa en un elemento cartilagionoso simple

  45.2 Celacantos

Los celacantos aparecen durante el devónico medio, aunque su estructura básica permite identificarlos, si hay que reconocer que el linaje ha experimentado una diversificación notable. En la actualidad solo sobrevive uno de sus taxones, Latimeria spp el cual también es el más reciente. Las aletas de Latimeria spp forman un eje sin ramificar. La cintura escapular está formada principalmente por huesos provenientes del dermatoesqueleto y más concretamente del dermatocráneo, la cintura carece del hueso interclavicular pero incluye una serie de cuatro huesos que forman una luna creciente, la clavícula ventral, el cleitro y probablemente un postcleitro que apoya al escapulocoracoides, así como un hueso adicional en la región dorsal llamado supracleitro. La cintura pelviana consiste en un solo elemento que soporta varios procesos óseos. La observación directa de los celacantos modernos en su hábitat natural a 150 metros de profundidad, revela que las aletas pareadas son empleadas para estabilizar y controlar su posición en las corrientes de agua submarina. Aunque, es bueno resaltar que los celacantos extintos tenían hábitats más diversos.

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Figura 45.2. En el modelo anterior podemos ver la cintura escapular (arriba) y cintura pelviana (abajo) de Latimeria sp. Los celacantos aparecen durante el devónico medio, aunque su estructura básica permite identificarlos, si hay que reconocer que el linaje ha experimentado una diversificación notable. En la actualidad solo sobrevive uno de sus taxones, Latimeria spp el cual también es el más reciente.

  45.3 Ripidistios fósiles

Algunos fósiles de ripidistios han dejado un registro fósil relativamente detallado de ramas paralelas o divergentes al linaje que conlleva a los vertebrados terrestres. Aun así, sus estructuras y adaptaciones permiten crear una imagen general de los cambios estructurales que debieron haber realizado durante el periodo devónico. Uno de los casos mejor estudiados es el de Eusthenopteron spp, proveniente del devónico tardío. La aleta pelviana se articula con un solo hueso del endoesqueleto. Los miembros derecho e izquierdo de esta cintura pareada no se encuentran en la línea meda, y por lo tanto no se articulan con la columna vertebral. En lugar de ello, los huesos se encuentran embebidos por la pared corporal.

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Figura 45.3. Los ripidistios eran peces de aguas someras con aletas fuertemente musculares y pulmones verdaderos.

En resumen, los peces ripidistios de los que tenemos noticia se caracterizan por tener una cintura escapular/pectoral fusionada al cráneo y una cintura pelviana sin fusionar con la columna vertebral, lo cual contrasta con los vertebrados terrestres donde la cosa es al revés. Sin embargo, sus aletas muestran un patrón reminiscente al quiridio, la extremidad típica de los vertebrados terrestres.

46. Esqueleto apendicular de los tetrápodos primitivos y anfibios

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Si algún taxónomo llega a leer esto le pido que no me de palo, ya sé que los anfibios en sentido estricto son un linaje relativamente reciente, sin embargo, también es verdad de los primeros tetrápodos terrestres tendrían un modo de vida anfibio con metamorfosis para pasar de una larva acuática a un adulto semiacuático y por ende los podemos clasificar en sentido laxo y no taxonómico como anfibios, y seamos sinceros, muchos de esos bichos se veían como salamandras.  El título de esta sección sin embargo no puede ser tetrápodos primitivos ya que no aporta la idea central al público general y es la transicionalidad, en este capítulo no podemos hablar de peces estrictamente o de anfibios en sentido laxo estrictamente sino de lo que está en medio, la transición.  De los primeros tetrápodos ripidistios de los que se tiene evidencia fósil directa, puede observarse un despliegue de cambios en el esqueleto apendicular que se correlaciona con cambios en los hábitos locomotores y de hábitat. De hecho, el fortalecimiento de las extremidades se acompaña por un aplanamiento del cráneo, por lo que es fácil especular que estos animales se adaptaron para ser depredadores de emboscada en los bordes de los ríos. Otras características también se observan en estos peces, en primera instancia se observa que las aledas dorsales desaparecen, lo cual es congruente con la idea de un depredador de emboscada que acecha a pocos centímetros de aguas someras como los cocodrilos. Una aleta dorsal seria inconveniente.

Uno de los rasgos que nos hacen pensar que ninguno de los tetrápodos de los que se tiene noticia en la actualidad no pertenecen directamente a nuestro propio linaje es que sus dedos son más numerosos, algunos tienen siete dedos y otros tienen ocho dedos (EL ORIGEN DE LOS VERTEBRADOS - ENRIQUE GÁNEM). Sin embargo, la evidencia más clara de que posiblemente existen otros tetrápodos que desconocemos son las huellas de Polonia, que se identifican con las de un tetrápodo que vivió mucho antes que Eusthenopteron savesoderberghi. Estas huellas resetean la cronología de la evolución de los tetrápodos, y también su ambiente evolutivo. Las huellas provienen de un ambiente oceánico, desafortunadamente aún no se han encontrado fósiles de tetrápodos marinos, por lo que solo resta esperar al siguiente gran descubrimiento. A continuación, referenciaremos en concreto a algunos de estos tetrápodos fósiles y sus rasgos más importantes.

  46.1 Las huellas del tetrápodo de Polonia

La cronoestratigrafía es un tema peliagudo, debido a que los fósiles deben corresponder a ciertas secuencias evolutivas generales, aun teniendo en cuenta que la evolución no es un proceso lineal, si se debe entender que, como mínimo, los peces debieron anteceder a los casi peses hasta llegar a los tetrápodos terrestres. Antes de estas huellas se pensaba tener ya una reconstrucción bastante buena de la evolución de los tetrápodos, por ejemplo, creíamos que el ambiente que vio nacer a nuestros ancestros era el agua dulce, estuarios de ríos y lagos, con muchos helechos.

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Figura 46.1. El anterior cladograma cronocalibrado muestra en líneas gruesas los intervalos de tiempo en que los géneros han sido reportados, mientras que las líneas claras representan las hipótesis evolutivas sobre sus relaciones de parentesco, así como las posiciones de los posibles ancestros comunes. El árbol que mostramos en la figura anterior es de 2009 y muestra como se pensaba que eran las relaciones de parentesco y su relación con el eje del tiempo (Clack, 2009).

Sin embargo, en 2010 se encontraron una serie de huellas en Polonia, que muestran claramente a un tetrápodo de 7-8 dígitos, con cola y las piernas traseras orientadas hacia adelante (Figura 2.), que databan del 395 del período Eifelian del devónico medio (Niedźwiedzki, Szrek, Narkiewicz, Narkiewicz, & Ahlberg, 2010). Aun cuando en la actualidad, la cronoestratigrafía del Eifelian ha retrocedido hasta hace unos 390-391 mda (Narkiewicz & Narkiewicz, 2014), las huellas siguen siendo más viejas que Eusthenopteron spp.

Como menciona el video anterior, Eusthenopteron spp, que era reconocido como uno de los peces ripidistios más antiguos data aproximadamente de hace unos 385 mda, los tetrápodos conocidos en la actualidad son más recientes que él, pero las huellas de Polonia son de hace 395 mda, casi 10 millones de años que Eusthenopteron spp. Si se tiene una perspectiva lineal de la evolución, en la que se asume a priori que los fósiles son los reales ancestros de otros fósiles más recientes, estas huellas plantean un problema serio, pues el supuesto suceder evolutivo estaría en una fecha anterior que su supuesto ancestro. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la evolución no es lineal, es un proceso ramificado, el tetrápodo fantasma de Polonia simplemente hace que tengamos que replantear las hipótesis evolutivas mientras que se espera la aparición de nuevos fósiles.

Por el momento esta es la tercera vez que escribo este artículo, por lo que evidentemente ya se han encontrado algunas pistas. Por ejemplo, Eusthenopteron no es el primer ripidistio, se han encontrado otros. Uno de los más importantes es Psarolepis sp. con un intervalo de existencia de entre 418-397 mda, se trata de un pez de aleta lobulada que al igual que Eusthenopteron posee una arquitectura con un eje central y con elementos que se proyectan en solo uno de los lados de la misma. Pero no es el único, Achoania y Osteolepis presentan la misma arquitectura de aleta y la misma edad, y se han convertido, desplazando a Eusthenopteron, en los miembros más antiguos o grupos externos para los demás ripidistios De hecho, el fósil fantasma de Polonia también ha hecho que cambiemos nuestra perspectiva del ambiente ecológico para buscar tetrápodos primitivos, ahora los paleontólogos indagan ambientes marinos para las fechas estimadas.

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Figura 46.2. En los diagramas anteriores se presentan nuevos cladogramas con hipótesis en competencia a cerca de las relaciones de parentesco de los tetrápodos tomando en cuenta las huellas de Polonia. (A) Representa la propuesta de Niedzwiedzki et al. (2010) y (B) la planteada por Ekdale (2011). Las lineas azules representan la recalibración provocada por el fósil fantasma.

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Figura 46.3. Cladograma con los tipos de aletas de los peces.

  46.2 Eusthenopteron spp y otros peces ripidistios

La historia evolutiva de los tetrápodos terrestres generalmente comienza con Eusthenopteron spp, sin embargo, en los últimos años ha emergido una imagen más comprensiva de la evolución de los tetrápodos terrestres. A pesar de ser fósiles menores debido a que en ocasiones son bastante fragmentarios, sus restos nos permitan señalar que el linaje de los peces con aleta lobulada es bastante antiguo, incluso tanto como finales del silúrico cuando evolucionaron las mandíbulas y no del devónico como generalmente se había pensado (Lu et al., 2012).

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Figura 46.4. Tomando en cuenta la imagen anterior, debemos tener en cuenta que el linaje de los tetrápodos puede dividirse en tres secciones, los tetrápodos con aletas sobrevivientes, representados por los dipnoi o peces pulmonados verdaderos; los tetrápodos con aletas extintos que representan la mitad de los fósiles transicionales; y los tetrápodos con dígitos que agrupan a la otra mitad de fósiles transicionales y a los vertebrados terrestres modernos.

Eusthenopteron spp. resulta ser simplemente el más famoso y uno de los más completos especímenes de estos peces ripidistios, pero no es, por lo menos en la actualidad, el más antiguo. En la siguiente imagen podemos ver un cladograma cronocalibrado de varios géneros de peces de aleta lobulada y sus derivados terrestres según (Lu et al., 2012), en líneas rojas se ven los linajes que dieron a los peces pulmonados modernos y en azul los linajes que dieron a los tetrápodos terrestres, sin embargo, es muy posible que el punto de bifurcación entre ambos linajes se retroceda aún más en años futuros. Si tomamos en cuenta las huellas del tetrápodo fantasma de Polonia el actual cladograma es más comprensible (Figura 46.5).

Bajo la perspectiva anterior, varios fósiles de peces ripidistios solucionan parcialmente la aparente paradoja, por poner un ejemplo estarían Tungsenia paradoxa (Lu et al., 2012), Kenichthys campbelli (M. Zhu & Ahlberg, 2004), Osteolepis macrolepidotus (Thomson, 1965), Psarolepis y Achoania (M. Zhu & Yu, 2002). Adicionalmente, los dipnoos o peces pulmonados, como grupo hermano a los tetrápodos también tienen representantes mucho más antiguos que las huellas de Polonia (Campbell, Barwick, & Senden, 2009).

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Figura 46.5. Hemos colocado la representación del intervalo de tiempo para las huellas de Polonia como una línea roja horizontal, momento en que se sabe existió algún tetrápodo semejante a los organismos en el numeral (7).

En cuanto a Eusthenopteron spp. el principal detalle que lo separa del resto de peces pulmonados modernos es su aleta lobulada, la cual comparte con otros ripidistios más antiguos como Osteolepís, Achoania y Psarolepis, la cual es del tipo que se esperaría ver solo en un vertebrado terrestre, los huesos de sus extremidades poseen la cantidad y la conformación homologa a un quiridio, las aletas frontales poseen huesos claramente etiquetables como el radio, el cúbito/ulna, el intermedium, el ulnar, el fémur, la tibia, la fíbula, y el  fibular (Laurin, 2011). Como mencionamos anteriormente, la cintura pelviana de este pez no se encontraba fusionada con la columna, por lo que sería complicado que fuera un animal que pudiera arrastrarse en tierra, pero nuevamente, muchos otros peces actuales son capaces de hacerlo.

  46.3 Panderichthys y otros elpistostegalios

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Figura 46.6. En la imagen anterior tenemos  una representación  de las aletas "quiridiales"  de cuatro tetrapodomorfos extintos, de izquierda a derecha: (a) Eusthenopteron, (b)  Panderichthys, (c) Tiktaalik y  (d) Acanthostega. Se colocan también las relaciones de los huesos homólogos: H humero, R radio, U ulna, Int intermedio, Ure ulnar.

Los elpistostegalios son reconocidos como una serie de fósiles con características de tetrápodo más los tetrápodos terrestres actuales. Evidentemente en esta sección nos interesaremos solo por las ramas extintas del grupo. Estos peces se caracterizan por poseer una aleta compleja que posee al mismo tiempo, dígitos primitivos y radios dérmicos como una aleta típica (Lingham-Soliar, 2014). En el cladograma cronocalibrado (Figura 46.7), Panderichthys spp se encuentra como la rama más lejana de los tetrápodos modernos que desciende del numeral (6) o Elpistostegalios. Panderichthys spp. se caracteriza por haber perdido todas las aletas no pareadas, desde la aleta dorsal, hasta la aleta anal, incluso los radios de la aleta caudal se ven disminuidos, lo que implica que estos peces no dependían tanto de la aleta caudal para propulsarse. Las aletas no pareadas son importantes para un pez de aguas abiertas, ya que evitan girar sobre su eje axial sin control. La ausencia de estas aletas revela que estos peces habitaban las aguas someras, donde el contacto con el lecho evitaba que giraran sin control.

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Figura 46.7. En la figura anterior se presentan los resultados de una tomografia computarizada del quiridio anterior (aletas frontales/manus), mostrando la presencia de dígitos no articulados "distal radials".

Otro rasgo que interesante es su cráneo, a diferencia de otros ripidistios que poseían un cráneo verticalmente voluminoso, como cualuquier pez, en los elpistostegalios de los ríos la forma del cráneo es plana, al igual que el cuerpo, lo cual permite deslizarse por aguas poco profundas pero pantanosas para realizar emboscadas desde bajas profundidades, táctica que hoy en día es empleada por los cocodrilos –siendo este un ejemplo de evolución convergente. La ausencia de la aleta dorsal refuerza esta hipótesis.

Por otra parte, la cintura escapular es más grande y curvada hacia el fondo, pero anatómicamente aún sigue estando vinculada con el dermatocráneo, en otras palabras, estos peces no tienen un cuello móvil (Clack, 2009). El cambio en la posición de la cintura escapular afectó la posición relativa de las aletas pectorales, pasando a una posición mucho más ventral, lo cual a su vez afecta la estructura del humero, más cercana a la de un tetrápodo terrestre que a la de un pez (Shubin, Daeschler, & Coates, 2004). El manus o región distal de los apéndices pectorales muestran estructuras semejantes a dígitos, a pesar de que no están articulados, estos muestran un posible precursor evolutivo de los dedos de los tetrápodos. Antes de que estos fosiles se descubrieran, se pensaba que los dígitos eran una sinapomorfia exclusiva de los tetrápodos terrestres más avanzados (Boisvert, 2005). A pesar de que la cintura pelviana es mucho más cercana a los tetrápodos, ya que se empiezan a observar modificaciones que le permiten llevar peso, su estructura no es tan cercana a los tetrápodos como la cintura escapular, varios autores sostienen que estos peces dependían más de las aletas anteriores en sus aventuras en tierra que de las posteriores (Boisvert, 2005), aspecto similar a algunos peces modernos que respiran aire.

  46.4 Tiktaalik rosae

La característica más gloriosa de Tiktaalik roseae es que la cintura escapular se encuentra desconectada del cráneo, lo que le permitía a este moverse utilizando las vértebras de la columna (Daeschler, Shubin, & Jenkins, 2006), a esto normalmente se le denomina cuello, ningún pez moderno posee tal característica aparentemente única de los vertebrados terrestres, pero tenemos aquí a un pez óseo que la posee.

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Figura 46.8. Extremidades anteriores de T.roseae.

Varios huesos como los huesos cleitro del dorso y los occipitales se pierden durante el proceso, por lo que, en términos de complejidad, la nueva cintura escapular de Tiktaalik roseae es más simple que la de los demás peces óseos. Aunque el espécimen original no poseia la región posterior del animal, nuevos fósiles reportados en 2014 nos han proporcionado una imagen completa de T. roseae. El viejo fósil revela bastante de la anatomía, por ejemplo, la presencia de escamas, branquias y pulmones. Las extremidades frontales son más fuertes y podrían generar cierta cantidad de apoyo, aunque muy limitada, tal vez para su uso estuarios de baja profundidad (Daeschler et al., 2006). Sin embargo, los dígitos distales son más diferentes a los de los tetrápodos en comparación con Panderichthys spp.

En cierta medida, podría imaginarse el apoyo de estas extremidades como los de las focas modernas, aunque, como vimos anteriormente, aun una aleta radial puede empujar a un pez en una zona lodosa. Otro detalle que sustenta la hipótesis del arrastre, es el fortalecimiento de las costillas, para proteger a los órganos durante el desplazamiento, lo cual, también le otorgaría más fuerza a su sistema pulmonar (Clack, 2009). Debido a que el quiridio de Tiktaalik roseae posee radios (Daeschler et al., 2006), este se lo considera una aleta y por definición, un pez; un pez con una gran cantidad de características de tetrápodo. Recientemente se ha reportado un fósil nuevo que posee una cintura pelviana. Esta es muchísimo más robusta de la de Eusthenopteron spp. pero sigue teniendo una morfología de pez, en el sentido de estas formada por una sola estructura, en lugar de varios huesos articulados con la columna. Se piensa que esta pelvis fortalecida ayudaría al pez a moverse en el lecho poco profundo o en el lodo húmedo de un ambiente rivereño (Shubin, Daeschler, & Jenkins, 2014).

  46.5 Ventastega

Algunos autores sugieren que la orientación de las extremidades en Ventastega curonica es más cercano al de las patas-aletas de T. roseae que a patas propiamente dichas como en Acanthostega spp en base a inferencias morfológicas obtenidas de especímenes en los que sí se pudo obtener la cintura escapular y la cintura pelviana.

  46.6 Acanthostega gunnari

Tal vez uno de los fósiles transicionales más icónicos y con más historia en la cultura popular. Lo gracioso de este tetrápodo es que en ciertas ocasiones aun lo consideran un pez, pero basados en la definición de las aletas, ya no lo es, sus extremidades no tienen radios. La fisonomía externa del cráneo es aparentemente similar a la de Tiktaalik, pero presenta varias reformas. Tal vez la característica de pez más importante sea, la presencia de radios en la región post anal de la cola generando una aleta. También presenta arcos branquiales bien definidos y osificados (Coates & Clack, 1991). Una característica de tetrápodo que ya empieza a hacerse más patente es el reforzamiento de la cintura pélvica "la pelvis" y un alargamiento del fémur (Coates, 1996). En los peces modernos, así como en los ripididstios más cercanos a T. roseae que a Acanthostega gunnari la pelvis se encuentra desligada del esqueleto axial, y en algunos peces incluso se encuentra ausente. 

El modelo del esqueleto de A. gunnari (Figura 46.9 abajo) nos muestra un mayor desarrollo de la cintura escapular, en comparación con la pelviana. Lo mismo puede decirse de los dígitos, el quiridio anterior muestra claramente dígitos diferenciados unidos por una membrana, pero los dígitos posteriores son difíciles de diferenciar tal como ocurre en elpistostegalios más alejados de los tetrápodos como en T. roseae o Panderichthys spp. Adicionalmente se muestra la referida cintura pelviana unida ya a la columna a través del hueso sacro. A diferencia de la pelvis de Tiktaalik rosease, compuesta por un solo hueso, en Acantostega gunnari la pelvis ya está compuesta por tres huesos, y la articulación con el sacro no es sólida como en los tetrápodos, por el contrario depende de un enlace de cartílago o tejido fibroso suave. En resumen, la pelvis de A. gunnari es más derivada hacia los tetrápodos modernos que en T. roseae, pero sigue siendo mucho más primitiva en comparación con la cintura escapular.

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Figura 46.9. (Arriba) cintura pelviana de un pez, (abajo).  El modelo del esqueleto de A.gunnari.

El humero es similar al de T. roseae, pero con puntos de unión a musculatura más poderosa y diferenciada. Poseía 8 dígitos (Coates 1996) a diferencia de la mayoría los tetrápodos actuales que tienen 5 dígitos en algún punto de su ciclo de vida. Las articulaciones de los huesos con el codo y la pelvis no permiten que el animal pueda sostenerse en tierra. (Coates 1996; Coates y Clack 1990), pero los brazos, aunque débiles, si permitirían un movimiento de arrastre por zonas ribereñas de baja profundidad. (Coates y Clack 1995), donde la flotabilidad natural del agua permitirán a unos brazos débiles desplazar al animal con efectividad, de forma semejante a como ocurre con los cocodrilos o los hipopótamos.

  46.7 Ichthyostega y otros tetrápodos primitivos

A finales del devónico también vivió otro tetrápodo con adaptaciones más marcadas para la vida en tierra firme, nos referimos a Ichthyostega spp. Su columna vertebral es robusta y diferenciada en diferentes secciones (Ahlberg, Clack, & Blom, 2005). La cintura pélvica es grande y robusta, con puntos de anclaje para músculos más grandes, lo que sugiere capacidad para incursionar en tierra seca  (Coates & Clack, 1990). La construcción de las extremidades es similar a la de Acanthostega gunnari, con siete dedos (Laurin, Girondot, & de Ricqlès, 2000), y con uniones al tobillo no muy aparentes. (Coates and Clack 1990). La arquitectura general de los brazos permite más el movimiento en aguas someras que la caminata impulsada en tierra (Coates and Clack 1990). Otro tetrápodo semejante, aunque conocido solo por fragmentos es Elginerpeton pancheni (Ahlberg, 1995).

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Figura 46.10. En la imagen anterior podemos apreciar una de las reconstrucciones más recientes de Ichthyostega con detalles de las cinturas escapular y pelviana, con sus respectivos quiridios, esta reconstrucción fue hecha antes de que se reportara el manus con siete dedos.

El primer tetrápodo conocido con una estructura en su esqueleto apendicular que probablemente si permitiría su movimiento en suelo seco de forma libre Pederpes finneyae, con seis dígitos en sus quiridios, aunque posiblemente solo cinco eran funcionales (Clack & Finney, 2005) proveniente del carbonífero temprano. En el carbonífero empieza una amplia proliferación de tetrápodos, que para nuestros ojos serían reconocidos como anfibios en un sentido extenso, ya que muchos tienen una etapa de renacuajo acuática y un adulto terrestre. Eogyrinus, un tetrápodo del carbonífero con un retorno secundario a la vida acuática. Aunque sus cinturas y apéndices estaban fortaecidos con respeto a las formas más primitivas, su tamaño no concordaba para un animal de su tamaño que tuviera hábitos terrestres, y mucho más importante, varios de sus elementos eran de cartílago y no de hueso. Al igual que las salamandras modernas y algunos peces modernos como los dipnoos, EogyrinusFigura 46.11” debió haber empleado sus apéndices como pivotes o remos para maniobrar rápidamente en el agua.

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Figura 46.11. Esqueleto de Eogyrinus.

Los tetrápodos con hábitos más terrestres se hicieron progresivamente más grandes y fuertes, lo cual se reflejan con incremento del tamaño de sus cinturas y extremidades. Sin embargo, hay que recordar un detalle, al igual que los anfibios modernos o de los dipnoos, estos organismos debieron pasar por algún tipo de cambio larvario a adulto, por lo que muy probablemente sus renacuajos presentaran adaptaciones a la vida acuática y solo el adulto se aventurara a un ambiente más seco. Un ejemplo de esta dualidad es el temnospondilio Eryops, donde el adulto poseía miembros y cinturas fuertes, mientras que sus renacuajos presentaban adaptaciones a la vida acuática.

47. Esqueleto apendicular de los vertebrados terrestres

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Con los tetrápodos originales como Eryops ya tenemos los quiridios anteriores y posteriores base, el ancestro común de todos los vertebrados pendáctilos debería ser muy semejante a él, o por lo menos poseer quiridios semejantes, estructuras no especializadas en funciones concretas. A partir de este punto, los tetrápodos evolucionaron diferentes formas de organizar los huesos del quiridio, ya sea mediante el crecimiento “hipertrofia” de uno o más de sus elementos como en los murciélagos, mediante el crecimiento selectivo de algunos de sus elementos como ocurrió en el dedo meñique de los pterosaurios, mediante la perdida y fusión de algunos elementos como en el manus de las aves, mediante la desorganización de sus elementos como el los ictiosaurios, o mediante la retención y mejora de la precisión del movimiento como en los primates. Las modificaciones de los apéndices dependen también de modificaciones en la estructura de las cinturas escapular y pelviana. La cintura escapular se desliga del cráneo, pero continúa vinculada al esqueleto axial, mientras que la cintura pelviana se fusiona a las vértebras a la altura del sacro, el cual recluta vertebras para crear una sola vertebra compuesta más rígida, capaz de sostener el peso del animal.

  47.1 Cintura escapular en los tetrápodos

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Figura 47.1. En el modelo anterior tenemos un cladograma no enraizado que representa los principales grupos de tetrápodos en sus cinturas escapulares. Note que, para los mamíferos como el humano, la cintura se reduce a dos estructuras, la escápula/homoplato y la clavícula.

Los tetrápodos heredaron la cintura pectoral o escapular de sus ancestros acuáticos, de hecho, los organismos con caracteres más ancestrales que Tiktaalik poseen literalmente una cintura escapular de pez óseo, en la cual esta se encuentra funcional y anatómicamente vinculada al cráneo. Estos animales no poseen un cuello móvil que les permita mover sus cráneos de forma independiente a los hombros. Desde el ancestro común de todos los tetrápodos terrestres y Tiktaalik un rasgo muy característico de los vertebrados hace su aparición, una cintura escapular independiente del cráneo, con la subsecuente perdida de una serie de huesos postcraneales como el supracleitro y el anocleitro. La cintura escapular queda compuesta por una pareja de huesos cleitro, una clavícula y una interclavícula medioventral que se articula a las dos mitades de la cintura a través de una línea media.

👉          En los anfibios modernos: Los huesos que se originaron en el dermatocráneo se pierden totalmente, un ejemplo de esto son las salamandras, en las ranas estos huesos se hacen pequeños. Los huesos que se originan a partir del endoesqueleto como el escapulocoracoides se transforma en el elemento principal de la cintura, aunque aún retienen su fidelidad al hueso cleitro.

👉          En los amniotas primitivos: La clavícula y la interclavícula persisten, pero el hueso cleitro se reduce o se pierde. En algunos diápsidos también se pierde la clavícula, pero otros la mantienen, o como en el caso de los anápsidos secundarios como las tortugas, la clavícula se expande para combinarse con el entoplastrón.

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Figura 47.2. Modelo idealizado de la estructura general de la cintura pectoral. El homoplato o escápula se encuentra vinculado indirectamente al esqueleto axial mediante ligamentos musculares. En otras palabras, su ruta evolutiva ha sido hacia una separación del esqueleto axial.

👉          En las aves: Las claviculas se fusionan totalmente con la interclavícula/esternón para producir una estructura compuesta llamada fúrcula. Tanto la escapula como el procoracoides persisten. Cabe resaltar que muchos dinosaurios maniratores también presentan la fúrcula, por lo que aunque es una estructura relacionada con el vuelo, originalmente sirvió a otros propósitos.

👉          Los primeros amniotas: Poseían una cintura pectoral maciza, donde el escapulocoracoides era el principal elemento. Pero tan pronto como empezamos a ver los hombros de los tetrápodos colonizadores de la tierra estos se independizan como dos huesos aparte, aunque articulados. Uno de los elementos, la escápula/homoplato se especializa en la posición dorsal, y el coracoides se enfoca en la región ventral. En los amniotes también aparece un hueso nuevo, posiblemente a partir de pliegues fibrosos o cartilaginosos cercanos al procoracoides, debido a que su estructura y posición recuerdan precisamente al procoracoides, este nuevo hueso es denominado metacoracoides o simplemente coracoides.

👉          En los sinápsidos: Esta cintura pectoral de tres partes es retenida para algunos linajes como los pelicosaurios, los terapsidos y los monotremas. En los mamíferos con útero (marsupiales y euterios) el procoracoides se hace vestigial (marsupiales) o es absorbido casi completamente por el esternón (euterios). Los diápsidos también heredan una cintura escapular de tres partes, pero su evolución posterior es compleja, especialmente por la posición filogenética tan incierta de las tortugas.

👉          En los primates: El índice de rotación de la escápula aumenta, se hace móvil en sí misma, permitiendo que el quiridio pueda rotar casi 360°, lo que en últimas permite a los brazos levantarse, quedando paralelos. Este movimiento le permitió a los primates colonizar fácilmente los árboles, y al mismo tiempo, una modificación en su manus les dio la habilidad de agarrarse de las ramas.

  47.2 Cintura pelviana en los tetrápodos

La cintura pelviana no está formada por contribuciones de tejidos dérmicos, lo cual tiene sentido, el dermatoesqueleto evolucionó alrededor de la cabeza, primero como un exocráneo y luego como el cráneo interno. La región pelviana nunca generó una armadura tan densa, nisiquiera en los ostracodermos o en los placodermos donde el esqueleto es marcadamente externo. La cintura pelviana se produce en base a los radios originados en tejido interno denominado endocondrial, como un mecanismo para dar rigidez a las aletas pelvianas. Cabe destacar que la función de estas aletas en el primer grupo en que aparecen, los placodermos, era reproductiva, pues las aletas de esos, al igual que en los tiburones modernos es la de ser un pene.

Dejando de lado las idas y venidas de la cintura pelviana como estructura reproductiva, el desarrollo de la pelvis fue lento, en la mayoría de los peces y tetrápodos primitivos como Tiktaalik roseae la pelvis está compuesta por un solo hueso en cada aleta, débil, pequeño y sin contacto con el esqueleto axial, lo que lo hace incapaz de sostener el peso del animal, ya que no forma un anillo alrededor del cuerpo. Con Acanthostega y de allí en adelante, la pelvis se hace más compleja, formada ya por tres huesos: el ilio, el isquio y el pubis.

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Figura 47.3. En la siguiente figura podemos apreciar un cladograma no enraizado de la cintura pelviana de varios grupos de sarcopterigios incluyendo los tetrápodos terrestres.

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Figura 47.4. La cintura pelviana siguió una ruta evolutiva opuesta a la pectoral, en ella los huesos de la cintura se anclan directamente al sacro, como si fuera una sola unidad estructural, a menos que se dé un retorno a la vida acuática permanente.

Los tres huesos forman un anillo, desde el vientre hasta el dorso, donde se fusionan con el sacro, este anillo llamado cintura pelviana permite que el animal sostenga su peso en la región posterior. Los dos ilios son quienes se encargan de unirse al sacro. Con la evolución de los amniotas y su inmediata diversificación, estos tres huesos nunca se perdieron, pero han experimentado una gran cantidad de modificaciones secundarias, algunas de las cuales son sinapomorfias que permiten distinguir grupos grandes de seres vivos, como ocurre con los dinosaurios.

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Figura 47.5. Las ballenas y otros cetáceos muestran que la pelvis puede retornar a su posición ancestral, desanclarse del sacro, y perder su quiridio, pero aún existen por motivos reproductivos, lo cual es particularmente irónico, ya que las primeras pelvis que aparecen en el registro fósil también lo hicieron para soportar a un pene.

  47.3 Manus y pes

La región del quiridio denominado autopodio es la más compleja de los apéndices y en general de todos los tipos de aleta de los gnatostomos conocidos. Rastrear sus procesos evolutivos se ha convertido en un dolor de cabeza debido a los numerosos componentes que involucra. Sin embargo, esto también resume a la evolución, como el cambio en una estructura afecta a las demás, teniendo en cuenta a un individuo que interactúa con su ambiente.

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Figura 47.6. En la figura anterior podemos ver los quiridios posterior (izquierda) y anterior (derecha) de un tetrápodo primitivo, los cuales sirven como representación del templado original del quiridio de los tetrápodos terrestres actuales.

El autopodio comienza con las barras de la palma, llamadas en sentido general metapodiales. Los elementos metapodiales adquieren nombres concretos dependiendo de si estamos hablando del manuso del pes. El manus es el autopodio de los quiridios anteriores y sus metaposiales reciben el nombre de metacarpos. El pes es el autopidio de los quiridios posteriores y reciben el nombre de metatarsos. Articulados a los metapodiales se encuentran los podiales o dígitos, que reciben nombres concretos para el manus “carpos” y para el pes “tarsos”. La condición ancestral de la cantidad de dígitos en el autopodio ha sido materia de debate y continúa siéndolo, sin embargo, tanto en sentido taxonómico amplio, como tomando en cuenta al autopodio deEryops spp. se piensa que el templado original del quiridio, ya sea anterior o posterior es de un autopodio con cinco dígitos. A partir de este templado se han experimentado múltiples derivaciones, las cuales dependen de la especialización del animal.

Cuando un grupo de organismos posee más de cinco dedos, se los denominan polidactilos, pero esta condición normalmente solo se presenta en los elpistostegalios y tetrápodos primitivos que poseen entre seis y ocho dígitos. Durante el curso de la evolución lo más común ha sido la fusión y perdida de dígitos, así por ejemplo, el linaje de los dinosaurios generalmente se encuentra restringido a tres dígitos, lo cual incluye a sus descendientes, las aves.

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Figura 47.7. La disposición lateral y ventral del quiridio afecta el esfuerzo que debe hacer la cintura, en una posición ventral (b) la cintura comparte el esfuerzo con el quiridio.

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Figura 47.8. Las extremidades pueden ubicarse por debajo de las cinturas, en este caso el peso queda suspendido tanto por las cinturas como por los apéndices. Esto redistribuye el peso y permite que el apéndice se mueva con mayor eficiencia en tierra.

  47.4 Quiridio para nadar o para caminar

La posición relativa de la cintura y el quiridio cambia dependiendo de si hablamos de dinosaurios, sinápsidos y saurópsidos. Las extremidades pueden salir de forma lateral del tronco del animal, en este sentido, el peso es cargado por las cinturas escapular y pelviana. En esta posición los animales tienden a tener un movimiento de mamboleo lateral, semejante al que hace un pez para mover su aleta caudal.

Evolutivamente esto tiene sentido, las aletas evolucionaron como apéndices laterales, especialmente las pectorales. Por lo anterior era de esperarse que los tetrápodos, anfibios e inclusive, los primeros amniotas, así como algunos sobrevivientes hasta el día de hoy retuvieran ese rasgo ancestral. De hecho, solo dos grandes linajes de amniotas alteraron la postura piciforme de los apéndices, y esos fueron los dinosaurios y los sinápsidos.

Referencias bibliográficas

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