[Carga y lenguaje químico] Sección 2. Conceptos clave [Enlace químico] [Tipos de sustancia] Otros conceptos [El átomo de Thomson]
Los experimentos de Faraday dejaron de
manifiesto que la masa no era la única propiedad cuantizada;
la carga eléctrica también lo estaba, lo cual implicaba que
podía estar asociada a una entidad material. Casi al mismo tiempo,
a esta partícula se le dio el nombre de electrón. Aunque la
elección del nombre tiene cierto grado de arbitrariedad, puede interpretarse
como "portador de la carga negativa". En la actualidad,
calcular la carga elemental del electrón es un ejercicio
trivial: basta con dividir la constante de Faraday entre
el número de Avogadro. Sin embargo, a finales del siglo XIX, aún no
se disponía del valor de este último.
Tubos de rayos catódicos
A finales del siglo XIX, con el desarrollo de bombas
de vacío, se accedió a la tecnología de tubos de semivacío.
Recordemos, a partir de las lecciones sobre gases reales, que
un gas enrarecido se vuelve conductor eléctrico,
permitiendo así completar un circuito. Al analizar qué permitía cerrar dicho
circuito, los científicos hipotetizaron que los portadores de carga debían
tener polaridad negativa, ya que se movían desde el polo
negativo y eran atraídos hacia el positivo. Esta hipótesis
se confirmó mediante un experimento conocido como la cruz de Malta,
en el cual se colocaba una placa opaca con forma de cruz en el interior del
tubo. Al aplicar una diferencia de potencial, se observaba una sombra
nítida proyectada en el extremo positivo del tubo, lo que indicaba que
las partículas cargadas se desplazaban en línea recta desde el cátodo,
confirmando así su naturaleza corpuscular y polaridad
negativa.
Figura
1. El tubo de rayos catódicos (CRT) funciona con gases a baja presión,
permitiendo la emisión de electrones desde el cátodo al ánodo. Su
trayectoria se observa con pantallas fluorescentes, base para el
descubrimiento del electrón y la creación de televisores y monitores.
Aunque desplazados por LCD y OLED, los CRT marcaron un hito histórico
en visualización y en la física moderna.
Experimento de la
desviación por campo electromagnético
Además, los científicos observaron que los campos
magnéticos, generados por imanes o electroimanes, alteraban la trayectoria
de los rayos en dirección consistente con una carga
negativa: los rayos se alejaban del polo negativo del imán
y se acercaban al positivo. A partir de esta observación, se dedujo
que los portadores de carga viajaban en líneas rectas y
poseían polaridad negativa. Estos y otros experimentos pasaron a
conocerse colectivamente como los experimentos de los tubos de rayos
catódicos, los cuales reforzaron la idea de la existencia de partículas
portadoras de carga negativa.
Figura
2. El tubo de rayos catódicos permitió demostrar que los rayos eran corrientes
de electrones y no radiación neutra. Su desviación por imanes y campos
eléctricos, siendo repelidos por el polo negativo y atraídos por el
positivo, confirmó su carga negativa. Estos experimentos sentaron las bases de
la teoría electrónica, revolucionando la comprensión de la materia y
la electricidad.
Resulta irónico que, en ese momento, los principales
defensores de estas ideas fueran físicos, mientras que muchos químicos
de prestigio aún se resistían a aceptar el modelo molecular basado
en partículas.
A través de la comparación entre la desviación de
los rayos catódicos causada por un campo eléctrico y
la producida por un campo magnético, el físico J.J. Thomson logró
estimar por primera vez la relación carga-masa del electrón
(es decir, el cociente entre su carga eléctrica y su masa). Para llevar a cabo
este experimento, diseñó un tubo de rayos catódicos con
un orificio en el ánodo, que permitía el paso de un haz estrecho
de electrones. Colocó placas cargadas eléctricamente y
un imán dispuestos perpendicularmente al haz, y en el extremo
opuesto colocó una pantalla fluorescente para registrar el
impacto de los electrones.
El campo eléctrico desviaba el haz en una
dirección, mientras que el campo magnético lo desviaba en la
dirección opuesta. Thomson ajustó cuidadosamente la intensidad de ambos campos
hasta lograr que se anulasen mutuamente, permitiendo que el haz de
electrones viajara en línea recta hacia la pantalla. Al conocer las condiciones
en las que se lograba este equilibrio, pudo calcular un valor pionero para
la relación carga-masa del electrón, obteniendo en 1897 un
resultado de 1.76 × 10⁸ culombios por gramo.
Fig.
3. Joseph John Thomson (1856-1940), físico británico, descubrió el electrón
en 1897 mediante experimentos con tubos de rayos catódicos, demostrando
la divisibilidad del átomo. Superó la fragilidad de estos dispositivos y
determinó la relación carga/masa (e/m). Recibió el Premio Nobel de
Física en 1906, aportó al estudio de isótopos y propuso el modelo
atómico del “pudín con pasas”, sentando bases de la física moderna.
La relación masa a carga
No obstante, la relación carga-masa es una
ecuación de tres términos, y hasta ese momento solo se disponía de
uno: el cociente. Por ende, era imperativo calcular de forma
independiente la carga o la masa del electrón
para poder determinar el valor restante. Dado que determinar directamente
la masa del electrón resultaba prácticamente imposible con la
tecnología de la época, la única alternativa viable consistía en obtener
una medición precisa de la carga. Este desafío permaneció sin
solución durante al menos otra década, hasta la realización del célebre experimento
de la gota de aceite de Millikan, que tuvo lugar
aproximadamente en la misma época en que Jean Perrin demostraba
experimentalmente la existencia del átomo.
El experimento de Millikan, realizado en 1909,
fue diseñado específicamente para medir la carga eléctrica del electrón.
En este experimento, pequeñas gotas de aceite caían entre
dos placas metálicas cargadas eléctricamente. Estas gotas
adquirían carga negativa al captar electrones
adicionales mediante la irradiación con rayos X. Millikan
midió cómo la variación del voltaje entre las placas afectaba
la velocidad de caída de las gotas, y a partir de esos datos,
calculó la carga individual de cada gota.
Una de las observaciones clave fue que la carga medida en cada gota siempre era un múltiplo entero de 1.602 × 10⁻¹⁹ culombios, lo que llevó a Millikan a concluir que este valor correspondía a la carga elemental de un solo electrón. Con este valor y la relación carga-masa determinada previamente por Thomson, fue finalmente posible estimar la masa del electrón. Este experimento proporcionó datos fundamentales para la comprensión de la estructura subatómica de la materia.
Los experimentos de Thomson, por su parte, revelaron que las partículas constituyentes de los rayos catódicos eran aproximadamente mil veces más pequeñas que el átomo de hidrógeno y que su masa no dependía del elemento químico utilizado para generarlas. Es decir, todos los gases empleados en los tubos de Crookes emitían la misma partícula, con idéntica masa y carga. Aunque Thomson originalmente las denominó corpúsculos, la comunidad científica adoptó finalmente el término "electrón", propuesto por otros investigadores. Este descubrimiento revolucionó la comprensión de la estructura atómica y sentó las bases para el desarrollo de la física subatómica.
Fig. 4. El experimento de la gota de aceite de Millikan (siglo XX) determinó con precisión la carga elemental del electrón, demostrando que la electricidad es cuantizada en unidades discretas. Observó que las cargas en las gotas eran múltiplos de un valor mínimo, identificando así al electrón como portador fundamental de carga. Este hallazgo consolidó la estructura atómica y fundamentó la física moderna.
El pudin con pasas
Con la existencia del electrón ya
establecida y una comprensión más profunda del átomo, Thomson argumentó
que este no podía ser una esfera sólida e indivisible, como se
pensaba anteriormente, sino más bien una esfera blanda que
contenía electrones incrustados en su interior. Según su propuesta,
formulada en torno al año 1900, antes del experimento de Millikan,
cuando un átomo se oxida, uno o más de sus electrones eran expulsados desde
su interior, lo cual daba lugar a la aparición de cargas positivas.
Estas cargas positivas no estaban localizadas en partículas específicas, sino
que se distribuían en un campo continuo y difuso que rodeaba a
los electrones.
Thomson comparó esta distribución con un pastel
blando lleno de pasas, donde las pasas representaban a
los electrones y la masa del pastel al campo positivo.
Por esta razón, su modelo pasó a conocerse popularmente como el modelo
del pudín de pasas (o "plum pudding model" en
inglés).
Fig.
5. El modelo atómico de Thomson (1904) describía al átomo como una
esfera de carga positiva con electrones incrustados, semejante a
un “pudín con pasas”. Explicaba la neutralidad eléctrica y fue el
primero en proponer partículas subatómicas. Aunque luego fue superado por
Rutherford, marcó un hito histórico al introducir la idea de estructura
interna del átomo en física y química moderna.
Aunque esta analogía culinaria puede parecer simplificadora
o incluso humorística, es importante subrayar que el modelo de Thomson no
fue una simple metáfora, sino el resultado de cálculos rigurosos y
del uso de herramientas matemáticas avanzadas, como las ecuaciones
de campo eléctrico y el análisis vectorial. Este modelo representó un
paso fundamental en la evolución del pensamiento científico sobre la estructura
atómica, y aunque más adelante sería reemplazado por modelos más precisos,
sentó las bases para muchos desarrollos posteriores
Es importante tener en cuenta que estos estudios se
desarrollaban en un contexto de gran reticencia de la comunidad científica
a aceptar la existencia del átomo como partícula fundamental. De hecho, la teoría
atómica no alcanzó una aceptación generalizada sino hasta 1911, con los
experimentos de Jean Perrin, que confirmaron las ideas de Einstein sobre
el movimiento browniano. Este proceso resalta cómo las teorías científicas
rara vez se consolidan de manera lineal u ordenada, a diferencia de la imagen
simplificada que muchas veces transmiten los documentos didácticos, en los que
se presenta la historia de la ciencia como una sucesión clara y lógica de
descubrimientos
Justificando la teoría de los iones
En términos químicos, podemos representar
cada átomo según el modelo de Thomson utilizando
el símbolo atómico correspondiente en lugar de un dibujo de
pastel-con-pasas, mientras que los electrones ganados o perdidos se
indican mediante símbolos de carga situados en el extremo
superior derecho del símbolo. Por ejemplo:
- Si
un átomo de sodio pierde un electrón, se representa
como Na⁺.
- Si
un átomo de calcio pierde dos electrones, se indica
como Ca²⁺.
- Si
un átomo de cloro gana un electrón, se representa
como Cl⁻.
- Si
un átomo de oxígeno gana dos electrones, se indica
como O²⁻.
Es crucial recordar que los átomos
que pierden electrones sufren un proceso de oxidación,
mientras que aquellos que ganan electrones experimentan
una reducción. Estas transformaciones son fundamentales en la formación
de iones y en las reacciones redox, pilares del
comportamiento químico de muchas sustancias.
Exploraremos con mayor profundidad la teoría de los
iones, sus implicaciones energéticas y estructurales, así como
la importancia de la Ley de Conservación de la Carga, en las lecciones
futuras del curso. Estos conceptos serán esenciales para comprender
la interacción entre especies químicas y la formación
de compuestos tanto iónicos como moleculares.
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