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sábado, 21 de junio de 2025

Capacidad calorífica y calor específico




A primera vista, medir el calor de un sistema a través del cambio de temperatura podría parecer lo mismo, pero una revisión atenta de nuestros primeros capítulos sobre propiedades de la materia revela una diferencia fundamental. Cuando la temperatura de una sustancia en una fase única (por ejemplo, sólida) aumenta, este incremento ocurre de forma directamente proporcional al calor que ingresa al sistema. Esta relación de proporcionalidad es clara y predecible en esta condición.

Sin embargo, la dinámica cambia drásticamente al alcanzarse un punto de cambio de fase (como la fusión del hielo o la ebullición del agua). En este umbral, la temperatura de la sustancia deja de aumentar, aun cuando se le siga suministrando calor de forma constante. Toda la energía adicional que se introduce se utiliza exclusivamente para superar las fuerzas intermoleculares y provocar la transición completa de fase (por ejemplo, transformar todo el sólido en líquido, o todo el líquido en gas). Solo una vez que toda la sustancia ha completado su transformación de fase, la temperatura vuelve a aumentar a medida que se le continúa añadiendo calor.

Esto significa necesariamente que el calor absorbido por un sistema no siempre se manifiesta como un aumento de temperatura. Existe una distinción crucial entre el calor sensible, que es la energía que provoca un cambio de temperatura en una sustancia sin modificar su estado físico, y el calor latente, que es la energía absorbida o liberada durante un cambio de fase sin que haya una variación de temperatura. Comprender esta dualidad energética es esencial para realizar un análisis energético completo y preciso de cualquier proceso físico o químico.

Por otro lado, la relación entre el cambio de temperatura y el calor absorbido por una sustancia no solo depende de su estado de agregación, sino que también está intrínsecamente mediada por la cantidad de sustancia presente y su identidad química. Esto significa que el aumento de temperatura resultante de una cantidad dada de calor será distinto si calentamos, por ejemplo, un mol de plomo que si calentamos un mol de hidrógeno. Esta diferencia se debe a la capacidad calorífica específica (o calor específico) de cada material. Esta es una propiedad intensiva que cuantifica la energía necesaria para elevar la temperatura de una unidad de masa (o mol) de una sustancia en un grado. Cada sustancia posee un valor único de calor específico, lo que explica por qué algunos materiales se calientan o enfrían más rápidamente que otros al absorber o ceder la misma cantidad de energía.

Capacidad calorífica

La capacidad calorífica \(C\) puede definirse rigurosamente como el cambio infinitesimal del calor \(\delta Q\) con respecto a un cambio infinitesimal en la temperatura \(\delta T\), en otras palabras \( C = \delta Q / \delta T \). Esto implica que la capacidad calorífica representa la cantidad de calor necesaria para producir una variación extremadamente pequeña de la temperatura del objeto en un instante dado.

Figura 1. El teorema de la capacidad calorífica relaciona la cantidad de calor (Q) —cuya notación cuasivectorial indica su dirección— con el cambio de temperatura (ΔT). La capacidad calorífica (C) es un escalar, ya que la direccionalidad de Q y ΔT se anulan. Base de la calorimetría, conecta temperaturas (absolutas en Kelvin) con energía transferida para análisis energético sin cambios de fase. Demostración.

Aunque las temperaturas absolutas (expresadas en Kelvin) son siempre positivas, las diferencias de temperatura (ΔT) sí poseen un signo direccional, indicando un aumento o una disminución. Este signo coincide perfectamente con el obtenido al usar la escala de grados Celsius. Por ende, para fines de cálculo, podemos igualar directamente la magnitud de la diferencia de temperaturas expresada en grados Celsius con la expresada en Kelvin. Esta equivalencia simplifica la resolución de problemas, permitiendo usar indistintamente ΔT en °C o K en los ejercicios.

Calor específico

A menudo, la capacidad calorífica (C) genera confusión debido a su naturaleza. Si bien se define directamente a partir del calor transferido y el cambio de temperatura que produce, su expresión no incluye explícitamente la cantidad de sustancia. Esto puede llevar a la falsa impresión de que es una propiedad inherente a la sustancia misma, independiente de la masa. Sin embargo, la capacidad calorífica de un objeto es, en realidad, una propiedad extensiva, lo que significa que su valor final sí depende de la cantidad de material presente, así como de su identidad. Esta ambigüedad, que a veces ha sido fuente de malentendidos, reside en que el valor de C es específico para un objeto o sistema particular, no universal para una sustancia.

Figura 2. El calor específico (Cs) cuantifica la energía para elevar la temperatura de un gramo de sustancia (J/g·K); es intensivo e independiente de la cantidad. El calor específico molar (Cm) hace lo mismo para un mol (J/mol·K). Ambos son propiedades intensivas, tabuladas para sustancias puras, y esenciales para calcular el calor transferido en cambios de temperatura sin fase.

Para evadir estas ambigüedades conceptuales y facilitar una comprensión más clara y universal, la termodinámica introduce los parámetros de calor específico (Cs) y calor específico molar (Cm). Estas propiedades sí incorporan la cantidad de sustancia de forma explícita en sus unidades (por gramo y por mol, respectivamente), resolviendo la ambigüedad de C. A diferencia de la capacidad calorífica total de un objeto (C), el calor específico y el calor específico molar son propiedades intensivas que son constantes para una sustancia pura bajo condiciones dadas. Esto permite que puedan ser tabuladas universalmente para sustancias clave, simplificando drásticamente su uso en cálculos precisos sin la confusión inherente a la capacidad calorífica total de un sistema.

Los calores específicos se encuentran generalmente en tablas de referencia. Para los elementos, estos valores suelen corresponder a sus alótropos más comunes, tal como se presentan en relación con la tabla periódica. Sin embargo, para compuestos puros o incluso para materiales impuros con una composición estandarizable (como aleaciones o mezclas comunes), sus calores específicos deben consultarse en tablas estandarizadas específicas para dichas sustancias o materiales.

Calor absorbido o emitido por un cuerpo

Un cambio de temperatura en Kelvin es igual en magnitud al cambio de temperatura en grados Celsius. Por lo tanto, el calor específico para el agua, por ejemplo, puede expresarse indistintamente como 4.18 J/g·K o 4.18 J/g·°C, unidad que se pronuncia "Julios por gramo-grado Celsius". Es importante señalar que los valores de calor específico para una sustancia dada pueden variar ligeramente con la temperatura, razón por la cual a menudo se especifica la temperatura de referencia. El valor de 4.18 J/g·K que usamos aquí para el agua, por ejemplo, corresponde al agua inicialmente a 14.5 °C, temperatura a la que históricamente se utilizó para definir la caloría al valor exacto de 4.184 Julios.

Figura 4. El teorema vincula el calor transferido con la masa, el calor específico y el cambio de temperatura de una sustancia. Este principio es esencial para comprender la energía absorbida o liberada. Un factor de conversión práctico permite calcular el calor en kilojulios, usando la masa en gramos, la variación de temperatura en Celsius, y el calor específico en kJ/g°C. Demostración. [Ejercicios resueltos]

En consecuencia, para calcular la cantidad de calor que una sustancia gana o pierde, utilizamos su calor específico junto con su masa medida y el cambio de temperatura experimentado. Es vital recordar que los calores específicos, al ser propiedades intensivas, dependen directamente de la identidad de la sustancia, pero son independientes de su cantidad. Por ello, en la práctica, se consideran constantes tabuladas para cada material, las cuales deben consultarse a menos que sean proporcionadas o solicitadas en un ejercicio.

Calor compartido por dos cuerpos y temperatura de equilibrio

Habiendo establecido cómo calcular el calor absorbido o emitido por un solo cuerpo, ahora abordaremos la interacción de dos cuerpos en contacto térmico. En este escenario, el calor fluye espontáneamente desde el cuerpo más caliente hacia el más frío hasta que ambos alcanzan el equilibrio térmico, caracterizado por una temperatura de equilibrio común. Surge entonces la pregunta clave: ¿Cuál es el principio o la ecuación que nos permite determinar esta temperatura de equilibrio? Esta interrogante nos introduce directamente al diseño experimental conocido como calorímetro. Por lo tanto, en las siguientes secciones, exploraremos en detalle la respuesta a esta pregunta y sus implicaciones prácticas.

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