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domingo, 18 de mayo de 2025

Solubilidad y efecto de la temperatura




La solubilidad es la propiedad que describe la capacidad de una sustancia (soluto) para disolverse en otra (disolvente), formando una disolución homogénea a nivel molecular o iónico. Esta característica se expresa generalmente como la cantidad máxima de soluto que puede disolverse en una cantidad determinada de disolvente bajo ciertas condiciones de temperatura y presión.

Solubilidad de gases

La solubilidad es la propiedad que describe la capacidad de una sustancia (soluto) para disolverse en otra (disolvente), formando una disolución homogénea a nivel molecular o iónico. Esta característica se expresa generalmente como la cantidad máxima de soluto que puede disolverse en una cantidad determinada de disolvente bajo ciertas condiciones de temperatura y presión.

Figura 1. La vitamina A, con pocos grupos oxígeno y estructura no polar, es liposoluble y se disuelve en aceite. La vitamina C, rica en grupos hidroxilo, es polar e hidrosoluble, lo que permite su disolución en agua. Esta diferencia estructural determina su solubilidad, almacenamiento en el cuerpo y función biológica, destacando la relación entre estructura y comportamiento químico

Sin embargo, la solubilidad no es una cualidad absoluta ni dicotómica. Aunque frecuentemente clasificamos las sustancias como “solubles” o “insolubles”, en realidad existe un rango de solubilidades. Este grado de solubilidad varía según múltiples factores, entre ellos las condiciones ambientales y la estructura del soluto. A partir de aquí, nos centraremos en analizar la solubilidad en agua, el disolvente más común tanto en sistemas biológicos como industriales.

En el caso de las sustancias orgánicas, la solubilidad en agua depende fuertemente de su capacidad para formar puentes de hidrógeno. Las moléculas que contienen varios grupos funcionales con oxígeno, como hidroxilos, carbonilos o carboxilos, suelen ser muy solubles en agua. En cambio, aquellas con largas cadenas hidrocarbonadas o sin grupos polares tienden a ser poco solubles.

Para las sales inorgánicas, la situación es más compleja. Su solubilidad en agua no sigue una regla general simple, por lo que es necesario consultarla en tablas de solubilidad o representaciones gráficas conocidas como curvas de solubilidad, donde se observa cómo varía su capacidad de disolverse con la temperatura.

En el caso de los gases, su solubilidad en agua varía mucho, pero nunca es infinita. A diferencia de sólidos y líquidos, la solubilidad de los gases disminuye con la temperatura y aumenta con la presión, lo cual explica fenómenos como la pérdida de gas en una bebida carbonatada al calentarla o al destaparla.

Respecto a los disolventes no polares como el hexano o el benceno, en ellos se disuelven preferentemente sustancias también no polares, como grasas, ceras o aceites esenciales. En estos medios no ocurre ionización, ya que no hay una estructura polar capaz de estabilizar iones libres, por lo que las disoluciones son moleculares y no electrolíticas.

Solubilidad en agua

Sin embargo, la solubilidad no es una cualidad absoluta ni dicotómica. Aunque frecuentemente clasificamos las sustancias como “solubles” o “insolubles”, en realidad existe un rango de solubilidades. Este grado de solubilidad varía según múltiples factores, entre ellos las condiciones ambientales y la estructura del soluto. A partir de aquí, nos centraremos en analizar la solubilidad en agua, el disolvente más común tanto en sistemas biológicos como industriales.

En el caso de las sustancias orgánicas, la solubilidad en agua depende fuertemente de su capacidad para formar puentes de hidrógeno. Las moléculas que contienen varios grupos funcionales con oxígeno, como hidroxilos, carbonilos o carboxilos, suelen ser muy solubles en agua. En cambio, aquellas con largas cadenas hidrocarbonadas o sin grupos polares tienden a ser poco solubles.

Para las sales inorgánicas, la situación es más compleja. Su solubilidad en agua no sigue una regla general simple, por lo que es necesario consultarla en tablas de solubilidad o representaciones gráficas conocidas como curvas de solubilidad, donde se observa cómo varía su capacidad de disolverse con la temperatura.

En el caso de los gases, su solubilidad en agua varía mucho, pero nunca es infinita. A diferencia de sólidos y líquidos, la solubilidad de los gases disminuye con la temperatura y aumenta con la presión, lo cual explica fenómenos como la pérdida de gas en una bebida carbonatada al calentarla o al destaparla.

Solubilidad en solventes apolares

Respecto a los disolventes no polares como el hexano o el benceno, en ellos se disuelven preferentemente sustancias también no polares, como grasas, ceras o aceites esenciales. En estos medios no ocurre ionización, ya que no hay una estructura polar capaz de estabilizar iones libres, por lo que las disoluciones son moleculares y no electrolíticas.

Figura 2. Efecto de la temperatura en la solubilidad de sólidos iónicos y gases. (Izquierda) Las curvas de solubilidad representan las relaciones entre la solubilidad y la temperatura de varios solutos sólidos comunes. (Derecha) Curvas de solubilidad de un gas, por lo general la solubilidad disminuye con el aumento de temperatura.

Efecto de la temperatura en la solubilidad

La temperatura influye notablemente en la solubilidad de los gases en agua. A diferencia de muchos sólidos, cuya solubilidad suele aumentar con el calor, los gases pierden solubilidad a medida que la temperatura se eleva. Esto ocurre porque las moléculas gaseosas ganan energía cinética y escapan más fácilmente del disolvente. Por esta razón, el agua caliente contiene menos oxígeno disuelto que el agua fría, lo cual tiene implicaciones ecológicas importantes, como la disminución de oxígeno disponible para organismos acuáticos en cuerpos de agua que se calientan por el cambio climático o por descargas térmicas industriales.

En disoluciones líquidas, especialmente cuando el soluto es un sólido puro, la solubilidad varía de forma irregular con la temperatura. A diferencia de los gases, que tienden a disminuir su solubilidad al calentarse, algunos sólidos aumentan su solubilidad, mientras que otros la reducen o se comportan de forma no lineal. No existen patrones generales aplicables a todas las sustancias, por lo que es indispensable consultar tablas de solubilidad o gráficas específicas, donde se representa la fracción de soluto disuelto en el solvente en función de la temperatura. Estos datos permiten predecir el comportamiento de cada sustancia bajo condiciones experimentales concretas.

Figura 3. La solubilidad puede expresarse como el ratio de masas entre soluto y solvente, denotado m(i/j). Esta notación general evita complejidades al manejar múltiples cocientes en química, mantiene claridad y facilita su uso en contextos más avanzados, siendo útil para analizar equilibrios de disolución y saturación.

Figura 4. El nivel de saturación se define como una diferencia de masas (Δm), no como un valor escalar. Surge al enfrentar dos reacciones opuestas: cristalización y solubilización, cuyo balance da un avance neto (Δξ). Su signo indica si hay sobresaturación, insaturación o equilibrio, aportando una visión más precisa del equilibrio de solubilidad y sus condiciones. Demostración.

Figura 5. La masa máxima de soluto disuelto depende de la temperatura y de la masa del solvente, según un ratio estándar extraído de tablas o curvas de solubilidad. Este cociente adimensional varía con cada sustancia y determina el nivel de saturación del sistema. Se usa para calcular cuánta masa puede disolverse antes de alcanzar el equilibrio. Demostración.

Los teoremas de solubilidad nos permiten clasificar el estado de una disolución según su relación con la cantidad máxima de soluto disuelto que puede mantenerse en equilibrio con el soluto sólido no disuelto. Esta clasificación se expresa a través del signo del cambio de masa del sólido: un valor positivo (+) indica una disolución sobresaturada, donde el exceso de soluto tiende a precipitar y formar masa sólida; un valor negativo (–) refleja una disolución insaturada, con capacidad para disolver más soluto antes de alcanzar el equilibrio; y un valor cero (0) indica una disolución saturada, en equilibrio dinámico entre soluto disuelto y sólido. Sin embargo, existe una cuarta categoría que la ecuación no predice: la sobresaturación sin síntesis de exceso, o estado supersaturado. Este es un estado metastable, logrado bajo condiciones controladas de temperatura y manipulación, donde una cantidad superior al límite de solubilidad se mantiene en solución sin formar precipitado. No obstante, cualquier perturbación, como una vibración, un cambio brusco de temperatura o la introducción de una semilla de cristalización, desencadena la formación inmediata del sólido excedente.

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