Figura. Curva de presiones de vapor estándar

La presión de vapor de sustancias volátiles varía significativamente con la temperatura, y esto se puede observar claramente en líquidos comunes como el éter dietílico (representado en rojo), el alcohol etílico (naranja), el agua (azul) y el etilenglicol (verde). A medida que la temperatura aumenta, las moléculas de estos líquidos adquieren mayor energía cinética, lo que facilita que más moléculas escapen de la superficie y pasen a la fase gaseosa, elevando así la presión de vapor. Esta relación directa es fundamental para entender cómo funcionan procesos de evaporación y ebullición en diferentes sustancias.

Cuando la presión de vapor de un líquido alcanza los 760 torr, equivalente a 1 atmósfera de presión ambiental, el líquido comienza a ebullir. Este punto indica que la presión ejercida por las moléculas en estado gaseoso es suficiente para vencer la presión atmosférica externa que normalmente mantiene el líquido en estado líquido. En ese momento, se produce un fenómeno donde prácticamente todo el volumen del líquido vibra y se convierte en vapor simultáneamente. La ebullición no es instantánea, sino que ocurre a medida que el sistema se mantiene a esta temperatura, permitiendo que la transición de líquido a gas suceda de forma sostenida.

Estos valores de presión de vapor y sus cambios con la temperatura son cuidadosamente medidos y registrados en tablas estándar, especialmente para sustancias como el agua, que tienen una gran importancia industrial y científica. Estas tablas de presión de vapor proporcionan datos precisos que permiten calcular puntos de ebullición bajo diferentes condiciones de presión y son esenciales en aplicaciones que van desde la ingeniería química hasta la meteorología y la farmacología. Así, el estudio de la presión de vapor y su dependencia con la temperatura es clave para comprender y controlar numerosos procesos naturales y tecnológicos.