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sábado, 24 de mayo de 2025

Propiedades coligativas y factor de van´t Hoff




Las propiedades coligativas son propiedades físicas que dependen únicamente de la cantidad de entidades disueltas en una disolución, sin importar su naturaleza química, una vez alcanzado el equilibrio.

La coligatividad tiene que ver con la capacidad de una entidad disuelta para interactuar con el solvente que la rodea, dificultando su movilidad. Esta restricción puede manifestarse como una resistencia a cambiar de fase, a pasar a otro estado de la materia, o a fluir hacia el otro lado de una membrana. En este sentido, la coligación puede entenderse como una relación rígida entre soluto y solvente, casi como un noviazgo tóxico, en el que uno impide al otro moverse con libertad hacia otros entornos. Así, cuanto más fuerte es esta interacción, mayor es el efecto coligativo observado, ya que se limita el comportamiento espontáneo de las moléculas del sistema.

Estas propiedades incluyen:

1- el descenso de la presión de vapor, descrito por la ley de Raoult;

2- el aumento ebulloscópico, es decir, el incremento del punto de ebullición;

3- el descenso crioscópico, o disminución del punto de congelación; y

4- la presión osmótica, que se manifiesta como un aumento de volumen en el lado más impuro de una membrana semipermeable.

Sin importar de cuál de las cuatro propiedades coligativas se trate, todas exigen que se considere un concepto poco discutido en los textos de química por considerarse implícito: la cantidad efectiva de entidades en equilibrio dentro de la disolución y su concentración real. No basta con conocer cuántas partículas se han disuelto, sino cuántas de ellas permanecen activamente disponibles en el sistema una vez alcanzado el equilibrio. Esta cantidad efectiva puede verse alterada por fenómenos como la ionización incompleta, la asociación o disociación química, o incluso por interacciones intermoleculares, lo que impacta directamente en la intensidad de la propiedad coligativa observada.

Figura 1. La solvatación es cuando el disolvente rodea al soluto, formando una capa de solvatación. No solo ocurre en soluciones polares; las interacciones apolares (fuerzas de dispersión de London) también la causan. Comprender la solvatación es clave para entender la disolución y propiedades coligativas en cualquier tipo de solución, incluso apolares.

Teniendo en cuenta lo anterior, definiremos la cantidad de sustancia efectiva \(n(i)_{ef}\) como el total de entidades en equilibrio, sin importar su identidad química. Esto incluye tanto moléculas neutras como iones provenientes de un mismo soluto, ya que desde el punto de vista coligativo ambos contribuyen por igual: lo que importa no es su naturaleza, sino su número y su capacidad para interactuar con el solvente. Por ello, en el caso de los no electrolitos, que no se disocian, la cantidad de sustancia efectiva es igual a 1 por cada mol añadido. En cambio, para los electrolitos fuertes, cuya disociación es completa, la sustancia efectiva debería corresponder idealmente a la suma de las cantidades de sustancia de todos los iones formados, ya que la especie original deja de existir en solución.

Sin embargo, la realidad de la sustancia suele desafiar nuestras expectativas. Tomemos como ejemplo la sal más sencilla: el cloruro de sodio (NaCl). Aunque se le considera un electrolito fuerte por su capacidad de disociarse completamente en solución acuosa, en la práctica su rendimiento rara vez supera el 90%. Esto implica que alrededor de un 10% de las entidades neutras permanece en su forma original, sin ionizarse. Este comportamiento introduce el concepto de equilibrio químico, ya que, aunque idealmente todos los átomos de sodio y cloro deberían separarse en iones Na y Cl, una fracción de ellos permanece unida o se recompone continuamente mediante una reacción reversible.

Figura 2. Mientras en reacciones, los electrolitos fuertes se asumen totalmente disociados, en propiedades coligativas no. Aquí, el apareamiento de iones (ej., NaCl) reduce el número efectivo de partículas, haciendo que el factor de Van't Hoff (i) sea menor al ideal. Esto afecta la presión osmótica, punto de congelación y ebullición, evidenciando un equilibrio iónico real.

Este equilibrio se establece cuando las velocidades de disociación y recombinación iónica se igualan, generando un sistema en el que las concentraciones de las distintas especies —ionizadas o no— se mantienen constantes con el tiempo. Por tanto, incluso en disoluciones de compuestos altamente solubles y considerados completamente disociados, existe una proporción constante de partículas no separadas, lo que nos recuerda que la coligatividad está vinculada no solo a la cantidad añadida, sino a la cantidad de sustancia realmente activa en equilibrio.

Para analizar escenarios donde se presenta un equilibrio de ionización sin recurrir directamente a la constante de equilibrio ni a los formalismos tradicionales de la química del equilibrio, se introdujeron dos parámetros fundamentales: el factor de Van’t Hoff \(\mathscr{i}_i\) y el grado de ionización \(\alpha\).

Definiremos al  factor de Van’t Hoff \(\mathscr{i}_i\) es un concepto clave que expresa la proporción de entidades efectivas (iones y moléculas de soluto) presentes en equilibrio, en comparación con la cantidad inicial de moléculas agregadas.

Figura 3. El factor de Van't Hoff (i) define un equilibrio químico, relacionando la cantidad de sustancia efectiva con la inicial. Sus valores reales, en tablas, dependen de concentración, temperatura y electrolito. Este axioma permite visualizar el proceso como contar esferas, facilitando la comprensión de cómo el número de partículas afecta las propiedades coligativas.

Figura 4. La cantidad de sustancia efectiva en el equilibrio, determinada por el factor de Van't Hoff (i) y la cantidad de sustancia inicial, unifica el estudio de las propiedades coligativas. Permite comparar directamente el impacto de diferentes solutos en estas propiedades, evitando cálculos complejos individuales y simplificando la comprensión de cómo el número de partículas influye en la presión osmótica, puntos de congelación/ebullición y presión de vapor. Demostración.

Figura 5. El Teorema de la cantidad de sustancia efectiva como función de la masa del soluto es crucial. En laboratorio, solo medimos la masa, no los moles directamente. Este teorema permite el cálculo directo de la cantidad de sustancia efectiva desde la masa, conectando la teoría con la práctica y facilitando el estudio de las propiedades coligativas. Demostración.

Este parámetro resulta especialmente útil al estudiar disoluciones de electrolitos —compuestos que se disocian en iones en solución— así como solutos no ionizables, ya que permite cuantificar el efecto coligativo sin necesidad de detallar la naturaleza del proceso de disociación.

En el caso de solutos no ionizables, como el glucosa o urea, el valor de \(\mathscr{i}_i\) es igual a 1, lo que indica que no hay disociación de las moléculas en iones y, por lo tanto, el número de partículas en solución sigue siendo igual al número de moléculas disueltas inicialmente. En electrolitos fuertes ideales, donde todas las moléculas se ionizan completamente, \(\mathscr{i}_i\) será igual a la suma de los coeficientes estequiométricos de los iones generados. Por ejemplo, si consideramos el cloruro de sodio (NaCl), que se disocia completamente en Na y Cl, el \(\mathscr{i}_i\) sería igual a 2 (1 para Na y 1 para Cl).

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