Nuestro objetivo es demostrar que la definición estándar del rendimiento de reacción (representado por y, del inglés yield of reaction), basada tradicionalmente en el cociente entre la masa de producto obtenida experimentalmente y la masa teórica esperada, en realidad corresponde al cociente entre cantidades de reacción, lo que proporciona una interpretación más rigurosa y general del fenómeno:
Iniciaremos interpretando el significado del cociente de
cantidades de reacción, el cual puede entenderse, de forma sencilla, como
una tasa de éxito. En términos probabilísticos, si de cada 100
reacciones posibles solo 50 llegan a completarse, diremos que el rendimiento es
de 0.5, es decir, un 50 % de éxito. Bajo esta perspectiva, los
rendimientos no son meras relaciones numéricas, sino medidas de probabilidad
de conversión efectiva, que reflejan cuán frecuentemente una reacción
alcanza su estado final deseado.
A partir de esta interpretación, procederemos a construir
el teorema del rendimiento desde su fundamento molecular hasta su
expresión macroscópica. Para ello, será necesario recurrir al [Axioma
de la cantidad de reacción]:
Lo primero que haremos será formular las dos versiones
del axioma base, una correspondiente a las cantidades experimentales,
que dejaremos sin marca, y otra para las cantidades teóricas, a
las cuales añadiremos la marca “teo” con el fin de diferenciarlas de
forma explícita. Esta distinción nos permitirá comparar directamente los
valores observados en el laboratorio con los obtenidos a partir de los cálculos
ideales sin generar ambigüedades conceptuales. Es importante aclarar que las constantes
reales o universales —como los coeficientes estequiométricos, factores de
conversión o magnitudes físicas invariantes— no se ven afectadas por esta
notación, ya que su valor es independiente del contexto experimental o
teórico en el que se empleen.
Además, para simplificar el desarrollo posterior, asumiremos
que la sustancia clave de referencia es un producto. Esta elección es
coherente con la práctica habitual en el análisis del rendimiento, donde el
interés principal recae en la cantidad de producto formado, ya que
constituye la medida directa del éxito o la eficiencia de la reacción.
Combinamos las
expresiones [1], [3] y [4], y procedemos a su simplificación
algebraica.
A partir de este proceso obtenemos el teorema del
rendimiento en función de la cantidad de sustancia, una formulación más
general que permite expresar la eficiencia de una reacción sin depender
exclusivamente de la masa del producto. Este enfoque es especialmente útil
porque puede aplicarse a cualquier parámetro que represente o esté
relacionado con la cantidad de sustancia, como el volumen de un gas,
la concentración de una disolución acuosa o la masa medida
experimentalmente. En consecuencia, este teorema proporciona una
herramienta unificadora que conecta la interpretación molecular del rendimiento
con sus manifestaciones macroscópicas, haciendo posible evaluar la eficiencia
de una reacción en distintos contextos experimentales.
Para expresar el
rendimiento en función de la masa, recurrimos al [Axioma
de masa molar] y despejamos la cantidad de sustancia a partir de la
masa medida y la masa molar del producto clave. De forma análoga, para gases
aplicamos la [Ley
del gas ideal] y también
despejamos la cantidad de sustancia a partir de la presión, el volumen y
la temperatura. En ambos casos, la conversión a moles permite insertar el
resultado en la formulación general del rendimiento en función de la
cantidad de sustancia, unificando así el tratamiento para sistemas sólidos,
disoluciones y gases.
Sustituimos la expresión [6] por la [7] para obtener el rendimiento
en función de la masa, y por la [8] para el rendimiento en función del gas,
realizando posteriormente la simplificación de las constantes involucradas. Con
el fin de evitar el paso algebraico de extremos por medios, reemplazamos tanto
el numerador directo como el denominador por sus formas inversas equivalentes,
lo que permite expresar el resultado de manera más compacta y operativa. Este
procedimiento conserva la coherencia dimensional y facilita la aplicación
práctica del teorema, ya que elimina pasos intermedios innecesarios sin alterar
la interpretación física del rendimiento en términos de la cantidad de
sustancia medida.
Con ello no solo recuperamos la definición clásica del
rendimiento, entendida como el cociente entre la masa experimental y la
masa teórica del producto, sino que además obtenemos una expresión más
general que permite calcular el rendimiento a partir de variables
propias de los gases, como presión, volumen o temperatura. Este resultado
amplía el alcance práctico del teorema, ya que permite aplicar el mismo
principio tanto a reacciones en fase sólida o líquida como a procesos gaseosos.
En el caso particular de los gases, la ecuación puede simplificarse
aún más dependiendo de las condiciones experimentales. Si el proceso ocurre
a volumen constante, el rendimiento puede expresarse directamente en
función de la presión; por el contrario, si la presión permanece constante,
bastará con el volumen como variable principal. En ambos escenarios, se asume
que el producto gaseoso se encuentra a temperatura uniforme, lo que
garantiza la validez de la comparación entre la cantidad teórica y la
experimental de sustancia producida.
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