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La tángara coronigualda (Tangara xanthocephala), también conocida como tángara coronada, tángara corona amarilla o tángara de corona azafrán, es una de las aves más llamativas de los bosques andinos de Sudamérica. Pertenece a la familia Thraupidae y al diverso género Tangara, célebre por reunir algunas de las especies más coloridas del Neotrópico. Su nombre alude al rasgo más distintivo del ave: la corona amarilla dorada que contrasta con su cuerpo azul grisáceo, una combinación que la hace inconfundible en su entorno natural.
Distribución y hábitat
Esta especie se distribuye a lo largo de los Andes del noroeste y oeste de Sudamérica, desde el oeste de Venezuela (estado de Lara y Serranía del Perijá) hasta Bolivia (departamento de Santa Cruz), pasando por las tres cordilleras de Colombia y las pendientes andinas de Ecuador y Perú. Habita principalmente en bosques montanos húmedos y bordes de selva, entre 1200 y 2400 metros de altitud, siendo más frecuente en la vertiente oriental de los Andes que en la occidental.
Prefiere zonas con vegetación densa y árboles frutales, donde puede moverse con agilidad entre el follaje. En regiones bien conservadas puede considerarse localmente común, aunque su abundancia disminuye en áreas deforestadas o muy intervenidas.
Descripción
La tángara coronigualda mide alrededor de 13 cm de longitud y pesa unos 19 gramos. Su píleo (parte superior de la cabeza), la nuca y los lados de la cara son de un amarillo dorado intenso. La frente, garganta y zona ocular son negras, formando una máscara que resalta aún más el brillo del amarillo. El resto del cuerpo es de un azul grisáceo opalescente, con tonos más apagados en los ejemplares juveniles. Presenta franjas negras en las alas, puntas verde azuladas en la cola, y el centro del vientre color canela. Su aspecto metálico y contraste cromático son típicos de las tángaras del género Tangara.
Comportamiento y alimentación
Generalmente se desplaza en pareja o en pequeños grupos de hasta diez individuos, aunque con frecuencia se asocia a bandadas mixtas junto a otras especies de tángaras. Es una ave activa y sociable, que se mueve con agilidad entre las ramas altas del bosque. Su dieta es mixta, basada en frutas pequeñas —especialmente de géneros como Miconia y Cecropia (guarumo)— y pequeños insectos, los cuales captura entre el follaje. Este comportamiento la convierte en un importante dispersor de semillas, contribuyendo a la regeneración natural del bosque.
Sistemática y taxonomía
La especie fue descrita por primera vez en 1844 por el naturalista suizo Johann Jakob von Tschudi, quien la denominó Callospiza xanthocephala, con localidad tipo en el valle de Vitoc, Junín (Perú). El nombre actual proviene del griego xanthos (“amarillo”) y kephalos (“cabeza”), literalmente “de cabeza amarilla”. El término Tangara, por su parte, procede del tupí brasileño y significa “bailarín”, en referencia a los movimientos ágiles de estas aves.
Los estudios filogenéticos recientes ubican a T. xanthocephala dentro de un clado cercano a especies como T. parzudakii, T. schrankii, T. johannae, T. arthus, T. icterocephala y T. florida. Se reconocen tres subespecies:
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T. x. venusta, desde el oeste de Venezuela y Colombia hasta el centro de Perú.
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T. x. xanthocephala, en los Andes del centro de Perú (Chanchamayo).
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T. x. lamprotis, en el sureste de Perú y noroeste de Bolivia.
Conservación
Aunque no se considera globalmente amenazada, la tángara coronigualda depende de bosques húmedos montanos bien conservados, lo que la hace vulnerable a la deforestación y fragmentación de su hábitat. En zonas donde persisten corredores ecológicos, sigue siendo relativamente común, pero su distribución es discontinua. Su presencia en bandadas mixtas y bosques secundarios muestra cierta capacidad de adaptación, aunque su futuro está estrechamente ligado a la protección de los ecosistemas andinos donde habita.
Por su belleza, papel ecológico y estrecha relación con los bosques de montaña, la tángara coronigualda simboliza la diversidad biológica de los Andes tropicales y la necesidad urgente de conservar estos hábitats únicos.
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