Menú de Química

Buscar este blog

Translate

martes, 22 de julio de 2025

Análisis dimensional




El análisis dimensional es el proceso mediante el cual se evalúa la homogeneidad dimensional de una ecuación. Esta homogeneidad implica que ambos lados de una igualdad deben conservar las mismas unidades dimensionales. Es importante recordar que una ecuación funciona como una balanza: no basta con que exista el mismo número (por ejemplo, 30) a ambos lados; también debe coincidir la unidad correspondiente.

En este sentido, podemos distinguir dos tipos de unidades: las unidades de la variable dependiente y las unidades de la función. Las primeras son, como su nombre lo indica, las unidades fundamentales que definen la magnitud que estamos observando, como kilogramos para la masa. Por su parte, las unidades de la función son el conjunto de unidades de entrada que, al combinarse adecuadamente, deben producir como resultado las unidades de la variable dependiente.

Dependiendo del tipo de proceso algorítmico que se emplee, el análisis dimensional puede asumir distintos matices. Por ejemplo, cuando se utiliza el lenguaje del factor de conversión, el análisis dimensional es en sí mismo el algoritmo: las unidades funcionan como una guía lógica que conduce desde el punto A al punto B, indicando paso a paso cómo transformar las cantidades.

En cambio, cuando se resuelven problemas mediante fórmulas, el análisis dimensional cumple un rol distinto. En este caso, constituye una etapa de verificación, posterior a la sustitución de variables pero previa al cálculo aritmético. Su objetivo es comprobar que la dimensionalidad de las cantidades sustituidas sea coherente con la ecuación.

Además, si acabamos de deducir una fórmula a partir de otras expresiones matemáticas, aplicar análisis dimensional por primera vez sirve para verificar que el despeje o la transformación algebraica haya sido correcta.

El análisis dimensional, por ende, depende del procedimiento elegido para abordar un determinado proceso fisicoquímico, y dentro de la propia química, varía según el capítulo temático. Por ejemplo, en la química de gases, es común utilizar fórmulas prediseñadas, como la ley de los gases ideales, en las cuales el análisis dimensional se emplea como una verificación posterior. En cambio, en capítulos como la estequiometría, el enfoque dominante es el del factor de conversión, donde el análisis dimensional guía directamente la secuencia de pasos del cálculo.

Sin embargo, en este curso de química proponemos demostrar que ambos métodos —el algebraico-formular y el de factores de conversión— pueden aplicarse en todos los capítulos. Por lo tanto, el salto de un método a otro entre temas no responde necesariamente a un criterio de coherencia lógica o rigor conceptual, sino que a menudo obedece a la estructura narrativa del libro de texto. Allí donde la ciencia parece no tener sentido, la explicación más razonable suele encontrarse en un capricho histórico o social, más que en una necesidad metodológica estricta.

Factores de dimensionalidad variable entre lenguajes

Algunos parámetros que son formalmente adimensionales, como la fracción de masa, pueden dejar de serlo cuando se interpretan mediante el lenguaje del factor de conversión.

Esto ocurre porque, al asociarse la unidad a la identidad de la sustancia, esta deja de ser un simple valor y no puede ser cancelada en un cociente de masas mediante reglas algebraicas convencionales. En el ejemplo [1a], el cociente “g HCl sobre g totales” no permite la cancelación directa, ya que las unidades están ligadas a sustancias distintas.

En cambio, en el lenguaje algebraico, la identidad química se separa de la unidad física. La identidad se representa mediante subíndices o paréntesis junto a la variable dependiente, mientras que en la función operativa las unidades permanecen como g/g, lo que permite su cancelación.

Por esta razón, puede afirmarse que el factor de conversión no es solo una técnica de cálculo, sino también un lenguaje operativo que organiza la información de forma distinta. De hecho, muchas unidades complejas aparecerán en los enunciados como expresiones algebraicas, pero deberán ser reinterpretadas como factores de conversión para poder operar correctamente.

Generalmente, la unidad en el numerador se asocia al valor principal, mientras que la del denominador se vincula a un 1 teórico, funcionando como base o punto de partida para la conversión, como sucede con la densidad.

O con la masa molar

De lo anterior se desprende que existen dos tipos de factores de conversión: por un lado, el factor de conversión físico, que está compuesto por un valor numérico, una unidad y, en algunos casos, una dirección vectorial; y por otro lado, el factor de conversión químico, cuyos términos incluyen no solo valor y unidad, sino también una identidad química explícita, además de, en ocasiones, una dirección vectorial.

Es precisamente la presencia de la identidad química lo que permite distinguir si un modelo es físico o químico. En el lenguaje algebraico, estas identidades se representan generalmente como subíndices asociados a las variables o, en ciertos casos, mediante su ausencia deliberada. Por ejemplo, en su artículo, deToma (1994) señalaba que las totalidades debían representarse sin subíndice, reservando estos únicamente para las partes diferenciadas dentro de una expresión química.

Totalidades y sumas

El análisis dimensional por factores de conversión, como su nombre lo indica, ha sido concebido para el análisis de productos (o cocientes), es decir, para trabajar con proporciones entre magnitudes. Sin embargo, cuando se aplica en ejercicios que implican sumatorias, puede volverse problemático o confuso, especialmente si no se conoce el truco necesario para superar el obstáculo de las identidades parciales.

Cuando se presentan sumas utilizando el lenguaje de los factores de conversión, es importante recordar que las identidades de las partes individuales deben ser reemplazadas por una identidad común o total para que la suma pueda ejecutarse correctamente. Por ejemplo, si se desea sumar el número total de entidades entre 4 manzanas y 2 peras, el álgebra básica nos dice que no se puede simplificar la expresión 4 manzanas+2 peras, ya que las identidades son distintas.

No obstante, si sabemos intuitivamente que se trata de un número total de frutas, podemos hacer un paso intermedio: sustituimos ambas identidades por una identidad superior compartida, como “frutas”, y así obtenemos 6 frutas.

En la notación algebraica, este problema no se presenta. Esto se debe a que la identidad de la totalidad se encuentra almacenada en la variable dependiente, mientras que las identidades individuales están contenidas en una fórmula mediante el operador de sumatoria —notación que veremos más adelante. Por ahora, basta con señalar que, al realizar la sustitución algebraica, obtendremos una suma de valores numéricos con unidades homogéneas, es decir, una suma sin identidades parciales. Esta homogeneización previa es lo que permite aplicar correctamente la operación aritmética, sin conflictos entre las distintas identidades físicas involucradas.

Este enfoque refuerza una de las ideas fundamentales del análisis dimensional: no se pueden sumar magnitudes con unidades distintas, a menos que estas se reconozcan como partes de una misma totalidad, lo cual exige una transformación conceptual previa.

Este principio se vuelve clave también en problemas inversos, donde se conoce la totalidad y una subtotalidad, y se desea hallar una particularidad. En estos casos, será necesario aplicar sustituciones de identidad que, aunque puedan parecer arbitrarias, son indispensables para que el lenguaje de los factores de conversión funcione correctamente.

No lineales

La principal ventaja del factor de conversión es que funciona de la misma manera, ya sea que estemos realizando conversiones directas o inversas. Sin embargo, esto implica que debemos escribir todo el procedimiento en cada caso. A pesar de su simplicidad, el método no está exento de variantes. Una de las más importantes se presenta en sistemas no lineales, como áreas (cuadrados) o volúmenes (cubos), cuando partimos de una igualdad lineal. En estos casos, se construye el factor de conversión ignorando inicialmente la potencia de la unidad dada. Posteriormente, se eleva todo el factor a la potencia deseada para obtener la conversión correcta.

Mediante sustitución algebraica, reemplazamos la definición base del metro dentro del paréntesis, y luego elevamos al cubo según la operación indicada. A partir de ese punto, el procedimiento continúa de forma equivalente al método por factores de conversión.

Para la conversión inversa tendríamos por factor de conversión:

Mediante sustitución algebraica, reemplazamos el centímetro cúbico por la definición de “centi” elevada al cubo. Es decir, la unidad cm3 debe interpretarse como (cm)3, donde el exponente afecta tanto al prefijo “centi” como a la unidad base “metro”. De forma implícita, debemos reconocer que el cubo se aplica a toda la unidad compuesta, y no solo al metro.

Anidación

Finalmente, los problemas de anidación —también llamados de encadenamiento— surgen cuando no existe una relación teórica directa entre las unidades dadas. En estos casos, se requiere el uso de una o más unidades puente para conectar origen y destino.

Cuando se resuelven mediante el método de factores de conversión, la estrategia consiste en agregar múltiples fracciones en serie hacia la derecha. En este enfoque, el orden de los factores es irrelevante, ya que el producto no se ve afectado por su disposición.

En cambio, cuando se emplea la sustitución algebraica, es recomendable dejar explícita la unidad que se sustituye, utilizando la raya de cancelación. Esto permite mantener la trazabilidad del proceso, es decir, hacer evidente la cadena lógica de sustituciones que se han aplicado en cada paso del procedimiento.

[Ejercicios resueltos de análisis dimensional]

Referencias

Brown, T. L., LeMay, H. E. Jr., Bursten, B. E., Murphy, C. J., & Woodward, P. M. (2022). Chemistry: The Central Science (15th ed., AP Edition). Pearson Savvas Higher Education.

Chang, R., & Overby, J. (2022). Chemistry (14th ed., AP Edition). McGraw Hill.

DeToma, R. P. (1994). Symbolic algebra and stoichiometry. Journal of chemical education71(7), 568.

García, J. L. G. (2025). Dimensional Analysis in Chemistry Textbooks 1900-2020 and an Algebraic Alternative. Educación Química36(1), 82-108.

No hay comentarios:

Publicar un comentario