Un alcaloide es una sustancia química natural que
producen algunas plantas, hongos o animales, y que casi siempre contiene átomos
de nitrógeno en su estructura. Muchos alcaloides tienen efectos
fuertes en el cuerpo humano o en otros seres vivos, como el alivio del
dolor, estimulación o incluso venenosidad. Ejemplos famosos de alcaloides son
la morfina, la nicotina y la cafeína. En pocas palabras,
un alcaloide es como un "químico especial" que las plantas hacen y
que puede afectar mucho a nuestro cuerpo.
Es importante destacar que las plantas no orinan de
la misma manera que los animales. En lugar de excretar desechos nitrogenados a
través de un sistema especializado, las plantas almacenan estos
compuestos en la vacuola, que actúa como un espacio de reserva. Este
almacenamiento evita que los desechos acumulados afecten el funcionamiento
normal de la planta, y de hecho, en algunos casos, las sustancias acumuladas
como los alcaloides cumplen funciones secundarias que benefician la
supervivencia de la planta. En lugar de eliminar, las plantas gestionan
sus desechos de manera interna, utilizando estos compuestos de formas más
sofisticadas y aprovechando sus propiedades para sus interacciones ecológicas.
Los alcaloides son compuestos naturales que se
encuentran principalmente en las plantas y tienen efectos biológicos potentes.
Estos compuestos cristalizados se almacenan en la vacuola de las células
vegetales, una estructura que actúa como un "almacén" de sustancias
de desecho y almacenamiento. A través de la evolución, estas sustancias
inicialmente destinadas a almacenar compuestos de desecho se transformaron en
herramientas para la defensa de las plantas. Los alcaloides ayudan a la
planta a interactuar indirectamente con sus depredadores y herbívoros mediante
la producción de olores que alertan a los depredadores de la actividad
de un herbívoro, o al desorientar a la presa para facilitar su captura.
Esta estrategia de almacenamiento no solo permite a
las plantas manejar el nitrógeno y otros desechos de forma eficiente, sino que
también desempeña un papel clave en su defensa contra herbívoros y en su
supervivencia. Los alcaloides y otras sustancias tóxicas presentes en las
plantas actúan como mecanismos de defensa, haciendo que la planta sea menos
atractiva o incluso peligrosa para los herbívoros. Al mismo tiempo, algunos de
estos compuestos pueden atraer a los depredadores naturales de los herbívoros,
favoreciendo un ciclo natural de control de plagas y contribuyendo a la
resiliencia ecológica de la planta.
Figura
1. La exposición prolongada a pastas base volátiles de alcaloides
ilegales puede tener efectos graves en la salud de los operarios. Debido a
su alta volatilidad, estas sustancias se inhalan fácilmente, afectando
principalmente los pulmones y el sistema nervioso central. A
largo plazo, pueden causar daño pulmonar crónico, neuropatías, alteraciones
cognitivas y trastornos psiquiátricos como ansiedad y psicosis.
Además, muchos alcaloides base son citotóxicos y pueden inducir mutaciones
celulares, aumentando el riesgo de cáncer. La exposición continua
también deteriora la función hepática y renal, ya que estos órganos intentan
eliminar los compuestos tóxicos. El contacto dérmico frecuente provoca irritaciones
severas y dermatitis crónica. Sin protección adecuada, los trabajadores
quedan altamente vulnerables a enfermedades graves y degenerativas.
En química, los alcaloides pueden existir en dos
formas distintas: como sustancias moleculares y como sustancias
iónicas. Cuando se encuentran en su forma molecular, los alcaloides tienen
propiedades típicas de las sustancias moleculares, como una alta volatilidad.
Esto significa que pueden evaporarse fácilmente a temperaturas relativamente
bajas, lo que puede hacer que se pierdan o se disipen si no se manejan
adecuadamente. Estas propiedades de volatilidad son útiles en ciertos procesos
naturales y sintéticos, pero también pueden presentar desafíos para su
almacenamiento y conservación.
Por otro lado, los alcaloides pueden adoptar una forma
iónica cuando se combinan con ácidos, como el ácido clorhídrico,
formando clorhidratos. En esta forma, la sustancia adquiere propiedades
más estables, como menor volatilidad y mayor facilidad de
almacenamiento. Los alcaloides iónicos son más resistentes a la
volatilización, lo que facilita su transporte y almacenaje en
condiciones más controladas. Esta conversión de forma molecular a iónica es
crucial para los laboratorios que trabajan con alcaloides legales y
también con sus formas ilegales, ya que permite reducir las pérdidas de
sustancia y mantener su eficacia.
De hecho, tanto los alcaloides legales como los que
se encuentran en el mercado negro, son generalmente convertidos de su forma
base (molecular) a su forma iónica para garantizar que se mantengan estables
durante su transporte y almacenamiento. Esta conversión asegura que la
volatilización de la sustancia no disminuya su efectividad o cree riesgos
innecesarios durante su manipulación.
Por eso, cuando en los noticieros se menciona que se ha
incautado la pasta base, se está haciendo referencia a la forma molecular
de la sustancia, la cual es altamente volátil y puede resultar tóxica
para los trabajadores que la manipulan. Esta forma molecular es menos estable y
más peligrosa, lo que la hace difícil de manejar y más propensa a la dispersión
en el ambiente, generando riesgos de exposición a sus efectos nocivos.
En contraste, cuando se dice que se ha incautado la forma
de clorhidrato, se está hablando de la sustancia ya procesada, que
ha sido convertida en una forma iónica y estable. Esta es la forma
lista para su comercialización en el mercado negro, ya que es más fácil de
almacenar, transportar y manipular sin los riesgos asociados a la volatilidad
de la pasta base. Este proceso de transformación es clave en la producción y
distribución de sustancias ilegales.
Debido a esto, muchos ácidos importantes, como el ácido
clorhídrico, tienen venta controlada, ya que son precursores
esenciales en la conversión de sustancias ilícitas, como la cocaína, en sus
formas procesadas. El control de estos ácidos busca prevenir su uso en la
fabricación de drogas ilegales y limitar los riesgos asociados con su venta y distribución
en el mercado negro.
Figura
2. Los laboratorios ilegales instalados en selvas causan un daño
ambiental devastador. La fabricación de alcaloides y otras sustancias implica
el uso masivo de solventes tóxicos, ácidos fuertes y residuos
peligrosos que se vierten directamente en el suelo y cuerpos de agua,
contaminando ríos, matando fauna acuática y afectando poblaciones humanas
locales. Además, para instalar estos laboratorios se practica la deforestación,
destruyendo hábitats críticos y reduciendo la biodiversidad. Muchas
especies endémicas quedan desplazadas o son llevadas a la extinción local. Los
residuos químicos alteran la fertilidad del suelo, imposibilitando la
regeneración natural del bosque. La contaminación química también se
biomagnifica en las cadenas tróficas, afectando depredadores superiores y
ecosistemas enteros, envenenando lentamente la selva que actúa como pulmón del
planeta.
Un buen ejemplo de un alcaloide legal que oscila
entre su forma molecular (base) y su forma iónica (sal) es la morfina,
un potente analgésico utilizado en medicina para el tratamiento del dolor
severo.
La morfina base es una sustancia poco soluble en agua y
relativamente volátil en comparación con su forma de sal. Para hacerla
adecuada para aplicaciones médicas, como inyecciones o tabletas, la morfina se
transforma en morfina clorhidrato, su forma iónica. Esta
transformación le otorga alta solubilidad en agua, mayor estabilidad
y facilidad de dosificación, haciendo mucho más seguro su almacenamiento
y transporte.
Cuando la morfina se administra por vía oral, muchas veces
se presenta en comprimidos. Un comprimido es una mezcla
compactada que contiene el principio activo (en este caso, la morfina
clorhidrato) más otros componentes llamados excipientes, como
almidones, lactosa o celulosas. Estos excipientes cumplen funciones como darle
forma, facilitar su disolución en el cuerpo o controlar la velocidad de
liberación del medicamento. Gracias a esta presentación, la morfina puede ser
dosificada de manera precisa, permitiendo un control adecuado del tratamiento
del dolor.
Referencias.
Moreau, F. (1998). Alcaloides y plantas alcaloides.
OIKOS TAU, Editorial.
Bruneton, J. (1999). Farmacognosia: Fitoquímica. Plantas
medicinales (2ª ed.). Editorial Acribia.
Morán, I., Baldirà, J., Marruecos, L., & Nogué, S.
(Eds.). (2012). Toxicología clínica. Societat Catalana de Medicina
Intensiva i Crítica (SOCMIC).
Repetto Kuhn, G. M. (2022). Toxicología: Fundamentos y
aplicaciones clínicas. Ediciones Díaz de Santos
Wink, M.,
& Roberts, M. W. (1998). Alkaloids: Biochemistry, ecology, and medicinal
applications. Plenum Press.
Dewick, P.
M. (2009). Medicinal natural products: A biosynthetic approach (3ª ed.).
Wiley.
FES Zaragoza. (2018). Introducción a la toxicología. Universidad Nacional Autónoma de México.
No hay comentarios:
Publicar un comentario