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sábado, 26 de abril de 2025

Alcaloides moleculares e ionicos




Un alcaloide es una sustancia química natural que producen algunas plantas, hongos o animales, y que casi siempre contiene átomos de nitrógeno en su estructura. Muchos alcaloides tienen efectos fuertes en el cuerpo humano o en otros seres vivos, como el alivio del dolor, estimulación o incluso venenosidad. Ejemplos famosos de alcaloides son la morfina, la nicotina y la cafeína. En pocas palabras, un alcaloide es como un "químico especial" que las plantas hacen y que puede afectar mucho a nuestro cuerpo.

Es importante destacar que las plantas no orinan de la misma manera que los animales. En lugar de excretar desechos nitrogenados a través de un sistema especializado, las plantas almacenan estos compuestos en la vacuola, que actúa como un espacio de reserva. Este almacenamiento evita que los desechos acumulados afecten el funcionamiento normal de la planta, y de hecho, en algunos casos, las sustancias acumuladas como los alcaloides cumplen funciones secundarias que benefician la supervivencia de la planta. En lugar de eliminar, las plantas gestionan sus desechos de manera interna, utilizando estos compuestos de formas más sofisticadas y aprovechando sus propiedades para sus interacciones ecológicas.

Los alcaloides son compuestos naturales que se encuentran principalmente en las plantas y tienen efectos biológicos potentes. Estos compuestos cristalizados se almacenan en la vacuola de las células vegetales, una estructura que actúa como un "almacén" de sustancias de desecho y almacenamiento. A través de la evolución, estas sustancias inicialmente destinadas a almacenar compuestos de desecho se transformaron en herramientas para la defensa de las plantas. Los alcaloides ayudan a la planta a interactuar indirectamente con sus depredadores y herbívoros mediante la producción de olores que alertan a los depredadores de la actividad de un herbívoro, o al desorientar a la presa para facilitar su captura.

Esta estrategia de almacenamiento no solo permite a las plantas manejar el nitrógeno y otros desechos de forma eficiente, sino que también desempeña un papel clave en su defensa contra herbívoros y en su supervivencia. Los alcaloides y otras sustancias tóxicas presentes en las plantas actúan como mecanismos de defensa, haciendo que la planta sea menos atractiva o incluso peligrosa para los herbívoros. Al mismo tiempo, algunos de estos compuestos pueden atraer a los depredadores naturales de los herbívoros, favoreciendo un ciclo natural de control de plagas y contribuyendo a la resiliencia ecológica de la planta.

Figura 1. La exposición prolongada a pastas base volátiles de alcaloides ilegales puede tener efectos graves en la salud de los operarios. Debido a su alta volatilidad, estas sustancias se inhalan fácilmente, afectando principalmente los pulmones y el sistema nervioso central. A largo plazo, pueden causar daño pulmonar crónico, neuropatías, alteraciones cognitivas y trastornos psiquiátricos como ansiedad y psicosis. Además, muchos alcaloides base son citotóxicos y pueden inducir mutaciones celulares, aumentando el riesgo de cáncer. La exposición continua también deteriora la función hepática y renal, ya que estos órganos intentan eliminar los compuestos tóxicos. El contacto dérmico frecuente provoca irritaciones severas y dermatitis crónica. Sin protección adecuada, los trabajadores quedan altamente vulnerables a enfermedades graves y degenerativas.

En química, los alcaloides pueden existir en dos formas distintas: como sustancias moleculares y como sustancias iónicas. Cuando se encuentran en su forma molecular, los alcaloides tienen propiedades típicas de las sustancias moleculares, como una alta volatilidad. Esto significa que pueden evaporarse fácilmente a temperaturas relativamente bajas, lo que puede hacer que se pierdan o se disipen si no se manejan adecuadamente. Estas propiedades de volatilidad son útiles en ciertos procesos naturales y sintéticos, pero también pueden presentar desafíos para su almacenamiento y conservación.

Por otro lado, los alcaloides pueden adoptar una forma iónica cuando se combinan con ácidos, como el ácido clorhídrico, formando clorhidratos. En esta forma, la sustancia adquiere propiedades más estables, como menor volatilidad y mayor facilidad de almacenamiento. Los alcaloides iónicos son más resistentes a la volatilización, lo que facilita su transporte y almacenaje en condiciones más controladas. Esta conversión de forma molecular a iónica es crucial para los laboratorios que trabajan con alcaloides legales y también con sus formas ilegales, ya que permite reducir las pérdidas de sustancia y mantener su eficacia.

De hecho, tanto los alcaloides legales como los que se encuentran en el mercado negro, son generalmente convertidos de su forma base (molecular) a su forma iónica para garantizar que se mantengan estables durante su transporte y almacenamiento. Esta conversión asegura que la volatilización de la sustancia no disminuya su efectividad o cree riesgos innecesarios durante su manipulación.

Por eso, cuando en los noticieros se menciona que se ha incautado la pasta base, se está haciendo referencia a la forma molecular de la sustancia, la cual es altamente volátil y puede resultar tóxica para los trabajadores que la manipulan. Esta forma molecular es menos estable y más peligrosa, lo que la hace difícil de manejar y más propensa a la dispersión en el ambiente, generando riesgos de exposición a sus efectos nocivos.

En contraste, cuando se dice que se ha incautado la forma de clorhidrato, se está hablando de la sustancia ya procesada, que ha sido convertida en una forma iónica y estable. Esta es la forma lista para su comercialización en el mercado negro, ya que es más fácil de almacenar, transportar y manipular sin los riesgos asociados a la volatilidad de la pasta base. Este proceso de transformación es clave en la producción y distribución de sustancias ilegales.

Debido a esto, muchos ácidos importantes, como el ácido clorhídrico, tienen venta controlada, ya que son precursores esenciales en la conversión de sustancias ilícitas, como la cocaína, en sus formas procesadas. El control de estos ácidos busca prevenir su uso en la fabricación de drogas ilegales y limitar los riesgos asociados con su venta y distribución en el mercado negro.

Figura 2. Los laboratorios ilegales instalados en selvas causan un daño ambiental devastador. La fabricación de alcaloides y otras sustancias implica el uso masivo de solventes tóxicos, ácidos fuertes y residuos peligrosos que se vierten directamente en el suelo y cuerpos de agua, contaminando ríos, matando fauna acuática y afectando poblaciones humanas locales. Además, para instalar estos laboratorios se practica la deforestación, destruyendo hábitats críticos y reduciendo la biodiversidad. Muchas especies endémicas quedan desplazadas o son llevadas a la extinción local. Los residuos químicos alteran la fertilidad del suelo, imposibilitando la regeneración natural del bosque. La contaminación química también se biomagnifica en las cadenas tróficas, afectando depredadores superiores y ecosistemas enteros, envenenando lentamente la selva que actúa como pulmón del planeta.

Un buen ejemplo de un alcaloide legal que oscila entre su forma molecular (base) y su forma iónica (sal) es la morfina, un potente analgésico utilizado en medicina para el tratamiento del dolor severo.
La morfina base es una sustancia poco soluble en agua y relativamente volátil en comparación con su forma de sal. Para hacerla adecuada para aplicaciones médicas, como inyecciones o tabletas, la morfina se transforma en morfina clorhidrato, su forma iónica. Esta transformación le otorga alta solubilidad en agua, mayor estabilidad y facilidad de dosificación, haciendo mucho más seguro su almacenamiento y transporte.

Cuando la morfina se administra por vía oral, muchas veces se presenta en comprimidos. Un comprimido es una mezcla compactada que contiene el principio activo (en este caso, la morfina clorhidrato) más otros componentes llamados excipientes, como almidones, lactosa o celulosas. Estos excipientes cumplen funciones como darle forma, facilitar su disolución en el cuerpo o controlar la velocidad de liberación del medicamento. Gracias a esta presentación, la morfina puede ser dosificada de manera precisa, permitiendo un control adecuado del tratamiento del dolor.

Referencias.

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