Factor de conversión
Teorema
Donde:
\(n_x\)
= cantidad de sustancia (mol, o
unidades) de un elemento x-cualqiera en la molécula i-cualquiera.
\(si_x\)
= subíndice de un elemento x-cualqiera en la molécula. Es un parámetro
adimensional.
\(n_i\) = cantidad de sustancia (mol, o unidades) de una sustancia i-cualquiera
que contiene al elemento x.
Recuerda que podemos convertir de moles a unidades
individuales al sustituir la palabra mol por el valor de la constante
de Avogadro. Esta operación transforma un conteo por conjuntos
(moles) en un conteo unitario, es decir, en el número de átomos, moléculas
o iones de una sustancia específica, como los átomos de un elemento X.
Descripción
Las representaciones matemáticas de la ley de Proust de
las proporciones definidas nos permiten calcular el número de átomos
de un elemento en una molécula por medio de dos lenguajes complementarios. El
primero se basa en factores de conversión, y el segundo en un modelo
algebraico directo.
Esta dualidad no implica complementariedad inmediata,
sino la existencia de dos enfoques opcionales que pueden utilizarse de
forma independiente o conjunta según el contexto. Esto se debe a que la química
puede pensarse a través de dos lenguajes matemáticos distintos: la aritmética
y el álgebra. Aunque ambos modelan los mismos fenómenos, su codificación
lógica es diferente. Muchos estudiantes o incluso profesionales tienden a
confundirlos porque, en última instancia, todo se expresa en términos
numéricos. Sin embargo, esta diferencia es análoga a comparar BASIC con JavaScript:
ambos son lenguajes de programación, pero sus estructuras, sintaxis y modos de
operar son distintos, aun cuando resuelvan el mismo problema. Por ello, el
análisis químico puede abordarse con una secuencia aritmética paso a paso o con
una formulación algebraica más abstracta y condensada.
En el enfoque por conversión, seguimos una cadena lógica que
comienza con la cantidad de moléculas y, usando el subíndice del
elemento, determina cuántos átomos hay por molécula. Posteriormente, ese valor
se multiplica por la constante de Avogadro para hallar el número total
de átomos. En cambio, el método algebraico encapsula todo en una fórmula
general, donde el subíndice actúa como coeficiente proporcional entre el
conjunto completo y el elemento individual. Esta forma es más directa y evita errores
comunes al suprimir pasos intermedios que, aunque conceptualmente útiles al
principio, pueden entorpecer el análisis una vez se domina la estructura lógica
de las proporciones.
Como se discutió en la lección de cantidad de sustancia,
sustituir el mol por su valor en unidades (6.022 × 10²³) permite resolver
problemas sin tener que introducir fórmulas adicionales como N = Nₐ
× n, que en muchos casos no añaden información relevante.
Además, este modelo se adapta a cualquier unidad
de conjunto —pares, decenas, centenas— sin necesidad de redefinir las relaciones, lo que otorga al
enfoque algebraico una gran versatilidad pedagógica y práctica. Así, no solo simplificamos el
aprendizaje, sino que también evitamos la proliferación innecesaria de fórmulas mecánicas.
Conviene también aclarar que, aunque los subíndices suelen ser números enteros fijos, no siempre es así. Existen compuestos llamados berthólidos en los que las proporciones entre elementos pueden variar dentro de un rango, y los subíndices adoptan valores no enteros. Aun en estos casos, el modelo algebraico conserva su utilidad, ya que opera sobre proporciones definidas, no sobre cantidades absolutas. Más adelante exploraremos cómo adaptar estos mismos razonamientos a problemas que involucren masa, ampliando el poder predictivo de las leyes estequiométricas en distintos contextos químicos.
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