Cuando estas adaptaciones estructurales son pequeñas y no alteran significativamente la proporción global de los elementos, el compuesto sigue cumpliendo con la ley de Proust, que afirma que toda sustancia pura está compuesta por los mismos elementos en una proporción constante. En estos casos hablamos de daltonidos, que forman la mayoría de las sustancias conocidas. Aunque pueden contener defectos cristalinos, estos son tan escasos que no afectan de forma significativa nuestras mediciones experimentales, y los resultados suelen redondearse a enteros o fracciones simples dentro del límite de las cifras significativas.
Sin embargo, cuando los defectos son numerosos y la red es altamente tolerante, la composición se desvía tanto de una proporción entera que se vuelve no estequiométrica, dando lugar a lo que se conocen como bertolidos. Estos compuestos no obedecen la ley de Proust y presentan fórmulas con subíndices fraccionarios o variables, como Fe₀.₉₄O o TiOₓ. Esta capacidad de deformarse estructuralmente sin perder la cohesión del sólido convierte a las bertolidas en una clase especial de materiales, donde las relaciones entre los átomos no son fijas sino que fluctúan dentro de un intervalo determinado, reflejando la flexibilidad y complejidad de la materia cristalina.
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