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lunes, 4 de agosto de 2025

Figura. Metales vs no-metales

La frontera entre metales y no metales en la tabla periódica no es una línea rígida, sino una división escalonada que se extiende desde el boro (B) en el grupo 13 hasta el polonio (Po) en el grupo 16. Esta línea actúa como un límite aproximado que separa a los elementos metálicos, ubicados mayoritariamente a la izquierda y en la parte inferior de la tabla, de los no metálicos, que se sitúan a la derecha y en la parte superior. La ubicación en la tabla periódica refleja la estructura electrónica de los elementos y, por ende, sus propiedades físicas y químicas fundamentales.

Los metales se caracterizan por ser buenos conductores eléctricos y térmicos, además de presentar una alta densidad, maleabilidad, ductilidad y puntos de fusión elevados. Estas propiedades se deben a la presencia de electrones deslocalizados, que pueden moverse libremente a través de la red metálica, lo que facilita la conducción eléctrica y la deformación plástica sin fractura. En contraste, los no metales tienden a ser aislantes eléctricos, con baja densidad, fragilidad y bajos puntos de fusión, debido a su estructura molecular o cristalina más débil y a la ausencia de electrones libres.

Entre estos dos grupos se encuentran los metaloides o semimetales, como el silicio, el arsénico, el antimonio y el telurio, que presentan propiedades intermedias. Estos elementos pueden comportarse como conductores o aislantes dependiendo de las condiciones, lo que les confiere un papel crucial en la industria electrónica, especialmente en la fabricación de semiconductores. Su comportamiento ambiguo refleja su posición limítrofe en la tabla periódica y ejemplifica cómo la estructura atómica puede influir de manera compleja en las propiedades macroscópicas de un elemento, un tema central en el estudio de la química física.

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