Las collpas son acantilados ricos en minerales, donde estas aves se congregan para ingerir tierra arcillosa, una conducta conocida como geofagia. Este comportamiento tiene múltiples funciones bioquímicas. En primer lugar, les permite incorporar elementos inorgánicos esenciales como sodio, calcio y magnesio, nutrientes que a menudo son escasos en su dieta a base de frutas, semillas y flores. En segundo lugar, la arcilla actúa como agente desintoxicante, ya que neutraliza compuestos tóxicos presentes en algunas de las plantas que consume. Esto resalta cómo incluso animales silvestres dependen de sustancias químicas inorgánicas para mantener su salud y equilibrio fisiológico.
El caso del Amazona farinosa es un claro ejemplo de que lo químico no es antinatural, sino parte esencial de los procesos biológicos que sustentan la vida. Al observar cómo esta especie busca activamente compuestos inorgánicos para complementar su nutrición y contrarrestar toxinas, se desmonta la falsa oposición entre lo "natural" y lo "químico". Este loro demuestra que la química, lejos de ser un invento artificial, es inherente a la ecología y al comportamiento animal, y por tanto, comprenderla es clave para valorar y proteger la biodiversidad.
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