¿El átomo existe? ¿Seguro que el átomo existe?
Hoy, después de unas cuantas bombas nucleares, aceleradores de
partículas y microscopios de efecto túnel, la mayoría respondería
que sí, sin dudarlo. Pero durante siglos, la idea del átomo fue solo una
hipótesis filosófica, una construcción abstracta propuesta por Demócrito
y discutida por generaciones de pensadores sin prueba tangible. La química,
como ciencia experimental, se construyó durante mucho tiempo sin necesidad de
asumir que los átomos fueran reales. Se hablaba de proporciones
definidas, de reacciones estequiométricas, de leyes ponderales,
sin saber si esas entidades diminutas eran más que ficciones útiles.
Figura
1. Albert Einstein. (Ulm, Imperio
alemán, 14 de marzo de 1879-Princeton, Estados Unidos, 18 de abril de 1955) fue
un físico alemán de origen judío, nacionalizado después suizo, austriaco y
estadounidense. Se lo considera el científico más importante, conocido y
popular del siglo XX.
No fue hasta bien entrado el siglo XX que la existencia del átomo
dejó de ser una conjetura para convertirse en evidencia empírica. Y no por
simple observación directa, sino por el efecto demoledor y medible que su
energía contenía. El desarrollo de la energía nuclear, los estudios
sobre la estructura electrónica, y la posibilidad de contar con
instrumentos capaces de "ver" o al menos medir las huellas del
átomo, convirtieron en certeza lo que antes era solo especulación. Sin
embargo, incluso hoy, el átomo sigue siendo una construcción teórica,
una unidad básica de la materia que solo entendemos mediante modelos,
ecuaciones y comportamientos colectivos.
El mol
En secciones anteriores hemos visto cómo la química de
gases permitió encontrar una manera estándar de determinar pesos
atómicos. El volumen de 22.41 L a 0 °C y 1
atm fue inicialmente conocido como "peso equivalente molécula a
gramos", una expresión que más tarde se abrevió como "molécula-gramo",
término utilizado hasta casi finales del siglo XX. Sin embargo, esta
denominación fue objeto de críticas, ya que los molécula-gramo,
empleados para calcular los átomo-gramo (masas relativas),
partían de la noción de átomo, un concepto que muchos químicos de la
época todavía cuestionaban. Wilhelm Ostwald se opuso a la parcialidad
del término molécula-gramo, argumentando que implicaba aceptar sin
evidencia concluyente la existencia de la molécula. Por esta razón, el
término fue acortado a mol, interpretado como una cantidad de sustancia
que podía entenderse de forma discreta o continua, sin que su definición
dependiera de la existencia de átomos o moléculas. Dado que era
un nombre más conciso y fácil de manejar, fue ampliamente adoptado. Así, el mol
pasó a definirse como la masa de un gas que ocupa 22.41 L a 0 °C y 1
atm, lo que permitió establecer una relación directa entre la medición
experimental de volúmenes y las cantidades de sustancia, cimentando
las bases de una química cuantitativa y reforzando el papel del modelo
atómico en el entendimiento moderno de la materia.
El movimiento browniano
El movimiento browniano es un patrón de movimiento
aparentemente caótico que puede explicarse como resultado de las interacciones
o choques de una partícula visible con muchas otras partículas
invisibles, como átomos o moléculas, presentes en el medio en
el que se encuentra la partícula en movimiento. Este fenómeno proporciona evidencia
de la existencia de átomos y moléculas, ya que la naturaleza aleatoria del
movimiento solo puede ser explicada por las colisiones con estas
partículas invisibles.
Figura
2. Jean Baptiste Perrin (Lille, 30 de
septiembre de 1870-Nueva York, 17 de abril de 1942) fue un químico físico
francés galardonado con el Premio Nobel de Física en 1926 por sus trabajos
sobre los rayos catódicos y sobre el equilibrio de sedimentación.
Este movimiento lleva el nombre del botánico Robert Brown,
quien describió por primera vez el fenómeno en 1827, mientras observaba
a través de un microscopio el polen de la planta Clarkia
pulchella inmerso en agua. En 1900, el matemático francés Louis
Bachelier modeló el proceso estocástico ahora llamado movimiento
browniano en su tesis doctoral, La Teoría de la Especulación (Théorie
de la spéculation), preparada bajo la supervisión de Henri Poincaré.
Luego, en 1905, el físico teórico Albert Einstein publicó un
artículo donde modelaba el movimiento de las partículas de polen como movidas
por moléculas de agua individuales, haciendo una de sus primeras
contribuciones científicas importantes. A través de su análisis, Einstein
proporcionó una base teórica cuantitativa que permitió relacionar el movimiento
visible de las partículas con el comportamiento invisible de las
moléculas, fortaleciendo así la aceptación empírica del modelo molecular
de la materia.
La realidad del átomo
En uno de sus primeros trabajos, que aunque no es tan
famoso, es extremadamente relevante dentro de la historia de la teoría
atómica clásica, Einstein decidió estudiar una explicación para el movimiento
browniano. El artículo de Einstein era teórico –como todo lo que
hizo–, por lo que su modelo debió ser validado experimentalmente. El encargado
de demostrar finalmente la existencia de los átomos fue Jean Perrin
(1870-1942), quien realizó medidas de un sistema real, precisamente el
mismo empleado por Einstein de forma teórica: un cilindro con una
solución que podía ser descrita en términos de las leyes de los gases,
la presuposición de la existencia de átomos/moléculas y las suficientes
modificaciones, obteniendo resultados que concordaban con el supuesto de la
existencia de átomos y moléculas. Gracias a este trabajo, Perrin
recibió el Premio Nobel en 1926.
Resulta bastante conmovedor que, a pesar de que muchos
contemporáneos e historiadores de las ciencias le acreditan a Perrin el
ser el primero en dar una prueba directa de la existencia de la realidad
discontinua de la materia, al mismo tiempo hubiera terminado por ser
excluido del libro de texto y de la historiografía estándar del átomo en
la escuela. Además de su contribución a la comprensión de la realidad del
átomo, Perrin realizó otro avance significativo al determinar el número
de entidades presentes en un mol de sustancia. Uno de los primeros valores
calculados fue 6.70 x 1023 moléculas en un mol de
sustancia. La demostración de Perrin resultó ser convincente incluso
para los críticos de la teoría atómica, al punto de que logró convencer
a Ostwald de que estaba equivocado y que la teoría atómica era
más que una mera especulación.
Sin embargo, es importante destacar que Perrin no
reclamó el mérito para sí mismo. Reconoció que la primera persona en intuir la
existencia de este número fue el Conde Lorenzo Romano Amedeo Carlo Avogadro,
y citó: "Este número es una constante universal, que se puede designar
apropiadamente como la constante de Avogadro. Si se conoce esta
constante, se conoce la masa de cualquier molécula". La comunidad
científica aceptó esta recomendación y desde entonces la variable se conoce
como el número de Avogadro, simbolizado como NANA. También se resalta
que pueden existir premios Nobel, expertos en el tema –como Ostwald–
que son negacioncistas minoritarios de un modelo o teoría aceptada por el resto
de la comunidad. En este caso, lo que valida a la teoría no es la apelación a
las mayorías, sino al hecho de que el programa de investigación mayoritario
se demuestra fructífero y aplicable a aspectos que originalmente no venían
incluidos por los proponentes originales. Esto es lo que puede ser denominado
como un programa de investigación progresivo
Cabe resaltar que la década en la que Perrin obtiene
el Nobel también es la década en la que el modelo del átomo cuántico
queda establecido, y el camino hacia el mundo de las partículas cuánticas
y la física de partículas lleva a la física moderna, con el modelo
estándar y los grandes aceleradores de partículas.
Referencias
Bigg, C. (2008).
Evident atoms: Visuality in Jean Perrin’s Brownian motion research. Studies
in History and Philosophy of Science Part A, 39(3), 312–322.
Einstein, A. (1905). On the motion of small particles suspended in liquids
at rest required by the molecular-kinetic theory of heat. Annalen Der Physik,
17, 549–560.
Haw, M. (2005). Einstein’s random walk. Physics World, 18(1),
19–22.
Lakatos, I. (1978). The methodology of scientific research programmes.
Cambridge University Press.
Perrin, J. (1909). Mouvement brownien et réalité moléculaire. In Annales de Chimie et de Physique (Vol. 18,
pp. 5–104). Retrieved from
https://djalil.chafai.net/docs/M2/history-brownian-motion/Perrin - 1909 -
French.pdf
Perrin, J. (1911). La réalité
des molécules. Revue Scientifique, 25(16), 774–784.
Perrin, J. (1913). Les
atomes. Alcan.
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