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viernes, 18 de abril de 2025

Aproximaciones de Fermi




En matemáticas, todo número posee una precisión infinita, ya que idealmente está definido por una cantidad ilimitada de cifras decimales. Un ejemplo emblemático es el número π (pi): aunque comúnmente usamos 3,14 o 22/7, su valor real se extiende infinitamente sin repetición. Esta naturaleza infinita no suele ser evidente porque muchas veces los números decimales “terminan en ceros”, lo que nos da una falsa sensación de exactitud. Sin embargo, incluso los números aparentemente sencillos —como 2,5— en realidad encierran una infinitud de posibles dígitos que nuestra mente y nuestros instrumentos deciden ignorar.

Aquí surge la cuestión de la medición. Un instrumento científico transforma una propiedad cualitativa —como la temperatura o la masa— en un valor numérico cuantitativo mediante una escala de referencia. Pero todo instrumento tiene un límite de sensibilidad: por debajo de ese umbral, el instrumento ya no distingue entre valores cercanos. Filosóficamente, la propiedad medida posee un valor exacto con infinitas cifras decimales, pero físicamente, ese valor es incognoscible con medios finitos. Por eso adoptamos prácticas como el uso de cifras significativas y el redondeo controlado, que nos permiten comunicar resultados con una precisión compatible con los instrumentos utilizados, como ya hemos trabajado en secciones anteriores.

Pero, ¿qué ocurre cuando no contamos con instrumentos de medición? ¿O cuando el tiempo es limitado y aún así necesitamos una respuesta útil? Es en estos escenarios donde emergen las aproximaciones de Fermi. Este tipo de razonamiento estimativo, popularizado por el físico Enrico Fermi, se basa en fragmentar un problema complejo en elementos simples, haciendo supuestos razonables y multiplicando factores conocidos o estimables. Las soluciones obtenidas pueden no ser exactas, pero son sorprendentemente cercanas al valor real, lo suficiente para tomar decisiones rápidas o evaluar la viabilidad de un proyecto científico. Estas aproximaciones se apoyan en la intuición cuantitativa, el criterio lógico y la experiencia práctica, convirtiéndose en herramientas esenciales cuando los datos son escasos y el contexto exige eficiencia sin sacrificar sentido físico.

Figura 1. El acceso a carreras científicas suele depender de pruebas estandarizadas que priorizan la rapidez en cálculos, dejando de lado habilidades como el razonamiento, la creatividad y la comunicación científica. Esto puede excluir perfiles valiosos para la ciencia real, limitando la diversidad cognitiva. Una evaluación integral permitiría incluir talentos con pensamiento crítico, curiosidad e intuición científica.

Uno de los contextos más comunes donde las aproximaciones de Fermi se convierten en una herramienta decisiva es en las evaluaciones estandarizadas que deben resolverse con lápiz, papel y bajo presión de tiempo. Estas pruebas —como el Gaokao en China, el SAT en Estados Unidos o el Saber 11 en Colombia— no solo miden conocimientos académicos, sino que también funcionan como filtros sociales y económicos. Son el umbral simbólico entre la infancia protegida y una adultez donde se espera productividad, autonomía y responsabilidad.

El Gaokao (高考), o "examen nacional de ingreso a la universidad", es considerado el examen más exigente del mundo. Se realiza anualmente durante dos días en junio y evalúa matemáticas, literatura china, inglés y una asignatura adicional según el área elegida. Solo el 2% de los más de 11 millones de estudiantes que lo presentan accede a las universidades más prestigiosas. En este contexto, incluso diferencias mínimas en el puntaje pueden definir el futuro económico y social de una persona. El SAT, por su parte, mide lectura crítica, escritura y matemáticas. Es utilizado por las universidades estadounidenses como parte del proceso de admisión, y aunque existen múltiples intentos para reformarlo, aún refleja sesgos de clase y raza. El Saber 11, en Colombia, evalúa áreas como matemáticas, lectura crítica, ciencias y competencias ciudadanas, y sus resultados inciden en becas y acceso a la educación pública universitaria.

Fallar estas pruebas puede tener consecuencias estructurales profundas. En sociedades con alta desigualdad, el resultado de un examen se convierte en una sentencia: define si alguien podrá estudiar medicina o si tendrá que conformarse con un empleo precario. La lógica meritocrática esconde que muchos estudiantes enfrentan condiciones desiguales: escasez de recursos, deficiente calidad educativa, hambre, estrés o falta de acompañamiento familiar. Así, las pruebas no solo filtran por talento o esfuerzo, sino también por capital cultural y económico, reproduciendo formas de elitismo educativo.

Además del impacto académico, estas pruebas generan presión emocional y estrés familiar. En China, no es raro que padres renuncien a sus trabajos para apoyar a sus hijos en el año previo al Gaokao. En Colombia, muchas familias concentran todas sus esperanzas en que el joven acceda a una universidad pública por medio de un puntaje alto. El fracaso en estas pruebas puede desencadenar crisis familiares, rupturas de expectativas y deterioro de la salud mental. Aunque el sistema puede parecer injusto o excluyente, es una realidad institucionalizada que miles de jóvenes deben afrontar.

Los drones son la última arma para descubrir a los tramposos en la  selectividad china

Figura 2. Las pruebas estandarizadas como el Gaokao, el SAT o el Saber 11 buscan medir el dominio conceptual en áreas clave como matemáticasfísicaquímica y biología. A través de ejercicios numéricos y teóricos, estas evaluaciones valoran la capacidad del estudiante para aplicar el método científico, resolver problemas concretos y demostrar habilidades de cálculo y razonamiento lógico. Su diseño responde a la necesidad de establecer un criterio objetivo y comparable para evaluar el conocimiento adquirido en la educación media, lo cual es especialmente útil en sistemas educativos con alta demanda de ingreso a la educación superior.

Es precisamente en ese contexto que las estimaciones tipo Fermi se revelan como una herramienta intelectual poderosa. Frente a problemas complejos o datos ausentes, el estudiante puede usar el método Fermi para dividir el problema en partes, asignar valores plausibles y hacer cálculos rápidos con base en lógica, no en exactitud. En lugar de memorizar resultados o fórmulas, se entrena la capacidad de pensar estructuradamente bajo presión, lo cual resulta crucial en pruebas donde el tiempo es limitado y el acceso a instrumentos como calculadoras está restringido.

Lejos de ser atajos burdos, las aproximaciones de Fermi representan una forma de eficiencia cognitiva. Enseñan a pensar con flexibilidad, a dudar de las cifras redondas y a confiar en la lógica cuando no hay recursos. Este tipo de razonamiento permite no solo sobrevivir académicamente, sino también cultivar una forma de pensamiento crítico y adaptativo que sirve tanto en un examen como en la vida cotidiana. En un mundo injusto donde la educación formal aún está atravesada por barreras estructurales, pensar como Fermi puede ser un acto de resistencia, una forma de inteligencia al servicio de la supervivencia.

Enrico Fermi: el Papa de la Física | Instituto Nacional de Investigaciones  Nucleares | Gobierno | gob.mx

Figura 3. Enrico Fermi fue un físico italoestadounidense clave en la creación del primer reactor nuclear y en el avance de la física moderna. Ganador del Premio Nobel en 1938, destacó también por sus problemas de Fermi, estimaciones lógicas con datos mínimos. Su enfoque combinó ciencia rigurosa y pensamiento práctico, dejando un legado duradero en la física y en el arte de razonar con ingenio.

Las aproximaciones de Fermi se basan en una idea fundamental: usar la estimación como aliada de la aritmética, no como un sustituto de la exactitud. En contextos como las evaluaciones estandarizadas, donde las respuestas suelen estar en formato de selección múltiple, no necesitas dar con el valor exacto, sino acercarte lo suficiente para reconocer la opción correcta. Esa es la clave: aproximar con astucia, no con descuido.

La estrategia comienza por segmentar el problema en factores manejables y luego redondear los valores numéricos buscando un balance compensatorio. ¿Recuerdas cuando Thanos hablaba del equilibrio del universo? Aquí sucede algo similar: si redondeas un número hacia arriba, puedes redondear el otro hacia abajo, de modo que los errores se compensen mutuamente y el resultado global se mantenga cerca del real. Así, el producto final será más fácil de calcular mentalmente, sin desviarse drásticamente del valor correcto.

Cuando se trata de razones o proporciones —por ejemplo, velocidad, densidad o rendimiento—, la clave está en redondear ambos términos en la misma dirección y de forma proporcional. Si aumentas el numerador, haz lo mismo con el denominador en una proporción razonable. Esto asegura que la fracción resultante mantenga su valor aproximado, pero se simplifique a una división aritmética accesible, como 20/5 o 150/30, que puedes resolver mentalmente en segundos.

Otra técnica efectiva es la de operar solo con las cifras significativas relevantes. En lugar de perder tiempo con decimales interminables o múltiples dígitos poco relevantes, puedes redondear los valores a dos o tres cifras significativas antes de realizar la operación. Así, la carga cognitiva se reduce y la probabilidad de errores disminuye drásticamente, algo fundamental bajo presión de tiempo.

La combinación inteligente de todas estas estrategias convierte las aproximaciones de Fermi en un filtro cognitivo de eficiencia matemática. No solo ayudan a responder preguntas rápidamente, sino que también permiten verificar resultados obtenidos con calculadora, contrastando el orden de magnitud con un cálculo estimado. Esto es útil incluso cuando se tiene acceso a herramientas tecnológicas: la estimación sigue siendo la forma más rápida de detectar errores de digitación o incoherencias numéricas.

Aprender a estimar como lo hacía Enrico Fermi no solo es útil para resolver acertijos científicos o calcular la cantidad de afinadores de piano en Nueva York. Es una habilidad crítica en entornos de alta presión, como los exámenes estandarizados que determinan oportunidades académicas y laborales. Más que un simple cálculo, es una estrategia de supervivencia intelectual en un mundo que exige resultados rápidos y precisos, pero que rara vez concede el lujo de hacerlo sin presión.

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