La limitación estructural de estas evaluaciones deja en segundo plano otras habilidades científicas esenciales como el razonamiento argumentativo, la creatividad, la intuición conceptual o la comunicación científica. Muchos estudiantes con alta capacidad de abstracción, pensamiento crítico o disposición hacia la investigación pueden quedar excluidos si no se ajustan al formato de examen impuesto. Además, estas pruebas tienden a ignorar la dimensión social y colaborativa de la ciencia, donde la capacidad de trabajo en equipo, el diálogo interdisciplinar y la resolución de problemas reales son igual o más relevantes que la rapidez en cálculos manuales.
Al reducir la diversidad de estilos cognitivos y trayectorias formativas, el sistema de selección actual empobrece el espectro de voces y enfoques dentro de las ciencias. Promover una evaluación más integral, que valore también la curiosidad, la originalidad y la capacidad de formulación de preguntas, permitiría incluir a estudiantes que, sin destacarse en pruebas tradicionales, podrían convertirse en agentes de cambio científico y tecnológico.
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