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viernes, 18 de julio de 2025

Figura. Pruebas estándar

El acceso a carreras científicas suele estar mediado por pruebas estandarizadas que priorizan la velocidad y precisión en la resolución de ejercicios numéricos, generalmente sin el uso de calculadora. Estas pruebas premian principalmente la habilidad para aplicar algoritmos matemáticos de forma rápida, como el manejo de la notación científica, los problemas de orden de magnitud o la estimación de cifras significativas. Aunque este enfoque responde a la necesidad institucional de clasificar eficientemente a grandes volúmenes de aspirantes, suprime aspectos fundamentales del pensamiento científico. La consecuencia inmediata es la homogeneización de los perfiles admitidos, basada más en su entrenamiento técnico que en su comprensión conceptual o su vocación.

La limitación estructural de estas evaluaciones deja en segundo plano otras habilidades científicas esenciales como el razonamiento argumentativo, la creatividad, la intuición conceptual o la comunicación científica. Muchos estudiantes con alta capacidad de abstracción, pensamiento crítico o disposición hacia la investigación pueden quedar excluidos si no se ajustan al formato de examen impuesto. Además, estas pruebas tienden a ignorar la dimensión social y colaborativa de la ciencia, donde la capacidad de trabajo en equipo, el diálogo interdisciplinar y la resolución de problemas reales son igual o más relevantes que la rapidez en cálculos manuales.

Al reducir la diversidad de estilos cognitivos y trayectorias formativas, el sistema de selección actual empobrece el espectro de voces y enfoques dentro de las ciencias. Promover una evaluación más integral, que valore también la curiosidad, la originalidad y la capacidad de formulación de preguntas, permitiría incluir a estudiantes que, sin destacarse en pruebas tradicionales, podrían convertirse en agentes de cambio científico y tecnológico.

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