La identificación química es el proceso mediante el
cual se determina la naturaleza y composición de una sustancia, es
decir, qué elementos o compuestos la conforman. Para ello, se utilizan
sus propiedades químicas y físicas características, que permiten
distinguir una sustancia de otra. Entre las propiedades más útiles están la masa
molar, que es la masa de un mol de partículas (átomos o moléculas) de una
sustancia, y la densidad, que relaciona su masa con su volumen. Otras
propiedades incluyen el punto de ebullición, el pH, la reactividad
y el color de la llama que emiten ciertos elementos al quemarse. Estas
propiedades permiten comparar resultados experimentales con datos conocidos y
así identificar de manera precisa una sustancia.
La identificación química funciona mediante la
observación y medición de una o más propiedades características de una
sustancia, como su masa molar, densidad, punto de fusión,
o espectro electromagnético. Estas propiedades se cuantifican y
estandarizan previamente para sustancias puras bien conocidas, creando así
una base de datos confiable o un patrón físico de referencia. Al
analizar una muestra desconocida, también llamada analito, se miden las
mismas propiedades bajo condiciones controladas y luego se compara con
los datos registrados o con el patrón estándar. Si los valores coinciden
dentro de un margen aceptable, se puede identificar con precisión la
sustancia. Este método es esencial tanto en laboratorios científicos como en
aplicaciones industriales, forenses y ambientales.
Esto nos lleva a una distinción clave en la ciencia: la
diferencia entre propiedades físicas y propiedades químicas. Una propiedad
física es aquella que puede medirse sin alterar la composición de la
sustancia, pero no siempre permite distinguirla con claridad. Por
ejemplo, la masa o el volumen por sí solos no son suficientes
para identificar una sustancia, ya que diferentes materiales pueden compartir
valores similares. En cambio, las propiedades químicas están
profundamente ligadas a la identidad de la sustancia, ya que muchas de
ellas son constantes características o relaciones (ratios) entre
propiedades físicas. Cuando se analizan dos o más propiedades y su relación
se mantiene constante en una sustancia específica, se revela una huella
química distintiva, útil para su identificación precisa.
La corona del rey.
A pesar de lo sofisticadas que son hoy en día las técnicas
analíticas para la identificación de sustancias, como los espectros de
absorción y emisión de luz o la cromatografía en gel, la historia de
la identificación química tiene un origen casi mítico. Una de sus
anécdotas fundacionales es el famoso episodio de Arquímedes y la corona del
rey Hierón II.
Arquímedes, el sabio griego temido por los romanos por sus
invenciones de guerra, era conocido por su genio matemático y su distracción
extrema. Amigo cercano del rey de Siracusa, Hierón II, fue consultado para
resolver una sospecha: el rey había entregado un bloque de oro a un orfebre
para confeccionar una corona, pero aunque esta pesaba lo mismo que el oro
original, Hierón temía que el artesano hubiera sustituido parte del oro con
plata. El desafío consistía en determinar la composición sin dañar la corona.
Tiempo después, al sumergirse en su bañera, Arquímedes notó
que el agua se desplazaba en proporción al volumen de su cuerpo. Comprendió que
un objeto sumergido desplaza un volumen de agua igual al suyo, y además experimenta
una fuerza de empuje hacia arriba, lo que le da una sensación de
ligereza. De inmediato, se dio cuenta de cómo podía resolver el dilema del
rey, y salió corriendo desnudo por las calles gritando “¡Eureka!”, que
en griego significa “¡lo he encontrado!”.
.
Cocientes químicos notables
Este célebre episodio no solo inaugura la noción de identificación
de materiales mediante propiedades intensivas, sino que anticipa un
principio fundamental en química: muchas propiedades químicas clave son
en realidad relaciones o cocientes entre magnitudes físicas. Un ejemplo
clásico es la densidad, definida como la razón entre masa y volumen (ρ =
m/V), cuya constancia permite identificar sustancias puras. Otro caso es la masa
molar, que relaciona la masa de una sustancia con la cantidad de materia en
moles, y que permite predecir comportamientos químicos, calcular proporciones
estequiométricas y comparar sustancias con base en su estructura atómica.
Saber calcular estas propiedades a partir de sus definiciones
matemáticas es esencial en química, porque permite distinguir entre
sustancias que, como en el caso de la corona del rey, pueden tener apariencia y
peso similares, pero estructuras internas y composiciones distintas. Así, la
química moderna se fundamenta tanto en la observación empírica como en la
aplicación precisa de relaciones cuantitativas entre propiedades, lo que
permite transformar observaciones cualitativas en evidencia medible, replicable
y demostrable.
Referencias
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L., LeMay, H. E., Bursten, B. E., & Lancaster, M. (2022). Chemistry: The
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