(Actividad 9.39.) El clado Oviraptorosauria es
uno de los grupos más sorprendentes de maniraptoranos, y su especie tipo es Oviraptor
philoceratops. Estos dinosaurios tenían un cráneo muy derivado y extraño,
diferente al de la mayoría de los terópodos. En lugar de mostrar mandíbulas
largas y llenas de dientes, como los depredadores clásicos, el Oviraptor
presentaba un pico córneo fuerte y curvado, parecido al de un loro, con
los dientes reducidos o incluso completamente perdidos. Su hocico corto, el
pico poderoso y las cavidades craneales adaptadas para alojar músculos
especiales muestran hasta qué punto la evolución puede moldear la anatomía.
Este tipo de cráneo es un excelente ejemplo de la plasticidad
evolutiva de los maniraptoranos: de animales con mandíbulas dentadas y
huesos robustos, pasaron a desarrollar estructuras ligeras y picos adaptados
para distintos tipos de dieta, desde frutos hasta huevos. Más adelante, la
evolución de los dinosaurios volvería a repetir esta misma solución con las
aves modernas, que también reemplazaron los dientes por picos especializados.
En este sentido, los oviraptorosaurios representan un paso intermedio
fascinante hacia esa dirección evolutiva.
(Actividad 9.40.a)
(Actividad 9.40.b)
(Actividad 9.41) Paraves es un clado de
dinosaurios terópodos definido como aquellos más cercanos al gorrión común (Passer
domesticus) que a Oviraptor. En este grupo se acentúa el
desarrollo de plumas complejas, con estructuras mucho más elaboradas que
las de otros celurosaurianos, lo que marca un paso decisivo hacia la evolución
de las aves modernas. Su clasificación clásica incluye tres clados principales:
deinonicosaurios, dromeosaurios y avialanos. Sin embargo, sus relaciones
filogenéticas internas son muy debatidas y complejas, por lo que aquí nos
limitaremos a revisar algunas especies representativas.
En sus formas más basales, los paraves recuerdan mucho a Deinonychus:
depredadores ágiles y esbeltos, con cráneos gráciles llenos de dientes
afilados y un segundo dedo del pie hiperextensible armado con una
gran garra en forma de hoz, ideal para sujetar presas. Estas características,
sumadas a sus largas plumas y colas rígidas que les otorgaban equilibrio, los
convirtieron en cazadores sumamente efectivos. Así, los paraves muestran la
transición entre los dinosaurios depredadores clásicos y las primeras aves,
manteniendo una mezcla de rasgos primitivos y derivados que los hace
especialmente fascinantes en la historia evolutiva.
(Actividad 9.42.a) Deinonychus antirrhopus
(Actividad 9.42.b) Deinonychus antirrhopus
(Actividad 9.43) Dentro de los manirraptores
también se han identificado especies muy curiosas conocidas como tetraáladas,
es decir, dinosaurios que además de las plumas de los brazos y la cola también
tenían plumas largas en las patas, que formaban una especie de “segunda ala”.
Aún no está del todo claro si estos animales deberían formar un clado propio o
si son ejemplos de evolución paralela, donde diferentes linajes
desarrollaron soluciones parecidas.
Un caso famoso se encuentra dentro de los dromeosaurios,
grupo al que pertenece el conocido Velociraptor. Allí encontramos a un
tetraálado clásico: Microraptor gui. Este pequeño depredador
medía alrededor de 80 centímetros de largo y pesaba apenas un kilo,
pero su cráneo estrecho, provisto de dientes finos y afilados, muestra que era
un cazador capaz de atrapar insectos y pequeños vertebrados. Sus cuatro “alas”
lo convierten en un ejemplo espectacular de la plasticidad evolutiva de los
manirraptores, y en un modelo clave para entender los primeros experimentos
de la naturaleza en el camino hacia el vuelo verdadero.
Los fósiles de Microraptor gui conservan impresiones
de melanosomas, que son las estructuras celulares responsables del color
de las plumas en aves modernas. Al analizarlos con microscopio electrónico, los
paleontólogos descubrieron que su distribución y forma son muy similares a las
de aves actuales con tonos azul oscuro iridiscente o metálico, como los
cuervos o los estorninos.
(Actividad 9.44.a)
(Actividad 9.44.b)
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