A pesar de esta hegemonía científica, a nivel comercial y cotidiano, persisten algunas excepciones notables. Solo tres países continúan usando sistemas de unidades no métricos de forma predominante: Estados Unidos, que utiliza una versión de las unidades imperiales para casi todas sus transacciones diarias, empleando millas para distancias, libras para peso y galones para volumen en transporte, construcción y ventas minoristas. Liberia, por su parte, presenta una compleja mezcla de unidades imperiales y tradicionales africanas en sus mercados locales y comercio interno, reflejo de su historia colonial y sus costumbres arraigadas.
Finalmente, Myanmar es el tercer país que se resiste a la plena adopción métrica, utilizando sus propias unidades tradicionales, como el peiktha (viss) para medir el peso y el tin para el volumen de productos básicos. Aunque la dominancia global del sistema métrico es innegable y su eficiencia reconocida, la persistencia de estas excepciones genera complicaciones significativas en los intercambios internacionales, la estandarización técnica y la fabricación, requiriendo constantes conversiones y adaptaciones que ralentizan los procesos y pueden introducir errores en la cadena de suministro global.
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