El funcionamiento de la balanza de Watt se apoya en dos principios físicos clave: la ley de Lorentz, que describe la fuerza sobre una carga en movimiento dentro de un campo magnético, y la ley de Faraday, que explica la inducción de voltaje al mover un conductor en un campo magnético. En el modo estático, se equilibra el peso de una masa con la fuerza generada por una corriente eléctrica en una bobina suspendida en un campo magnético. En el modo dinámico, se mueve esa bobina a velocidad constante y se mide el voltaje inducido. Combinando ambos datos, se elimina el campo magnético como incógnita, permitiendo determinar la masa con una precisión extraordinaria.
La balanza de Watt fue propuesta por el físico británico Bryan Kibble en 1975, mientras trabajaba en el National Physical Laboratory (NPL) en el Reino Unido. Inicialmente se llamó “balanza de corriente”, pero más tarde se renombró en honor a James Watt, como referencia al vínculo entre mecánica y electricidad. Desde entonces, ha sido fundamental en la redefinición del kilogramo en términos de la constante de Planck, implementada oficialmente en el Sistema Internacional en 2019.
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