El calorímetro de bomba es un dispositivo diseñado para medir con gran precisión la energía liberada durante reacciones de combustión, especialmente en fase sólida o líquida. Está compuesto por dos contenedores principales. El primero, externo, es un recipiente aislante que evita el intercambio de calor con el entorno. Este contenedor suele estar hecho de acero inoxidable o material estructural resistente, recubierto por aislantes térmicos. Su función es garantizar que todo el calor liberado por la reacción se transfiera únicamente al sistema de medición.
El segundo componente, ubicado en el interior, es la bomba de combustión propiamente dicha. Esta cámara interna es la que contiene el muestra combustible, el oxígeno a alta presión, y los conductores de ignición. Esta bomba debe estar construida con acero de alta resistencia, capaz de soportar presiones elevadas sin deformarse, ya que las reacciones de combustión generan grandes aumentos de presión. Sin embargo, además de resistencia mecánica, debe tener una conductividad térmica muy alta, generalmente proporcionada por un revestimiento metálico interno o aleaciones especiales, para transferir de forma eficiente el calor liberado hacia el agua circundante del recipiente exterior.
Esta combinación de propiedades hace que el diseño de la bomba sea crucial: debe mantener un volumen constante y soportar altas presiones, pero al mismo tiempo debe permitir una rápida conducción de calor. Por ello, la capacidad calorífica del calorímetro, referida al sistema bomba más agua, debe ser determinada con precisión antes de realizar mediciones, ya que forma parte esencial de los cálculos. Esta capacidad calorífica se estandariza con reacciones conocidas (como la combustión del ácido benzoico), permitiendo que las mediciones posteriores sean exactas y reproducibles en estudios energéticos o nutricionales.
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