Menú de Química

Buscar este blog

Translate

jueves, 8 de mayo de 2025

Teorema. Axioma de la molaridad de un gas

En el caso de los gases, la idea de concentración puede resultar menos intuitiva que en las disoluciones líquidas, donde un soluto está claramente disperso en un disolvente. Sin embargo, los gases poseen la capacidad inherente de dispersarse incluso en ausencia de una mezcla con otras sustancias. Esta propiedad se debe a su naturaleza: los gases están formados por partículas en constante movimiento, que ocupan uniformemente todo el volumen disponible. De este modo, un gas puro, aunque no forme parte de una mezcla, se dispersa en su propio espacio y presenta una concentración molar bien definida.

Este hecho nos lleva a un principio fundamental que podríamos denominar axioma de la concentración molar de un gas: todo gas, por el solo hecho de expandirse en el volumen que lo contiene, manifiesta una concentración molar, aun en estado puro. Esta concentración se puede calcular dividiendo el número de moles del gas por el volumen que ocupa. Así, la molaridad de un gas puro es una propiedad significativa y medible, sin necesidad de que el gas se encuentre diluido o acompañado por otras sustancias.

En contraste, en las disoluciones líquidas, los solutos como los sólidos o líquidos deben disolverse en un medio dispersante para poder tener una concentración molar atribuible. El soluto no puede por sí mismo generar un sistema homogéneo; necesita del solvente para distribuirse. Por lo tanto, mientras en los líquidos la dispersión depende de la interacción entre distintas sustancias, en los gases la dispersión es una propiedad intrínseca. Esta diferencia subraya una característica esencial de los gases: su capacidad de autodespliegue en el espacio, lo que permite hablar de su concentración incluso sin mezcla, reforzando su estudio como entidades moleculares individuales con propiedades definidas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario