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La relación que permite calcular la masa molar de un gas a partir de su densidad, temperatura y presión representa un punto de inflexión en la historia de la química, aunque en su época no existiera una formulación algebraica explícita. En el siglo XIX, Stanislao Cannizzaro logró intuir esta conexión fundamental al observar que, bajo condiciones estándar, diferentes gases ocupaban el mismo volumen por mol. Esta observación le permitió definir con precisión el concepto de molécula-gramo, es decir, la masa de un gas que ocupa 22.41 litros a 0 °C y 1 atmósfera.
Aunque Cannizzaro no disponía del lenguaje matemático moderno para expresar esta relación como una ecuación formal, comprendió que existía una proporcionalidad constante entre la densidad del gas y su masa molar en condiciones controladas. Esta intuición fue decisiva para unificar criterios dispersos sobre las masas atómicas y moleculares, que hasta entonces se basaban en suposiciones arbitrarias o contradictorias. Su método permitió a los científicos comparar masas relativas de sustancias distintas sobre una base empírica y cuantificable.
Gracias a este enfoque, Cannizzaro logró establecer una tabla coherente de masas atómicas y sentó las bases para el desarrollo del concepto de mol. Su contribución permitió consolidar el modelo molecular en química y dio origen a la estequiometría moderna. La importancia de esta relación, aún sin haber sido escrita como ecuación en su tiempo, radica en que permitió conectar directamente propiedades físicas medibles, como densidad y volumen, con magnitudes químicas abstractas, como la masa molar.
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