La segunda situación se presenta cuando conocemos las cantidades de sustancia (moles) parciales de cada soluto y el volumen total de la solución. En este caso, para cada soluto, multiplicamos sus moles por su factor de Van't Hoff (i) para obtener los "moles efectivos" de ese soluto. Luego, sumamos todos estos moles efectivos y dividimos el resultado por el volumen total de la solución (expresado en litros). Esta aproximación es muy útil cuando se preparan soluciones a partir de cantidades pesadas de solutos, ya que permite un cálculo directo de la molaridad efectiva total sin necesidad de pasos intermedios.
Finalmente, la tercera situación ocurre cuando tenemos las masas (gramos) parciales conocidas de los solutos y el volumen total de la solución. Aquí, para cada soluto, convertimos su masa a moles dividiéndola por su masa molar. Esos moles se multiplican por el factor de Van't Hoff (i), y la suma de estos "moles efectivos" se divide por el volumen total de la solución. Estos teoremas enfatizan un principio fundamental de todas las propiedades coligativas: su indiferencia a la identidad del soluto disuelto, ya sea su tamaño o carga. Lo que realmente importa es la cantidad total de partículas disueltas. Este principio de "cantidad, no identidad" es el pilar sobre el que se construyen los cálculos de la presión osmótica y otras propiedades coligativas.
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