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viernes, 16 de mayo de 2025

La materia




La materia es todo lo que existe en el universo, tiene masa y ocupa un lugar en el espacio. Se clasifica en dos grandes categorías: materia ordinaria y materia oscura. La materia oscura, aunque representa una proporción mucho mayor del universo, es invisible y no interactúa directamente con la luz, lo que la hace no observable mediante métodos convencionales. Por otro lado, el curso de química se centra en el estudio de la materia ordinaria, que constituye todo aquello que podemos observar y manipular en nuestro entorno.

La materia ordinaria puede presentarse en diferentes estados físicos según su nivel de energía: sólido, líquido, gaseoso y plasma. Los sólidos poseen forma y volumen definidos, los líquidos tienen volumen definido pero adoptan la forma del recipiente, los gases no tienen forma ni volumen definidos, y el plasma, un estado de alta energía, consiste en un gas ionizado con partículas cargadas. Además de estos, existen otros estados exóticos de la materia, menos comunes y que se manifiestan bajo condiciones extremas, como el condensado de Bose-Einstein, el líquido cuántico o los cristales de tiempo, los cuales son objeto de investigación avanzada en física y química. Estos estados nos permiten explorar las propiedades fundamentales de la materia en contextos más allá de lo cotidiano.

La materia ordinaria en sustancias puras y sustancias impuras (que veremos en la siguiente lección). Las sustancias puras están compuestas por un solo tipo de entidad o partícula, ya sea átomos o moléculas. Una sustancia pura es aquella que posee las mismas propiedades químicas y físicas en cualquier lugar del universo, independientemente de las condiciones externas. Estas propiedades, consideradas en su conjunto, constituyen lo que conocemos como su identidad química, que incluye características como su composición, estructura molecular y reactividad. Cuando varias sustancias comparten propiedades químicas similares, las agrupamos en familias de sustancias, lo que permite clasificar y estudiar de manera sistemática los comportamientos y patrones comunes entre ellas. Ejemplos de familias de sustancias incluyen los ácidos, los azúcares y los metales alcalinos. Es importante destacar que una misma sustancia puede pertenecer a múltiples familias químicas, ya que estas dependen de los criterios de organización, los cuales pueden variar según el contexto químico o el enfoque del estudio. Por ejemplo, el ácido acético (CH₃COOH) pertenece simultáneamente a la familia de los ácidos carboxílicos y a la de los compuestos orgánicos oxigenados, mientras que la glucosa (C₆H₁₂O₆) se clasifica tanto como un azúcar (o carbohidrato) como un compuesto polihidroxilado. Esta flexibilidad en la clasificación refleja la diversidad de propiedades químicas y la posibilidad de analizar las sustancias desde diferentes perspectivas, como su funcionalidad, estructura molecular o comportamiento en reacciones químicas.

Figura 1. La figura representa la clasificación clásica de la materia ordinaria, dividiéndola en sustancias puras e impuras. Las sustancias puras se subdividen en elementos, que son aquellos compuestos por un solo tipo de átomo, y compuestos, que están formados por dos o más elementos químicos combinados en proporciones fijas. Las sustancias impuras o mezclas, por otro lado, se dividen en homogéneas, aquellas que tienen una composición uniforme en toda su extensión, como las soluciones, y heterogéneas, que presentan una composición no uniforme, como las mezclas de arena y agua o los materiales que contienen fases distintas a simple vista. Esta clasificación proporciona un marco básico para entender la estructura y composición de la materia en el ámbito de la química.

Dentro de las sustancias puras se encuentran los elementos, que están formados por átomos o moléculas de la misma identidad química. Estos elementos pueden ser monoatómicos “átomos libres”, como el helio (He), diatómicos, como el dioxígeno (O₂), o poliatómicos, como el octazufre (S₈), siendo los diatómicos o poliatómicos moleculares ya que sus partículas son conjuntos de átomos enlazados. También existen los compuestos, que están formados por moléculas con átomos de distinta identidad química, como el agua (H₂O) o el metano (CH₄). Estas sustancias poseen propiedades específicas, entre las que destacan la masa estándar o masa molar, que puede ser atómica (un átomo aislado), molecular (una molécula aislada) o molar (una mol de entidades). Además, presentan polaridad, que está relacionada con la forma de las moléculas y la manifestación de cargas atractivas o repulsivas.

Desde 2019, el Sistema Internacional de Unidades (SI) define al mol como un sistema que contiene exactamente 6.02214076 × 10²³ entidades elementales (ya sean átomos, moléculas, iones, electrones u otras partículas como esferas, hojas, personas, u otras entidades contables). En lenguaje coloquial, esto equivale aproximadamente a 602 214 trillones largos de entidades.

Los átomos son las partículas más pequeñas que conservan la identidad química de un elemento. Se representan mediante diversos modelos atómicos desarrollados a lo largo de la historia, como el modelo de esferas (Dalton y Thomson), el modelo planetario (Rutherford y Bohr) y el modelo de probabilidades (actual). Este último, basado en principios matemáticos, no ofrece una imagen mental precisa del átomo, sino una interpretación probabilística de su estructura, representada como nubes de densidad electrónica. Cuando los átomos se unen mediante un enlace químico fuerte, forman moléculas. Por otro lado, al ganar o perder electrones, los átomos dan lugar a iones monoatómicos, mientras que las moléculas pueden formar iones poliatómicos.

Referencias

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Brown, T. L., LeMay, H. E. J., Bursten, B. E., Murphy, C. J., Woodward, P., Stoltzfus, M. W., & Lufaso, M. W. (2022). Chemistry, the central science (15th ed.). Pearson.

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