La máquina de diálisis es un dispositivo médico que reemplaza parcialmente la función de los riñones en pacientes con insuficiencia renal. Su función principal es eliminar desechos metabólicos, exceso de agua y electrolitos del cuerpo, regulando así la homeostasis química de la sangre. Esto se logra mediante una membrana semipermeable que permite la difusión selectiva de solutos entre la sangre del paciente y una disolución llamada líquido de diálisis, que contiene concentraciones precisas de solutos.
Existen dos tipos principales de diálisis: la hemodiálisis, que requiere el paso de la sangre a través de la máquina para su filtración externa, y la diálisis peritoneal, en la que se introduce el líquido de diálisis en la cavidad abdominal, utilizando el peritoneo como membrana natural. La hemodiálisis es más común en hospitales o clínicas, mientras que la peritoneal puede realizarse en casa.
Entre los avances tecnológicos recientes se encuentran los riñones artificiales portátiles, como el WAK (Wearable Artificial Kidney), que permite movilidad y mayor calidad de vida. Otro frente de innovación es el riñón bioartificial implantable, desarrollado por el proyecto Kidney Project en EE. UU., que combina microchips y células vivas.
Uno de los mayores desafíos es la miniaturización de las máquinas, ya que los sistemas actuales siguen siendo voluminosos y dependientes de infraestructura clínica. A esto se suma el riesgo de infección, coagulación y cambios bruscos de presión en pacientes sensibles.
En paralelo, se investigan terapias de bioingeniería regenerativa, como la clonación de riñones a partir de células madre, la impresión 3D de tejidos renales, y la modulación genética para restaurar funciones renales dañadas. Aunque aún en fase experimental, estas tecnologías prometen una transformación profunda en el tratamiento de la enfermedad renal crónica.
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