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viernes, 16 de mayo de 2025

Figura. Evaporación de homogéneas

La evaporación es un método ampliamente utilizado para separar mezclas homogéneas, especialmente aquellas formadas por un soluto disuelto en un solvente. Este proceso se basa en la eliminación del solvente más volátil mediante la aplicación de calor. A medida que la mezcla se calienta, el solvente, que tiene un punto de ebullición relativamente bajo —como el agua, que hierve a 100 °C—, se transforma en vapor y se dispersa al ambiente o se condensa en un sistema cerrado para su recuperación. Mientras tanto, el soluto, que generalmente posee un punto de ebullición mucho más alto —en el caso de la sal común (NaCl), su punto de ebullición es de aproximadamente 1413 °C— permanece en el recipiente, facilitando su separación y recuperación.

Aunque la evaporación es comúnmente asociada con la separación de mezclas heterogéneas, como en el caso del agua con barro, también es extremadamente útil para mezclas homogéneas. Al reducir el volumen del solvente, algunos solutos pueden perder solubilidad y precipitar, permitiendo así su separación física. Esto se observa en procesos industriales y en laboratorios donde, por ejemplo, se obtiene sal a partir de agua de mar. A medida que el agua se evapora, la concentración de sales aumenta hasta que estas cristalizan.

La evaporación tiene múltiples aplicaciones prácticas en diversas industrias, como la producción de alimentos (sal, azúcar), la química (purificación de sustancias), la farmacéutica (obtención de compuestos sólidos), y el tratamiento de aguas residuales. Este método es fundamental cuando se requiere la recuperación del soluto sin la necesidad de utilizar disolventes orgánicos o procesos químicos complejos, haciendo que la evaporación sea una técnica sencilla, económica y eficiente para la separación y purificación de sustancias.

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