El Congreso de Karlsruhe, celebrado en 1860 en la ciudad alemana del mismo nombre, fue el primer gran encuentro internacional de químicos. Convocado para resolver la creciente confusión sobre las fórmulas químicas y los pesos atómicos, reunió a más de 140 científicos de toda Europa. Entre los asistentes figuraban nombres fundamentales como August Kekulé, Charles-Adolphe Wurtz, Dmitri Mendeléiev y Stanislao Cannizzaro. En un momento en que no existía consenso sobre qué significaban realmente los átomos y las moléculas, ni cómo representarlos cuantitativamente, el congreso se convirtió en un espacio clave para el intercambio de ideas.
Aunque no se tomaron decisiones oficiales durante el evento, su mayor impacto fue la influencia de Cannizzaro, quien distribuyó su Sunto di un corso di filosofia chimica. En él, defendía con claridad la hipótesis de Avogadro, distinguiendo entre átomos y moléculas y proponiendo métodos racionales para determinar los pesos atómicos correctos. Esta propuesta permitió superar errores acumulados durante décadas y ofreció un marco coherente para la formulación de ecuaciones químicas, el cálculo de masas moleculares y la organización de los elementos.
A pesar de que Karlsruhe no resolvió de inmediato todos los problemas que aquejaban a la comunidad química, estableció las condiciones para un cambio profundo. La unificación del lenguaje químico y la aceptación de criterios comunes impulsaron el trabajo posterior de científicos como Mendeléiev, que en pocos años desarrollaría la tabla periódica. El congreso representó así un momento de transición entre una química todavía caótica y la química moderna, fundamentada en principios cuantitativos y estructuras atómicas definidas.
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