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lunes, 19 de mayo de 2025

Figura. Balón aforado.

Para diluir una disolución altamente concentrada, se emplea un balón aforado, cuya capacidad corresponde al volumen final deseado de la nueva disolución. Este instrumento de vidrio está calibrado con alta precisión y permite alcanzar un volumen exacto, lo cual es fundamental en la preparación de disoluciones con concentraciones bien definidas.

El proceso comienza con la adición del soluto concentrado o la disolución madre al interior del balón, lo que se realiza utilizando un embudo de vidrio, con el fin de evitar derrames, salpicaduras o pérdidas de material, que comprometerían la exactitud del procedimiento. Esta etapa debe realizarse con sumo cuidado, ya que una cantidad incorrecta de soluto afectaría directamente la concentración final.

Una vez depositado el soluto, se incorpora el solvente, normalmente agua destilada, utilizando un vaso de precipitados (beaker). El agregado del líquido debe ser gradual y acompañado de agitación suave (por ejemplo, mediante movimientos circulares del balón o el uso de una varilla de agitación), asegurándose de que el soluto se disuelva completamente y no queden residuos adheridos a las paredes del balón o al embudo.

Cuando el nivel de líquido se aproxima a la marca de aforo, se retira el embudo y se completa el llenado gota a gota con sumo cuidado, observando el menisco a la altura de los ojos para no sobrepasar el volumen exacto. Finalmente, se realiza una homogeneización de la mezcla mediante movimientos suaves de inversión, sin agitar bruscamente, para asegurar que la concentración sea uniforme en toda la disolución.

Es importante destacar que durante toda esta operación, la cantidad de soluto permanece constante. Lo que varía es el volumen total, lo que implica una disminución de la concentración inicial al aumentar la cantidad de disolvente.

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