La figura representa la relación entre la presión y
la temperatura de diferentes gases, mostrando cómo las rectas de cada
uno, al prolongarse, convergen hacia un mismo punto en el eje de temperatura: –273,15
°C. Este valor corresponde al cero absoluto, un límite teórico
en el que las partículas dejan de tener energía cinética, y por tanto,
la presión de un gas ideal tendería a desaparecer.
La definición de la escala Kelvin surge de este
concepto. Dado que el cero absoluto no puede alcanzarse en la práctica,
se utiliza un procedimiento indirecto: medir la presión de distintos
gases a diferentes temperaturas y proyectar las rectas hasta encontrar
el punto donde todas coinciden. Esta intersección define el inicio de la escala
Kelvin, considerada la escala absoluta de temperatura, en la cual 0
K equivale a –273,15 °C.
La importancia de esta representación radica en su carácter
universal, ya que independientemente del gas considerado, las rectas
convergen al mismo punto. Esto confirma la validez de las leyes de los gases
y establece una referencia fundamental en termodinámica. La escala
Kelvin no solo es esencial en física y química, sino también
en la ingeniería y en el estudio de fenómenos extremos, como los procesos
criogénicos y las reacciones que ocurren a temperaturas elevadas,
proporcionando un marco preciso y coherente para medir la temperatura en ciencia
y tecnología.
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