La masa (m)
es una propiedad intrínseca de los cuerpos. Tradicionalmente se pensaba
que estaba relacionada directamente con la cantidad de materia, pero
esta idea cambió con el descubrimiento del átomo y el desarrollo de la física
de partículas. Se observó que diferentes átomos y partículas elementales,
incluso con cantidades de materia similares desde un punto de vista teórico,
pueden tener masas distintas.
En la física moderna, existen varias definiciones de masa,
que son conceptualmente diferentes pero equivalentes desde el punto de vista
físico. Una forma práctica de entender la masa es considerarla como una medida
de la inercia de un cuerpo, es decir, su resistencia al cambio de
velocidad cuando se le aplica una fuerza. Además, la masa también determina
cuán fuerte es la atracción gravitacional que un cuerpo ejerce sobre
otros.
La unidad base de masa en el Sistema Internacional es el kilogramo
(kg). Es importante no confundir masa
con peso. Aunque muchas veces medimos la masa usando básculas que
detectan el peso (como las de resorte), en realidad el peso es una fuerza,
y no una propiedad intrínseca del objeto. Por ejemplo, un objeto en la Luna pesa
menos que en la Tierra debido a la menor gravedad lunar, pero su masa
sigue siendo la misma, porque no depende del lugar donde se encuentre.
En el Modelo Estándar de la física, se cree que la
masa de las partículas elementales surge por su interacción con el bosón
de Higgs, a través de un proceso conocido como el mecanismo de
Brout–Englert–Higgs.
Masa estándar
En la sección dedicada a la cantidad de sustancia,
vimos que determinar la masa de los elementos fue un proceso complejo,
en parte porque no existían estándares absolutos de medición. Fue
gracias al trabajo de Cannizzaro, quien logró unificar las ideas previas
de Dalton, Gay-Lussac y Avogadro, que se establecieron
criterios comunes para avanzar en esta tarea.
El estándar propuesto incluía una temperatura de 0 °C,
una presión de 1 atmósfera y un volumen de 22.41 litros,
condiciones que hoy conocemos como condiciones normales de temperatura y
presión (CNTP). Bajo estas condiciones, se asumía que diferentes gases
contenían la misma cantidad de entidades moleculares por 22.41 L, lo que
permitía comparar sus masas de forma relativa. Este avance fue
fundamental para organizar los cálculos de masa en las reacciones químicas,
lo que dio origen a la estequiometría, una herramienta central en la
química para predecir y cuantificar los productos y reactivos involucrados en
una reacción.
Podemos imaginar que ese volumen de 22,4 litros
funcionaba como una especie de caja de huevos; pero mientras una caja
puede contener, por ejemplo, 30 unidades, esa “caja” de gas contenía una cantidad
enorme de entidades moleculares. Este valor no fue calculado con precisión
hasta 1911, cuando Jean Perrin logró estimar el número de
Avogadro, confirmando así la existencia real de los átomos.
En su momento, Cannizzaro logró unificar las teorías
de Dalton, Gay-Lussac y Avogadro, estableciendo
condiciones experimentales estándar: una temperatura de 0 °C,
una presión de 1 atm y un volumen de 22,4 L para un mol de gas
ideal. Estas tres dimensiones físicas —temperatura, presión y volumen— sirvieron
como base para comparar distintas sustancias bajo las mismas condiciones y
establecer una medición relativa de la masa.
A la cantidad de sustancia así definida se le dio
inicialmente el nombre de molécula-gramo, pero posteriormente se acortó
a mol, en parte porque Ostwald y otros químicos termodinámicos
desconfiaban de la teoría atómica y preferían evitar referencias directas a los
átomos. No obstante, tras los trabajos de Perrin, el mol pasó a
representar justamente esa “caja” que contiene un número de Avogadro de
entidades elementales, consolidándose como una herramienta clave en la
estequiometría y en la conexión entre el mundo macroscópico y el
microscópico.
Una vez definida nuestra “caja de huevos atómicos”,
podemos empezar a “pesar” distintos elementos para determinar su masa.
En realidad, esto fue precisamente lo que hizo Cannizzaro, y su método
fue ampliamente mejorado durante las décadas siguientes, incluso en medio de la
controversia sobre la existencia del átomo. Muchos químicos
antiatomistas negaban la existencia de los átomos, pero los pesos
atómicos que derivaban de la técnica de Cannizzaro resultaban tan útiles y
consistentes que, por conveniencia, se adoptaron ampliamente.
Así comenzó a crecer la lista de masas atómicas
conocidas: primero para los elementos gaseosos, luego para aquellos que reaccionaban
con gases y permitían cálculos indirectos. Este proceso condujo,
inevitablemente, al desarrollo de listas sistemáticas de masas atómicas
y, más adelante, a las primeras tablas periódicas organizadas por peso o
masa.
Es importante señalar que, en el contexto de la química, la
distinción entre peso y masa ha sido históricamente ambigua.
Incluso hoy, muchos textos universitarios utilizan ambos términos de
forma intercambiable. A partir de aquí, trataremos de emplear el lenguaje más
preciso posible, usando el término masa atómica. Sin embargo, el lector
debe tener en cuenta que muchas tablas periódicas comerciales aún
emplean el término tradicional de peso atómico.
Definiciones matemáticas
Así, sabemos que el mol permite estandarizar la
masa a medir, y por eso la masa de las sustancias químicas se expresa en
una unidad compuesta denominada masa molar, aunque también podría
llamarse más apropiadamente masa estándar. Sin embargo, el símbolo que
representa la masa molar también ha generado cierta confusión.
El primer motivo es la ya mencionada tensión histórica
entre el lenguaje matemático y el químico. Por ejemplo, si se trabaja con factores
de conversión, no se necesitan símbolos algebraicos complejos: la masa
molar se define simplemente como la masa dividida por la cantidad de sustancia:
[1]
Factor de conversión equivalente a la masa molar.
Pero si se trabaja con teoremas o expresiones generales,
sí es necesario contar con un símbolo específico para el parámetro.
La decisión más lógica sería utilizar el símbolo estándar
(°), como se hace con otros parámetros definidos en condiciones estándar
del mol, por ejemplo la entalpía estándar (ΔH°). No obstante, este
símbolo se introdujo más recientemente, y su uso no se ha generalizado en todos
los contextos. Algunos textos emplean una variedad de símbolos alternativos,
sin una convención clara.
Para mantener la coherencia formal, en este texto
adoptaremos la notación recomendada por el Libro de Oro de la IUPAC, que
representa la masa molar con la letra (M).
Así, el axioma de masa molar es:
[2]
Axioma de la masa molar. Pulse
aquí para ver la descripción de la fórmula y su factor de conversión equivalente.
Dado que la masa molar es el cociente entre dos
propiedades extensivas —la masa y la cantidad de sustancia—, se trata de una propiedad
intensiva. Esta magnitud nos indica cuánto aumenta la masa de un sistema
por cada mol de entidades que lo componen. De hecho, si dividimos 1 g/mol
considerando el mol como el número de Avogadro, obtenemos un valor
unitario equivalente a la masa atómica o constante de masa atómica.
Por tanto, esta unidad no solo expresa una proporción, sino que actúa como
un puente conceptual y numérico entre las masas macroscópicas y las masas
absolutas o microscópicas, estableciendo una relación directa entre el
mundo observable y el atómico.
Además de ser una propiedad intensiva, la masa
molar del elemento —también conocida como masa atómica o peso
atómico— cumple un papel clave en la identificación de los elementos
químicos. Si observamos la tabla periódica, notaremos que los valores de
masa atómica son suficientemente diferenciables entre sí: por ejemplo, el hidrógeno
tiene una masa molar de aproximadamente 1.01 g/mol, mientras que el carbono
presenta un valor cercano a 12.01 g/mol. Estas diferencias permiten
establecer un criterio numérico para reconocer e identificar los elementos,
basado en sus masas características.
En el caso de las moléculas, la situación se vuelve
más compleja. Distintas sustancias pueden tener masas molares idénticas o
muy similares, lo que limita su utilidad como identificador único. Un
ejemplo claro lo encontramos en los isómeros, que comparten la misma
fórmula molecular —y, por ende, la misma masa molar— pero tienen estructuras
distintas. Además, existen pares de isótopos o sustancias
isotópicamente enriquecidas que pueden presentar masas molares coincidentes
o apenas diferenciables, dificultando así su distinción únicamente por este
criterio.
Por esta razón, mientras que la masa molar resulta altamente
efectiva para identificar elementos individuales, su uso en la identificación
de compuestos debe complementarse con otros métodos, como el análisis
estructural o espectroscópico. No obstante, sigue siendo una herramienta
fundamental tanto para el cálculo como para la comprensión de la materia en
química, actuando como una especie de "huella numérica" para cada
especie química.
Masa molar teórica
La masa molar teórica de una sustancia es el
resultado de la suma ponderada de las masas molares de todos los componentes
que la conforman. Esta suma ponderada se fundamenta en la ley de la
conservación de la masa, lo que implica que la masa total de una sustancia
compuesta es igual a la suma de las masas de sus elementos constituyentes,
considerando sus proporciones estequiométricas.
[3]
Masa molar de una molécula. Pulse
aquí para ver la descripción de la fórmula y su factor de conversión equivalente.
Figura
1. Los pesos atómicos son valores decimales porque representan un promedio
ponderado de los isótopos naturales de un elemento, que difieren en número
de neutrones. Además, la constante de masa atómica promedia las
masas de protones y neutrones. Solo elementos con un único isótopo y
números iguales de protones y neutrones tienen pesos atómicos cercanos a
enteros.
Dado lo anterior, las masas molares son valores
constantes y fácilmente calculables a partir de la fórmula química,
sin necesidad de realizar experimentos. Por esta razón, actúan como constantes
de proporcionalidad que permiten convertir entre cantidad de sustancia
(moles) y masa (gramos) de manera directa y confiable.
Es fundamental comprender que, cuando hablamos de moles,
lo hacemos en un sentido amplio, ya que esta magnitud también puede
interpretarse en términos del número de entidades elementales (como
átomos o moléculas). Así, el uso de la masa molar no solo vincula la masa con
los moles, sino también con el número total de partículas, extendiendo
su aplicabilidad en diversos contextos químicos y fisicoquímicos.
[Ejercicios resueltos de cálculo de masa molar]
[Ejercicios resueltos de conversiones masa, cantidad de
sustancia]
Referencias bibliográficas
Brown, T. L., LeMay, H. E. J., Bursten, B. E., Murphy, C.
J., Woodward, P. M., & Stoltzfus, M. W. (2022). Chemistry, the
central science (14th ed.). Boston: Pearson.
Chang, R.,
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McGraw Hill.
García, J. L. G. (2025). Dimensional Analysis in
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1940(22), 22.
DeToma, R.
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